Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: Eres Una Tonta

Parte 1

“¡Son todos unos inútiles!” La voz de Diana, la criada pelirroja, sonó en el interior del lavadero de piedra.

Habían pasado tres días desde la tarde en que Rishe se sacudió la guardia y salió al pozo. Rishe se vistió de nuevo para encajar con las criadas. Al oír el grito de Diana, levantó la vista sin interrumpir su trabajo.

“¿Incluso la colada está más allá de tus capacidades? Te pedí que lavaras esto esta mañana, ¡y ya es más de mediodía! ¡Mientras tanto, hemos terminado de limpiar todo el primer piso en un tercio del tiempo!”

“Lo siento, Diana.”

Las nuevas criadas callaron de vergüenza. Entre ellas estaba Elsie, la chica a la que Rishe había defendido el otro día. Rishe sacó las manos del agua jabonosa, se las enjuagó suavemente y dijo: “Déjame ayudarte. ¿Qué queda por hacer?”

“¿Tú otra vez?” Diana se abalanzó sobre Rishe. “No sé a quién sirves, pero me asombra que tengas tiempo para hacer el trabajo de los demás. Ojalá yo tuviera tanto tiempo libre.”

Con nerviosismo, se apartó de Rishe. “Vamos a ignorar a estas tontas inútiles. Laura, Maya. Vamos. Si queremos ser elegidas como doncellas de Lady Rishe, no debemos perder el tiempo.”

Diana sacó un papel del bolsillo y lo alisó. “Parece que las nuevas sábanas para su palacio llegarán hoy. Deberíamos inspeccionarlas para asegurarnos de que todo está perfecto.”

“¡Espera, Diana!”

Las dos criadas siguieron a Diana a la salida. Rishe esperó a que se cerrara la puerta antes de volverse hacia Elsie y las demás. “Sigamos trabajando. Si hay algo demasiado grande y engorroso, no duden en pasármelo.”

“¡Muchas gracias!” Las nuevas criadas se volvieron débiles de gratitud. Una de ellas, al borde de las lágrimas, incluso hizo una reverencia. Rishe murmuró aliento mientras fregaba algunas sábanas.

Elsie, que estaba lavando las sábanas con ella, tenía una mirada apenada. “Siento mucho las molestias. No aprendemos lo bastante rápido.”

“No llevas mucho tiempo trabajando aquí, ¿verdad? Lleva tiempo aprender un nuevo trabajo, seas quien seas.” Dijo Rishe mientras seguía fregando. “Y no es como si nunca hubieras fregado una sola cosa en tu vida, ¿verdad?”

Elsie asintió nerviosa.

Rishe se había dado cuenta en los últimos días haciendo la colada de que no todas las recién llegadas eran unas completas novatas. Evidentemente, habían hecho tareas en casa, o algo parecido. Cuando se les encomendaba una tarea concreta, podían realizarla correctamente, pero las quejas de Diana no eran infundadas. Se tomaban demasiado tiempo con la colada.

Pero es obvio por qué. “¿Sabes algo de Diana?” Rishe le preguntó a Elsie. “Como, ¿es de una familia acomodada?”

Elsie dijo: “He oído que su padre era dueño de un negocio. Ella trabajaba con él.”

“Yo también lo oí.” Añadió otra criada. “Pero se endeudó y tuvo que vender su negocio.”

Rishe dejó de fregar un momento para reflexionar. “Um, ¿pasa algo?” Preguntó Elsie.

Rishe sonrió y negó con la cabeza. “No, nada. Concentrémonos en lavar esto por el momento.”

***

Aquella tarde, treinta doncellas estaban reunidas en el ala independiente del palacio. Diez de ellas eran veteranas, que llevaban mucho tiempo al servicio de la familia real, mientras que las otras veinte eran recién contratadas. La princesa heredera debía elegir a sus sirvientas entre estas treinta. Llevaban los nervios a flor de piel.

“Hey, yo creía que este palacio estaba en un terrible estado de abandono.” Susurró una criada. “¿Por qué está tan relucientemente limpio?”

“Sí, tienes razón.” Dijo otra. “Alguien debe haberlo arreglado antes de que llegáramos.”

“Me pregunto qué clase de persona es Lady Rishe. Ooh, estoy tan nerviosa.”

Las chicas miraron ansiosas a su alrededor.

“Hey, Elsie, esa chica que siempre nos ayudaba no está aquí.” Elsie parpadeó. “Tienes razón.”

“Mira, Diana. Esa novata impertinente no fue elegida.”

Ante la observación de su amiga, Diana se pavoneó con satisfacción. “No me sorprende. Hay que tener modales para atender a Lady Rishe. Seguro que la han echado por inútil.” Sus ojos brillaron con confianza.

Por fin llamaron a la puerta.

“Su Alteza Real, la Princesa Rishe.”

Las doncellas se inclinaron rápidamente. A Diana le dolía el pecho de expectación cuando los tacones chasquearon en el suelo, acercándose a la fila de chicas. De reojo, las criadas vieron un vestido de corte con falda ancha. Un suave aroma las envolvió.

Sin siquiera mirarla, podían decir que la Princesa Heredera Rishe era una mujer encantadora. Diana y sus amigas se sintieron orgullosas de que fuera a convertirse en su ama.

Pero entonces Laura le susurró a Diana: “Hey, ¿no te suena este olor?”

“¡Silencio!” Claramente era algún tipo de perfume caro. O eso pensó Diana, pero entonces se dio cuenta de lo que era. Las palabras se le escaparon. “Es jabón.”

“¿Eh? ¿Acabas de decir algo?”

“Es jabón. El mismo que usamos siempre.” Diana estaba segura. La princesa dijo: “Por favor, levántate.”

¿Por qué le resultaba tan familiar su voz? Diana levantó la vista, presa de un increíble presentimiento. Jadeó.

“Mi nombre es Rishe Irmgard Weitzner.”

Ante ella estaba la hermosa recién llegada, la espina que llevaba clavada desde hacía unos días. Su sonrisa era apacible y ligeramente satisfecha.