Loop 7-kaime no Akuyaku (NL)

Volumen 1

Capitulo 2: Tengo Planes Para Usted, Hermana

Parte 4

“Mmm.”

El sol entraba por la ventana cuando Rishe se despertó del sueño. Se dio la vuelta y disfrutó de la luz matinal. La pared que esperaba no estaba allí, y la cama parecía más grande de lo habitual. Aprovechándolo, se estiró todo lo que pudo.

¿Era ésta su habitación en casa? O tal vez volvía a ser una mercader que pasaba la noche en el palacio del rey del desierto. ¿Quizá era su cama de paja de cuando era criada? Sus recuerdos se entrecruzan mientras se despierta.

Cuando Rishe abrió por fin los ojos, se sintió aún más confusa.

Unas cortinas azul claro rodeaban la cama, lo bastante finas como para dejar pasar la luz del sol. Las apartó y se encontró en una habitación desnuda, sin muebles ni alfombra.

Ah, claro. No tenía que presentarse al entrenamiento matutino, ni cuidar de su jardín de hierbas, ni preparar el desayuno, ni ver cómo iban las botellas que había preparado durante la noche.

Al darse cuenta, Rishe enterró la cara en la almohada. “Tan suave.” Murmuró.

A juzgar por la posición del sol, eran alrededor de las seis de la mañana. Estaba segura de que se había acostado hacia medianoche.

¿He dormido seis horas enteras? Rishe no se lo podía creer. Por lo general, estaba acostumbrada a dormir unas cuatro horas. En los días malos, en plena emergencia como caballero o boticaria, ni siquiera llegaba a eso.

No tengo nada más que limpieza en la agenda de hoy. Las rehenes pueden dormir hasta tarde, ¿verdad? ¿Al menos un poco? La emoción se apoderó de ella, pero fue interrumpida por un golpe en la puerta.

“Lady Rishe, ¿está despierta? Es Oliver, el asistente del Príncipe Arnold.”

Rishe se incorporó sobresaltada. “¡Estoy despierta!”

Oliver siguió hablando a través de la puerta. “Le pido disculpas por molestarle a una hora tan temprana. Estoy aquí con una entrega.”

“¡Un momento!” Rishe salió de la cama, se vistió rápidamente y cerró el dosel. Abrió la puerta y encontró a Oliver de pie en el pasillo con una sonrisa cortés.

Volvió a disculparse. “Esta era la única vez que podía escaparme del despacho de Su Alteza. Me alegra ver que ya estás vestida.”

“En absoluto.” Rishe hizo una pausa, dando un paso atrás para permitirle entrar. “Vaya. Pareces agotado.”

Oliver hizo una mueca. “¿Tan obvio es? Hemos estado trepando por montañas de papeleo, pero a mí no me importa. Su Alteza ha estado trabajando sin descanso.”

Rishe pensó en el día de ayer, en cómo había llegado hasta el balcón. Debería haber aprovechado ese tiempo libre para dormir. “Está muy solicitado, ¿verdad? Incluso estuvo trabajando durante el viaje.”

“Terminó todo el trabajo que trajo con nosotros.” Confirmó Oliver. “Ahora se está ocupando de todo lo que se acumuló durante su visita a Hermity.”

“Oh.” Rishe hizo una mueca de simpatía. Puede que la hubiera matado en una vida pasada, pero ella no le desearía la burocracia de la realeza a nadie. “Es una pena que haya tenido que dejar su trabajo en suspenso para asistir a una tonta fiesta de compromiso.”

“No importa. Esa fiesta fue como un hombre comprometido con ser soltero finalmente encontró novia.”

Su sonrisa era sincera, pero Rishe sabía que no lo era. Extendió los brazos. “Vaya. ¿Debo girar para que tengas una mejor vista?”

Oliver parpadeó. “¿Cómo dice?”

“Me estás mirando como si fuera un caballo en venta. Si hay algo en lo que pueda ayudarte, por favor házmelo saber.”

Oliver enarcó las cejas. Dejó escapar un pequeño suspiro de resignación. “Su Alteza tenía razón. Posees la aguda percepción de un caballero. Claro que yo no soy más que un aficionado.”

Diría que es el sexto sentido de un mercader, más que una intuición de batalla.

No era la primera vez que Rishe sorprendía a Oliver mirándola. Le recordaba a la forma en que sus nobles clientes examinaban un producto, evaluando su valor y autenticidad. O la forma en que un comerciante selecciona posibles mercancías entre una amplia gama de opciones.

En otras palabras, la estaba evaluando.

Oliver hizo una profunda reverencia. “Mis más sinceras disculpas, milady. He sido inexplicablemente grosero con la consorte de mi señor. Mi comportamiento fue inaceptable.”

Rishe negó con la cabeza. “Por favor, no, está bien.” No era descabellado que el asistente más cercano al príncipe desconfiara de los extraños. Pero le causaba curiosidad. “¿Cuánto tiempo has trabajado para Arnold? ¿Siempre has sido ayuda de cámara?”

“En realidad, me formé como escudero.” Respondió Oliver. “Pero me hirieron y me expulsaron de la orden. Su Alteza me acogió en su casa poco después. Le he servido durante casi una década.”

“Entonces tal vez puedas responder a esto.” Dijo Rishe. “¿Por qué el Príncipe Arnold está tan empeñado en convertirme en su esposa?”

Oliver vaciló, como si sopesara los pros y los contras de hablar: “Para ser sincero, me sorprendió tanto como a ti. Siempre ha insistido en que no le interesaba el matrimonio. Pero verte en Hermity le ha hecho cambiar de opinión. Aparentemente.”

Ni siquiera su ayudante comprendía sus motivos. Rishe no entendía nada.

“Sin embargo, ¿me permite?” Oliver confundió la confusión de Rishe con ansiedad y añadió: “He servido al Príncipe Arnold durante mucho tiempo, y nunca antes lo había visto tan feliz. Cuando está contigo, se ríe. Sus sonrisas son sinceras.”

Rishe se sorprendió. Se había imaginado que todas las risas y bromas de Arnold eran a su costa. Sus propias bromas privadas.

“¿Eres… infeliz con él?” Oliver se aventuró. “Con su aspecto, Su Alteza es muy popular entre las damas de la corte, ya sabes.”

“Estoy segura de que tiene muchas admiradoras.” Hizo una pausa. “¿Realmente llamarías ‘feliz’ a la forma en que actúa conmigo? A mí me parece más un gato con un ratón.”

Oliver se rio. No lo negó. “Me complace que comprendas tan bien a Su Alteza. Oh, casi lo olvido. Toma.”

Me tendió un fajo de tres documentos. “Esta es la lista de invitados para su boda. Su Alteza le ruega que la revise.”

“Gracias.” Dijo Rishe, gratamente sorprendida. Ni siquiera había necesitado preguntar. Le echó un vistazo e identificó rápidamente los nombres más destacados y poderosos.

Rey Zahad, Príncipe Kyle, Princesa Harriet. Y del Reino de Domana, tenemos a Lord Jonal asistiendo como representante del rey. No es ninguna sorpresa.

Más que un registro de invitados de boda, se trataba de una lista de personas clave de los países con los que Arnold llegaría a enemistarse. Incluso antes del asesinato del rey y del comienzo de la guerra, debió de producirse un detonante: un cambio radical en los asuntos de Estado. Lo más probable es que todos los de esta lista estuvieran implicados.

Rey Zahad. Espero que podamos volver a ser amigos como en mi primera vida. Hmm… El Príncipe Kyle es bastante frágil. Espero que no esté trabajando demasiado. Tiene un fuerte sentido de la responsabilidad—asistirá a la boda aunque sea un viaje largo.

La visión de estos nombres llenó a Rishe de añoranza por aquellas vidas, por la gente que una vez había conocido. Y en un futuro muy cercano, todos ellos serían enemigos de Galkhein.

Si tomo cartas en el asunto, quizá pueda salvar algunas de estas relaciones antes de que se agrien. Aunque no seamos aliados, no tenemos por qué ser enemigos. Cualquier cosa para evitar el estallido de la guerra.

Oliver no tenía ni idea de lo que pasaba por la cabeza de Rishe. Alegre, continuó la conversación. “La ceremonia se celebrará dentro de tres meses. Todos los preparativos deben estar listos para entonces. Y ahora… tenemos que hablar de la fiesta de esta noche.”

“¿El qué de esta noche?”

Oliver se puso rígido. “¿No te lo dijo Su Alteza?” “¡No, desde luego que no! ¿Va a haber una fiesta?”

“¡Otra vez no!” Oliver se clavó los nudillos en la frente.

Rishe sumó dos más dos. Dudó, y luego dijo: “Así que hay una. Como debes saber, Su Alteza está tratando de sellarlo sin decírmelo.”

“Lo siento.” Respondió Oliver. “Debería habértelo mencionado. No es necesario que asistas, pero él lo hará. Al menos, espero que lo haga. Creo que he conseguido convencerle.”

Se compadeció de Oliver. En circunstancias normales, sería inaudito que el príncipe heredero y su prometida no aparecieran en un banquete. “No te preocupes, Oliver. Yo iré.”

Oliver dejó escapar un suspiro de alivio. “¿De verdad? Muchas gracias, milady. Pondré encontrarle una criada en lo alto de mi lista de cosas por hacer.”

“No hace falta.” Rishe sonrió. “Puedo preparar la fiesta por mi cuenta.”

Este proceso de selección de sirvientas inquietaba a Rishe. Después de presenciar aquel intercambio entre las sirvientas en el jardín, se imaginaba peleas estallando por todo el palacio. Y dudaba que las disputas desaparecieran incluso después de que se decidieran.

Oliver frunció el ceño. “¿Pero no será difícil vestirse sin una doncella?”

Ella negó con la cabeza. “Puedo peinarme y ponerme un vestido yo sola. He traído vestidos y cosméticos de casa. No te preocupes.”

Rishe ignoró la mirada atónita de Oliver, que ya estaba reevaluando sus planes de limpieza.