Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 4

Capitulo 3: Tendremos Nuestra Primera Pelea

Parte 1

Una vez de vuelta en el castillo y sola en su habitación, Rishe decidió darse un baño. Se quitó el agua de mar y la crema solar, limpiándose con otro jabón que había preparado ella misma. Como aún había luz, no temía bañarse sola.

Cuando terminó y se secó el cabello, llamaron a la puerta de la habitación que le servía de estudio.

Elsie entró e hizo una reverencia. “Lady Rishe, los artículos que pidió al Sr. Tully han llegado.”

“Gracias. ¿Cómo se ven?”

La criada levantó la cabeza y sus ojos revelaron un brillo de excitación. “¡El Sr. Tully es increíble! Son tal y como esperaba. Ya es bastante impresionante que pudiera entregarlos por la tarde cuando usted los pidió esta misma mañana, pero es que además son exactamente lo que usted especificó.”

La reacción de Elsie hizo sonreír a Rishe. Se levantó y se dirigió a la habitación de Harriet. La princesa debía de estar esperándola, pero cuando Rishe llegó a su puerta, se quedó totalmente atónita.

“¡L-L-L-Lady Rishe!” Harriet intentó ponerse en pie de un salto, pero se golpeó las rodillas contra la mesita.

Rishe corrió hacia ella. “¡¿Estás bien?!”

“¿P-Por qué…? ¿Qué está haciendo en mi habitación, Lady Rishe?” Preguntó Harriet, al borde de las lágrimas. “¡No había necesidad de molestarse viniendo aquí! Lo siento mucho. ¡Me disculpo incluso por estar viva!”

“Por favor, cálmese, Lady Harriet. ¿No le han dicho el motivo de mi visita?” Miró a la doncella principal.

Con el cabello bien recogido, la mujer mayor dijo: “Me preocupaba que, si le decía que venías, se pusiera enferma de los nervios mientras esperaba.”

Desde luego, no estaba fuera de lo posible. La sonrisa de Rishe era irónica. “Lo siento. Sólo quería hablar con usted, Lady Harriet… y también quería pedirle algo a su doncella principal.”

“Oh. M-Me enteré de eso. Querías que enseñara a tus criadas.”

La criada principal asintió. “Muy bien. Tengo mucha más experiencia que sus jóvenes doncellas. Aún me queda mucho por aprender, pero les enseñaré todo lo que pueda.”

“¡Muchas gracias! Mis criadas están encantadas de aprender de ti.”

Las criadas de Rishe seguían acostumbrándose a su trabajo. Poco a poco, también aprendían a leer y escribir. Aprender se había convertido en algo divertido para ellas. Cuando Rishe les preguntó si querían aprender de la criada principal, se entusiasmaron.

“Entonces me pondré a ello.” La criada principal miró a Elsie, que estaba de pie junto a la puerta. “Te dejo esto a ti.”

Elsie asintió solemnemente. Cuando la criada se marchó, quedaron las tres solas en la habitación de invitados de Harriet.

“Lady Harriet, ¿hay algo que desee en este momento?” Preguntó Rishe, sentándose en el sofá. Su presencia sólo parecía poner más nerviosa a Harriet. Pero la paciencia de Rishe se vio recompensada cuando Harriet abrió la boca.

“N-No, la verdad es que no. Galkhein es… un lugar maravilloso, y mi habitación es muy cómoda. Siento no tener nada que decir en situaciones como esta…”

“No te preocupes. No trato de entablar conversación, sólo quiero saber. Si pudieras tener tu deseo, si pudieras tener cualquier cosa que desearas, ¿qué querrías, Lady Harriet?”

“Libros. Muchos libros.”

La franca respuesta de Harriet sorprendió a Rishe.

“Quiero tantos libros que pueda leer y leer y no quedarme nunca sin ellos… Pero si tuviera tantos libros, nunca podría leerlos todos; no podría quedármelos para mí sola. No sólo quiero monopolizar los libros, quiero compartirlos con todas las personas que los aman.” Harriet bajó la cabeza, pero esta vez se debía a la complacencia en su feliz fantasía.

Cada vez estoy menos convencida de que esta misma Lady Harriet llevara a su país a la bancarrota derrochando en vestidos y joyas de países extranjeros… independientemente de lo que nos depare el futuro.

Había una cosa más que Rishe quería confirmar, así que dijo: “Antes mencionaste algo sobre tu propio aspecto.”

Con los productos de la Compañía Comercial Aria delante, Harriet había dicho: “Si le enseño mi cara, Su Majestad podría romper nuestro compromiso.” Debió dejarse crecer el flequillo para ocultarlo.

“¿El rey de Fabrannia le dijo algo terrible, Lady Harriet?”

“¡No fue terrible, no! Sólo dijo la verdad.” Harriet pegó una sonrisa falsa e incómoda en su rostro y dijo: “Mi compromiso con el rey Walter se decidió cuando era joven. Una vez fui a verlo con mi madre, que entonces aún vivía. Estaba tan emocionada, y me arreglé más de lo que debía… Um, es realmente tan embarazoso.”

Rishe frunció el ceño, escuchando.

“C-Cada vez que lo recuerdo, desearía haber sabido cuál era mi lugar entonces. Era tan estúpida… No había forma de que alguien como yo pudiera vestirse como una hermosa muñeca. Mis ojos causan gran angustia a la gente, así que ni siquiera puedo entender por qué pensé que podía mostrárselos al Rey Walter.” Ella rio secamente, una cubierta hueca para el dolor en su corazón. “No son los lastimados los que deberían avergonzarse, sino la persona que los lastimó.”

Los hombros de Harriet temblaban.

Las palabras de Lady Harriet debían de ser las del rey de Fabrannia. Rishe se guardó el pensamiento y preguntó en su lugar: “Has mencionado varias veces que tus ojos causan angustia a la gente, Lady Harriet. ¿Por qué?”

“A-Antes de darme cuenta, frunzo el ceño y miro a todos los que me rodean… No es mi intención, pero me pasa sin pensarlo, y pongo cara de miedo como si estuviera enfadada.”

Rishe sintió que las vagas sospechas que albergaba resultarían ser ciertas. “Gracias por decírmelo. Mi siguiente pregunta va dirigida a la más joven Lady Harriet.”

“¿Ah, sí?”

“Piensa en cuando eras niña, cuando te vestías para conocer a Su Majestad. ¿Eras feliz de niña?”

A Harriet se le cortó la respiración. “P-Pues… No… Cuando lo recuerdo, me da tanta vergüenza…” Agachó la cabeza y Rishe tomó suavemente la mano de Harriet entre las suyas.

“¿Sentías lo mismo de niña?”

Los pequeños labios de Harriet se apretaron. Inclinó tímidamente la cabeza y dejó escapar una vocecita temblorosa por las lágrimas no derramadas. “Estaba avergonzada… pero no me avergonzaba. Mi corazón latía con fuerza y quería… ¡quería que esperara la boda al menos un poco en lugar de temerla!”

“Oh, Lady Harriet…”

“¡O-Oí que el Rey Walter quería casarse con una de las princesas de Galkhein en su lugar! Pero no funcionó…”

Rishe se sorprendió al oír eso, pero los problemas de Harriet eran lo primero. “Así que no es como si siempre hubieras odiado vestirte.”

La mano de la princesa tembló en la de Rishe. “H-Hmm… sí creo que es indecente… que oculte mi cara con mi cabello… Tan indecente como mi cara real…”

Harriet lentamente, muy lentamente, dio a conocer sus sentimientos.

“P-Pero es igualmente indecente… que alguien como yo piense que puedo vestirme a la última moda y cambiarme… ¡Es impúdico y vergonzoso!”

Rishe soltó la mano de Harriet y le acarició el cabello. “¿Q-Qué es esto, Lady Rishe?”

“Siento haberte hecho hablar de algo tan doloroso.” Le pareció ver que Harriet parpadeaba bajo su largo flequillo. “Una vez, cuando temblaba de miedo, alguien me acarició el cabello y calmó mi espíritu.”

Arnold había hecho precisamente eso el día anterior, cuando ella reveló por primera vez su miedo a los fantasmas. El cabello rubio de Harriet estaba bien cuidado. Se sentía como la seda bajo la mano de Rishe.

Harriet se quedó atónita y sus siguientes palabras fueron distraídas. “Q-Qué extraño… Realmente me siento reconfortada.”

Rishe sonrió, aliviada. “Me alegra oírlo.”

Bajando la mirada, Harriet preguntó: “¿P-Por qué haría esto por mí, Lady Rishe?”

“Lo siento. No puedo dejarte sola.” Rishe acarició el cabello dorado de Harriet. “Si me perdona que se lo diga, Lady Harriet…” Mirándola fijamente, Rishe dijo sin rodeos: “Tienes los ojos secos.”

“¿E-Eh?” Harriet parecía haber oído mal a Rishe, pero no había forma de malinterpretar sus palabras.

“Estoy casi segura de que tienes los ojos secos.” Continuó Rishe. “Pasas todos tus ratos libres leyendo, a menudo hasta altas horas de la noche a la luz de la lámpara, ¿verdad? Quizá incluso a la luz de la luna si no quieres que tu estricta doncella principal sepa que sigues despierta leyendo libros que no vienen al caso cuando deberías estar estudiando para tu próximo cargo de reina.”

“¡Eep! ¡¿Cómo lo has sabido?!”

“Cuando la gente se concentra en la tarea que tiene ante sí, parpadea menos y sus ojos se secan más rápido. Añade a eso tu largo flequillo. No solo te hacen forzar la vista, sino que tu cabello también podría estar causándoles pequeños daños.”

El grave razonamiento de Rishe le quitó el color a la cara de Harriet.

“Como prueba, ¿cree que podría abrir los ojos durante diez segundos sin parpadear, Lady Harriet?”

“¡No puedo! De hecho, ¡ni siquiera puedo imaginarlo!” “Normalmente, la gente puede hacerlo sin problemas.” Esto impresionó a la princesa.

“Si los ojos se resecan y se dañan durante un largo periodo de tiempo, se volverán más sensibles a la luminosidad.” Explica Rishe. “Será más difícil abrirlos, ya que querrán evitar resecarse. Eso tensará tu ceño, haciendo que frunzas el ceño inconscientemente.”

Harriet había estado mirando hacia abajo todo el tiempo que habían estado en la ciudad. Rishe se había preguntado si eso se debía a su personalidad o si había algo más en juego. Como los edificios blancos de Vinrhys reflejaban el sol del verano, resultaban demasiado brillantes para sus ojos. Rishe supuso que Harriet mantenía la vista fija en sus pies mientras caminaba porque el suelo reflejaba menos luz.

“Resulta que tengo algunos conocimientos de boticario. Sólo espero poder ayudar a mejorar su salud de alguna manera, Lady Harriet.”

“Yo, erm…”

“Si quieres estar a la moda, pero te da vergüenza siquiera pensar así, ¿crees que podrías armarte de valor si es para mejorar tu salud?”

“¡Hrk!”

“¿Elsie?” Llamó Rishe, y la criada que esperaba junto a la puerta se adelantó. En las cajas a su lado había varios vestidos que había encargado a la Compañía Comercial Aria.

Inmediatamente después, el grito de Harriet resonó en la habitación de invitados.