Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 7

Capitulo 9: Que nos volvamos a ver.

La luz bloqueó incluso el sol, y la onda expansiva se propagó en todas direcciones, destruyendo todo lo que se encontraba en el camino de la explosión. Un sonido estridente como gritos agonizantes y un calor extremo se entrelazaron en un maremoto ardiente.

Finalmente, la tormenta de destrucción pasó. A pesar de estar en el centro de la misma, cuando Mira se asomó por debajo de las alas de Pegaso, estaba ilesa.

“Increíble… Eso sí que era el poder del Rey Espíritu.” Murmuró asombrada mientras comprobaba los daños a su alrededor.

El cielo seguía siendo del mismo azul perfecto, pero su entorno se había transformado. Los restos caídos de los espíritus guardianes que yacían aquí y allá se habían borrado sin dejar rastro, y la escalera destruida se había vuelto blanca. Del mismo modo, el suelo calcinado que había debajo estaba blanco de ceniza.

A Mira le dio la impresión de que la habían llevado a otro lugar. “Sólo gotas de su poder causaron todo esto…”

Delante de Mira estaban sus Señores Sagrados, también cubiertos de ceniza tras cumplir con su deber. Estos caballeros blancos sostenían escudos como fortalezas en ambas manos para proteger a todos los que se encontraban detrás de ellos, pero sus mitades superiores estaban calcinadas. El suelo que les pisaba los talones estaba intacto; ni siquiera una mota de hollín cayó a los pies de Mira.

“Lo han hecho bien.” Mira les tocó suavemente la espalda y los despidió. La ceniza que los cubría cayó al suelo.

De repente, una sombra cubrió su entorno y un viento repentino azotó la ceniza recién caída como una ventisca. Pegaso utilizó sus alas para cubrir a Mira e impedir que la tocaran.

“Vaya sincronización que tienes.” Mira observó al cielo expectante desde entre las alas de Pegaso y divisó cierto pájaro enorme.

Era Garuda. Ella lo había convocado lejos detrás de ella en secreto cuando el hombre comenzó su intento de fuga. Y parecía que su plan había tenido éxito. Cuando Garuda descendió ante ella, depositó el ataúd ensangrentado que sostenía en el suelo y ofreció algo en su pico a Mira.

“Oho, vaya… ¡Has hecho un trabajo fantástico!”

Era el frasco que había sido colocado en la bolsa. Parecía que Garuda los había atrapado a ambos en el aire.

El último recurso de la élite de Quimera Clausen fue utilizar el poderoso viento explosivo de una bomba espiritual para ponerse a salvo y usar la fuerza de su armadura para protegerse. A juzgar por la sangre, había recibido bastante daño a pesar de los intentos de la armadura por resistir el poder del Rey Espíritu… pero, no obstante, había logrado escapar.

Sin embargo, había cometido un error de cálculo: Garuda. El hombre herido fue incapaz de resistirse al ave gargantuesca y ambos perdieron el importantísimo frasco y sacrificaron el ataúd para escapar de la muerte.

Por no hablar de la espada espiritual y la espada neblinosa que aún yacían en el suelo detrás de ella… Puede que el miembro de élite se hubiera escapado, pero ella había conseguido impedir que escapara con el poder del Rey Espíritu. Con suerte, este botín podría llevarlos a más secretos de Quimera Clausen.

“Los dos lo han hecho de maravilla.” Mira dio las gracias y despidió a sus invocaciones.

Luego, recogió ambas espadas y las colocó junto al ataúd.

Las espadas espirituales eran armas excelentes, pero esta, obtenida de la élite de Quimera Clausen, era un arma yin. Sin duda procedía de un espíritu sacrificado involuntariamente; ningún miembro de Isuzu querría usarla.

Lo que realmente despertó su interés fue la niebla negra.

Espada neblinosa, el gólem neblinoso… y el esqueleto de la capilla con la misma condición. Algo estaba pasando aquí.

Una maldición devoradora de espíritus, ¿no?

En la capilla, Wasranvel había calificado la niebla negra de maldición. ¿Significaba eso que alguien había maldecido al espíritu?

¿O se trataba de un fenómeno sin relación causal? ¿Y cómo pudo utilizarlo Quimera Clausen?

Se devanó los sesos, pero ninguno de los puntos conectaba, así que Mira abandonó esta línea de pensamiento. Lo más importante era la composición de la niebla. Sin ese conocimiento, el problema no tenía solución.

Mira se volvió hacia el ataúd. Estaba cerrado. En lugar de intentar abrirlo a la fuerza y destruirlo, lo mejor sería dejarlo en manos de un especialista.

Pensando en llevárselo a casa, Mira intentó asegurarlo para viajar. Pero parecía que este ataúd era un objeto que no podía colocarse en la Caja de Objetos. Intentó tirar del asa. No se movía.

¿Debería volver a convocar a Garuda y hacer que lo lleve? Pero justo cuando Mira se planteó la pregunta, el mundo ceniciento que la rodeaba cambió de repente.

“¡¿Qué está pasando?!”

Se giró confusa. Millones de partículas de luz brillaban en el cielo y, cuando se giró, una inmensa ciudad resplandeciente de arco iris se extendía tras ella. Más adelante, un palacio que brillaba como piedras preciosas se alzaba hacia el cielo. Era como una tierra de ensueño flotando en el espacio exterior.

“¿Estoy… muerta?”

¿Quién podría culparla por pensar así? Las motas de luz surcaban el cielo a la vez, creando innumerables haces. El espectáculo era casi inimaginable. Esta situación insondable hizo que incluso Mira se detuviera. Empezó a girar en círculos, confundida. Pero justo entonces, una voz habló:

“Supongo que te he asustado. Mis disculpas.”

La puerta del palacio se abrió. Tras ella se alzaba un hombre enorme, de aura imponente y aspecto llamativo; vestía ropajes blancos y doblaba con facilidad el tamaño de Mira.

“¿Qué está pasando aquí…?”

Al principio, Mira se quedó perpleja. Pero otra mirada le dijo todo lo que necesitaba saber. Sus sentidos, sus instintos, la situación… Se trataba del Rey Espíritu Symbio Sanctius, el soberano de todos los espíritus.

“Fui testigo de todo: de la hemorragia de mi poder y de tus esfuerzos por detenerla. En mi nombre, Symbio Sanctius, te doy las gracias de todo corazón.” El Rey Espíritu se acercó a Mira y se agachó para darle las gracias… aunque, incluso agachado, su rostro seguía estando una cabeza por encima del de la pequeña invocadora.

El Rey Espíritu le había dado las gracias. Aunque Mira estaba emocionada, hinchó el pecho, orgullosa como siempre. “Sólo hice lo que era natural.”

“¿Qué era natural, hm?” Murmuró alegremente.

Las palabras de Mira llevaban implícita la afirmación de que ayudar a los espíritus era lo natural. El Rey Espíritu esbozó una leve sonrisa mientras emitía una luz radiante.

“Oh, cierto. Tu poder está sellado aquí. Creo que debería devolvértelo.” Mira abrió el frasco cubierto de símbolos misteriosos y se lo ofreció al rey. La luz brotó. “¡Vaya! Increíble…”

Mira observó, asombrada, cómo la imparable corriente de luz llenaba el aire a su alrededor, como una cascada invertida. ¿Había tanto poder metido en este pequeño frasco?

En cuanto se calmó la corriente, el frasco se hizo añicos y desapareció. Entonces, las luces brotaron y se elevaron como estrellas fugaces hacia el Rey Espíritu.

“No esperaba menos del poder del Rey Espíritu.” Ante la visión, Mira recordó la bomba espiritual y se rio para sus adentros; estaba asombrada de que sus Señores Sagrados hubieran resistido semejante explosión.

“El poder regresó. Debo agradecértelo.”

Después de que el Rey Espíritu absorbiera toda la luz y volviera la tranquilidad, el cielo volvió a estar salpicado de estrellas. Abrumada por todo lo que había visto hasta entonces, Mira simplemente volvió a murmurar: “Sólo hice lo que era natural…”

“Por supuesto, por supuesto.” El Rey Espíritu sonrió. Veía a Mira con el cálido cariño de un abuelo. Al ver las bendiciones de los muchos espíritus que residían en Mira, el Rey Espíritu añadió feliz: “Parece que tú también eres querida por los míos.” Luego, como si recordara algo, añadió: “Oh, sí. Por algo te he hecho venir: Me gustaría ayudarlos en su lucha contra esos malhechores.”

“¿En serio?” Ella nunca podría haber soñado con tal oferta. El hombre del equipo de espíritus era fuerte, y blandía armas como la bomba de espíritus, que eran francamente injustas. Mira imaginaba que también tenía muchas otras armas que explotaban el poder de los espíritus. ¿Cuánto poder ocultaba Quimera Clausen? Contar con la ayuda del mismísimo Rey Espíritu sería una gran ayuda en la guerra contra ellos.

“Vi que usaste el poder de mi hija, ¿no?”

“¿Hm…? ¿Quién?” Mira nunca había oído que el Rey Espíritu tuviera una hija, pero hablaba como si fuera de dominio público.

“Sanctia. ¿Se conocen?”

“Hay que ver… ¡El otro día, sí! Pero sólo la recuerdo como un espíritu arma…”

Mira la había visto sólo como un espíritu de arma de una espada sagrada. Los espíritus de armas no eran más que espíritus que residían en armas, y por lo tanto eran esencialmente armas en primer lugar. Que existiera una relación entre Sanctia y el Rey Espíritu era sorprendente… y un poco desconcertante. ¿Acaso todos los espíritus eran sus hijos? Después de pensarlo, eso parecía lo más lógico.

Y, sin embargo, estaba equivocada.

“¿Recuerdas la espada sagrada en la que reside? Fue creada a partir del hueso de mi propio dedo. Ese fue el momento del nacimiento de Sanctia.” El Rey Espíritu mostró a Mira su mano izquierda. De hecho, su dedo meñique parecía un poco corto.

“Una espada sagrada hecha del mismísimo Rey Espíritu… Eso es asombroso.”

También era una conclusión mucho menos esotérica que a la que había llegado Mira. Estaba asombrada tanto por su relación como por la rareza de la propia espada sagrada. La cúspide de todos los espíritus

—quizás igual a un dios— había creado esa espada. Estaba muy por encima de cualquiera de las espadas sagradas o demoníacas que Mira conocía. No era sólo una espada sagrada, era una espada divina. No pudo evitar el asombro ante esta revelación.

“Normalmente, mi poder espiritual es algo que los humanos no pueden manejar. Pero como ya estás conectada a mi hija, que es una parte de mí, deberías poder controlar parte de él si combinas tu poder con el de ella.” En ese momento, el Rey Espíritu extendió su mano derecha. De repente, la ropa de Mira se desprendió de su cuerpo, como si se hubieran desabrochado todos los botones y broches.

“¡¿Eh?!” Mira jadeó ante la repentina sensación de estar completamente desnuda.

“Ahora recibirás mi bendición. Quédate quieta.” El Rey Espíritu puso la punta de un dedo en el pecho de Mira; un calor recorrió su cuerpo.

Rápidamente dejó de moverse y respondió: “¡Entendido! Se lo agradezco profundamente.”

La bendición de cada espíritu iba acompañada de un símbolo diferente que se grababa de forma invisible en el cuerpo del receptor. Esta no fue una excepción, y el Rey Espíritu grabó su símbolo en Mira. Pero una cosa era diferente: se extendía por todo su cuerpo desde el pecho, como raíces que se extienden en las profundidades de la tierra.

Mira contempló el símbolo y jadeó feliz: “Esto sí que está a otro nivel…”

El Rey Espíritu apartó la mano. “Con esta bendición, deberías poder usar mi poder tal y como reside en Sanctia. Será pesado hasta que te acostumbres, pero confío en que puedas manejarlo.”

Entonces, extendió la mano izquierda, y la ropa de Mira se levantó mágicamente y volvió a cubrirla.

“Por cierto, mi hija… ¿Cómo está? ¿Está bien?” El Rey Espíritu se enderezó y miró nerviosamente hacia abajo. A pesar de su enorme e imponente figura, su consideración era realmente la de un padre.

“Descansa tranquila. Está sonriendo y bendecida con amigos.”

Mira no vio ninguna razón para mencionar el hecho de que había estado atrapada por una niebla negra devoradora de espíritus hasta ayer mismo. Esa situación estaba resuelta.

“Ya veo. Bien, bien.” El Rey Espíritu sonrió aliviado y añadió: “Gracias.”

***

Mientras la conversación continuaba, Mira recordó algo. “Por cierto, tengo una pregunta para ti. ¿Te importa?”

“Por supuesto que no. Pregúntame lo que quieras.” Aceptó sinceramente el Rey Espíritu.

“Es… sobre la pelea de antes. La espada de ese hombre, su gólem… Tenían el poder de devorar espíritus. ¿Conoce la composición de esa niebla negra, Su Majestad?” Mira estuvo a punto de sacar el tema de la pelea en la capilla, pero desvió la pregunta hacia las herramientas del hombre de Quimera Clausen como ejemplo.

Cerró lentamente los ojos y respondió, como si viera en el pasado lejano: “En efecto, lo sé. Esa niebla es la emoción residual de los oni, un odio que perdura incluso después de la muerte.”

“¿Oni? ¿Quieres decir cómo…?” Mira sacó los dedos índice y los levantó como si fueran cuernos.

“Así es. Los oni tienen dos cuernos.” El Rey Espíritu se rio de su tonta imitación y luego le contó la historia.

Hace decenas de miles de años, los oni habían luchado contra los espíritus. Los oni devoraban y arrasaban la naturaleza de forma egoísta, multiplicándose y destruyendo la tierra con el paso del tiempo. Debido a su naturaleza, chocaban sin cesar con los espíritus y causaban problemas a cada paso.

Sin embargo, los espíritus llegaron a un acuerdo y las especies decidieron vivir separadas. Pero pronto, los oni rompieron su promesa y empezaron a robar a los espíritus sus hogares. El conflicto se agravó con el tiempo hasta convertirse en una guerra total entre onis y espíritus.

Obviamente, los espíritus habían salido victoriosos. Pero el final fue trágico. Se habían perdido grandes extensiones de naturaleza y el número de espíritus había disminuido terriblemente. Y por haber utilizado magia prohibida que interfería en el mundo natural, el propio Rey Espíritu había sido exiliado del mundo mortal.

En cuanto a los perdedores, los oni perdieron su fuente de alimento y se extinguieron.

“Pero sus sentimientos de odio perduran aún hoy como maldiciones.” Dijo el Rey Espíritu, concluyendo la historia.

“Oni, ¿eh? No sabía que tuvieran tanta historia…” Fue hace tanto tiempo, y a tal escala, que Mira se quedó asombrada.

“De todos modos, eso ya es pasado. Hablemos de la maldición en sí. El poder de Sanctia combinado con el mío debería ser capaz de eliminarla. Ahora es demasiado tarde, tal vez, pero me gustaría que la destruyeras si llegas a verla de nuevo en algún lugar. Serás recompensada.”

“¿Puedo hacer eso ahora? ¡Lo juro, me encargaré de ello!”

Al parecer, ella poseía las claves para derrotar la maldición anuladora de espíritus. Mira se alegró de esta buena noticia y aceptó encantada la tarea.

***

El Rey Espíritu se enfrentó a Mira y le dijo a modo de despedida: “Ahora, te dejo a mi parentela.”

“Por supuesto. Haré todo lo que pueda.” Respondió ella con firmeza, erguida y mirándole de frente.

Al final del día, mi hija tiene buen ojo, pensó para sí el Rey Espíritu.

Reconoció el amor de Mira por los espíritus.

Y añadió: “Por cierto. Vuelve cuando la bendición se haya asentado en ti.”

Aquellas palabras provocaron un cambio repentino en la actitud de Mira. Una vez que la bendición se haya asentado en ti… eso significaba que una vez que ella pudiera utilizar su poder al máximo. En los cuentos, esas palabras significarían que él le estaba prometiendo un mayor poder en el futuro.

“¡Vaya! ¡Desde luego que sí!” Dijo alegremente.

“Ahora pareces mucho más entusiasmada.” El Rey Espíritu pareció disfrutar de la repentina alegría que la invadió.

“Te lo estás imaginando, estoy segura de ello. Simplemente me encantan los espíritus.” Mira fingió ignorancia e hinchó el pecho.

El Rey Espíritu sonrió ante su acto de confianza y le alborotó suavemente el cabello. “Que nos volvamos a ver.”

El mundo volvió a cambiar: la habían devuelto a la puerta cenicienta.