Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 13

Capítulo 5: Un Segundo Matrimonio

Parte 2

Freya había sugerido que a propósito podría tomarse más tiempo que él durante el ensayo, pero Zenjirou se había negado. Dividir el papel era decirle a la gente reunida que Freya no era una princesa normal y que este no era un matrimonio normal. Usarlo para apuntalar al novio socavaba mucho eso.

Dicho esto, no podían ser completamente iguales, por lo que la carne cortada por Zenjirou fue para los invitados mejor clasificados. El primer plato fue para su nuevo suegro.

“Nunca esperé tener la oportunidad de comer aquí los alimentos que me proporcionó mi yerno”, dijo.

“Es un honor, suegro”, respondió Zenjirou con una pequeña sonrisa.

No estaba un poco claro, pero el rey estaba agradeciéndole a Zenjirou. “Yerno” no se refería específicamente a él, sino a cualquier hombre que se casara con una de sus hijas. “Aquí” se refería a Valaskjálf.

A diferencia de en el Continente del Sur, Uppsala tenía muchos matrimonios de la realeza en el extranjero, por lo que muy pocas de sus princesas se casarían en su propio país. La norma era que la boda se celebrara en el país con el que se casaba la mujer, lo que a su vez significaba que a Gustav le resultaría difícil salir para asistir, dada su posición como rey.

A pesar de eso, gracias a Zenjirou, pudo asistir a la boda de su hija y le estaba agradeciendo al hombre por ello.

“El Continente del Sur está lejano. Lo único que puedo hacer es sentarme en mi trono distante y rezar por su felicidad”.

Hubo una solicitud tácita de cuidar a Freya en camino a ser dicha, por lo que Zenjirou tomó la iniciativa antes de que el rey pudiera terminar.

“Sé que nos ha dado permiso para utilizar uno de los anexos como embajada. Con una posición sólida, puedo prometer que garantizaré que la princesa Freya pueda regresar temporalmente dos veces al año”.

Ya había usado la cámara allí, por lo que la distancia entre Capua y Uppsala no era nada para Zenjirou. Enviar a Freya al lugar no requeriría que él viajara, pero recuperarla sí. Aun así, si fuera necesario, podría asegurarse de que Freya pudiera regresar a Uppsala una vez al mes.

Al darse cuenta de la realidad del asunto, Gustav se presionó la frente con el índice y el pulgar y suspiró. “Capua está muy cerca”.

Dejando a un lado la distancia física, las palabras del rey eran completamente ciertas en términos de tiempo de viaje.

Zenjirou luego siguió colocando carne en el plato de Eric. El príncipe le dio las gracias y atravesó la carne con el tenedor para sostenerla.

“He asistido a muchas bodas, pero nunca antes había visto al novio tan torpe con la espada”.

La carne había requerido varios intentos, por lo que había líneas de carne irregular a lo largo del corte y puntos donde el jugo había rezumado mientras aplastaba las fibras de la carne. Zenjirou estaba muy consciente de eso incluso sin que Eric lo señalara. Por lo tanto, todo lo que pudo hacer fue ofrecer una sonrisa arrepentida.

“Mis disculpas por la mala actuación”, dijo.

“Tuve el honor de recibir algunas instrucciones del Mariscal Pujol mientras estuve en Capua. Realmente valió la pena, y si hubiera nacido en nuestras tierras, no tengo dudas de que ahora se le llamaría Thor. ¿De verdad no tienes intención de aprovechar la presencia de una persona así en tus tierras?”. Su tono era más envidioso que crítico. Al príncipe parecía realmente gustarle el mariscal.

“En efecto”. La respuesta de Zenjirou fue casi increíblemente desdeñosa en la estimación del príncipe. “Incluso si pasara el año aprendiendo algunas nociones de esgrima, eso sería todo. La vacilación adicional que podría causar posiblemente sería incluso más perjudicial”.

Incluso si se esforzara por aprender a usar un arma y aumentar su resistencia, sus habilidades no serían mucho. Si obtuviera alguna habilidad de combate, ahora tendría la opción de “luchar” así como la de “huir” y sería más lento para tomar la decisión, lo que veía como una desventaja. Después de todo, Zenjirou era el príncipe consorte de Capua. Esperar que fuera lo suficientemente hábil contra cualquiera que vendría a reclamar su vida era demasiado pedir.

“Eso es un desperdicio. No puedo entenderlo”, dijo Eric con sinceridad.

Todo lo que Zenjirou pudo hacer fue reírse. Mientras servía a los hombres, Freya había estado tratando con Gunnel, Felicia y Matilda.

Desde su perspectiva, Gunnel sería su abuela, mientras que Felicia sería su verdadera madre. Parecían muy cercanas, y con las opiniones más antiguas que ambas tenían, actualmente la estaban regañando por actuar como un hombre y atender a los invitados.

Por supuesto, era una ocasión de celebración, por lo que ninguna de las dos podía ser demasiado dura aquí, pero ambas todavía estaban sermoneándola en la medida de lo posible. Aun así, Freya no dejó de usar la espada para cortar la carne y su rostro todavía tenía una sonrisa grandiosa. Debía haberse sentido a la vez feliz y realizada por poder cumplir un papel permitido sólo a los hombres en el palacio en el que había crecido, frente a la realeza con la que había pasado su vida.

Al ver eso, Zenjirou dejó escapar un suave suspiro de alivio porque su idea no había estado equivocada. Siempre había estado preocupado de que pudiera estar excediendo el límite.

Yngvi se rio mientras observaba los pensamientos cambiar bajo su expresión.

“Mis disculpas”, dijo Zenjirou mientras el príncipe más joven miraba en su dirección, y sólo ahora se dio cuenta de que había hecho una pausa. También colocó una rebanada de jabalí en el plato de Yngvi.

“Gracias. Esto y la hidromiel es lo que definitivamente hace una boda”. El joven príncipe tomó una taza de metal con hidromiel mientras hablaba. A pesar de su delicada apariencia, era un gran bebedor.

La hidromiel elaborada de forma tradicional era imprescindible en todas las ocasiones auspiciosas. No sólo en Uppsala, sino en todos los países del norte del continente. Todavía tenía el dulce aroma de la miel, pero no tenía mal sabor. Tenía un sabor similar a la cerveza, pero para Zenjirou la cerveza significaba Japón. La cerveza aquí no incluía lúpulo, por lo que era menos amarga y más fácil de beber, pero no suficiente para él. La hidromiel aquí era similar a la cerveza de este mundo.

“Debo decir que ciertamente es usted una persona diligente, Su Majestad. Ha aprendido y utilizado los modales de nuestro país en tan poco tiempo. Tendré que aprender de su ejemplo”, dijo el príncipe con una mirada significativa hacia él.

Zenjirou ya había oído hablar del deseo del príncipe más joven de tomar una concubina de Capua para fortalecer sus lazos.

“Eso es un gran elogio. Mis agradecimientos. Si tiene esa oportunidad, estaré encantado de ayudarle”.

“Bien, espero su ayuda si llega el momento”.

Si bien Zenjirou no sabía si realmente sucedería, parecía evidente que el príncipe, al menos, hablaba en serio al respecto. Sin embargo, el Continente del Norte tenía una tendencia a menospreciar al Continente del Sur, por lo que dependería de hasta qué punto el príncipe podría proteger a cualquier concubina y de que esa concubina tuviera la constitución para vivir en otro país. Hasta que supieran eso, sería imposible hacer promesas.

“Por supuesto, si llega el momento”, repitió Zenjirou, dejando el tema a un lado.

Luego, puso carne en el plato de Carl mientras Freya hacía lo mismo con Gerda e Hilda. Su papel en esa mesa ahora estaba completo.

Este fue el primer encuentro de Zenjirou con los niños. Carl tenía un cabello castaño suave que llamaba la atención y un rostro equilibrado. No parecía tener ni diez años todavía, pero Zenjirou lo vio luciendo tal vez como uno de los estudiantes de último año de una escuela primaria. La diferencia de etnia lo hacía parecer mayor para Zenjirou, pero la razón más importante era su altura. Ya era tan alto como Freya, ciento sesenta centímetros de alto. Por otra parte, su medio hermano medía más de ciento noventa centímetros y su padre rondaba los ciento ochenta. Teniendo en cuenta que probablemente crecería hasta una altura similar, no fue una verdadera sorpresa que fuera tan alto. De hecho, Yngvi (que era un poco más alto que Zenjirou) y Freya (que era promedio para una mujer japonesa) probablemente eran mucho más inusuales.

De cualquier manera, una vez resuelta la primera mesa, los dos se dirigieron a las demás. La siguiente por la que optaron fue otra de las mesas reales. Allí se encontraban aquellos de rango ligeramente inferior: los primos y primos segundos del rey, junto con sus hijos.

Zenjirou recordó a muchos de ellos de las audiencias en el palacio.

Puso un trozo de carne sobre la mesa y Freya puso otro encima, formando una cruz.

Esto era todo lo que harían con el resto de las mesas. Sin embargo, sería demasiado grosero irse inmediatamente, por lo que los dos recibieron sus bendiciones de la rama real en la mesa. Freya, naturalmente, pareció reconocerlos a todos. Hubo los comentarios habituales sobre no esperar que sucediera tan pronto, su atuendo le sentaba bien y, en particular, la espada en su mano le sentaba bien.

Era la primera vez que Zenjirou conocía a la mayoría de ellos. No había verdaderos temas de conversación para ellos. Por lo tanto, la mayoría de ellos dijeron algo parecido a una felicitación genérica o pidiéndole que cuidara de Freya.

La excepción fue un hombre de mediana edad que sonrió. “Aprecio su ayuda con mi hijo. Ahora tiene una perspectiva algo más amplia”.

Zenjirou inclinó levemente la cabeza en cuestión, tras lo cual Freya susurró que este era el padre del más joven de los guerreros que había estado con él durante su rito. Considerando que él había sido la fuente de la mayor parte de las burlas, Zenjirou lo recordaba bien.

El padre era un hombre de mediana edad que apenas pertenecía a la realeza, mientras que su hijo era simplemente un noble sin lugar en la sucesión. Zenjirou entró en pánico internamente al saber que el joven había sido un noble más importante de lo que esperaba. Por un segundo le preocupó que este agradecimiento por su “ayuda” fuera más bien un comentario sarcástico, pero la expresión del hombre sólo implicaba autenticidad en sus palabras.

“Me siento honrado de poder ayudar de alguna manera con su crecimiento”, respondió Zenjirou, sabiendo que no había manera de que pudiera leer la expresión de un noble consumado. Todo lo que pudo hacer fue tomar las palabras tal como las habían dicho.

Después de la mesa real y la rama real, las mesas de los nobles visitantes eran las siguientes.

Al tener en cuanta a Uppsala como uno de los países minoritarios que practicaban el animismo significaba que tenían relaciones diplomáticas limitadas, pero todavía había un número razonable de países que enviarían invitados a las bodas reales.

Ofus, Tuurukku, Berggen y Utgard eran, junto con Uppsala, conocidos como los Cinco del Norte. Cada uno de ellos era parte de esa misma minoría religiosa; tenían el mismo tipo de cultura, así que, por supuesto, había asientos para cada uno de ellos. Los tres países, además de Utgard, tenían presentes miembros de la realeza o nobleza similar de alto nivel. Sólo la casa de Utgard permaneció vacía, pero eso era normal.

También había otros: los Reinos del Dragón Rojo y Blanco, que tenían sus propias iglesias y, por lo tanto, estaban a un paso de “La Iglesia”. También hubo una mesa para el Reino de Graz, país que mantenía relaciones diplomáticas independientemente de las creencias religiosas. Además, había una mesa para Złota Wolność, que tenía la libertad religiosa en la política estatal. Esos cuatro países estaban algo alejados de Uppsala, por lo que no habían enviado nobles de alto rango.

Mientras Zenjirou y Freya iban entre esas mesas para saludar, Zenjirou tuvo la sorpresa de ver un par de caras familiares. Ellos estaban entre los invitados de Złota Wolność.

“Su Majestad, Su Alteza, felicidades por su boda”.

“Felicidades”.

Las palabras vinieron de una pareja joven: uno de los Húsares de

Złota Wolność, Eugeniusz Horszowski, y su esposa Teresa.

Zenjirou respondió, mostrando su sorpresa al encontrarse con los dos nuevamente después de en Pomorskie. “Vaya, señor Eugeniusz, señora Teresa. Nunca hubiera esperado que la Mancomunidad los enviara como emisarios”.

“Ha pasado un tiempo, aunque quizás no tanto”, comentó Freya.

“Es muy placentero verlos a ambos otra vez”.

Si bien los dos sólo habían conocido a la pareja una vez durante la fiesta de la victoria, estos les habían dejado una buena impresión, por lo que fácilmente entablaron una conversación.

“Debo decir que me sorprendió su matrimonio”, dijo Teresa. “Aunque el matrimonio en sí ciertamente parecía una cuestión de tiempo, el tiempo que tomó fue sorprendentemente corto”.

“Ah… ¿Realmente parecíamos así?”. Preguntó Freya, extrañamente avergonzada por una vez y dejando que su mirada se desviara.

Mientras la conversación fluía, Zenjirou ofreció sus propias felicitaciones debido a algunas noticias que había escuchado recientemente. “Eso me recuerda que también vale la pena celebrar lo de Tannenwald. Permítanme felicitarles por la victoria de la Mancomunidad”.

Estar en el extranjero significaba que desconocían los detalles, pero no parecía haber duda de que la batalla entre la Mancomunidad y los Caballeros había terminado con la victoria de los primeros. En cuyo caso, sería menos educado no mencionarlo.

De hecho, Eugeniusz se enderezó orgulloso ante sus palabras.

“¡Por supuesto! Su ayuda y el mando de la princesa Anna nos ayudaron a superar su ataque. También pude obtener cierto éxito personalmente, por lo que me sentí bastante aliviado de defender el honor de la Husaria”.

“¿Oh? ¿Participó personalmente? Considerando que contribuyó al éxito de su país, siento la necesidad de hacer algo más que simplemente ofrecerle unas palabras de felicitación. Me gustaría invitarle a comer en algún momento; ¿Qué me responde a ello?”. Zenjirou quedó sinceramente sorprendido por la afirmación del hombre y rápidamente sugirió concertar una reunión para comer. No iba a dejar escapar la oportunidad de hablar con alguien que acababa de participar en un conflicto importante en el continente.

Sin embargo, el evento que se estaba llevando a cabo actualmente era para celebrar un matrimonio; de hecho, su matrimonio. Era el invitado de honor, por lo que tenía una cantidad limitada de tiempo para pasar con un solo invitado.

“Bueno, me quedaré en el palacio por un tiempo, así que estaré encantado de aceptar su oferta si es antes de que me vaya”.

“Muy bien. Lo arreglaré”.

Con el acuerdo en vigor, abandonaron la mesa de la Mancomunidad.

El siguiente rato lo pasamos visitando las otras mesas. Las conversaciones en cada una de ellas eran en su mayoría inofensivas o, dependiendo de lo grosero que quisieras ser, una pérdida de tiempo. También había comida en la mesa vacía para Utgard, por lo que los dos cortaron pequeñas cruces de la carne de reno.

Todo se había vuelto rutinario cuando llegaron a la mesa de Ofus, pero ahí fue donde las cosas cambiaron. La delegación de Ofus fue la más numerosa presente. Tanto era así que su representante era un miembro de la realeza de pleno derecho con un lugar en la sucesión.

El hombre en cuestión tenía unos treinta años y su atención estaba más en la mesa donde estaba sentado Eric que en los recién casados, incluso mientras se desarrollaba la conversación. A pesar de su falta de conocimiento sobre este tipo de cosas, era obvio incluso para Zenjirou.

El hombre comenzó ofreciéndoles sus felicitaciones, pero con fuerza cambió el tema a Eric. No había nada que ocultar y, de hecho, parecía algo que valía la pena participar, ya que Freya consideraba la relación futura entre sus países, por lo que lo complació.

“De hecho, mi hermano…”, comenzó, discutiendo las cosas con el hombre.

“¿Oh? Ya veo, ¿Entonces el Príncipe Eric dijo tal cosa?”.

“Él lo hizo. Tendrá que preguntarle personalmente cualquier detalle específico. Afortunadamente, él está presente aquí”.

“Lo haré. Sin embargo, todavía vale la pena discutir estas cosas con otras personas cercanas a la persona en cuestión”.

Eric estaba a poca distancia mientras se desarrollaba la conversación. Aunque podría haber sido nieto de su actual rey, la persona de la realeza de Ofus tal vez se contuvo. Se mostró a la vez acogedor de su presencia y cauteloso. De hecho, la postura que estaba adoptando parecía casi familiar. Los demás en la mesa parecían tener ese respeto y hostilidad simultáneos, así como bienvenida y cautela, aunque en diferentes grados para cada uno de ellos.

Sin embargo, uno de ellos se comportaba de manera diferente. Era un noble anciano con cabello gris, tanto en la parte superior de la cabeza como en su cara. Su constitución seguía siendo la de un guerrero poderoso. Su atención no se centró en Eric sino en otra dirección, y parecía haber estado tratando de entablar una conversación con Zenjirou por un tiempo.

“¿Algo le está molestando?”. Preguntó Zenjirou, notando su comportamiento.

El hombre se concentró antes de hablar. “Es un honor conocerle, Su Majestad. Soy Kevin, un guerrero de Ofus. Primero, permítame felicitarle por su matrimonio”.

“Gracias, señor Kevin”.

La respuesta de Zenjirou y su comportamiento general le hicieron obvio al guerrero que no estaba dispuesto a esquivar el tema, así que continuó.

“Le pido perdón por la pregunta bastante abrupta, pero ¿Tengo razón al pensar que las personas en esa mesa son de su tierra natal, Capua?”, preguntó, haciendo un gesto.

“¿Ellos lo son?”. Respondió Zenjirou, manteniendo su tono interrogativo para ver adónde iba el hombre.

“Bueno, si me disculpas por decirlo, hay alguien bastante diferente en apariencia a usted teniendo eso en cuenta. Esa mujer rubia”.

El tono del hombre era tremendamente serio, pero la pregunta que hizo parecía casi sorprendentemente simple. Zenjirou se había tensado durante el transcurso de la conversación, pero se relajó.

“Ah, ella en realidad no es de Capua. Ella es de otro país del Continente del Sur, el Reino Gemelo de Sharou y Gillbelle”.

Continuó con una explicación de cómo el país descendía de inmigrantes del Continente del Norte, lo que a su vez había llevado a que su apariencia siguiera siendo similar a la de los del norte. El otro hombre se desplomó ante eso.

“Comprendo. Entonces las dos de ellas son de este ‘Reino Gemelo’”.

“¿Dos de ellas?”.

Zenjirou se giró para mirar ese comentario y luego se dio cuenta.

En realidad, había dos rubias en la mesa de Capua. Una de ellas era Lucrecia Broglie del Reino Gemelo, mientras que la otra era la sirvienta de Zenjirou, Margaret. Ella estaba allí para completar los números, por lo que no llevaba su uniforme de sirvienta sino un vestido que Zenjirou había traído mediante teletransportación, y se mezcló con Lucrecia y su sirvienta de un vistazo.

“No, Margaret no lo es. Ella es de Capua”.

En lo que respecta a Zenjirou, simplemente estaba corrigiendo un pequeño malentendido. Sin embargo, la reacción del otro hombre fue mucho más dramática.

“¿Margaret? ¿Ese es su verdadero nombre? ¿E-Es ese un nombre común en su tierra natal? ¿Hay muchas personas con su color de cabello y ojos? ¿Están bien sus padres? Si lo están, ¿Son sus padres biológicos?”.

“¿Señor Kevin?”.

El aluvión de preguntas había llevado la cautela de Zenjirou a su punto más alto y casi estaba mirando al guerrero. Naturalmente, los demás en el área habían notado la interacción.

“Señor Kevin”.

“Señor Kevin, esta es una celebración”.

“¿Realmente se estás descarriando aquí de todos los lugares?”,

“Se había calmado significativamente hasta ahora”.

Parecía que las reprimendas generales de las otras personas en la mesa hicieron que el hombre se diera cuenta de lo grosero que estaba siendo, así que se calmó.

“Le pido perdón por mi mala educación, Su Majestad. Realmente me disculpo”.

El guerrero prácticamente se postró a modo de disculpa, haciéndose parecer mucho más pequeño. Zenjirou estaba algo desconcertado, pero simplemente descartar todo como un malentendido no sería realmente manejar la crisis.

“Estamos disfrutando de un banquete con unos tragos. Un poco de mala educación es parte del entretenimiento. Sin embargo, esto suena bastante intrigante. Si desea disculparse, ¿Quizás podría hablar de esto conmigo más adelante?”.

Los ojos del hombre brillaron ante la sugerencia, mientras que sus compatriotas tenían miradas algo amargas.

“¿E-Estaría presente Lady Margaret también?”.

“Ella tendrá trabajo”, lo refutó Zenjirou secamente mientras el hombre aprovechaba la oportunidad. Su principal objetivo era asegurarse de que no le sucediera ningún daño, por lo que no la tendría presente.

“Muy bien. Quizás incluso podamos encontrarnos mañana”.

“En efecto”.

Con el acuerdo en vigor, Zenjirou tomó la mano de Freya y abandonó la mesa.

“Kevin, asegúrese de mantener sus modales”, escuchó mientras seguían adelante.

“Lo haré”.

No hubo mayores problemas después de eso y terminaron de visitar cada una de las demás mesas. Una vez completado el corte de la carne, no había nada en particular que tuviera que hacer ahora.

Los invitados se movían libremente. Algunos tomaron más bebidas mientras que otros buscaron comida. Alguien empezó a tocar un instrumento que había traído mientras otros cantaban y bailaban. Otros más comenzaron a cruzar espadas.

Fue terriblemente desafortunado, pero era una regla no escrita que el novio debía participar en esta última costumbre. Como era de esperar, tan pronto como cumplió con el mínimo de sus deberes como novio, Zenjirou dio media vuelta y se apartó.