Watashi no Shiawase (NL)

Volumen 2

Epilogo: Una Enorme Sonrisa

 

 

El pescado chisporroteaba mientras se asaba.

Cuando quitó la tapa de la olla caliente, la fragancia de la sopa de miso recorrió el vapor que escapaba hasta llenar la cocina.

Arroz recién cocido y una sopa de miso compuesta de jengibre japonés y tofu. Colocando en el plato la aromática caballa seca que acababa de terminar de cocer, la adornó con taro hervido brillante y de hermosos colores, añadió algunos de sus encurtidos caseros y los colocó en la mesa de servicio.

Al mismo tiempo, llenó una gran fiambrera con guarniciones.

Se había retado a sí misma a cocinar una de esas “croquetas” que estaban de moda, y le habían salido bastante bien.

Todo hecho.

Tras echar un rápido vistazo al desayuno terminado y a la fiambrera, llevó la mesa al salón.

Yurie volvía a estar fuera.

Como no estaba rejuveneciendo y Miyo se había acostumbrado por completo a la vida en la casa, habían empezado a pedirle a Yurie que viniera más tarde durante el día como forma de darle más tiempo libre.

Mientras Miyo pensaba que se consternaría por la pérdida de salario cuando le dieron la noticia, Yurie, en cambio, dijo: “Vaya, sí que han crecido la Srta. Miyo y el joven maestro.” En todo caso, se había alegrado del acuerdo, como si los dos fueran sus propios hijos partiendo por su cuenta.

“Buenos días, Kiyoka.” “Buenos días.”

Kiyoka no llevaba su chaqueta militar, leía el periódico sólo con la camisa.

Era la misma escena de todas las mañanas. La casa Kudou había vuelto completamente a su rutina diaria.

“El desayuno está listo.”

“Se ve delicioso como siempre.”

Cuando levantó los ojos del papel, la amplia sonrisa de Kiyoka era tan encantadora que la desconcertó.

Como Miyo tartamudeaba y evitaba su mirada, le quitó la bandeja de las manos.

“Hora de comer.”

“Oh, uh, por supuesto.”

Los dos aplaudieron, dieron las gracias por la comida y se llevaron a la boca el desayuno recién preparado.

“Este taro es increíble.”

“¿De verdad? Me alegra oírlo.”

“… Así es, hoy es cuando viene mi hermana, ¿verdad?” “Ah, sí, lo es.”

Sus sesiones con Hazuki habían disminuido en frecuencia, pero seguía con sus clases. Solo eran dos o tres veces a la semana, pero disfrutaba del tiempo que pasaba aprendiendo cosas nuevas, y se alegraba de charlar con la hermana de Kiyoka.

“Debe ser divertido.” “¿Eh?”

“Tu cara. Estás radiante.”

Miyo se llevó las manos a las mejillas por reflejo, pero en realidad no tenía forma de saberlo por sí misma.

Al ver su reacción, Kiyoka soltó una pequeña risita.

“Ah bueno, no hay ningún problema. Sólo no te presiones.” “Absolutamente no lo haré.”

“¿De verdad? Pues adelante.”

En aquel momento, Miyo había aprendido que nada bueno pasaba por forzarse demasiado.

Nada era más valioso para ella que su vida cotidiana, el tiempo que pasaban charlando ociosamente mientras comían.

Por alguna razón, sus pesadillas habían cesado últimamente. Miyo se preguntó si sería porque había despertado a su don.

Fuera cual fuera la razón, se alegraba de no haberse rendido en ese momento crucial. En lugar de eso, había elegido esta casa, había elegido a Kiyoka. Se alegraba de haber hecho algo. Miyo estaba realmente agradecida por no haber perdido para siempre esta rutina.

“Que tengas un buen día.”

Una vez terminado el desayuno, Miyo despidió a Kiyoka. Iba completamente vestido con su atuendo militar.

El aire matinal estaba ligeramente frío y no había ni una nube en el cielo. El clima clásico de principios de otoño la hizo consciente del cambio de estación.

Tenía la impresión de que desde hace unos días hacía un calor abrasador, pero el paso del tiempo parecía haberse acelerado desde que llegó a la casa.

“Me voy. Volveré por la tarde, pero… Dale recuerdos a mi hermana.”

“De acuerdo. Oh, Kiyoka.” “¿Qué?”

“Se te ha soltado el lazo del cabello. Agáchate para volvértelo a hacer.”

“Gracias, lo siento.”

Él se agachó y ella apretó con fuerza el cordón que se aflojaba.

El coletero morado que le había regalado estaba cumpliendo su función. Kiyoka lo llevaba todos los días, así que había decidido en secreto hacerle uno nuevo.

“He terminado.” “Gracias, me—”

“¡Hnh!”

Jadeó.    “ ”

“…………”

Kiyoka se había girado despreocupadamente para acercar su rostro al de ella mucho más de lo que esperaba. Tan cerca como para sentir el aliento del otro en sus mejillas, las puntas de sus narices casi rozándose.

Ambos se quedaron inmóviles, sin saber qué decir. El corazón de Miyo latía con fuerza en sus oídos.

Sorprendida por el inesperado giro de los acontecimientos, se puso rígida. No podía ni mover un dedo.

Ambos se miraron fijamente. Pero, ¿por qué se sentía tan nerviosa? “Miyo.”

Kiyoka levantó lentamente la mano y le tocó la mejilla. Entonces—

“¡Ejem!”

De repente, el sonido de alguien aclarándose la garganta les interrumpió.

Tanto Kiyoka como Miyo habían estado en su propio mundo, así que prácticamente se levantaron de un salto antes de poner automáticamente algo de espacio entre ellos.

Ahora se sentía demasiado incómoda y avergonzada para mirar a Kiyoka a la cara. Apartó la mirada.

“Perdónenme. Estar aquí en silencio viéndolos a ustedes dos fue demasiado para soportar.”

Para su sorpresa, la persona que se acercaba desde la calle mientras hablaba no era otra que el primo de Miyo, Arata Usuba. Había sido él quien los había interrumpido.

Con su traje de alta calidad y su habitual sonrisa, Arata era el mismo joven pulcro y apuesto de siempre.

“Arata. ¿Qué haces aquí…?”

“Me alegro de volver a verte. Aunque supongo que no ha pasado tanto tiempo, la verdad. Hola, Miyo.”

Había pasado más de un mes desde el día en que Kiyoka recobró el conocimiento, y desde entonces no había vuelto a saber nada de los Usuba.

Takaihito le había dicho que no se preocupara, pero eso había sido con respecto al castigo del emperador. La cuestión de si la familia Usuba en su conjunto sería penalizada o no por la violación de su código de conducta por parte de Arata era un asunto totalmente distinto.

Le habían dicho que las consecuencias de incumplir sus normas eran severas, así que se preguntaba cómo lo llevaría él.

“Te agradecería que no actuaras como si acabaras de ver un fantasma.” Dijo encogiéndose de hombros. “Sólo mira toda la energía que tengo.”

“Quiero decir, um, estaba preocupada, ya que pensé que tal vez estabas castigado de alguna manera.”

“Lo estuve. Arresto domiciliario voluntario, durante unas tres semanas.”

“¿Voluntario?”

Debía de querer decir que se había encerrado en sí mismo. Eso no era exactamente lo que ella había imaginado.

“Así es. Bueno, al final pasaron muchas cosas. Pero todo acabó involucrando el don de la Visión Onírica, y el propio Príncipe Takaihito se desvivió por visitar nuestra casa para decir que intentaría replantearse el actual modo de vida de nuestra familia. Creo que también habrá cambios en nuestro código dentro de poco.”

“Ya veo.”

Sus normas actuales le parecían un poco estrictas. Era natural que, al igual que la sociedad y las leyes cambiaban con los tiempos, las normas impuestas a su familia también lo hicieran.

En contraste con la expresión de alivio de Miyo al comprender la situación, la mirada de Kiyoka era fría como el hielo.

“Bueno, ¿para qué has venido?”

“Por favor, no te enfades. No pasaría por aquí sin una razón adecuada.”

“Y estoy preguntando cual podría ser.”

Su brusquedad era un claro indicio de que consideraba a Arata una molestia.

La evidente impaciencia que mostraba su prometido hizo que Miyo ladease la cabeza. De verdad Kiyoka despreciaba tanto a Arata?

“¿No deberías ir a trabajar, Comandante Kudou? Vas a llegar tarde.”

“¿Crees que puedo irme y dejarte aquí así como así?” “No tengo ningún problema con eso.”

“Pues yo sí.”

Por alguna razón, saltaban chispas entre los dos hombres.

“Estas bastante preocupado, ¿no? Simplemente vine a hacer una propuesta.”

Al oír las palabras de Arata, una profunda arruga se dibujó en el ceño de Kiyoka.

“¿Qué tipo de propuesta?”

“Veamos. Para decirlo sin rodeos… ¿Me contratarás como guardaespaldas de Miyo?”

“¡¿Eh?!”

“¿Qué has dicho?”

Miyo soltó un grito ahogado, algo bastante atípico en ella.

Para ser justos, cualquiera se asombraría al oír de repente a alguien ofrecer sus servicios como guardaespaldas.

“Yo también creo que es una buena idea. De aquí en adelante, Miyo tendrá que llevarse bien con su Visión Onírica. Podría haber sinvergüenzas que quisieran abusar de ese poder para sí mismos. Pasas mucho tiempo lejos de ella debido al trabajo, ¿verdad? Aunque sólo sea para cuando tú no estás, ¿no te parecería útil tener cerca a alguien que pudiera protegerla?”

“…………”

“Además, soy primo de Miyo, así que no tienes que preocuparte de que pase nada vulgar conmigo a su lado, ¿verdad? ¿Y bien? Yo diría que son condiciones bastante buenas, ¿no crees?”

“¿Pero qué pasa con tu carrera? Eres negociador, ¿no?”

“Mi trabajo me da bastante libertad. En primer lugar, no trabajo para ninguna empresa en particular, y en realidad sólo acepto trabajos de negociación si me apetecen.”

Arata, siempre tan buen vendedor, les había explicado todas las ventajas del acuerdo y les había dado la impresión de que no había ningún inconveniente.

“Lo pensaré. De momento me reservo mi respuesta.”

“Como quieras. Normalmente, te haría decidir las cosas en el acto, pero tengo la sensación de que si hiciera eso, sólo te disgustaría aún más.”

“Tendrías razón.”

Miyo se sintió aliviada de que las cosas parecieran terminar pacíficamente.

Justo entonces, el sonido del motor de un automóvil se acercó. Era el vehículo perteneciente a la residencia principal de los Kudou con Hazuki a remolque.

“Bueno.” Comentó Hazuki tras salir del automóvil. “Si es el primo de Miyo. ¿Tú también estás aquí?”

“Hola. Me llamo Arata. Preferiría que usaras mi nombre.”

“¿En serio? Entonces, en ese caso, también siéntete libre de usar el mío.”

Hazuki y Arata intercambiaron palabras amablemente.

“Genial, otro boca floja.” Kiyoka suspiró, poniéndose una mano en la frente con una ojerosa expresión de cansancio en el rostro.

Un pensamiento asaltó a Miyo.

¿Qué clase de palabras ofrecían las esposas del mundo a sus maridos en momentos así? ¿Qué les decían para consolarlos? Desgraciadamente, ella no estaba al tanto de esa información.

Sin embargo, como su prometida, se sentía un poco reacia a despedir a Kiyoka tan agotado como estaba. A fin de cuentas, el trabajo de una esposa era apoyar a su marido en su vida personal.

Algo que haga feliz a Kiyoka… Algo que lo anime. Es inútil. No tengo ni idea.

Aunque Miyo no sabía qué hacer, era plenamente consciente, por experiencia propia, de que si no demostraba sus sentimientos de alguna manera, no pasaría nada.

De acuerdo.

Decidida, Miyo susurró en voz baja a su prometido. “Kiyoka. Um, ¿podrías volver a arrodillarte para mí?” “¿Hmm? Ah, ¿así?”

Extendió la mano hacia la cabeza de Kiyoka. Luego colocó suavemente su mano allí y trató de moverla; en otras palabras, en ese momento Miyo estaba acariciando la cabeza de Kiyoka.

En realidad, espera. ¿A los hombres adultos les gusta que les acaricien la cabeza?

Poco a poco se fue preocupando por Kiyoka, que se había quedado en silencio y abrió los ojos bruscamente.

Era evidente que a los niños les encantaba que les dieran palmaditas en la cabeza, y la propia Miyo se sentía increíblemente cálida por dentro sólo con que Kiyoka le diera ligeros golpecitos en la suya. Bueno, eso era lo que había pensado, pero era posible que se hubiera equivocado en algunas cosas.

“¿Kiyoka?”

“… Miyo.”

“¿Sí?”

Murmuró mientras miraba distraídamente a lo lejos. “¿Por qué… por qué elegiste hacer esto?”

“¿Eh? Uh, bueno, no sé si yo, um, lo elegí, pero… pensé que tal vez si hacía esto, tú, um, te animarías un poco… Oh, ¿no te gusta? Lo s-siento.”

“No me importa.”

Miyo retiró bruscamente la mano, pero él la agarró de inmediato y atrajo todo su cuerpo hacia él.

Oh…

Algo suave le tocó la frente.

Pero sólo fue un breve instante; antes de que ella pudiera comprender lo que ocurría, él ya le había soltado la mano.

Sin saber qué había ocurrido exactamente, se llevó una mano a la frente. Creyó notar un ligero calor.

“Eso me animó. Bueno, me voy.”

“S-Sí, por supuesto… Que tengas un buen día…”

Miyo observó cómo Kiyoka se alejaba alegremente, con una sonrisa fresca y alegre en el rostro.

Mientras Miyo permanecía aturdida, Hazuki y Arata la observaban con una enorme sonrisa.

 

-FIN DEL VOLUMEN 2-

Mantente Enterado
Notificarme
guest
This site uses User Verification plugin to reduce spam. See how your comment data is processed.

INSTRUCCIONES PARA LA ZONA DE COMENTARIOS

1- No Puedo Comentar: Toca los botones que estan debajo del recuadro de comentarios, aquellos que le cambian el estilo a Negrita, Cursiva, etc. (B, I, U, S)

2- No Aparece Mi Comentario: Es por nuestro sistema de moderación, luego de revisar y aprobar tu comentario, este aparecera. NOTA: Usa un correo real o no se aprobara tu comentario.

3- ¿Como Escribo un Spoiler?: Toca [ + ] (es el botón spoiler) y aparecera una ventana, ahí debes poner el TITULO de tu spoiler (recomendamos poner simplemente SPOILER), luego en el codigo que aparecera en el recuadro del comentario debes escribir dentro de los simbolos ] [

[spoiler title="Titulo de tu spoiler"]Aqui va tu spoiler[/spoiler]

Nota: Todo el texto que coloques antes o despues del codigo del spoiler sera visible para todos.

1 Comentario
Mas Votados
Mas Recientes Mas Antiguos
Respuestas en el Interior del Texto
Ver todos los comentarios