Monogatari (NL)

Volumen 15

Capitulo 1 : Fórmula Ougi

Parte 1

Oshino Ougi es Oshino Ougi. Eso es todo lo que se puede decir en cuanto a esa estudiante transferida. Una vez que se dice su nombre, no hay nada más que decir sobre el tema. Por supuesto, se puede afirmar que todos son alguien y absolutamente nadie más; en definitiva, eso es todo lo que se puede decir de cualquier persona. Hanekawa Tsubasa es Hanekawa Tsubasa, y Senjougahara Hitagi es Senjougahara Hitagi, sí, igual que Araragi Koyomi es Araragi Koyomi. Pero incluso entonces, Oshino Ougi era tan Oshino Ougi. Era tan singularmente Oshino Ougi que no era otra cosa. Oshino Ougi es Oshino Ougi de la misma manera que no te gustan las cosas que no te gustan, como no significa no. Cualquier otra discusión sería totalmente infructuosa. En el sentido de que está tan firmemente definida, tan totalmente decidida y determinada, tan completamente inamovible, es extremadamente matemática, sí, sólo superada por lo mucho que es Oshino Ougi.

Hablando de matemáticas, ¿conoces lo que llaman la fórmula más bella de la historia de las matemáticas? Espera, ni siquiera respondas a eso, lo recordarás en cuanto lo oigas. Si me preguntas a mí, olvídate de las matemáticas, quiero decir que es la fórmula más bella de la historia de la humanidad: e^iπ + 1 = 0. También se conoce como Fórmula de Euler. Utiliza e, la base del logaritmo natural, π, el cociente entre la circunferencia de un círculo y su diámetro, i, el número imaginario unitario, y luego 1 y 0, todo en una misma y graciosa fórmula, como si

hubiera surgido por una necesidad tan diseñada que, de existir Dios, sería la prueba más convincente de su existencia.

Lo interesante—más bien, lo bonito—es cómo tuvo que existir esta fórmula. Ahí tienes la respuesta si alguna vez te lo preguntan en un examen. En otras palabras, la Fórmula de Euler no es un producto de la expresión humana, sino de la excavación humana. Aunque la humanidad nunca hubiera existido en este mundo, aunque no hubiera un solo cerebro que pensara en la base del logaritmo natural, en la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro, en los números imaginarios, en el 1 o en el 0, la base del logaritmo natural elevada a la potencia de la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro multiplicada por el número imaginario unitario sumado al uno habría seguido siendo 0.

Es hermoso, pero cuando lo piensas así, también da miedo.

Parece que en la sociedad actual lo que llamamos mundo es una cosa vaga y nebulosa, mutable y sujeta a un vuelco con la mayor facilidad, el sentido común de ayer se convierte en el sinsentido de hoy, las reglas de la mañana rompen las reglas de la noche, ningún valor está grabado en piedra, todos estamos sin rumbo y a la deriva, por lo que el futuro como pizarra en blanco es lo único que puede darnos esperanza, o eso parece, pero en realidad, ¿no está ya determinado el futuro, es decir, lo desconocido, y simplemente no lo sabemos? En lugar de ser lo desconocido, ¿quizás sólo estamos desinformados?

Si alguien que no conoce la relación entre la circunferencia y el diámetro de un círculo la calculara, el resultado sería pi. La teoría de la relatividad siempre estuvo ahí, aunque Einstein nunca utilizara toda la potencia de su brillantez. No hace falta saber quién es Beethoven para producir los sonidos de 5ta Sinfonía, basta con tocar las notas de su partitura—¿qué, no te emocionaría tanto? En ese caso, basta con tocarla de la misma manera que la versión que sí te conmueve. Aunque cueste creerlo, tampoco hace falta ser el genio entre los genios Vincent van Gogh para idear Los Girasoles, incluso el más rancio de los novatos podría, simplemente, utilizar los mismos trazos, la misma presión y los mismos materiales en el mismo entorno y desde la misma perspectiva para pintar las mismas flores. Dejemos que los monos tecleen en las máquinas de escribir durante el tiempo suficiente y acabarán haciendo una obra de Shakespeare, ¿no?

Las respuestas no cambian, las leyes no cambian.

Cuando la gente siente que algo ha “cambiado” o “se ha convertido en algo nuevo”, no es más que una bonita ilusión que surge del hecho de que se ha ejecutado un programa diferente y preexistente.

En ese sentido, no hay nada en el mundo o en su futuro que se parezca siquiera a una “ambigüedad lúdica” o a un “margen vago”. Lo que existe son sólo leyes duras que dicen: “Haz X y sucederá Y”. Al igual que las cosas que no te gustan, que el no significa no, no sólo lo que está grabado en piedra está grabado en piedra, ahí no hay espacio para imponer tu voluntad, no hay apertura para tu corazón. Por lo tanto,

toda expresión es sólo una excavación, todo lo que se concibe es sólo un descubrimiento. No, incluso estos descubrimientos pueden ser sólo redescubrimientos; incluso la tarea imposible que sigue atormentándome mientras busco desesperadamente su solución podría tener una respuesta modelo ya hecha, todo mi ensayo y error no es más que un desvío en el camino para llegar a ella, desde la perspectiva de alguien que sabe.

Alguien que sabe. Un monstruo, tal vez.

Sin embargo, Oshino Ougi, esa estudiante transferido, podría ofrecer algunos consejos francos incluso sobre la belleza de la Fórmula de Euler.

Algo así.

“Sí, es hermosa, tan hermosa y bella que podría desmayarme. Lo más bonito de todo es que la respuesta es cero. Dicho esto, siento que no hay ninguna razón para calcular todo eso si la respuesta va a ser simplemente cero.”

Al escuchar esto, pensaría: Oshino Ougi es Oshino Ougi, y eso es todo lo que hay que decir al respecto. Todo es cero ante ella, y por muy diferente que actúe, ese acto se parece mucho a ella, y por eso este es un cuento sobre las matemáticas.

Vamos a estudiar un poco.

Sé que algunos de ustedes se ponen en guardia cuando oyen la palabra “matemáticas”, así que podríamos decir que esta es una historia sobre aritmética o, para ser más directos, una historia sobre números. Al fin y al cabo, se trata de una historia cuya solución la decide el número más grande, es decir, una historia sobre la regla de la mayoría.

La regla de la mayoría.

La única manera de convertir incluso algo incorrecto en la verdad.

Un sistema de bloques de construcción que busca la colusión, no la felicidad.

Nuestra fórmula de desigualdad, para formular la iniquidad.

Se podría decir que es el único y verdadero invento humano, así como la fórmula más fea de la historia de la humanidad.