Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 7

Capitulo 8: Atrocidad

Ante la Antigua Puerta del Anillo, en las profundidades del Corredor Ilusorio, Mira se enfrentó a una de las tres cabezas de Quimera Clausen.

Sus miradas se cruzaron y chispearon mientras se tanteaban mutuamente. En un instante, la batalla pasó de la quietud al movimiento. Tres Caballeros Oscuros aparecieron para rodear al hombre y blandieron sus espadas al unísono. Mira había utilizado la invocación simultánea.

Aunque algo nervioso por la velocidad de su invocación, el hombre atrapó todos los golpes con su propia espada. A continuación, sacó otra espada de su cadera y atravesó a todos los caballeros de un solo movimiento.

“Eres bastante rápida.” Dijo el hombre, envainando de nuevo su segunda espada mientras los Caballeros Oscuros se dispersaban como la niebla. “Lástima por ti; los gólems no son los únicos que pueden cortar espíritus.”

Mira echó un vistazo a la espada, que también estaba cubierta por la niebla negra que se retorcía.

“Otro tema más para el interrogatorio.” Miró con odio al hombre. La niebla negra y Quimera Clausen se oponían a los espíritus, y Mira estaba segura de que había algún vínculo profundo entre ellos.

“De nuevo, sabes que no voy a contestar nada.”

Sonrió con jactancia y volvió a levantar su espada espiritual. La blandió hacia abajo, golpeando directamente a Mira. El arco de la espada brilló en rojo y escupió fuego. Una tormenta de rojo deslumbrante borró su visión. Mira volvió a defenderse con un Caballero Sagrado y, entre las llamas, activó un hechizo en un lugar de invocación que había fijado con antelación.

Un Caballero Oscuro apareció y blandió su espada contra el hombre desde su punto ciego mientras preparaba su ataque de seguimiento.

“Otra vez lo mismo, ¿eh?”

Tal vez gracias a su equipo espiritual, el hombre se percató de la presencia del Caballero Oscuro sin siquiera mirar y esquivó con un leve giro de su cuerpo. Desenvainó rápidamente su espada empañada y atravesó el torso de la invocación de un solo golpe.

La niebla convirtió en polvo al Caballero Oscuro. Pero antes de que el hombre tuviera la oportunidad de retroceder de su golpe, una gran espada negra se abatió sobre su brazo extendido. Había sido programada exactamente para el momento en que se estiraba, sin darle oportunidad de evadirla.

La hoja tocó su brazo con un thud sordo y metálico, y la espada desapareció como una ilusión antes incluso de que el ruido dejara de resonar. Debería haber sido un golpe directo. El hombre miró el punto en el aire mientras volvía a enfundar la espada.

“¿Acabo de ver un brazo aparecer de la nada? Estás llena de sorpresas, ¿verdad?” Parecía que su guantelete, infundido con poder espiritual, era lo bastante fuerte como para defenderle totalmente de un golpe del Caballero Oscuro.

Después de que las llamas desaparecieran, Mira se paró junto a su semidestruido Caballero Sagrado, miró el brazo del hombre y murmuró: “Ni siquiera un rasguño, ¿eh? Estás dañando mi confianza.”

A pesar de sus palabras, la intrépida sonrisa permanecía en su rostro.

El hombre cambió de postura para mostrar su brazo ileso y le devolvió la sonrisa. “No eres quien para hablar.”

“¿Verdad que soy linda?” Mira se puso una mano en la mejilla e hizo una pose.

“Linda, pero no eres mi tipo.” Espetó el hombre y se movió para continuar su ofensiva.

“Oh, por favor.”

Era sorprendentemente ágil para llevar una armadura pesada. Mira respondió a su ataque con repetidas invocaciones del Caballero Oscuro, pero rechazó el interminable y omnidireccional asalto de grandes espadas mientras se acercaba a Mira. Para ser un mago, tenía una sorprendente variedad de técnicas físicas.

En un abrir y cerrar de ojos, llegó ante Mira. Su última línea defensiva esperaba: tres Caballeros Oscuros.

“¡¿Tienes maná ilimitado o algo así?!”

“¿No te gustaría saberlo?” Estos Caballeros Oscuros se movían de forma diferente. En lugar de atacar a la vez, lo rodearon y mantuvieron una distancia prudente antes de comenzar un ataque en oleada.

Sin embargo, también se enfrentó a esto con facilidad. Su espada espiritual repelió la primera gran espada, y cortó al Caballero Oscuro por la mitad con su espada neblinosa. Luego echó el brazo hacia atrás para derribar a otro que se acercaba por detrás.

Dos habían caído en poco tiempo. Sólo quedaba un Caballero Oscuro.

Lanzó un golpe descendente con toda su potencia. El hombre lo atrapó fácilmente con su espada espiritual y se tensó, mientras con la otra mano sujetaba la espada neblinosa.

Se oyó un estridente sonido desgarrador y la luz centelleó al chocar metal contra metal. Era el poder de Sanctia: el último Caballero Oscuro no empuñaba una gran espada oscura, sino una espada sagrada invocada.

“¡¿Qué?!”

El poder de la espada sagrada arrancó la hoja espiritual de su agarre y desató una luz deslumbrante que le robó la visión. En ese momento, se abrió un agujero en sus férreas defensas. La facilidad con la que había despachado a los Caballeros Oscuros de Mira, y su incapacidad para hacerle daño, le habían hecho confiar demasiado.

“Bien, creo que sería mejor que cerraras esa boca tuya.” Dijo Mira.

El hombre se obligó a abrir los ojos deslumbrados. Pero Mira ya no estaba ante él, y su voz sonaba borrosa y distante.

Sabiendo que ahora estaba en desventaja, el hombre adoptó una postura defensiva. Estaba preparado para un ataque combinado del Caballero Oscuro, o quizá para algo peor. Fuera lo que fuera, su armadura probablemente podría resistirlo sin un rasguño, pero aun así se mostró cauteloso.

Pero esa cautela sería su perdición.

Mira se había colocado a su alcance justo delante de él. Agazapada en una postura baja, miró al hombre con sus brillantes ojos dorados y una sonrisa en su pequeño rostro.

“¡Una sorpresa más, sólo para ti!” Mira abrió las piernas y bajó el centro de gravedad. Clavó su palma derecha abierta en el torso del hombre.

[Artes Inmortales Hereditarias: Molino de Viento Menguante] Un poderoso viento se levantó como una explosión.

“¡¿Qué?!”

El aire se agitó como un tornado lateral, envolviendo al hombre y haciéndole volar hasta estrellarse contra el suelo con cada torbellino.

Mira había creado un torbellino con sus manos. Rugía y se enfurecía como un dragón mientras avanzaba a toda velocidad, arrasando todo lo que tocaba. El brazo de Mira no era una excepción.

¿Tanto duele? La herencia es realmente problemática…

Mira se observó el brazo ensangrentado y arrugó la frente por el intenso dolor.

La Herencia Inmortal era especial incluso entre las Artes Inmortales. Mira era fuerte, pero ni siquiera ella podía suprimir las secuelas del gasto de maná que también la llevaban a herir al usuario.

Pero los efectos fueron increíbles. Se había preparado para el dolor y luego desató un viento tan bárbaro que, cuando desapareció, dejó tras de sí una línea recta de innumerables marcas de garras excavadas en el suelo.

“Ngh… No esperaba eso…”

Tras ser zarandeado por los crueles vientos, el hombre había sido empujado contra la escalera destruida. Apoyó una mano en el borde y consiguió ponerse en pie, pero su expresión estaba deformada por la agonía mientras se levantaba.

“Parece que ha funcionado, ¿eh?” Mira se jactó mientras recogía la espada neblinosa del suelo y la arrojaba detrás de ella.

Su armadura era lo bastante fuerte como para bloquear por completo incluso los golpes de un Caballero Oscuro. Dado que también había bloqueado el rayo de Pegaso, debía de tener una resistencia elemental bastante fuerte. Sus defensas no tenían parangón.

Sin embargo, no había enemigo que pudiera hacer frente a un Sabio sólo con la defensa. Incluso con la armadura más dura —especialmente con la armadura más dura—, ser golpeado contra el suelo una y otra vez conllevaría inevitables traumatismos contusos.

“Ups. Parece que han terminado las cosas por ahí.” Mira observó justo a tiempo para ver cómo Pegaso pateaba y destrozaba el gólem enemigo con unas patas que echaban chispas.

“¿Cómo ha pasado esto…? ¿Me he vuelto demasiado codicioso y he perdido la oportunidad de escapar?”

El sonido del gólem haciéndose pedazos llenó el aire. El hombre debía de estar malherido; renunció a intentar mantenerse en pie y observó de reojo cómo el gólem volvía a la tierra. Luego volvió los ojos hacia Mira, en ellos una mezcla de asombro y odio.

“Con tanto equipo defensivo, difícilmente se le puede culpar por ponerse un poco engreído.” Dijo.

Tras hacerse con la victoria, Pegaso corrió hacia Mira mientras esta caminaba. Cuando vio su brazo, herido por el retroceso de su hechizo, se asustó y desplegó sus alas, envolviéndola en luz curativa.

“Estoy bien. Gracias.” Dijo Mira a Pegaso. “Aunque esto tampoco está mal.”

Recogió la espada espiritual del hombre con su brazo curado mientras lo miraba con desprecio. La arrojó detrás de ella.

“Demasiado engreído, ¿eh? Tal vez sea así.”

Así que Mira también tenía habilidades curativas. El hombre rio impotente ante su versatilidad y se esforzó por subir las escaleras, donde tomó el frasco y miró en su interior.

No es mucho… pero tendrá que servir. Al menos puedo usarlo como núcleo. Es hora de informar de un cambio de planes.

El hombre guardó el frasco en una bolsa que llevaba en la cadera mientras pensaba en su siguiente movimiento: ¿cómo iba a salir de esta situación? Extendió la mano derecha y el maná comenzó a acumularse en su palma. El gólem caído empezó a levantarse de nuevo.

“¿Qué es esto? La forma es diferente.” Reflexionó Mira.

El gólem era más bestial que humano. Pero no tenía colmillos y sus patas eran delgadas; no parecía muy poderoso.

¿Qué estará tramando? Se preguntó Mira. Mientras Pegaso miraba al gólem con recelo, este caminó a cuatro patas hacia el hombre.

“Después de todo, recuperar esto es nuestro objetivo.” Murmuró. El gólem se introdujo en el ataúd junto a la escalera destruida. Rápidamente cerró la tapa, levantó el ataúd y se puso en pie tambaleándose.

“Parece que te estás preparando para irte. ¿Crees que te dejaré salir de aquí tan fácilmente?”

La Antigua Puerta del Anillo estaba rodeada por una pendiente de cinco metros de altura. Mientras avanzaba hacia ella, Mira activó su Ojo de Demonio.

Eso es… El hombre estaba temporalmente aturdido. Entiendo. Será mejor que me dé prisa. Maldición, ¿Isuzu siempre ha tenido un monstruo como ella? ¿Hay alguna forma de que pueda salir de aquí de una pieza?

El poder maldito desatado por el Ojo de Demonio de Mira fue amortiguado por la armadura reforzada con espíritus, pero aun así se filtró gradualmente y privó al hombre del control sobre su propio cuerpo.

Tras darse cuenta de lo que le ocurría, el hombre miró al cielo como si se rindiera. Luego, dio un paso adelante.

“¿Y bien? Si vas a huir, ahora es tu oportunidad.” Dijo Mira.

Sacó un tubo plateado de su cinturón y se lo mostró a Mira. No había amenaza en su rostro, sino la trágica compostura de alguien decidido a llevar a cabo un acto final.

“¿Qué es eso?” Mira se detuvo en seco ante su inescrutable determinación y se centró en el tubo. Era del tamaño de un pulgar y de su extremo colgaba un largo cordón.

“Llamémoslo mecha.” El hombre sonrió. Pellizcó la cuerda con la punta de los dedos y fingió tirar de ella como diciendo: No te acerques más.

“¿Una mecha? Sin explosivos, no hará gran cosa.”

Mira sabía algo de este tipo de cosas gracias a sus contactos o, mejor dicho, porque Solomon la había obligado a asistir a una exhibición de material militar en una ocasión.

Las mechas sólo eran amenazadoras cuando se combinaban con explosivos. Mira miró al hombre de arriba abajo con desconfianza, comprobando si llevaba algo encima.

La reacción de ella le hizo sonreír aún más.

“Oh… tengo explosivos.” Volvió los ojos al suelo y agarró la mecha para dar énfasis antes de continuar: “Este lugar está lleno de gotas del poder del Rey Espíritu… y esto es la mecha de una bomba espiritual.”

La confianza era evidente en su rostro; esta bomba debía de ser especialmente potente.

“¿Una bomba espiritual…?” Mira frunció el ceño y la mirada mientras empezaba a imaginarse lo peor.

“Sí. Hace lo que estas imaginando.” Sus labios se curvaron aún más al saborear la reacción de Mira y añadió en tono provocador: “Es una bomba hecha con el poder de un espíritu o con el espíritu mismo.”

Eso no fue sólo malo… fue una atrocidad.

“¡No es momento para bromas!” Gritó Mira, indignada con quienes trataban la vida de los espíritus con tanta ligereza, como si fueran meras herramientas.

El éxtasis apareció en el rostro del hombre. Se rio burlonamente mientras tiraba deliberadamente de la cuerda.

“¡Siente su poder por ti misma!”

Antes de que Mira pudiera moverse para detenerlo, golpeó la mecha contra el suelo. El tubo de plata rebotó con un estruendo y explotó en un pequeño fuego artificial. En un instante, Mira invocó por reflejo a tres Caballeros Sagrados y los transformó en Señores Sagrados, su mejor defensa instantánea.

A medida que el aire se condensaba, sólo podía oír el zumbido en sus oídos mientras su visión se teñía de blanco.