Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 13

Capítulo 3: Días De Búsqueda Y Charlas Privadas

Parte 3

Habían pasado diez días. Zenjirou y el grupo finalmente habían llegado al acantilado al que apuntaban.

“Entonces, ¿Este es el lugar?”. Preguntó Zenjiro.

“Cuide sus pasos, Su Majestad”, le advirtió Víctor.

“Por supuesto”, respondió, mirando hacia el acantilado. Tenía una cuerda gruesa atada a un árbol resistente, ya que Víctor le había enseñado a hacer el nudo. Mientras tenía ese salvavidas, la fría brisa de abajo lo golpeó directo al corazón.

Sin un marco de referencia real, le parecía casi completamente vertical. También parecía ser al menos tan alto como la vista que había tenido desde el edificio alto en el que había trabajado en Japón.

Probablemente fue causado por un arroyo ahora seco. Las fisuras parecían como si alguien hubiera dejado un enorme cuchillo de trinchar en el suelo.

“No habría forma de salvarme si me cayera…”, reflexionó con voz temblorosa.

“De hecho”, estuvo de acuerdo Víctor.

Una caída desde esta altura no necesariamente mataría a alguien, pero las heridas que causaría lo dejarían incapaz de hacer nada después, por lo que el significado era más o menos el mismo. Esto también sería válido para los animales del bosque.

Finalmente, con las manos sudando dentro de sus guantes, Zenjirou volvió a entrar y se alejó del borde. Tenía las manos entumecidas tanto por el frío como por el miedo mientras desataba el nudo, y cuando se le quitó la carga, se frotó las manos enguantadas y exhaló un suspiro de alivio.

“Esto es perfecto”, dijo de nuevo, mirando por encima del suelo destrozado. Fue excepcionalmente conveniente que esas fisuras formaran una U suavizada. Sería más fácil clavar algo que una caída completamente recta.

Dicho esto, Zenjirou no tenía las habilidades para guiar la vida silvestre del bosque como deseaba. Tendría que pedir la opinión de los especialistas.

“Víctor, me gustaría llevar algunas presas de la zona a los acantilados. Enséñame cómo, si quieres”.

El hombre que conducía a su escolta se llevó una mano a la barbilla y pensó las cosas antes de responder. “En su caso, provocarlos probablemente sería mejor que perseguirlos. Para perseguirlos, podría llevar días guiar un objetivo hasta aquí. También debería encontrarlos primero. Si no puede encontrarlos antes de que ellos le encuentren a usted, guiar sus movimientos es casi imposible. Mientras tanto, si tiene cebo, todo lo que necesitará hacer es esperar. Si bien podrían morder el anzuelo y huir, no debe preocuparse por preparar más”.

Zenjirou asintió comprendiendo. Le resultaría difícil conducirlos como deseaba. No tenía ni la agilidad ni la resistencia para perseguir animales por bosques sin pavimentar. Se había imaginado persiguiéndolos por detrás, con el animal corriendo hacia delante, pero ahora que le habían señalado su ingenuidad, habló un poco más rápido.

“Muy bien. Iré con eso. Quizás valga la pena colocar una trampa al mismo tiempo. Puede que no sea de mucha utilidad, pero vale la pena intentarlo”.

Por eso no había traído arco ni lanza, sino que había empacado un complemento de trampas. Sin embargo, el experto también lo rechazó.

“Sería mejor no hacerlo. Si ven la trampa, es probable que no se acerquen en lo absoluto”.

“Ah, ya veo. Un verdadero dilema”.

No hace falta decirlo, pero ni siquiera los animales salvajes eran idiotas. Tenían la inteligencia para mantenerse alejados de las trampas que detectaron. Lo que debería ser un cebo podría acabar siendo un aviso y evitar que se acercasen al acantilado. Definitivamente sería poner la carreta delante del caballo, especialmente porque Zenjirou necesitaría colocar trampas por su cuenta para pasar el rito. Podría tener un experto a su lado guiándolo a través del proceso, pero asumir que sería capaz de ocultarla lo suficientemente bien como para engañar a los animales con sentidos más agudos sería demasiado optimista.

“Entendido, entonces. Es algo pronto, pero volveré y prepararé un poco de cebo. Hay mucho que preparar, así que no estaré aquí mañana y continuaremos pasado mañana. ¿Hay algo en particular que deba traer?”.

Víctor respondió inmediatamente a su petición de consejo.

“Debería decidir a qué se dirige primero. Si bien existen puntos en común entre osos, lobos, jabalíes, ciervos y renos, sus dietas principales cambian”.

“Comprendo. ¿Cuál sería el más probable que funcione?”.

“Bueno, cada uno tiene ventajas y desventajas. Los ciervos y los renos están más seguros, pero escaparán más rápidamente y es posible que logren escapar. Mientras tanto, los osos y los jabalíes, especialmente los jabalíes acorralados, son extremadamente agresivos, por lo que probablemente no huirán. De hecho, a menudo atacarán primero.

Además, recomendaría evitar a los lobos. Cazan en manadas y es raro encontrar uno solo. Si somos atacados por una manada, todos tendremos que luchar y eso contradeciría el rito”.

Una pelea entre Zenjirou y una manada significaría que incluso si lograra separar y matar a uno, no podría protegerse del resto. Si su escolta derrotaba, o incluso ahuyentaba al resto, utilizaría su ayuda y pondría fin al rito.

“Muy bien. Gracias por tu consejo. Evitaré apuntar a los lobos. Pero ahora tengo una preocupación. No tengo confianza en que un ciervo o un reno no se escapen, pero tengo miedo de los osos y los jabalíes. ¿No sería más seguro suponer que se producirían varios fracasos y centrarse en el primero?”.

A pesar de la aparente cobardía, los guerreros que antes se burlaban ahora ofrecieron consejos serios.

“Entonces debería plantar el cebo aquí”, aconsejó uno, señalando.

“Si nos escondemos aquí, pueden no notarnos”.

“Cuando lo haga, acérquese lo más posible al borde del acantilado. Si están de espaldas al acantilado mientras comen, hay más riesgo de ser descubiertos”.

“También debería arrancar un poco de hierba y enrollarla alrededor de sus zapatos; ocultará sus huellas y su olor”.

El curso de los acontecimientos los había llevado a desear su éxito más que nadie. Después de todo, hasta que lo lograra, no podrían abandonar el bosque. Si hubiera fallado antes, podrían haber regresado temporalmente a casa, pero ahora que había fotografiado el área, podía viajar tan lejos en el bosque en un instante, donde incluso a un cazador experto le tomaría cinco días llegar incluso en línea recta.

Teniendo en cuenta que haría el intento dentro de unos días, incluso después de un fracaso, efectivamente no podrían regresar durante ese período intermedio. No habían hecho preparativos para una estadía prolongada, por lo que ahora tenían que orar por su éxito.

“Entonces me despediré por hoy. Cuento con ustedes a partir de pasado mañana”, les dijo Zenjirou antes de partir por teletransportación un poco antes de lo normal.

Los cinco hombres comenzaron a acampar, colocaron fundas para dormir y una hoguera con movimientos practicados.

“Tenemos tiempo esta noche, así que quiero ir a cazar para cenar”, dijo el más joven.

Víctor le ofreció una advertencia en su papel de supervisor. “No me importa, pero asegúrate de hacerlo lejos”.

“Lo sé”, respondió con una expresión hosca.

Zenjirou estaría cazando en esta área pasado mañana. Cazar en el mismo espacio de antemano haría que los animales locales se volvieran más cautelosos, y no podían arriesgarse a eso. A pesar de entender y aceptar eso, el joven no pudo evitar quejarse de Zenjirou en su ausencia.

“Tenemos que hacer todo esto por culpa de ese cobarde. ¿Cuánto le divierte esto?”.

Si bien no nombró explícitamente a nadie, estaba claro que no estaba contento con Zenjirou. Si el propio Zenjirou lo hubiera escuchado, probablemente se habría disculpado con tristeza, pero eso no era algo que un escolta debería decir sobre su protegido.

“Cuida tu lengua. Nuestros fracasos recaerán sobre Su Alteza por su confianza incondicional”, dijo Víctor bruscamente.

Aun así, el joven guerrero se enojó aún más y ni siquiera se disculpó de labios para afuera. Al ver el riesgo, Víctor dejó escapar un suspiro exagerado.

“Es gracias a la bondad de Su Majestad que no nos deshonramos. Deberíamos estar agradecidos, ¿O no te has dado cuenta?”, preguntó en voz alta.

No fue sólo el joven guerrero el que se detuvo ante eso. Los otros tres también se detuvieron a mirarlo.

“Entonces ninguno de ustedes se ha dado cuenta”, suspiró antes de explicar. “Ya no es necesario que Su Majestad complete siquiera el rito. Podría simplemente tomar nuestras fallas y usarlas para acusar a Su Alteza de no cumplir su acuerdo”.

Los demás todavía no entendían. Los tres sólo lo miraban, confundidos, mientras que el más joven tenía una mueca de enojo en su rostro.

“Simplemente necesita decir una cosa”, continuó Víctor. “‘Creo que la zona por la que pasamos el tercer día parece prometedora.

Empezaremos allí mañana’”.

“¿Qué? Eso es ridículo”, dijo el más joven.

Dos de los otros parecían más confundidos, mientras que el último le daba vueltas a la cabeza antes de soltar un grito ahogado. Víctor asintió hacia él.

“Exactamente. Su Majestad puede teletransportarse. No es necesario que se reúna con nosotros todos los días. Puede ir a cualquiera de los lugares por los que hemos pasamos en los últimos diez días”.

Era obvio una vez dicho lo dicho. Sin embargo, el grupo sólo había sido informado de la posibilidad recientemente, por lo que no fue una sorpresa que no hubieran visto el peligro. Pensaron en la conversación entre su Señor y Zenjirou.

“‘Ya veo. ¿Entonces puedo asumir que no hay absolutamente ninguna posibilidad de que sus circunstancias me retrasen?’ y ‘Y si eso sucediera, aun así, eso anularía por completo todo lo acordado hasta ahora. ¿Está preparado para eso?’”, fueron las palabras exactas que había usado. Eric había aceptado ambas consultas.

En otras palabras, si Zenjirou dijera que partirían desde donde estaban el tercer día, ellos tendrían que hacer el viaje en una sola noche. Por supuesto, eso era imposible. Por consiguiente “anularía todo lo acordado hasta ahora”.

Eso lograría todo lo que Zenjirou necesitaba. Eso convertiría a Eric en un mentiroso y no habría futuro para los guerreros ambiciosos que habían hecho que se demostrara que su confianza era falsa.

Finalmente comprendiendo la situación en la que se encontraban, todos los guerreros menos Víctor palidecieron significativamente.

“¿Entiendes lo amable que está siendo ahora? Si es así, haz lo mejor que puedas para estar a la altura. Nadie confiará en un guerrero que no paga sus deudas”.

“¡Sí, señor!”, el joven guerrero prácticamente gritó antes de salir corriendo.

“Por el amor de… Eso es menos comprender la bondad y más tener la situación encendiendo un fuego debajo de él. Bueno, al final todo es lo mismo”, reflexionó Víctor exasperado, encogiéndose ligeramente de hombros.