Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 4

Capitulo 2: ¿Por Qué Parecen Tan Frágiles?

Parte 6

“¡Guau!” Exclamó Rishe. Llevaba un ligero vestido de verano con un sombrero para protegerse del sol y una cesta con bebidas en una mano.

“Hey, no corras en la arena. Te caerás.”

“Lo siento, pero…” Rishe no pudo reprimir su excitación a pesar de la advertencia de Arnold. “¡Es la playa!”

Sus ojos brillaron ante la gran extensión de agua que tenían delante. Se maravilló ante la arena blanca, completamente libre de huellas, y el agua, que pasaba del azul claro en las aguas poco profundas al esmeralda pálido y luego al azul profundo. A esta pequeña ensenada sólo se podía acceder a través del castillo; nadie más que la familia imperial y sus invitados podían visitarla.

Tras salir corriendo a la arena, Rishe se giró para mirar a Arnold. No llevaba la chaqueta, sino una camisa blanca y pantalones negros. Rishe se preguntó si tendría calor con ese atuendo, pero parecía no afectarlo, acostumbrado a él.

“¡Príncipe Arnold! Perdone mi inmodestia, pero ¿le importa si me quito los zapatos?”

“Haz lo que quieras. Pero no te hagas daño.”

Rishe dejó la cesta junto a una roca y se puso el sombrero encima. Se quitó los zapatos y sintió la sedosa arena bajo los pies. Llevaba un protector solar hecho por ella misma, así que no le preocupaba demasiado quemarse. Gracias a la lluvia anterior, la arena estaba agradablemente caliente en lugar de hirviendo a la luz del sol. La brisa marina no era húmeda en absoluto, sino que traía una nota de salmuera en sus ráfagas frescas y refrescantes.

El viento refresca un poco, así que hace calor y fresco a la vez.

¡Qué sensación tan extraña!

El vestido de Rishe, que le llegaba hasta la pantorrilla, estaba hecho de capas de gasa. Su suave falda bailaba con el viento.

“Ahora el verano está en pleno apogeo, ¿eh?” Rishe había llegado a Galkhein en primavera, a mediados del quinto mes. Disfrutando de la exuberante estación que la rodeaba mientras Arnold se acercaba, dijo: “Si hubiera sabido que el agua iba a estar tan limpia, me habría traído un bañador.”

“…”

“¡Tengo uno muy lindo! Es un dos piezas. La parte de arriba es de un bonito azul mientras que la de abajo es como una falda blanca con volantes.” Mientras maldecía sus malas elecciones, Arnold frunció el ceño. “¿Qué pasa?”

Tras una larga pausa, Arnold dijo: “Aún es un poco pronto para nadar, ¿no?”

“Supongo que sí. Hay un montón de corrientes rápidas por aquí debido a la temporada.”

Se acercó a la orilla, donde las suaves olas le acariciaban los dedos de los pies. El agua le llegaba a los tobillos, pero enseguida retrocedía y la arena le hacía cosquillas en la planta de los pies.

Rishe levantó los bordes de su vestido y se sumergió un poco más. “¡Jee jee, la superficie del agua es tan brillante!”

Todavía de pie en la playa, Arnold preguntó: “¿Tan divertido es?”

“¡Claro que sí!” Ante el desconcierto de Arnold, Rishe señaló al mar y le dijo: “Mira allí. ¿Ves cómo el agua de alrededor está en calma, pero hay olas blancas sólo en ese punto? Eso significa que hay algo grande y pesado bajo el agua. Y puedes saber lo grande que es por el tamaño de las olas.”

Un marinero se lo había enseñado cuando viajaba en su vida de comerciante.

“El fondo marino podría estar levantado en ese lugar, o algo grande podría haberse hundido allí. ¿No es divertido imaginar lo que puede haber en el fondo del mar?” Rishe giró hacia Arnold, chapoteando en la superficie del agua. “¡Quizá haya allí un tesoro hundido que dejaron caer unos piratas!”

“Eso sería un dolor de cabeza. Tendríamos que averiguar a quién pertenece el tesoro y reunir a todos los posibles reclamantes.”

“¡Ugh, tú y tu realismo!”

Aun así, Arnold aceptó la extraña fantasía de Rishe. Eso la hacía feliz.

“Cuando era una niña y estudiaba en mi habitación, devoraba desesperadamente de mis libros de texto cualquier fragmento de conocimiento sobre el resto del mundo.” Los ojos de Rishe se entrecerraron al rememorar los recuerdos. “Leía la palabra ‘océano’ y me preguntaba cómo sería. Cuando tenía que bordar flores, me preguntaba cómo olerían las de verdad. Imaginar esas cosas me hacía seguir adelante. Por eso me sentía tan feliz cada vez que por fin experimentaba algo que antes sólo podía imaginar.”

Había estado en el océano muchas veces en todas sus vidas anteriores, pero la visión del mismo seguía siendo fresca. Siempre le había parecido hermoso, mucho más impresionante de lo que había imaginado encerrada sola en su habitación. No se cansaba de verlo.

“¿Me trajiste a la playa porque dije que quería ir al mar?” “Eso es parte de ello.”

Rishe supuso que había otra razón, pero Arnold no parecía estar dispuesto a responder por el momento, así que no se molestó en hacer más preguntas. Se alegró de que recordara lo que le había dicho antes de salir del castillo.

Sin embargo, el Príncipe Arnold sólo mira. ¿Cómo se ve el océano en sus ojos?

Arnold mostraba su habitual expresión neutra; no parecía conmovido en modo alguno por el magnífico paisaje. Acaso la vista del océano no le inspiraba ninguna emoción?

Eso no es todo…

Por la forma en que Arnold miraba a Rishe en el mar, era como si ella no tuviera nada que ver con él. Como si hubiera trazado una línea entre ellos o hubiera decidido que no había nada entre ellos. Eso hizo que Rishe se sintiera como si hubiera venido sola a la orilla del mar. Quería preguntarle sobre esto —y si a él realmente no le importaba, podía dejarlo—, pero él parecía guardar las distancias incluso ante tal pregunta.

“¡Príncipe Arnold!” Gritó, acercándose a él.

Arnold hizo una mueca, dudoso. “¿Por qué me tiendes tu mano?” “Venga aquí, Su Alteza.”

Frunció el ceño, pero Rishe supuso que no era porque la invitación le disgustara. En todo caso, el origen del disgusto se debía a lo inesperado de la invitación. Decidida, Rishe declaró: “Te hago una petición, así que debes escucharla.”

Cuando se prometieron, Arnold había dicho que accedería a cualquiera de sus peticiones. Sabiendo que ella se refería a esto, Arnold suspiró. “De acuerdo.”

Cediendo, se agachó para quitarse los zapatos. Se arremangó el pantalón y, con el ceño fruncido, entró en el mar. Se zambulló en el agua hasta llegar a Rishe, mientras se miraba los pies con una expresión complicada en el rostro, como si caminar directamente sobre la arena le resultara extraño.

“¿Qué te parece?” “Sin comentarios.”

“En ese caso, Su Alteza…” De pie junto a Arnold, Rishe dejó caer los bordes de su falda. Decidió no preocuparse por si se mojaba. En su lugar, agarró a Arnold por cada muñeca. “Más tarde puedes regañarme todo lo que quieras, ¿de acuerdo?”

“Hey, espera, no vas a…” La pregunta que disparó en su dirección se fundió en la realización.

“¡Hmph!” Rishe lanzó a ambos hacia atrás en el agua. “¡Argh! ¡Maldición!”

Seguramente Arnold habría sido capaz de mantener el equilibrio si sólo se hubiera preocupado por sí mismo. Sin embargo, también intentó sostener a Rishe, por lo que ambos acabaron cayendo al océano.

¡Splash!

Hubo un gran chorro de agua. Rishe cerró los ojos y contuvo la respiración mientras soportaba el impacto antes de que Arnold tirara de ella hacia arriba.

“¡Aah!”

Rishe se sentó en el océano, que le llegaba hasta el ombligo en esta zona poco profunda. Su vestido flotaba a su alrededor como si fuera una medusa. Arnold estaba empapado por segunda vez aquel día. No había servido de nada que se secara el cabello y se cambiara de ropa después de que antes le pillara la lluvia.

“… Rishe.”

“Si aún es pronto para nadar, ¿por qué no entretenernos así?” Sonrió ante la novedad de agarrar a Arnold desprevenido.

Con los brazos rodeando la cintura de Rishe, Arnold la miró entrecerrando los ojos. “Pareces muy satisfecha de ti misma.”

“Así es. Estoy muy satisfecha de haberle gastado una broma, Alteza.”

“Ya veo.” Arnold suspiró y buscó la mejilla de Rishe. “Muy bien… Aceptaré tu oferta.”

Rishe no podía creer lo que oía. “¡¿Eh?!” Sí, ella había empezado esta pequeña guerra de bromas, pero no pensó que él se lo tomaría en serio.

Haciendo caso omiso de la reacción de Rishe, Arnold fue a por todas.

“¡Ah, hey, Su Alteza! Espere un segundo, eso no es justo…

¡Eeeep!”

¡Splash!

El chapoteo marcó el comienzo de una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Arnold no tuvo piedad. Rishe hizo todo lo que pudo para defenderse, pero él era imbatible. Estaba segura de que si alguien más veía esta escena, se quedaría sin habla.

Tras un intercambio constante de ataques y contraataques en los bajíos, se dieron cuenta de que había pasado mucho tiempo.

“¡Uf! Sí que hemos hecho jugado bastante, ¿eh?” “Supongo que sí.”

Los dos se sentaron en la playa para tomarse un respiro, con la ropa empapada. La resistencia de Rishe se había agotado por completo, pero Arnold parecía listo para unos cuantos asaltos más. Sin embargo, sus facciones mostraban otro tipo de fatiga, tal vez por haber hecho algo nuevo.

Rishe buscó la cesta que había dejado junto a una roca y sacó una de las botellas. “Tome un poco de té, Alteza. Aunque se ha calentado bastante.”

La botella se había enfriado en la casa de hielo del castillo, pero ahora estaba casi a temperatura ambiente. No obstante, Arnold bebió.

“¿Han cambiado en algo tus sentimientos hacia el océano?” “… No lo sé.”

Ella se rio y él giró la cabeza en su dirección. “Es que realmente lo pensaste, ¿no? Quiero decir, no has dicho que no, sólo que no sabes.”

La mirada de Arnold se suavizó. Acomodó el cabello de Rishe detrás de su oreja, tomó el sombrero de Rishe de su sitio junto a la cesta y le cubrió la cabeza.

Como seguía siendo amable con ella, Rishe dijo: “Ahora aceptaré su regañina, Alteza.”

Aunque estaba preparada para ser reprendida por hacer tropezar a su prometido en el océano, Arnold le dijo: “No te castigaré.”

“¿Eh?”

“Tomé muchas represalias. Estamos empatados.”

Rishe parpadeó, perpleja. “Me lo pones demasiado fácil.” “Acostúmbrate.” Hizo que algo para nada natural pareciera natural,

pero Rishe no lo aceptaba.

“Tienes que regañarme o me pondré peor. Si eres demasiado amable conmigo, bueno…” Frunció el ceño y se tapó la boca, murmurando: “Me volveré codiciosa.”

Arnold soltó una risita. La expresión suave que llevaba le hizo aparentar su edad por una vez. Mirando a Rishe, dijo: “Me gustaría.”

Sonaba tan suave cuando lo dijo que los oídos de Rishe se sintieron inexplicablemente calientes.

“Todo lo que haces es tan extraño que nunca puedo predecir lo que vendrá después.”

“¡Augh! Otra vez me estás tomando el pelo.” Rishe arrugó la nariz con frustración y Arnold bajó la mirada hacia la arena.

“Además, no hay mucho que pueda hacer por ti. Estará bien mimarte un poco.”

Rishe ladeó la cabeza. “¿Qué? Ya has accedido a muchas de mis peticiones.”

“Eso es porque las cosas que pides son muy triviales.”

Le pareció extraño. Siento que he estado haciendo algunas peticiones extremas para mis estándares.

Arnold había preparado todo un palacio independiente para su prometida “rehén” e incluso le permitía utilizar un rincón del jardín como campo. Rishe había contratado a todas sus criadas y se le permitía comerciar libremente con los mercaderes. Todo esto era bastante egoísta, ¿no?

La pregunta debía de estar escrita en su cara. Arnold dijo: “Hay algo que debo priorizar por encima de todo.” Miró al océano. “Si tus peticiones van en contra de eso, entonces no puedo concedértelas.”

Rishe sólo había aceptado la propuesta de Arnold tras preguntarle si le concedería todo lo que ella deseara. En aquel momento, Arnold había accedido siempre que estuviera en su mano. En otras palabras, había dado a entender desde el principio que había peticiones que no podía conceder.

“Debido a mi cargo, probablemente habrá momentos en los que mi deber con el trabajo y el país también interfiera… pero eso no es todo.” Arnold fijó sus ojos azules en Rishe. “Aunque te canses de este compromiso, no dejaré que te vayas de mi lado.”

Un dolor sordo envolvió su corazón. “¿Por la razón por la que me propusiste matrimonio?”

La estudió y dijo. “Así es.”

La mano de Rishe se deslizó hasta su pecho, justo sobre su corazón. Esperaba que él no se diera cuenta. Estaba mal que se sintiera abatida por esto.

Tampoco es que le haya dicho cuál es mi máxima prioridad. Rishe bajó la mirada, agradecida por la protección que el sombrero ofrecía a su rostro. Se aferró a él, trazando líneas en la suave arena con el dedo.

No le he dicho “no quiero que mates a tu padre” o “no quiero que empieces esa guerra”. Le oculto mis mayores deseos, así que no puedo culparlo por ocultarme cosas.

Pero no podía decirle esas cosas sin más.

No puedo decirlo. La única razón por la que el Príncipe Arnold me permite tal libertad es porque no sabe que mi objetivo es detener la guerra.

Todo lo que Rishe hacía en esta vida, lo hizo para interferir con los planes de Arnold. Su motivación para cada movimiento era evitar la guerra.

Estoy segura de que la fuerte voluntad del Príncipe Arnold es el catalizador del conflicto. Si no lo sintiera tan fuertemente, no habría forma de que una persona tan bondadosa iniciara una guerra tan sangrienta.

El “algo” que Arnold tenía que priorizar era la guerra en el futuro. Y si descubría la intromisión de Rishe, también se convertiría en su enemiga en esta vida.

No será fácil frustrar los planes del Príncipe Arnold. Si tengo una ventaja sobre él, es que conozco el futuro.

Para mantener esa ventaja, tuvo que guardarse para sí la previsión que le habían dado sus bucles.

Sí, yo también tengo secretos. No tengo derecho a saber lo que el Príncipe Arnold podría estar ocultándome.

Y, sin embargo, le dolía el corazón. Rishe le había preguntado varias veces a Arnold por qué la había elegido como prometida, pero ya no podía hacerlo. En lugar de eso, miró a Arnold por debajo de su sombrero.

“¿Qué quieres que haga una vez que sea tu esposa, Príncipe Arnold?”

La pregunta le sobresaltó. Sonrió a Rishe como si le pareciera la cosa más cautivadora de todo el mundo. “Veo que has cambiado la pregunta.”

“Sé que no responderás a la normal.” Era la verdad, pero parecía mentira.

La respuesta de Arnold fue fácil. “¿Qué quiero que hagas? Eso es sencillo. Es ‘holgazanear por el castillo’ y ‘ser completamente inútil’,

¿no?” Se refería a lo que dijo Rishe después de proponerle matrimonio. “¡E-Eso no es lo que tú quieres, es lo que yo quiero!”

“Aun así, no parece posible para ti.”

“¡¿Eh?! ¡¿Qué quieres decir con que no es posible?! Absolutamente planeo ganar mi vida de indolencia después de esto, ¡¿me oyes?!”

“¿Por qué tienes que ganarla? De todos modos, no te conviene la indolencia.”

¿Qué quiere decir con eso? Pensó Rishe, indignada. Luego Arnold añadió: “¿Siquiera por qué lo preguntas?”

“Lady Harriet parece estar presionándose demasiado para preparar su propio matrimonio. Tenía curiosidad por lo que un hombre podría estar pensando en un momento así.” Esto no era una mentira, per se. Aprovechó la oportunidad para también preguntarle a Arnold sobre esto. “¿Qué clase de país le parece Fabrannia, Alteza?” Hizo la pregunta como si ella misma no hubiera estado allí en una vida pasada.

“En mi opinión, es el país del continente occidental más proactivo en sus relaciones diplomáticas con Galkhein.”

“¿Eso te disgusta?”

“Ahora mismo no hay muchas ventajas para nosotros. Podrían ser aliados ventajosos en el futuro, pero ahora mismo tenemos muchas otras cosas a las que dar prioridad.”

“Así que son molestos.”