Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 1

Historia Extra: La Canción de Cuna de un Latido

Rishe trabajaba rápida y diligentemente en una alcoba del palacio principal. Era media tarde, pero las gruesas cortinas azul marino mantenían la habitación en penumbra. Estaba preparando el entorno perfecto para un sueño tranquilo.

He encendido algunos aceites perfumados calmantes y la temperatura de la habitación parece estar bien. Hay demasiada luz para dormir, pero estoy segura de que no molestará mucho con el toldo cerrado.

Sin embargo, no estaba preparando estos aposentos para ella. Miró al dueño de la habitación y sonrió. “Ahora bien, Alteza. Descanse cuanto necesite. Yo me quedaré todo el tiempo que quiera.”

Desde la cama, Arnold frunció el ceño.

El día anterior, Rishe había sido secuestrada y encarcelada por Theodore, pasando la noche en vela. Los dos hermanos habían conseguido arreglar algunas de sus diferencias, y ella se había quedado dormida del alivio.

Al despertarse hacía unos treinta minutos, se enteró de que Arnold había estado despierto incluso más tiempo, permaneciendo a su lado todo el tiempo. Ella le había dado las gracias y había instado a Arnold a que también descansara, pero entonces él la había sorprendido diciéndole: “Me quedaré despierto hasta el anochecer.”

Rishe se quedó estupefacta ante su desprecio. “¡Pero si llevas levantado casi dos días! No me digas que tienes un montón de trabajo de ayer.”

“Oh, terminé todo eso mientras dormías.” Dijo, tan despreocupado por los asuntos importantes de estado. Si no tenía que trabajar, ¿por qué no iba a descansar?

Cuando Rishe le preguntó, respondió: “Porque no puedo dormir durante el día. Puedo oír a todo el mundo moviéndose por el palacio. Puedo sentirlos.”

Sabía a qué se refería: ella misma lo había sentido antes. En el campo de batalla, tus sentidos se agudizaban y te sentabas como un rayo ante la menor presencia.

Pero eso era sólo en el campo de batalla, reflexionó Rishe.

Rishe tenía conocimientos de boticario, y no podía dejar que se quedara despierto todo el día porque no podía conciliar el sueño. Sobre todo porque era por su bienestar que se había mantenido despierto. Tenía que devolverle el favor.

“Alteza.” Le dijo. “Por curiosidad, ¿le resulta más fácil dormir en una habitación con una luminosidad constante que en otra en la que las luces se encienden y apagan incesantemente?”

“Bueno, sí. Supongo.”

“Detectar una presencia debería ser lo mismo. Detectar a alguien moviéndose a distancia impide que un espadachín salga de su letargo. Pero si alguien permanece cerca, ahogará a todos los demás y hará más fácil conciliar el sueño.” Rishe se llevó una mano al pecho mientras hablaba. “Por lo tanto, te adormeceré.”

Tras un largo silencio, Arnold dijo: “¿Qué?”

Y ahora aquí estaban. Arnold yacía en la cama, apretándose una mano en la frente y diciendo: “Eres extremadamente extraña.”

“¿Debo recordarte que accediste a cumplir mis deseos cuando te me declaraste? Me estoy aprovechando de tu amabilidad por el bien de tu salud.” Su orgullo de boticaria estaba en juego.

Arnold abrió la boca para discutir, pero al parecer se lo pensó mejor y volvió a mirar el dosel. Rishe colocó una silla junto a la cama y se sentó en ella.

“¿Y bien? ¿Puedes sentir a alguien a distancia ahora?”

Arnold se quedó pensativo. “Tienes razón en que me centro en ti y en nadie más, sí.”

Bueno, de repente eso hace esto más incómodo.

Pero al menos su táctica funcionó. Los aceites perfumados probablemente también ayudarían.

“Cierra los ojos y duerme.” Le dijo en un susurro. Para su sorpresa, Arnold obedeció.

Rishe se quedó lo más quieta posible para no molestarle. En su quinta vida, se le había dado bien permanecer sentada sin moverse durante mucho tiempo.

Esperaba que al menos pudiera echar una cabezadita. La suave fragancia de los aceites y una habitación tranquila y en penumbra. Una cama digna de la realeza. Debería haber sido un entorno más que adecuado para alguien que había pasado la noche en vela.

Pero treinta minutos después, Arnold dejó escapar un suspiro. “¿No sirve?”

“Es lo mismo de siempre.” No sonaba somnoliento en absoluto.

“¿No estás lo suficientemente cansado para dormir? Tu respiración suena más lenta de lo normal.”

“Prefiero hacer algo productivo que quedarme tirado perdiendo el tiempo.”

“No, no. No puedes levantarte.” Volvió a presionar a Arnold contra la cama.

Seguro que es porque no puede dejar de pensar. Es difícil dormirse cuando el cuerpo está cansado, pero la mente sigue ocupada. Tengo que encontrar alguna manera de distraerlo.

Los pacientes necesitaban descansar. Su antiguo profesor la habría regañado si le hubiera permitido marcharse.

Se lo pensó un momento antes de preguntar en voz muy baja: “¿Me tumbo un rato a tu lado?”

Arnold pareció brevemente molesto, pero aceptó. No iba a rendirse todavía, por el bien de ella. Aliviada, Rishe se subió y se tumbó a su lado. La cama era blanda y no crujió en absoluto cuando ella rebotó en ella. De repente, Arnold estaba muy cerca y los dos se miraron.

“Perdóname.” Dijo Rishe, extendiendo lentamente la mano en busca de los latidos del corazón de Arnold. Le acarició el pecho.

Pat, pat. Pat, pat. Ella siguió. “¿Qué demonios estás haciendo?”

“Es un método relajante. Simulas un latido.” Lo había hecho antes con las hijas pequeñas de la familia a la que servía como criada. “Ayuda a los bebés a dormirse.”

“Bebés.” Repitió Arnold.

Se hizo el silencio entre ellos, dando a Rishe tiempo para reflexionar que comparar a su prometido con un bebé era un poco grosero.

Pero él sólo la miraba. “Eres la única persona que se atrevería a tratarme así.” La ternura de su voz encendió un pequeño fuego en su corazón, un calor que se extendió por su pecho.

¿Qué es esta sensación? Se preguntó. Pero ahora no era el momento de interrogarla.

El príncipe estaba tumbado boca arriba con los ojos cerrados. Al contemplar su hermoso perfil, se dio cuenta de que podía verle la nuca. Arnold solía llevar el cuello de la camisa abotonado, pero ahora llevaba ropa holgada y sus numerosas cicatrices estaban a la vista.

“Si tienes tanta curiosidad, no te lo impediré.”

Incluso con su permiso, dudó. Suavemente, tocó las cicatrices con la punta de los dedos. Ya las había tocado antes, en la fiesta, con unos guantes finos. Sentirlas ahora confirmaba lo que ya sabía. Cicatrices profundas y nudosas.

Justo antes de morir en su última vida, había podido asestar un solo golpe a Arnold porque el tejido cicatricial de su hombro ralentizaba el movimiento de su brazo. Era su única debilidad.

A pesar de eso, anoche se quitó la chaqueta que usa para esconderlas. Me la dio.

Rishe y Theodore habían sido los únicos allí, pero nunca se sabía dónde acechaban los enemigos. Había confiado en ellos.

Arnold seguía con los ojos cerrados. Incluso en la penumbra de la habitación, su perfil era impecable. No sólo su rostro: su prominente nuez de Adán, su clavícula. Las cicatrices no estropeaban su belleza en absoluto.

Parece una obra de arte, pero es de carne y hueso.

¿Por qué estaba tan dispuesto a dejarla tocar una parte que sabía que podría usar contra él? Era lo único en lo que podía pensar mientras acariciaba las cicatrices con la suave yema de un dedo.

“Hey.” Le agarró la muñeca con una mano grande. “¡Oh!”

No le apretaba la muñeca, pero fruncía el ceño. “¿Qué quieres…?”

“Lo siento. ¿Te estaba haciendo cosquillas?” Dijo, aunque se sentía extrañamente reacia a dejar de hacerlo.

La expresión de Arnold fue brevemente conflictiva, antes de sonreír. “Supongo que debería haberme dejado los guantes puestos.”

“¿Qué? ¿Por qué?” Estaba a punto de dormirse. ¿Por qué iba a necesitar guantes?

Arnold se inclinó cerca y susurró: “Entonces también podría tocarte.”

La cara de Rishe ardía. “¡Los guantes no son una escapatoria, y lo sabes!”

Arnold esbozó una sonrisa. “Sólo bromeaba.”

Entonces le soltó la muñeca. La había sujetado por encima de la manga del vestido, cumpliendo su promesa de no tocarla.

Es tan honesto. O tal vez “fiel” es la palabra.

¿Dónde dejaba eso a Rishe? Era injusto que pudiera tocarle sin reciprocidad. Tras un momento de contemplación, se llevó la mano a la fina cinta del cuello de la camisa y tiró de ella. Luego miró a Arnold. “Toma, adelante.”

Arnold sonrisa se deslizó de su rostro. “¿Adelante qué?”

“Te toqué el cuello, así que pensé… lo justo es justo.” Explicó Rishe rápidamente.

Era sólo piel, pero desnudarla intencionadamente ante él la hacía sentirse, bueno, expuesta. Pero era lo correcto.

“N-No creo que sea ninguna compensación.” Se quedó mirando las sábanas en lugar de a él. “Pero siéntete libre de vengarte.”

En silencio, Arnold se echó la mano a la espalda y tomó una de las numerosas almohadas de la cama. La colocó sobre la cabeza de Rishe.

“¡¿Mmph?!”

“¿Qué es lo que te propones?”

“¡Oye! ¡Espera! Su Alte—” Él presionó para ahogar sus protestas. No la estaba asfixiando, pero le estaba revolviendo el cabello. “¡Su Alteza!” Ella finalmente tiró la suave almohada y jadeó.

El apuesto rostro de Arnold estaba allí. Estaban lo suficientemente cerca como para que sus narices se tocaran.

Se rio entre dientes. “Esa expresión es compensación más que suficiente.”

“¿Eh?” ¿Qué cara había puesto? No tuvo fuerzas para preguntar.

Ella continuó mirándolo, viendo el placer escrito en su cara.

“Qué raro eres. Estar cerca de mi cara te molesta, ¿pero meterte en mi cama para dormir a mi lado no?” Señaló con calma.

Poco a poco se fue dando cuenta de lo incómodo de la situación. Estaba perdiendo el control de la escena. “Es que…” Dudó. “Quería usar un hechizo contigo.”

“¿Un hechizo?”

Rishe asintió, respiró hondo y se acercó a Arnold, que yacía sobre las suaves sábanas. Empezó a darle palmaditas al ritmo de los latidos del corazón. Hacer esto a un niño le recordaba el latido del corazón de su madre en el vientre materno y le tranquilizaba.

“Este palacio no es un campo de batalla. Es tu casa, ¿verdad?” Ella no lo conocía bien. Por lo que ella sabía, Arnold podría ver el palacio como un teatro de guerra. Pero la idea de que ni siquiera pudiera relajarse en su propio dormitorio la entristecía. “Sólo quiero ayudarte a dormir.”

Arnold no respondió.

Rishe no recordaba el tiempo transcurrido entre que se quedó dormida en el tejado y se despertó en su cama, pero recordaba el miedo que sintió cuando se le fueron las fuerzas, cortado por el alivio de encontrar a Arnold a su lado, velando por ella mientras dormía.

En ese momento, se sintió segura.

Quería devolverle la paz como fuera. Aunque fuera una batalla perdida.

Arnold siguió mirando a Rishe mientras ella reflexionaba. “En ese caso…” Le apartó un mechón de cabello de la mejilla, con cuidado de no tocarle la cara. “Tendrás que quedarte aquí conmigo hasta que me duerma.”

Rishe le devolvió la mirada. “¿Estás seguro de que no seré una molestia?”

“Puedo concentrarme sólo en ti si estás aquí, ¿verdad?” Lentamente, Arnold volvió a cerrar los ojos, con la voz ronca por el cansancio. “Prefiero tu presencia a estar solo.”

Rishe sonrió. “De acuerdo.”

Después no dijo nada, sólo siguió latiendo el corazón con la palma de la mano. Muy pronto, la respiración de Arnold se hizo larga y profunda.

Su apacible respiración era tan agradable que ella también se quedó dormida.

-FIN DEL VOLUMEN 1-