Monogatari (NL)

Volumen 15

Capítulo 2: Acertijo Sodachi

Parte 2

 

 

Puede ser vergonzoso visitar tu alma mater—y confieso que nunca había vuelto a la Escuela Media Pública Nº 701 desde que me gradué. A pesar de estar a poca distancia, no me acerqué a ella durante casi tres años, aunque no tenía ninguna razón en particular para volver allí después de recibir mi diploma. Es natural. Tampoco había pertenecido a ningún tipo de club al que pudiera volver a visitar como ex alumno.

De hecho, se podría decir que había empezado a olvidar que alguna vez fui un estudiante de escuela media, pero después de dar un paso a través de sus nostálgicas puertas, un torrente de recuerdos volvió a mí. Recordé tantas cosas de repente—cosas buenas, cosas malas, cosas que no importaban, incluso cosas incómodas.

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Me acordé.

Lo que los recuerdos desconectados tenían en común era probablemente la vergüenza, pero para mí disgusto, ninguno de los recuerdos despertados era de lo que Oikura insinuaba.

No pude conjurar ni inventar nada.

“Jeje. ¿Aquí fue donde cursaste la escuela media? No me extraña que sea tan señorial.” Dijo Ougi-chan, sonriendo a mi lado. Su actitud hacía difícil saber lo seria que estaba siendo, y me pregunté si lo había heredado de su tío.

No tenía nada de majestuoso. La EM 701 era tan sosa como podía serlo. Era una escuela media normal y corriente en una ciudad de provincias, que no merecía una atención especial.

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Por otra parte, yo pensaba que era especial sólo porque había ido allí.

¿Eso es lo que quería decir Ougi-chan?

“Sin embargo, se siente un poco extraño.” Dije. “Incluso después de haberme graduado, esta escuela media sigue aquí, haciendo sus cosas de escuela media.”

“Por supuesto que sí. ¿Qué clase de lugar existe para nadie más que para ti? El hecho de que un lugar sea importante para ti, no significa que tú seas importante para él, eres un tonto.”

Un verdadero tonto, se rio Ougi-chan.

Bien, tal vez era risible, mejor que dejarla sin palabras. Eran cerca de las cuatro de la tarde, y los estudiantes, que habían terminado sus clases por el día, nos miraban con desconfianza mientras estábamos junto a sus puertas. Salieron de la escuela como si fuera lo más natural, como yo lo había hecho, y mañana volverían como si fuera lo más normal del mundo. Creyendo que el ciclo duraría para siempre, sin saber aún que llegaría a un final repentino en cuanto se graduaran…

“Um. Recuérdame, ¿tus dos honorables hermanas menores se dignan a agraciar este lugar con su presencia?”

“¿Por qué eres tan excesivamente educada cuando hablas de mis hermanas? No, no lo hacen, están en un colegio privado.”

“Ah, sí. Las Fire Sisters de la Escuela Media Tsuganoki, ¿verdad?

Por cierto, ¿cuál es la abreviatura de Escuela Media Tsuganoki?”


“Segunda Escuela Media Tsuganoki… De todos modos, mi amiga aquí en la EM 701 se llama Sengoku Nadeko, y… uh oh. Debería haber contactado con ella antes para que nos acompañara.”

Graduado o no, me sentí un poco incómodo al entrar en la escuela. De cualquier manera, el mundo es tan loco como puede serlo. Probablemente no me tratarían como un individuo sospechoso, pero algún profesor podría decir algo si nos paseamos demasiado.

“Estamos bien. Mantente firme, no hay que tener miedo. Haz como si fuera hace tres años.” Animó Ougi-chan. Las reservas sobre el hecho de que los estudiantes de secundaria pisen un centro de enseñanza media no eran para ella—a diferencia de mí, había sido estudiante de escuela media hasta el año anterior. Tal vez no fuera muy preocupante para ella.

Aun así, y también a diferencia de mí, la EM 701 no era en absoluto su territorio. Ella desconocía totalmente el lugar, nunca lo había visto, oído o estado antes, así que tenía sentido que estuviera un poco ansiosa, y sin embargo…

“¡Ja! Si lo pones así, soy una ignorante de la mayoría de los lugares. No sé nada.” Dijo Ougi-chan y reanudó la marcha, con su pequeño

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paso. “Vamos. Es mucho más sospechoso que nos quedemos de brazos cruzados junto a las puertas—no querrás que llamen a la policía,

¿verdad? Seremos rápidos. Entramos y salimos. Lo que se podría llamar un timbrazo y a correr. Los armarios de los zapatos, ¿no?”

“Oh, sí. Los armarios de los zapatos.”

Ougi-chan se puso en marcha y yo la seguí detrás, aturdido. Al igual que el día anterior, cuando estuve encerrado en una habitación con ella, la decisión y la rapidez con la que actuaba eran sorprendentes. Como alguien propenso a perderse en sus propios pensamientos y a enredarse en especulaciones, su imprudencia me tenía envuelto en su pequeño dedo. Se podría decir que me tenía desequilibrado; sintiendo la necesidad de reclamar mi condición de senpai, la superé con largas y rápidas zancadas.

“Los armarios de los zapatos, eso es lo que dijo Oikura. No es que esté seguro de que dijera la verdad. Se trata de Oikura, podría haber dicho alguna mentira irresponsable para atormentarme.”

“Una mentira irresponsable, eso sí parece posible. Sí, lo es. Hay tantos mentirosos en el mundo.” Ougi-chan parecía estar disfrutando. No diré que estaba actuando como si esto fuera un picnic, al fin y al cabo no era su problema. “En tal caso, llegar a este armario de zapatos no será más que un montón de trabajo de piernas desperdiciado. Aun así, es una actividad extraescolar que merece la pena, por haber tenido la oportunidad de acompañar a mi querido Araragi-senpai.”

“Deja de sonar como Kanbaru con eso de ‘querido senpai’ y ‘oportunidad de acompañar’, ¿tanto así me respetas?”

“Por favor, sé un poco más consciente de ti mismo. Las historias que he oído de ti enfrentándote a las excentricidades en esta ciudad durante el último medio año te hacen merecer bastante respeto.

¿Intentas que recorra la lista, una por una? Debes recordarlo todo, está en tus huesos.”

“En mis huesos.”

“Sí. Me refiero a tus recuerdos.”

“…”

Es cierto que no podía afirmar que los recuerdos no formaran parte de mí, pero tenía que pasar por alto la inequívoca influencia de Kanbaru.

Pasar por alto, o tal vez aguantar, quizás ignorar.

Era un asunto del que tendría que ocuparme algún día, pero del que tenía que ocuparme en este momento era de Oikura Sodachi.

Un asunto serio que no podía simplemente aguantar, un asunto que se me presentaba con todo el peso de su repentina aparición en la escuela después de dos años seguidos de ausencia.

No podía abordar esto con la guardia baja.

Claro, que Oikura volviera a la escuela antes de la graduación y por primera vez desde aquella situación era algo que había que celebrar, pero—

“Jeje, qué extraña coincidencia. Supongo que estas cosas realmente suceden. Me hablaste de ella, y se reunieron al día siguiente, un giro del destino.”

“Admito que me sorprendió… Ni siquiera sabía que estábamos en la misma clase.”

Que no lo supiera fue un shock en sí mismo, por supuesto, por muy desinteresado que estuviera de mi entorno y desconectado de mi clase. Sin embargo, cuando fui a comprobarlo, su nombre sí estaba en la lista. Como vice representante de la clase de este año, al menos de nombre, se podría decir que mi descuido fue un caso de negligencia censurable.

¿Lo ignoré deliberadamente? ¿No me di cuenta porque al hacerlo me acordaría de aquel día y del consejo de clase?

¿De esos recuerdos?

“Jeje. Jeje. Jejejeje. Oh, la vida es una sorpresa tras otra. Nunca se sabe lo que puede pasar, por eso es tan divertida.”

“Yo lo llamaría lo contrario a la diversión.”


Ougi-chan parecía estar disfrutando, pero mi corazón estaba bastante apesadumbrado: si lo que había sucedido hoy continuaba mañana y más allá, no era momento de preocuparse por los exámenes de ingreso. Claro, y si lo de hoy sólo era un calentamiento, tenía que

ocuparme de esto cuanto antes, antes de que empezara el evento principal.

“Y así los getabako.

“Sí. Los armarios de los zapatos.”

Ya no eran “cajas de geta”—ningún alumno de escuela media iba a llevar sandalias de madera al colegio en esta época (dudo que el reglamento lo permitiera).

Ougi-chan y yo entramos en el edificio y llegamos frente al armario de zapatos en cuestión. Bueno, Oikura no me había dirigido al armario en sí, sino a su contenido.

Dentro del armario…

“Entonces, ¿cuál es? ¿Cuál usabas cuando eras de primer año?” Preguntó Ougi-chan.

“Oh… Si buscamos el rincón de los de primer año…” Respondí, guiándola.

Tal vez decir rincón no era exacto (sería más bien “zona”), pero

¿qué podía hacer? La palabra me vino a la boca y se me escapó en el momento. No valía la pena corregirme, así que guie a Ougi-chan. Sí, por aquí, si nada ha cambiado desde que estudie aquí…

“En realidad es sorprendente lo bien que recuerdo todo, es como si mi cuerpo lo hiciera, más que mi mente.” La existencia misma de la escuela me había resultado nebulosa hasta hacía unos momentos, pero

ahora que había ido y puesto un pie dentro, era como si mis pies conocieran el camino—se movían por sí solos.

“Jeje. ¿Es así? Bueno, entiendo la sensación, como alguien que se ha transferido por todas partes—un recuerdo que parecía no estar en ninguna parte de tu mente consciente y que se desentierra de repente. Realmente es una cosa tan endeble… Crees que recuerdas, o rememoras, algo, pero eso podría estar muy lejos de la verdad.” Dijo Ougi-chan. Su extraño y molesto comentario me puso aún más nervioso, pero identifiqué el espacio que sin duda utilicé en su momento.

Sí, lo identifiqué.

Esto parece obvio, pero ahora era de otro estudiante, así que no era como si la etiqueta dijera “Araragi” como hace cinco años. Aun así…

“Es este, ¿eh? El lugar donde el nuevo alumno de escuela media Araragi Koyomi cambiaba sus zapatos de exterior por zapatillas de interior todos los días, qué conmovedor.”

“¿Cambiarme? ¿Yo cambiándome un par de zapatos por otro?”

“¿Qué clase de joven caballero eras?”

“Joven caballero…” Vamos.

Era un estudiante de escuela media.

Dicho esto, un estudiante de secundaria no puede evitar pensar que un estudiante de primer año de escuela media es joven. Y de hecho, la verdad sea dicha, yo era tan niño entonces que actuaba de forma dolorosamente infantil.

Y respecto a la justicia. Nunca dudé de su existencia.

Había decidido hacer siempre lo correcto. Sí, como mis hermanas menores, las Fire Sisters.

Una autoconciencia hinchada—¿qué hay más infantil que eso?

“Uy. Te has quedado callado de repente. ¿Ocurre algo? Oh, vamos. Estando así de callado, pareces aún más varonil. A este paso vas a hacer que me enamore de ti.”

“Um, no…”

“Te das cuenta de que te va a ir mal si me enamoro de ti.”

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“Sí, definitivamente puedo ver eso.” No sé, pero de algún modo, oírla elogiarme no me resultaba embarazoso, a diferencia de lo que ocurría con Kanbaru. Parte de ello es que Ougi-chan estaba claramente burlándose de mí (o siendo maliciosa)—en ese sentido, supongo que los grandilocuentes elogios de Kanbaru eran convincentes (¿sinceros?) hasta cierto punto… “Me estoy preguntando qué hacer—hemos venido aquí, tal y como dijo Oikura, pero ¿qué es lo siguiente?”

El armario de los zapatos. En el interior del que usaba cuando era estudiante de primer año de escuela media. Me sentí obligado a venir

a ver, pero ahora que estaba aquí, lo único que recordaba era su ubicación exacta.

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Este era nuestro final, un callejón sin salida.

¿Por qué quería Oikura que viniera aquí? Bueno, no es que el objetivo fuera revisar literalmente mi armario de zapatos de la escuela media… Pero entonces, ¿qué estaba tratando de decirme?

“¿Qué es lo siguiente? Sólo hay una cosa que hacer a continuación. Mirar dentro.” Antes de que pudiera detenerla, sin miramientos, sin problemas, y sin desviarse, Ougi-chan puso una mano en el espacio que utilicé durante mi primer año de escuela media.

Lo abrió de golpe.

Incluso cuando me puse pálido, sorprendido—sí, según Oikura, el contenido era el problema, así que tendríamos que abrirlo en algún momento. Pero ahora pertenecía a otra persona, un adorable (o quizá no) estudiante de primer año de escuela media, un desconocido. Entrar en el recinto sin permiso ya era un problema, pero se trataba de la taquilla de un alumno. No había que ser especialmente considerado con las cuestiones de privacidad para saber que no debía abrirse, de ahí mi frialdad. Tenía la sensación de que nuestra investigación se había topado con un muro, pero Ougi-chan se había acercado a este muro, a este término y callejón sin salida, y lo había saltado con facilidad como un obstáculo en una carrera de obstáculos.

Temible, la línea de sangre Oshino.

No se lo pensaron dos veces a la hora de tirar por la borda un poco de su ética en aras de una investigación—el día anterior tuve un pensamiento similar, pero realmente había nacido para ser inquisitiva.

Prontitud en la evaluación y la decisión.


Su capacidad de acción decidida parecía engullir todo lo demás.

¿Pero no podía al menos avisarme primero?

“Jajaja. Dices eso, pero no me digas que ibas a esperar a que apareciera el alumno del que es este armario de zapatos para explicarle la situación y pedirle permiso para mirar dentro.”

“¿No es el plan más sensato?”

“Eres muy paciente, una de tus virtudes, pero por muy paciente que seas, el tiempo no espera a nadie. Si esperáramos a un niño de escuela media, seríamos individuos sospechosos de pleno derecho en ese momento. Piensa en tu brillante futuro, que estarías tirando por el desagüe.”

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“Bien, pero ¿no es un problema aún mayor abrir la taquilla de los zapatos de un alumno de escuela media sin permiso?”

“Está bien, mentiré si nos encuentran y diré que quería dejar una carta de amor en la caja del niño. No hay ninguna ley que diga que no puedo mentir, no cuando el mundo está tan lleno de mentirosos. Puedes ser mi fiel senpai que aceptó acompañar a mi tímida yo.”

“Oh, bien. Sí, es una buena excusa. A mí también me gusta mi papel. Pero sabes, Ougi-chan, dada la caligrafía ahora bien podría ser una chica la que use ese armario.”

“Entonces tú eras el que planeaba dejar la carta de amor. Yo seré la kouhai acompañante.”

“¿Un estudiante de último año de secundaria que trae a una compañera de primer año para dejarle una carta de amor a una estudiante de primer año de escuela media? Parece que has convertido una gran excusa en algo abominable… Vamos, esa sí que sería una caída demasiado fatal para mí y mi papel.”

“Ah, ¿qué es esto? Aquí hay zapatillas de interior, lo que significa que su actual usuario ya se ha ido. Habría sido imposible obtener el permiso por adelantado. Por qué preocuparse cuando se obtienen resultados. ¿Hm? ¿Qué tenemos aquí?”

Habiendo notado algo, metió la mano dentro. Mi petición voló en el éter mientras Ougi-chan, para quien “no preocuparse por los resultados” era una actitud encomiable, se movía una vez más para evaluar rápidamente y decidir la acción, pero ¿qué podía ser? ¿Algo sospechoso en las zapatillas?

Sin embargo, lo que extrajo del armario no fue calzado. Tres.

Había tres—sobres. “… ¿Sobres?”

¿Eh?

Habíamos bromeado, pero ¿cartas de amor, en estos tiempos?

¿Billets-doux? ¿Y tres de ellas? ¿Qué, el usuario de esta caja, Estudiante de Primer Año de Escuela Media-kun que ya se había ido a casa, era popular entre las damas?

Los niños de hoy en día…

¿Era el protagonista de una novela ligera?

¿Era ese tipo de historia la que se desarrollaba en mi antigua escuela media?

“Mmm, no. Siento interrumpirte cuando te sientes tan risueño, pero estas no parecen ser cartas de amor, y además son todas de la misma persona.”

“¿Las tres? Bueno, si eso es lo que dices… Y además, no me siento risueño, pero como sea, no deberías agarrar la correspondencia privada de alguien. Tienes que devolverlas ahora mismo.”

Tuve que regañarla. No habíamos venido a mi alma mater para violar la intimidad de los alumnos de escuela media.

Sin embargo, se mostró totalmente indiferente. “No sé. Mira estos sobres: están etiquetados con a, b y c en letras grandes en el frente. Además, están escritos a mano. La letra parece pertenecer a una persona, pero ¿quién usaría este tipo de letra en una carta de amor?”

Qué clase de carta de amor sería esa, murmuró Ougi-chan.

Sí, parecía raro, o mejor dicho, extraño, sobre todo porque cada letra estaba escrita exactamente cómo se vería en una clase de matemáticas si fuera una variable. Ahora bien, el primer año de escuela media, que es justo el momento en que se pasa de la aritmética a la matemática, significaba que era más o menos cuando se empezaba a usar ese tipo de notación… aun así, espera.

“Aun así, no deberías mirar las cartas privadas de alguien sin permiso. Escúchame, no me importa si es por el trabajo de campo…”

“Pero… estas cartas están dirigidas a ti.” Ougi-chan dio la vuelta a los sobres.

Y sí, decía: A Araragi Koyomi, 1-3.


Las tres. “Qué…”

“Hmmmmm. ¿Qué podríamos tener aquí? Vaya, vaaaaaya, qué extraaaaño. Ohhh, no tiene sentido.” Gritó Ougi-chan con una sonrisa inquietante, y fue entonces cuando recordé, como si me hubiera caído un rayo.

Lo que Oikura estaba tratando de decir. Me acordé.

Casi hasta el punto de olvidar todo lo demás. Cierto.

Realmente es una cosa tan endeble—la memoria humana, tan dudosa como mi propia vida.

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