Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 4

Capitulo 2: ¿Por Qué Parecen Tan Frágiles?

Parte 2

La expresión de Arnold era alegre. “¿Qué, crees que están ahí para vigilarte?”

“Me escapo de su vista con demasiada frecuencia para que ese sea el caso.”

Normalmente, no habría tenido sentido asignar guardias exclusivos a alguien que permanecía todo el día dentro del palacio, así que Rishe siempre pensó que sus “guardias” estaban realmente allí para informar de sus movimientos a Arnold. Sólo ahora se daba cuenta de que no era así. Arnold le había dicho que no quería que estuviera sola en palacio, donde Theodore decía que su hermano tenía enemigos en abundancia…

“Príncipe Arnold, no necesita ir tan lejos por mi bien.”

“Sé que puedes protegerte.” Dijo Arnold. “Están ahí para mostrar a cualquiera que te vea que te protejo con mis propios Guardias Imperiales.”

Su voz era tranquila pero clara. Lo que no dijo es que consideraba el palacio territorio enemigo.

“Ahora que lo pienso, ordenaste a los caballeros que reforzaran la seguridad, ¿no?” Arnold cambió de tema y Rishe tragó saliva. “¿Cómo era? ¿Poner cuerdas con campanas en los pasillos? Si hay intrusos, tropezarán con las cuerdas y tocarán las campanas. A pesar de lo asustada que estabas, sigues tomando medidas racionales, por lo que veo.”

Era tal y como Arnold dijo. Rishe no estaba soportando su miedo en silencio, estaba soportando su miedo mientras pedía ayuda a los caballeros. Si pensaba racionalmente en la situación de los fantasmas, lo más probable era que las criadas hubieran visto a una persona viva.

“Mira, sólo… ¡no me digas lo que ocurra con esas trampas!” “¿No quieres saberlo?”

“Bueno, si ponemos trampas y las campanas no suenan, entonces eso significa que hay una buena posibilidad de que, a fin de cuentas, sea un fantasma, ¡¿no?!”

Arnold entrecerró los ojos. “Pensaría que querrías saber si pillamos a alguien con ella.”

“En ese caso, hasta que no reciba ese informe, me preocupará que realmente haya sido un fantasma.”

Prefería saber que, pasara lo que pasara, no se le notificarían los resultados.

Además, si lo que vieron no era un fantasma ni una persona normal, ¡las campanas no van a sonar!

El príncipe se mostró escéptico, pero al final suspiró y dijo: “Bueno, que así sea. En caso de emergencia, responderé yo mismo.”

El Príncipe Arnold ni siquiera cree en fantasmas, pero no descarta mi miedo… Sigue tomándome en serio.

Eso tranquilizó a Rishe más que cualquier otra cosa.

“Gracias, Alteza. Sólo espero poder ser de utilidad.”

Fue entonces cuando las palabras de Harriet resonaron en su mente: “¡Si no soy de alguna utilidad para mi país, no hay razón para que siga viva, y mucho menos para haber nacido!”

La respuesta de Arnold fue suave y dulce. “No hace falta. Date prisa y duerme antes de que las nubes oculten la luna y oscurezca aún más.”

“Sí.”

“¿Da miedo el romper de las olas?”

Una suave somnolencia se apoderó de ella mientras respondía: “No contigo aquí…”

El Príncipe Arnold que está conmigo ahora no se parece en nada al Emperador Arnold Hein del futuro… Tampoco la Princesa Harriet de este bucle es igual…

Los pensamientos de Rishe se calmaron cuando por fin se quedó dormida.

***

Al día siguiente, Rishe y Arnold se prepararon y fueron a reunirse con “Curtis” una vez más. Después del desayuno, Arnold acompañó a Rishe a la sala de invitados, donde volvió a encontrarse cara a cara con él.

“Gracias por su cálido saludo de anoche a pesar de lo tarde que llegué.”

“Nos alegramos de que hayan llegado sanos y salvos. Es un castillo pequeño, pero haremos todo lo posible para que su estancia sea cómoda.”

“Agradezco su consideración. Desde el fondo de mi corazón, de verdad—gracias, Príncipe Arnold.”

Curtis hizo un perfecto alarde de conversación con Arnold. Llevaba el cabello corto y rubio alisado con un mínimo de producto y se comportaba con decoro y genialidad. Incluso su sonrisa tenía el tono preocupado del verdadero Príncipe Curtis. Sin embargo, no podía disimular el color de sus ojos.

Lady Harriet también debió de darse cuenta. Rishe miró a la otra mujer, pero ésta seguía con la cabeza tan hundida como siempre.

“Por cierto, me he enterado de que hemos agobiado terriblemente a Su Futura Alteza.” Raúl disfrazado de Curtis miró a Rishe con una sonrisa irónica. “Traje caballeros femeninos de Siguel, así que ya no necesitas servir como guardia de mi hermana. Muchas gracias por proteger a mi hermana ayer, Lady Rishe.”

“No pienses nada de eso. Aprecio mucho la oportunidad de pasar tiempo con Lady Harriet.”

“Aun así, hay que decir que te pusimos en una posición peligrosa.

Espero que ayer no estuvieras en peligro.”

De hecho, había estado en peligro. Y quien la había puesto en peligro era Raúl, que ahora estaba sentado ante ella. Rishe puso su sonrisa más brillante y le dijo: “No hubo peligro alguno, Príncipe Curtis.”

Respondió con una mirada de interés. Seguía luciendo la misma sonrisa amable, pero Rishe percibía la curiosidad en su mirada. Incluso esa mirada lo asemejaba tanto al verdadero Curtis que Rishe se sobrecogió.

“Me sorprendió oír que la hija de un duque como tú tiene entrenamiento con la espada.”

“Oh, sólo soy una novata, de verdad. Tengo mucho más entrenamiento por delante.”

“Estoy seguro de que sólo estás siendo humilde. ¿Me permitirías arrodillarme ante ti y darte una muestra apropiada de mi gratitud?”

Rishe adivinó el objetivo de Raúl. La “muestra” a la que se refería era besar el dorso de la mano de Rishe. Kyle le había hecho lo mismo cuando se conocieron en esta vida, como era costumbre en Coyolles, pero en Siguel no existía esa costumbre.

Quiere tocarme la mano para determinar mi destreza con la espada.

Tal vez sospechaba que ella también era una doble de la princesa heredera. No quería revelarle demasiado a Raúl, pero no podía rechazar semejante gesto de un “príncipe”. No teniendo otra opción, Rishe comenzó a asentir, cuando…

¡Eep!

Una mano le rodeó la cintura y Rishe casi chilló. Se tapó la boca con una mano y levantó la vista para ver a Arnold a su lado. “Dios mío, Príncipe Arnold…”

Los ojos de Arnold eran fríos como el hielo mientras tiraba de Rishe hacia él. Miró fijamente a Raúl con frialdad y le dijo: “Eres un invitado de honor. Puede que sólo sea un saludo formal, pero no hay necesidad de que te arrodilles.”

“Vaya, vaya.” Raúl entrecerró los ojos y esbozó una sonrisa. “Veo que eres un marido muy devoto, Príncipe Arnold.”

¡¿De dónde ha salido eso?!

El comentario tenía que ser sarcástico, pero Arnold no se inmutó. Se limitó a mirar a Raúl, sin provocación pero con una clara intención.

“Es natural que un marido cuide de su mujer.”

“Había oído que era una unión política, pero veo que le importa mucho su prometida. Eso es maravilloso.”

“¿Perdón?” La cabeza de Rishe osciló entre los dos, intentando descifrar su conversación. Entonces Arnold rompió el contacto visual como si hubiera perdido el interés.

“Estoy seguro de que está cansado del largo viaje, Príncipe Curtis. Mañana planeo guiarte por la ciudad, así que por favor retírate por hoy.”

Parece que por ahora el Príncipe Arnold y Raúl van a separarse.

Aún no tenía ni idea de los motivos de ninguno de los dos, pero por el momento Rishe estaba del lado de Galkhein. Aunque no fuera a decirle a Arnold que Curtis era un impostor, pensaba ser prudente con él.

Cuando levantó la vista, se encontró con los ojos azules de Arnold.

Se quedó sin aliento ante la proximidad de su atractivo rostro.

Arnold se inclinó, con rostro neutro, y susurró: “Lo siento, pero por favor, entretén a la princesa.”

Su voz ronca y su aliento le hicieron cosquillas en el oído, provocándole un respingo. Rishe asintió con la cabeza, tratando de ocultar su nerviosismo.

“Como el Príncipe Curtis se queda, reforzaré la seguridad dentro del castillo. Quiero que me avises si hay algún problema.”

Probablemente era su forma de decirle que también vigilaría a Raúl. Había captado lo que ella quería decirle sin que ella tuviera que expresarlo. Mientras tanto, Rishe decidió centrarse en la misión que le habían encomendado.

“Lady Harriet.” Sonrió al dirigirse a la mujer que se escondía detrás de Raúl. “Parece que ya no seré su escolta, pero aún esperaba que pudiéramos hablar hoy. ¿Le importa si la acompaño?”

“¡¿Eh?! P-Pero…” Harriet retrocedió, con la voz entrecortada. “No podría, quiero decir, tú no podrías, ¡con alguien como yo! Me quedaré quieta en algún sitio donde no moleste a nadie, así que, por favor, ¡no sientas la necesidad de apiadarte de mí! Yo—”

“Esperaba que pudiéramos hablar de libros, Lady Harriet…”

“¿E-En serio?” Harriet levantó la cabeza y la bajó con la misma rapidez. “Si no fuera una molestia, entonces, um…”

“¡Maravilloso! Si no te importa, permíteme.”

A medida que Rishe avanzaba, Harriet parecía encogerse cada vez más en sí misma.