Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 1

Capitulo 5: ¿Y Ahora Qué?

Parte 4

“¡¿Hermana?!” Gritó Theodore mientras Rishe se desmayaba.

Arnold la tomó en el momento en que se quedó sin fuerzas. Theodore se levantó de un salto, se secó las lágrimas con el puño de la manga y se acercó a toda prisa.

“¡¿Está bien?! Antes se tropezó, pero…”

Un guardia le había dicho que se había desmayado en cautiverio. Él lo había tomado por un acto. La posibilidad de que no lo hubiera sido le llenó de horror. “Oh, no. No me digas que es porque la encerré.”

“No, no es el caso.” Su hermano parecía extrañamente tranquilo mientras miraba a Rishe en sus brazos y murmuraba: “Sólo está durmiendo.”

“Espera, ¿en serio?” Echó un vistazo más de cerca. Efectivamente, parecía que acababa de dormirse. “¡¿Precisamente ahora?!”

¿Quién demonios podría dormirse en una situación así? Theodore se quedó atónito, pero su hermano se limitó a reír. Nunca había visto una expresión así en la cara de Arnold, pero no le dolió tanto como esperaba. Le pareció curioso este cambio en su corazón.

“Theodore.”

La voz de su hermano le sacó de su ensueño.

“Tienes un carruaje preparado en alguna parte, ¿verdad?”

“Claro que sí.” No pudo evitar su acritud: no estaba acostumbrado a hablar con Arnold. “Me está esperando no muy lejos. Iré a buscarlo si tú la llevas.”

“Gracias.” Arnold levantó fácilmente a Rishe en ambos brazos. “La llevaré a descansar abajo hasta que llegue.”

“De acuerdo.” Theodore asintió, secándose las lágrimas frescas que amenazaban con derramarse. Era tan extraño ver a su solemne hermano sostener a alguien en brazos.

Ahora, solo en la azotea, murmuró para sí: “Mi hermano cuenta conmigo para hacer algo.”

Le escocía la mejilla donde Arnold le había abofeteado, pero tenía el pecho caliente.

No puedo quedarme parado.

Después de todo, no podía desaprovechar esta preciosa primera vez.

Theodore se levantó y se dirigió a las escaleras, persiguiendo las horas hasta el amanecer.

***

Cuando Rishe abrió los ojos, se encontró en una zona iluminada por el sol.

Para ser más precisos, estaba en una cama bañada por la luz. Envuelta en sedosas sábanas sobre un mullido colchón, se sentía como en un sueño. A lo lejos, oyó el reconfortante rasguño de un bolígrafo. Lo escuchó, sintiendo sueño de nuevo.

Espera, ¿un bolígrafo?

Al final, la extrañeza se apoderó de ella y se levantó. Arnold estaba sentado trabajando en el escritorio. ¿Eh?

Arnold detuvo el bolígrafo y le dedicó una sonrisa divertida. “¿Oh?

¿Por fin estás despierta?”

“¿Príncipe Arnold?” Rishe se incorporó de un salto, con las manos detrás de la cama mientras miraba a su alrededor.

“No tienes que levantarte. Siéntete libre de dormir un poco más.

Sólo has dormido medio día.” “¿Medio día? ¿Qué quieres decir?”

Ésta era su habitación en el palacio independiente, no cabía duda. Para evitar que se tambalease, Arnold le explicó: “Te desmayaste en la azotea de aquel edificio. Te traje aquí en el carruaje de Theodore, y no podía dejarte sola después de todo aquello. Tus criadas no sabían lo que había pasado; no habrían sabido cómo cuidarte.”

“E-Espera, ¿no me digas que has estado aquí todo el tiempo? ¿Has dormido algo?”

“Igual habría estado despierto. Tenía trabajo que terminar.”

“¡Siento mucho haberme desmayado!” Rishe se inclinó lo mejor que pudo desde una posición sentada. Al hacerlo se dio cuenta de que llevaba un camisón en lugar de su vestido roto.

Espera, ¿por qué llevo esto? ¿Quién me ha cambiado la ropa?

“No te preocupes. Hice venir a la criada. Elsie, creo que se llamaba.”

Rishe suspiró aliviada, ni siquiera molesta porque hubiera hecho su habitual lectura mental. Vio cómo Arnold se levantaba y se acercaba a la cama.

“¿Cómo te encuentras?” Preguntó con dulzura.

Tenerlo a él y a su atractivo rostro tan cerca la hacía sentirse cohibida. “Ya estoy bien. Siento ser una molestia.”

“No me importa mientras te recuperes.”

Arnold le tendió una carta. Rishe la abrió y encontró una letra familiar: debía de ser de Theodore.

Querida hermana,

Me gustaría disculparme por las cosas terribles que hice. Son demasiadas para contarlas, pero haré lo que pueda. Juro que algún día pagaré mi deuda contigo, y te prestaré la ayuda de la gente de los barrios bajos. Si puedes dar a la gente de los suburbios un lugar al que pertenecer, entonces podrás contar con nosotros siempre que nos necesites. Más te vale estar agradecida.

Rishe sonrió irónicamente. Agradecía la oferta, pero prefería no encontrarse nunca en situación de necesitar ayuda.

P.D. Gracias.

Rishe trazó las letras con la punta del dedo. “Usted y el Príncipe Theodore tuvieron una charla, ¿no?”

Arnold frunció el ceño. “¿Qué te hace decir eso?”

“Si no lo hubieran hecho, no serías tú quien me entregara esta carta.”

Arnold no dijo nada, pero su falta de negación le hizo estar segura de que tenía razón. La carta la tranquilizó, al menos por ahora. Tal vez era un pequeño cambio en esta vida con respecto a las seis anteriores, que reducía la distancia entre los dos hermanos. No pudo evitar que la sonrisa de felicidad se dibujara en su rostro.

“¿Por qué sonríes así?” Preguntó Arnold.

“Estoy encantada. ¿Por qué no querría que mi marido estuviera en buenos términos con su familia?”

“A veces pienso que eres la mujer más extraña que he conocido.” Dijo Arnold, con los ojos bajos y la boca más suave que de costumbre.

Eso también la alegró. De hecho, estaba muy contenta con todo este giro de los acontecimientos.

Arnold volvió a levantar la vista. “Olvidé mencionarlo. Piensa en algo que quieras. Un castigo.”

“¿Un qué?” ¿Quería… comprarle algo?

“Volvía a romper mi promesa.” Dijo. “Te toqué.” “¿Eh?”

“En la fiesta me diste permiso para tocarte con guantes, pero esto era diferente.”

¿De qué estaba hablando? Rishe ladeó la cabeza, perpleja. Siempre llevaba guantes negros. Ahora mismo los llevaba puestos.

Finalmente, se dio cuenta. “Oh.” Estaba hablando de aquella noche de hacía una semana en la capilla. Arnold llevaba guantes, pero no la había tocado con las manos.

La cara de Rishe ardía. Me tocó con los labios.

“¡No necesito nada!” Nerviosa, se arrebujó en las sábanas para ocultar su rostro. La sonrisa de Arnold se volvió claramente socarrona.

“Podrías decirme por qué…” Se interrumpió. “¿Por qué hice eso?”

“¡No importa!”

Quería saberlo, pero no podía evitar negarlo. Aquella noche le había puesto cada vez más nerviosa. La noche anterior había sido aún más difícil. Había decidido hablar con Theodore, pero se había quedado helada al ver a Arnold. Se sintió aliviada cuando él actuó como si no hubiera pasado nada fuera de lo normal.

¡¿Quizás no significó nada?! ¿O quizás sí? No lo sé. Y por eso me he esforzado tanto en no pensar en ello.

“Rishe.”

“¿Y ahora qué?” Rishe reveló sólo sus ojos para mirar.

Arnold se rio entre dientes. “Siento todos los problemas que causó mi hermano.”

Rishe apenas podía creer lo que estaba oyendo. Palabras pronunciadas por un verdadero hermano mayor que sentía responsabilidad y compasión por su hermano. Le hubiera gustado que Theodore lo oyera.

Rishe negó con la cabeza. “No ha sido ninguna molestia. Pronto también será mi hermano pequeño.”

Arnold pareció brevemente sorprendido, luego complacido. “Es verdad.”

“Mm-hmm.”

El sofoco había desaparecido, pero el corazón de Rishe seguía latiendo con fuerza. La sensación era extraña. No sabía si le gustaba.

En el gran esquema de las cosas, hoy podría ser trivial. Pero con esas pequeñas cosas, una tras otra, cambiaría el futuro.

O eso rezaba.

***

Esa noche, el ayudante de Arnold, Oliver, se frotó la frente consternado mientras el príncipe resumía los acontecimientos del día. “Así que, todo lo que ha pasado realmente es que el Príncipe Theodore se ha convertido en aliado de Lady Rishe.”

“¿Y eso te preocupa?”

“Sabes que sí.” Cuando Arnold no respondió, Oliver bajó la voz a un murmullo. “Tu hermano no es un príncipe cualquiera. Es un rey por derecho propio para la clase baja, todos aquellos que coquetean en los límites de la legalidad y la traición.”

“Eso parece.”

“Es más, las jóvenes del palacio adoran a Lady Rishe. Y ahora también tiene conexiones con la Compañía Comercial Aria, que ha extendido su influencia por todo el mundo. Tiene a los sirvientes, un gremio, a tu hermano y a la gente que él manda.” Oliver contó con los dedos de las manos las conexiones personales que su futura princesa heredera había establecido en las escasas semanas que llevaba en Galkhein. “¿Qué otra cosa podría estar haciendo aparte de construir su facción?”

Una facción que, con el tiempo, podría convertirse en una amenaza.

Arnold no parecía preocupado. “¿Y qué? Prefiero esto a que mi futura esposa se encuentre sola y desamparada.”

“Pero Su Alteza…” Oliver se mordió la súplica. Si Arnold lo permitía, tenía sus razones. Resignado, Oliver lanzó un suspiro. “Muy bien. Todo será como usted quiera. Además, ha llegado algo para ti.”

Le entregó la carta al príncipe. Arnold hizo una mueca al ver la impresión en el sello de lacre antes de romperlo y echarle un rápido vistazo. Gruñó y se la devolvió. Oliver se inclinó reverentemente al aceptarla y examinó rápidamente su contenido. Era una misiva de una persona importante de un lugar lejano.

“Oh Dios.”

La carta se abría con unas palabras de felicitación al Príncipe Heredero Arnold por su compromiso matrimonial, rogando indulgencia por la imposibilidad del escritor de asistir a la ceremonia de boda en los próximos meses. En su lugar, el autor de la carta tenía la intención de visitar Galkhein antes de la ceremonia, con un regalo.

¿Y ahora qué? Oliver se frotó las sienes. Más problemas, eso es. 

Continuará…