Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 1

Capitulo 4: Cinco Hombres Caídos A Su Paso

Parte 4

Rishe se había dado cuenta de la posibilidad hacía unos días, cuando recibió su carta. La falsa misiva se había deslizado por debajo de la rendija de su puerta, lo que sólo podía hacer alguien con permiso para entrar en el ala independiente. Por el momento, sólo Rishe, sus criadas y sus guardias lo tenían.

La noche que Arnold la visitó, se había corrido la voz rápidamente. Evidentemente, se vigilaban las idas y venidas, y Rishe supo que no se había visto a ningún desconocido. Lo que significaba que la persona que entregó la carta era una doncella o un caballero. Lo de los caballeros era poco probable; habían estado con ella cuando le entregaron la carta.

Sólo quedaba una criada.

Quizá Theodore no se había molestado en dar explicaciones, sólo había dado la orden. Lo más probable es que también hubiera ordenado silencio, sin mencionar en absoluto que había redactado una carta para la princesa heredera.

A regañadientes, Rishe empezó a investigar a sus criadas durante las horas que pasaba haciendo el esmalte de uñas. Miró sus antecedentes, buscando antecedentes penales de alguien cercano a ellas. Entre sus criadas, sólo una tenía algún tipo de historia turbia: Elsie.

Todas las nuevas criadas procedían de familias pobres, pero Elsie era la única que se había criado en los barrios bajos. Una iglesia del distrito le había ofrecido una referencia para su trabajo. No había nada extraño en que una chica pobre fuera patrocinada por una organización benéfica, pero a Rishe le seguía pareciendo extraño.

Necesitaba respuestas, necesitaba pruebas. Así, había pedido a los caballeros que la convocaran cuando se sintiera mal. Este sería el momento en que Elsie mostraría su mano. Pero en el momento en que Elsie entró en el salón, rompió a llorar, diciendo: “Por favor, no se preocupe, milady. La protegeré pase lo que pase, se lo prometo. Se lo prometo.”

Su pequeño cuerpo temblaba mientras se decidía a traicionar a su patrón.

Lo que Rishe no había previsto era que un caballero dijera prácticamente lo mismo. “Lady Rishe, juro que también la protegeré. Realmente me conmovió su plan de ayudar a los barrios bajos. Elsie y yo te entregaremos a un médico.”

Era uno de los caballeros que habían quedado paralizados por el veneno durante el ataque de los bandidos en su viaje a Galkhein. Rishe sabía por Arnold que procedía de los barrios bajos y que había luchado día y noche para convertirse en caballero.

“Elsie, no me importa qué tipo de castigo pueda infligirnos: salvaremos a Lady Rishe.”

“Sí. Quédese aquí, milady. Nosotros…”

“No, esperen. Tengo una petición.” Interrumpió Rishe. “Si el Príncipe Theodore les ha ordenado que me hagan algo, quiero que lo hagan. Obedézcanle.”

“¡¿Por qué?!” Preguntaron a la vez.

Su conmoción culpable le dijo a Rishe todo lo que necesitaba saber. “¿Te dieron instrucciones, Elsie?”

“Nos ordenaron que esperáramos una oportunidad para llevarte cautiva, sin que sufrieras ningún daño.”

Una orden extraña, pensó entonces Rishe.

“Lo siento mucho, milady. Castígame como creas conveniente.” “¡Milady! No puedo decir lo mismo de mí, pero Elsie no ha hecho

nada malo. Debido a su situación en casa, no puede permitirse desobedecer las órdenes del Príncipe Theodore.” Kamil mostraba una expresión de dolor en su rostro. “El Príncipe Theodore apoya personalmente a los barrios bajos, y todos los que viven allí probablemente harían lo que él les pidiera. Ir en contra de sus órdenes es ir en contra de los intereses de tus propios amigos y familiares: serías rechazado. Elsie no tiene adónde ir.”

“Pero, Kamil, ¡eso también va por ti!” Gritó Elsie.

“Soy un caballero, ya no vivo en ese distrito. Y obedecer esta orden en particular sería un grave delito contra nuestra futura princesa.”

Rishe escuchó su intercambio. “Deberíamos continuar esta conversación más tarde. Por ahora, vámonos.”

“¿Dónde?”

“A mi encarcelamiento. Como ordenó el Príncipe Theodore.” Elsie y Kamil la miraron fijamente.

Parpadeando contra el dolor de cabeza, Rishe dio la vuelta a un papel que había utilizado durante sus negociaciones con Tully y escribió: He ido a continuar una discusión que iniciamos en la capilla.

Arnold era el único que podía interpretarlo. Sólo había pasado una semana, y aún estaría fresco en su memoria. Después de aquello, Elsie y Kamil sacaron a escondidas a Rishe del palacio y la encerraron en un edificio de las afueras.

***

El Príncipe Arnold debe saber por esa carta que dejé el palacio por mi propia voluntad. Mientras tanto, el Príncipe Theodore cree que me ha capturado con éxito. Ninguno de ellos encontrará falta en Elsie o Kamil.

De vuelta al presente, sintió que una de las horquillas chocaba contra algo pesado. La levantó y oyó un clic. Rishe se puso en pie, abrió la puerta y se detuvo a escuchar a los hombres que hablaban al otro lado.

“¿Realmente una noble merece esta guardia tan pesada? Son órdenes del Príncipe Theodore, pero seguramente tres de nosotros sería suficiente.”

Rishe estabilizó su respiración, con cuidado de que los hombres no la notaran.

“Esa dama sabe cómo usar una espada. Creo que el Príncipe Theo está más preocupado por nosotros que por ella.”

“¡No puede hacer nada a través de una puerta cerrada! Hay cinco de nosotros aquí, seis en el segundo piso, y diez más apostados afuera,

¿no? Eso es demasiada gente si tú—¡agh!”

Rishe abrió la puerta de golpe y pateó al hombre detrás de las rodillas.

El hombre perdió el equilibrio y cayó justo cuando Rishe le clavaba la daga envainada en el cuello. Con un breve gruñido, el hombre se desplomó, inconsciente.

“¡¿Q-Qué…?! ¡¿Qué está pasando?!” “¡Hey, la mujer salió!”

“¡Pero eso es imposible! Hemos cerrado…”

“¡Cállate y agárrala! Nos ordenó que fuéramos suaves, pero no tenemos elección, ¡tenemos que atarla!”

Rishe se inclinó hacia atrás y agarró la mano que se aferraba a su cuello. Clavó un codo en la boca del estómago del guardia. El guardia soltó un graznido como el de una rana moribunda y retrocedió varios pasos.

“Urgh…”

Débil. Rishe analizó su propio golpe y dio un paso atrás para ganar terreno. Su cuerpo actual simplemente no era lo suficientemente fuerte. Cualquier arte marcial que hiciera tendría que usar la velocidad y el poder del enemigo en su contra.

Envalentonados por su vacilación, los hombres desenvainaron sus espadas. Toda una escalada, teniendo en cuenta que ella había mantenido la suya envainada.

“Déjenme pasar.” Dijo.

“¡Ten cuidado!” Advirtió uno de los guardias. “¡Esta dama es más dura de lo que parece!”

“No seas estúpido.” Espetó otro. “¡Somos cuatro contra una! No puede luchar contra todos a la vez.”

La petición de Rishe era educada, pero no parecían dispuestos a acceder a ella. Al contrario, planeaban un ataque coordinado. Una estrategia estúpida en un pasillo tan estrecho.

Rishe estaba preparada, rechazando un golpe de su derecha. Estaba siendo incauto, y un golpe en el lugar preciso lo desarmó, su espada voló y se hundió en la madera de la puerta. El hombre se quedó atónito. Rishe aprovechó ese momento para golpearle con el pomo de su daga.

“¡Khrgh!”

Rishe lo apartó, esquivando a los otros tres. Esperó a que se abriera una brecha y se lanzó contra el pecho del hombre, cortándole la cara con su daga aún enfundada. La zona del entrecejo era un punto sensible. Un golpe fuerte allí podía matar a un hombre, pero Rishe no necesitaba preocuparse por eso con su musculatura actual. El guardia ni siquiera gritó antes de caer al suelo.

“¡¿Qué demonios está pasando?! ¡Es sólo una noble con un par de movimientos!”

“¡Cómo te atreves a tomarnos por tontos!”

En cuanto esquivó el golpe de un hombre, otra espada se dirigió hacia ella desde el otro lado.

¡Doble empuñadura! Bloqueó el golpe con su daga, entumeciéndose la mano, pero no era nada comparado con el ataque de Arnold. Sin demora, Rishe desenvainó la daga y giró hábilmente, aplicando la fuerza de la rotación a su patada.

“¡Guh!”

Golpeó la cara del hombre con el tacón de su zapato.

“Esto no puede estar pasando.” La voz del último hombre temblaba mientras se enfrentaba a ella.

Rishe no le prestó atención y finalmente sacó su daga de la funda.

El hombre se cuadró, aun temblando de rabia.

Rishe no apuntó con su daga al hombre. En su lugar, agarró su vestido y hundió la hoja en las faldas, rasgando una larga raja en el costado. Rishe se detuvo ante el atónito hombre y sonrió. Ya está. Así sería más fácil moverse.

“Permíteme hacer una sugerencia.” Dijo. “Ríndete ahora.”

El hombre gruñó. Era uno de los soldados de Theodore, no podía desobedecer. No tuvo más remedio que ocuparse de él. Dejándolo inconsciente, suspiró.

Dijo que hay seis en el segundo piso y diez más en la planta baja.

Rishe bajó las escaleras, dejando cinco hombres caídos a su paso.