Monogatari (NL)

Volumen 15

Capítulo 3: Perdida Sodachi

Parte 1

Así que volvamos al tema de Oshino Ougi, o eso digo, pero en definitiva, ella es ella y nada más. Si empezamos, repetimos o volvemos a este tema básico, eso es todo lo que se puede decir de ella. Si se representara al ser que es Oshino Ougi en una novela, esta terminaría después de una sola línea. Y como alguien que tiende a divagar, tengo que decir que estoy muy agradecido de tener una heroína como ella.

Oshino Ougi era Oshino Ougi y todos vivieron felices para siempre. Una línea.

Y si se lleva esa idea al extremo, hasta donde sea posible, se podría resumir a cualquiera de esta manera: aunque Akutagawa Ryunosuke es conocido por decir que la vida no vale una sola línea de Baudelaire, se podría resumir cualquier vida, ya sea la de Baudelaire o la de Akutagawa Ryunosuke, en una sola línea si se quisiera. Es lo que acabaría ocurriendo. Si tuvieras que resumir cualquier vida en líneas, ya sea la de un gran hombre o la de uno mediocre, sería de una sola línea. Decir este tipo de cosas puede hacer que me critiquen por ser pesimista o abyecto—podrían decir que el ser humano, cualquier ser humano, no es algo tan endeble y frívolo como para poder hablar de su vida con una sola línea. Sí, por supuesto que me gustaría pensar eso— odiaría que se hablara de mi vida en una sola línea. Si la hablara, si la contara, me gustaría que tuviera al menos un libro. ¿Un e-book? No sirve, necesito una cubierta, no sólo de papel, sino algún tipo de

portada. Y querría un lomo aún más fuerte. Querría que mi lomo hablara de mí cuando esté alineado en una estantería. Quiero ser un libro cuyo lomo cuente toda una historia. Así que me gustaría que la idea de que se puede decir todo de una persona en una sola línea no fuera cierta—y eso es todo lo que puedo pensar ante la prueba viviente de que sí se puede, Oshino Ougi.

Así que si tenía que llegar a un consenso—

“No, no, tus ideas románticas tienen toda la razón. Cualquiera tiene suficiente sustancia como para ser convertido en un volumen completo.” Respondería nuestra perpetradora con una sonrisa—sus ojos negros como el azabache se fijaron en mí mientras me atravesaba con sus palabras. “Por supuesto, si alguien se molestaría en leer ese libro es una cuestión diferente.”

¿Intentas decir que un libro que no se lee no tiene valor?

“Lo que digo es que no se puede poner precio a un libro que no se lee. El precio y el valor son dos cosas diferentes. Preguntar por el valor es una cuestión casi completamente diferente a preguntar por el precio.”

Oír esto me recordaba a la chica a la que habían apodado “How Much”—¿por cuál de las dos cosas preguntaba? ¿El precio? ¿O el valor? El precio, algo determinado por el equilibrio de la oferta y la demanda, o el valor, algo fijo. ¿Era el peso, o era la masa? Por supuesto, podría ser una pregunta demasiado cruel después de saber que el valor era algo que se determinaba por el voto de la mayoría.

“Es presuntuoso pensar que alguien va a leer un libro entero en la sociedad actual—hay que pensar que su existencia es más que suficiente. Aunque sea una persona de humanidades a la que le gusta leer, a menos que encuentres satisfacción en ver que tus estanterías están llenas de libros sin leer, no podrás ser nunca un ratón de biblioteca.”

Pero, dijo ella. Todavía querrías que alguien te leyera.

“Tienes que hacer un resumen de un segundo—tienes que decirlo en una frase, tienes que transmitir cualquier conocimiento o cuento en un segundo. Si no puedes, ¿quién se va a molestar en escuchar una historia como la tuya?”

Nadie te va a leer. Ahora tiene sentido.

Todas esas novelas que aparecen últimamente con títulos de frases completas y llamativos textos de venta podrían basarse, de hecho, en ese razonamiento—una línea. Una frase. No, en última instancia es el relato que transmite su significado en una sola palabra el más deseado en estos días, y así.

Aunque llevamos un rato estudiando las matemáticas, vamos a terminar con una clase de lengua y literatura—aquí tienes la pregunta. No hay necesidad de que te prepares, tranquilo, es el tipo de pregunta que todos conocemos.

Dar una respuesta sobre algo o esto otro en tantas palabras.

Aunque mi mente infantil no entendía la razón de limitar el número de palabras para estas preguntas que se encuentran en la escuela primaria, ahora sé muy bien por qué—la capacidad de resumir brevemente es esencial cuando se habla del lenguaje. Si lo piensas, el objetivo de las palabras, su función, es transmitir—y nada más.

Por supuesto, hay cosas que no se transmiten.

Cosas que no se transmiten ni siquiera cuando te quedas sin palabras, aunque las olvides.

Como ya he dicho sobre Oshino Ougi, si centráramos la pregunta en ella, sería: “Habla de Oshino Ougi en tres palabras o menos”, y la respuesta sería “Oshino Ougi”. Así que esta es mi última pregunta: “¿Qué tan tonto es Araragi Koyomi?”

Contesta en veinte palabras o menos.

Sin embargo, las palabras “Oshino Ougi” deben aparecer en tu respuesta.