Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 13

Capítulo 1: Reunión En Persona

Parte 1

El príncipe consorte de Capua, Zenjirou Bilbo Capua, se encontraba actualmente en el país de Uppsala, en la ciudad capital del mismo nombre.

Naturalmente, también estaba con Freya y varios otros pasajeros de la Hoja de Glasir. El barco en sí, sin embargo, todavía estaba en Logfort. Por lo tanto, llamarlos pasajeros de la Hoja de Glasir quizás fuera algo falso.

Se habían trasladado a otro barco en Logfort antes de avanzar por el canal hacia el lago Mater. Luego se dirigieron al noroeste a través del lago y llegaron sanos y salvos a la capital de Uppsala.

No hace falta decirlo, pero el lago no tenía olas en comparación con el mar abierto. Sin embargo, el nuevo barco en el que se encontraban también era mucho más pequeño. Que sea un velero inevitablemente significaba que cambiaba un poco de dirección con el viento, cabeceando cada vez que lo hacía.

Afortunadamente, Zenjirou no tuvo ningún problema, pero sus subordinados, que se sentían menos cómodos, periódicamente les ofrecían a los peces del lago una nutrición particularmente ácida.

Una vez que atracaron en la capital, cambiaron a un carruaje y se dirigieron al palacio, Ijomiheim. Ya habían enviado un mensaje al palacio, por lo que todo salió muy bien.

El grupo de Zenjirou, o tal vez sería más adecuado llamarlo de Freya, llegó sano y salvo al palacio.

“Princesa Freya”, dijo Zenjirou. Él bajó primero del carruaje y le ofreció la mano como dictaban los modales.

“Gracias, Su Majestad”, respondió ella, tomándola. “¿Nos vamos?”, preguntó él después de una pausa. “Sí, vamos”, ella estuvo de acuerdo.

Los dos reunieron motivación y se dirigieron a la sala de audiencias.

Esperándolos estaba el actual rey de Uppsala, el rey Gustav V. Este era el padre de Freya. Por supuesto, él no era el único que los esperaba.

Estaría su madre, la reina consorte, junto con sus hermanos, varios príncipes, y otros nobles influyentes y guerreros famosos.

Una guerrera alta, Skathi, se acercó a Zenjirou mientras caminaba y hablaba en voz baja.

“Su Majestad, esto puede ser impertinente, pero permítame decirlo nuevamente. El palacio todavía alberga mucha influencia de los guerreros. En él reinan sus pensamientos, valores y opiniones. La firmeza triunfa sobre la mansedumbre y la insistencia triunfa sobre el compromiso. Téngalo en cuenta. El entendimiento mutuo con ellos no está fuera de nuestro alcance, incluso después de enfrentamientos”.

“Bien. Gracias por el consejo”, él respondió brevemente.

Zenjirou había utilizado los períodos de calma del viaje para aprender todo lo que pudo sobre las costumbres y valores del país tanto de Freya como de Skathi. También le habían dicho los nombres, edades y apariencia general de las figuras más importantes (comenzando por la realeza, por supuesto), pero no estaba del todo seguro en ese aspecto.

Sin embargo, naturalmente, se había asegurado de memorizar a todos los miembros de la realeza.

Francamente, tenía innumerables sentimientos de inquietud, pero ya no podía dar marcha atrás. Dejó escapar un suspiro ligero, como para exhalar toda la timidez de sí mismo antes de pisar firmemente la alfombra mientras seguía caminando.

La audiencia oficial fue casi un anticlímax y transcurrió sin incidentes. Sin embargo, Zenjirou no tuvo el papel principal en la reunión. Estaba destinado a rendir homenaje a los héroes de la Hoja de Glasir que habían concertado con éxito un acuerdo comercial intercontinental, por lo que Freya ocupó un lugar central.

Después de un largo período de ser ignorados mientras otros ensalzaban las hazañas y el coraje de su gente, Zenjirou y su grupo fueron rápidamente reconocidos como “invitados del Continente del Sur”.

Luego los llevaron a una habitación. El hecho de que a Natalio y los demás no se les pidiera desarmarse ni siquiera aquí, en el palacio real, significaba que podía asumir que estaba siendo, al menos públicamente, tratado como miembro de la realeza y los guardias que un miembro de la realeza tendría. O bien un noble desempeñando el mismo papel.

“Si tiene alguna solicitud, estamos a su disposición”, dijo el anciano que los había guiado hasta aquí. Una vez que él y las sirvientas se fueron, las únicas personas en la habitación eran las que conocía del Continente del Sur.

Habían estado usando trajes formales para la audiencia, pero ahora se pusieron ropa más cómoda en un orden predeterminado.

Rápidamente se quitó el tercer uniforme para vestirse con un atuendo más agradable y Zenjirou usó su mano izquierda para masajearse el hombro derecho.

“El ambiente allí no era tan malo como esperaba”, dijo, un poco más alto de lo que lo haría si hablara solo.

Inés asintió en respuesta, después de haberlo ayudado a cambiarse.

“En efecto. La verdadera prueba aún está por llegar, aunque todavía no podemos decir cuándo será”, dijo, advirtiéndole que no se relajara demasiado pronto.

“Bien, lo sé. Aun así, por ahora estamos solos”.

“Podemos confiar en la habilidad de la princesa Freya”, respondió Inés.

“Correcto”, asintió Zenjirou, casi como si tratara de convencerse a sí mismo.

Hablando de Freya, ella se había cambiado su atuendo de capitana por un vestido formal que usaría una princesa y respondió a la convocatoria de su padre. Actualmente estaba presentando aquello por lo que había arriesgado su vida.

Había usado su propio cabello, que había cortado cuando asumió la capitanía, para darse una apariencia más de princesa, con su cabello ahora llegando hasta la mitad de su espalda. El solo hecho de haberlo hecho demostraba que estaba dispuesta a hacer absolutamente todo lo posible para mejorar el estado de ánimo de su padre y que aceptara su petición.

Sin embargo, después de haber escuchado todo lo que ella tenía que decir, la respuesta del rey ciertamente no fue la que ella quería escuchar.

“Ya veo”, dijo finalmente el hombre. “Ahora tengo una buena idea de la situación. En lugar de comerciar con los países del norte del Continente del Sur, fuiste a Capua. Es cierto que si son tan fuertes como tú dices, entonces tomar la iniciativa de establecer el comercio nos traerá muchos beneficios. Sin duda, uno o dos intercambios de sangre real estarían sobre la mesa”.

Las lógicas palabras de su padre estaban casi de acuerdo con su sugerencia. Sin embargo, la expresión amarga de su rostro acabó con la sincera positividad de lo que estaba diciendo.

Freya se preparó y el rey continuó exactamente con lo que ella esperaba.

“Sin embargo, hay una cuestión de honor. Por tonto que parezca, el honor puede a veces ser más importante para un país que el simple beneficio. Eres nuestra primera princesa, Freya. Un rey sería una cosa, pero este hombre no es más que el cónyuge de la reina, incluso si es miembro de la realeza. Enviarte como su concubina hará que nuestros pares nos desestimen”.

Era una refutación que Freya esperaba. Los diversos países del Continente del Norte generalmente consideraban que el Continente del Sur era inferior. Zenjirou era el príncipe consorte, ni siquiera el rey, de uno de esos países que consideraban menores, y ni siquiera sería su esposa legal, sino una concubina.

Con todos esos factores en su lugar, no podían ignorar la pérdida de su prestigio, sin importar cuánto beneficio les reportara.

Aun así, con eso en mente, Freya se enderezó y ofreció su propia refutación. “Entiendo tus preocupaciones. Sin embargo, creo que será un asunto menor tal como están las cosas actualmente. Tendremos una ruta comercial válida con el Continente del Sur. Creo que la mala reputación sería aceptable en este caso”.

“El comercio intercontinental se está acelerando a medida que avanzan los barcos. De hecho, no podemos darnos el lujo de perder el velero, por así decirlo. No discuto que un país de la talla de Capua, en el que nuestros pares aún no han puesto sus garras, es una perspectiva particularmente agradable. Sin embargo, asumir que eso es suficiente para enviarte ante Su Majestad como concubina es demasiado apresurado”.

“La guerra de la que Capua formó parte ha reducido en gran medida el número de miembros de la realeza. Los únicos dos varones son Su Majestad y el primer príncipe, el Príncipe Carlos. Su Alteza aún no tiene ni dos años, por lo que, dado que la velocidad es esencial, está fuera de discusión. No hay otro candidato adecuado”.

“Ahora, Freya, no te hagas la tonta. Soy muy consciente de que el único candidato que tienen es Su Majestad Zenjirou. No es necesario que tú seas su pareja. Si fueras reina consorte sería un asunto diferente, pero

¿Concubina de un príncipe consorte? No es necesario que seas tú. Una chica miembro de la alta nobleza que esté relacionada con nosotros sería suficiente, ¿No es así?”.

Freya hizo un ligero ruido mientras se quedaba sin palabras. Ella había tratado de combatir su renuencia a un matrimonio político con el Continente del Sur enfatizando la situación actual y cómo estaba progresando, pero él había mostrado aprobación por el matrimonio en sí. Simplemente no entre Zenjirou y Freya.

Lo que lo empeoraba todo fue que, si Aura escuchaba la propuesta, probablemente estaría totalmente de acuerdo. Freya acababa de empezar a ver una vida de libertad y aventuras en barco (incluso después del matrimonio) como una posibilidad realista, y no quería renunciar a ella aquí.

Pensó frenéticamente y se le ocurrió un contraargumento. “N-No lo sería. Si bien aún no es oficial, obtuve la aprobación de Su Majestad la Reina Aura para mi propuesta. El acuerdo era que yo me convirtiera en concubina, no sólo alguien de Uppsala”.

“Esa también fue una decisión precipitada…”, dijo, mirándola fijamente.

Enfrentándose a su perspicacia, le contó las condiciones que ella y Aura habían establecido para el matrimonio. Si se casara, se le otorgaría un rango ducal y un ducado correspondiente, con el entendimiento tácito de que dicho ducado sería una zona costera. Entonces podría utilizar el puerto de ese ducado como puerto comercial exclusivo con Uppsala.

También había un plan para un astillero capaz de construir grandes barcos para el comercio intercontinental. La mitad de los primeros ocho barcos se concederían a Uppsala, mientras que los costes de todos ellos correrían a cargo de Capua.

La intolerancia gradualmente se desvaneció de su rostro al escuchar las condiciones, reemplazada por una mirada de intriga.

“Hmm… no está mal”.

Todas las condiciones de las que Freya había hablado fueron beneficiosas para Uppsala. Estaba la faceta oculta de que Capua no tenía las técnicas para construir tales naves, por lo que Uppsala tendría que proporcionar los ingenieros. Inevitablemente, la tecnología avanzada pasaría de Uppsala a Capua. Además de las habilidades para construir los barcos, también adquirirían conocimientos sobre cómo navegarlos entre los continentes y también sobre la mejor herrería del Continente del Norte. Por lo tanto, Capua también tenía ventajas.

Básicamente, Capua proporcionaría el dinero y el lugar, mientras que Uppsala proporcionaría la experiencia y el personal. De hecho, un plan así no podría estar encabezado por una muchacha noble sin lugar en la línea de sucesión. Ningún país le daría a una chica así un título y un territorio ducal.

Mirando las cosas de manera neutral, Capua estaba ofreciendo lo suficiente como para que no hubiera ningún puesto para ellos si no podían casarse con alguien de la familia real.

“Mmmm, ¿Qué debería hacer?”, reflexionó el rey, mirando pensativamente al techo.

Si bien tuvo que regañar a su hija por su imprudencia, había un encanto en la sugerencia que ella había traído consigo. Uppsala no era una nación particularmente próspera. Históricamente había sido un país guerrero, un país de piratas. Gran parte de la tierra estaba cubierta de hielo, por lo que su agricultura se quedó atrás, complementada con la cría de cabras y renos, ambos animales que podían sobrevivir con relativamente poco. Tenían una industria pesquera próspera, pero no una posición que les permitiera tomar la delantera en el comercio por tierra o mar.

Inicialmente, ni siquiera habrían contado como un país medio.

Habían llegado a esa posición con su espíritu guerrero, la construcción naval y la herrería.

Sin embargo, tal como se están desarrollando las cosas ahora, eso no sería más que un pasado lejano, pensó Gustav para sí.

La fabricación se estaba volviendo más eficiente y tendía a la producción en masa. El comercio avanzaba a medida que aumentaba el tamaño de los barcos. Los bloques económicos inevitablemente aumentaron a su vez, dando origen a países en niveles nunca antes vistos y Estados hegemónicos 3. Depender únicamente de su temperamento étnico y sus habilidades individuales haría difícil mantenerse al día.

³ La hegemonía es la capacidad de un Estado de controlar la política internacional a través de su poder económico, militar y normativo sin utilizar la fuerza. Según la teoría de la estabilidad hegemónica, el Estado dominante debe crear un orden económico afín a sus intereses y protegerlo con su poder militar. Este dominio pacifica las relaciones internacionales, ya que el país que ostenta la hegemonía fomenta la cooperación entre países y les aporta seguridad.

Después de pensar un rato, su conclusión fue aplazar el asunto. “Primero, necesito saber qué tipo de persona es Su Majestad”. “¿¡A qué te refieres!?”.

Gustav rápidamente arruinó el movimiento de Freya mientras ella daba un paso adelante con alegría.

“Tendré una audiencia privada con él para ese propósito. Tú también estarás presente, pero no debes intervenir. Usaré esa reunión para evaluar si es la persona adecuada para entregarte”.

Una reunión para “determinar qué tipo de persona es alguien” sería –con la naturaleza militarista de Uppsala– algo parecido a una entrevista de estrés. Freya entendió eso, pero también entendió que no había forma de evitarlo.

“Por supuesto, además de determinar la naturaleza de Su Majestad, también investigaré si Capua es un socio confiable en materia de comercio y tratados. No enredaremos los dos asuntos”.

“Entiendo”, respondió después de un momento, ofreciéndole a Zenjirou una disculpa silenciosa.

La reina de Capua realmente buscaba la tecnología del Continente del Norte, además de un tratado comercial. El rey de Uppsala ciertamente estaba dispuesto a aceptar eso. Agregar a la primera princesa de su nación tratando de convertirse en la concubina de un príncipe consorte hizo las cosas más complicadas. Se podría decir que, para satisfacer el egoísmo de Freya, Zenjirou tendría que pasar por más dificultades de las que sufriría de otra manera.

“Le informaré a Su Majestad de ello”, ella añadió finalmente. Tendré que compensarlo personalmente de alguna manera, pensó ella. “Entonces me despido”, dijo ella, levantándose de su asiento.

Gustav la miró con más fuerza que hasta ahora e hizo un amplio movimiento para detenerla.

“Espera. Aún no hemos terminado. Bueno, hemos terminado con ese tema, es cierto. Aun así, hay varias cosas más que necesito preguntarte. En primer lugar, con respecto a la disputa entre la Mancomunidad y los Caballeros. Quisiera que me explicaras en detalle por qué hay rumores de que somos sus aliados en esto”.

“Por supuesto…”.

Ella asintió levemente y volvió a sentarse en la silla.