Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

David era vicecapitán de la guardia de la ciudad, responsable de vigilar la puerta sur de la capital. Sus funciones incluían mantener el orden en el lado sur de la ciudad, así como gestionar la zona que se encuentra justo fuera de las puertas.

Así que guiar a la gente que se arremolinaba alrededor de la puerta era parte de su responsabilidad. Sin embargo, con la ciudad que se ahogada en un mar de carne y la mayoría de los ciudadanos muertos, ¿qué podían hacer por los pocos supervivientes que apenas habían escapado con vida? Esto era mucho más de lo que un guardia de la ciudad estaba preparado para manejar.

Pero David no huyó. Aunque tenía el rango más bajo posible dentro de la familia real, seguía manteniendo su orgullo como miembro de esa casa. Sólo una pequeña fracción de la población de la capital parecía haber sobrevivido, pero el número original era tan grande que incluso el número comparativamente pequeño de los que habían estado lo suficientemente cerca de las murallas como para escapar desafiaba el recuento. La mayoría de ellos estaban aturdidos, sin más que la ropa que llevaban puesta.

Reconociendo lo grave de la situación, David se dirigió a un pueblo cercano. No podían inundar el pueblo más pequeño con gente sin avisarles, así que primero fue solo a negociar.

Pidió alojamiento para los refugiados o, si eso era imposible, algún equipo de acampada de emergencia y comida. Sus peticiones fueron aceptadas con sorprendente facilidad. Ayudó el hecho de que el pueblo fuera rico, aunque el haber sido presentado por el Tercer Príncipe Richard también fue una gran ayuda.

Tras separarse de Yogiri, David había conseguido reunirse con Richard, que había estado en el palacio pero había escapado por la azotea tras comprobar que era incapaz de luchar contra la marea de carne. Ahora él también estaba visitando otro asentamiento, realizando negociaciones al igual que David.

“Bueno, eso está muy bien, pero ¿ahora qué?” refunfuñó David en su camino de vuelta a la ciudad.

Movilizando a los asentamientos de los alrededores, deberían haber podido ocuparse de los supervivientes. Pero la siempre próspera capital de Manii ya no existía. No se podía negar que su destrucción fue un golpe demoledor para la nación. No era difícil imaginar que otros países se aprovecharan de la situación y se movilizaran contra ellos.

El cercano Imperio de Arganda ya estaba en proceso de engullir a los países de su entorno. Era sólo cuestión de tiempo que pusieran sus ojos en Manii también.

¿No se suponía que una de las grandes hazañas que debían realizar los candidatos a sabio era impedir la invasión de los argandeses? reflexionó.

Ahora que el Sabio Sion estaba muerto, era dudoso que esas grandes hazañas se cumplieran alguna vez, pero le hacía preguntarse cómo reaccionaría el imperio ante su situación actual. Y ahora que el Inframundo había desaparecido, ya no recibirían apoyo financiero de otras naciones para mantenerlo reprimido. En comparación con su tamaño, la cantidad de tierra prácticamente utilizable en el Reino de Manii era sorprendentemente pequeña. Había logrado prosperar gracias al apoyo que le brindaban sus vecinos a cambio de mantener el Inframundo bajo control. En cualquier caso, el futuro de su reino se presentaba oscuro.

Mientras David reflexionaba sobre esto, el sonido de unos gritos lo sacó de su ensueño, y levantó la cabeza para contemplar una visión que le hizo dudar de sus propios ojos. Aunque todavía estaba lejos, pudo ver que un enorme lobo estaba atacando a la gente cerca de la puerta de la ciudad.

“¿Es eso… un Agresor?”

La capital había sido protegida por el Sabio Santarou, poderosas murallas que habían sido construidas por el antiguo Alto Mago, y el poder de sellado de la familia real. Los habitantes de la capital tenían poco que temer de los Agresores. Pero ahora que el Sabio había muerto, los muros se habían derrumbado, y la Familia Real se había debilitado considerablemente. Deberían haber estado en guardia, pero parecía que su pueblo se había olvidado por completo de la existencia de los Agresores.

David supo en el momento en que puso los ojos en el lobo que ninguno de ellos tenía ninguna posibilidad contra una bestia así. Nada de lo que hicieran importaría. Incluso si intentaba distraer a la criatura el tiempo suficiente para que una sola persona escapara, probablemente no le prestaría atención. Simplemente seguiría devorando gente, alimentando su insaciable hambre.

Lo siguiente que se le ocurrió fue escapar por su cuenta, pero eso también habría sido imposible. Naturalmente, los refugiados se dispersaban como moscas, pero el lobo se limitó a aparecer delante de ellos mientras corrían. Se movía tan rápido que bien podría haberse teletransportado, y daba prioridad a los que intentaban huir. También era consciente de David; de hecho, era plenamente consciente de todas las presas de la zona.

“Supongo que debería haberme quedado con Yogiri después de todo”, dijo David, desenfundando su espada.

No había forma de ganar, pero eso no significaba que pudiera quedarse sin hacer nada. Buscó una zona del cuerpo de la criatura en la que pudiera herirla. Los ojos parecían una buena opción, pero el lobo era tan alto que probablemente no podría alcanzarlos. El interior de su boca parecía igualmente vulnerable, pero si estaba lo suficientemente cerca para atacar, sería rápidamente aplastado por las mandíbulas de la criatura.

“¿Eh, qué hay de golpear entre sus garras?”

No sabía si haría alguna diferencia, pero en ese momento era lo único que se le ocurría. Con un rugido, cargó contra la bestia. Ya estaba al tanto de él, así que no tenía sentido tratar de acercarse sigilosamente. Tenía más sentido hacer subir su propia adrenalina.

“¡Abajo!”

David reaccionó inmediatamente al grito que le llegó por detrás. Abandonando su espada, se lanzó de cabeza al suelo cuando algo pasó por el aire por encima de él. Levantó la vista y vio que el lobo gruñía, volviéndose hacia él. Escupiendo los cuerpos que tenía en la boca, estaba adoptando una postura de combate.

“¿Estás bien?”

“Sí, aunque no lo estaría por mucho tiempo”, respondió David, poniéndose de nuevo en pie.

A su lado se encontraba Richard -el actual maestro de la espada y tercer príncipe de Manii- con la espada desenvainada.

“¿Esa onda expansiva era de tu espada?”

“Sí, eso es lo que ocurre cuando blando la Espada Sagrada”.

“¿Crees que puedes manejar esta cosa? Aunque sea frustrante admitirlo, no creo que pueda hacer mucho aquí”.

“Parece que me ha identificado como una amenaza. ¿Puedes ayudar a los demás a escapar mientras yo mantengo su atención?”

“Haré lo que pueda”.

Si Richard podía mantener al lobo a raya, podrían tener una oportunidad. David dio un paso adelante, ignorando al monstruo. No tenía forma de vencerlo él mismo. Pero acurrucarse en el miedo haría que lo mataran de todos modos, así que optó por el desafío.

Richard consiguió mantener al lobo a raya, impidiendo que atacara. El lobo gruñó mientras ajustaba su posición, pero nada más. Mientras la bestia estaba distraída, David reunió a los supervivientes. No quedaban muchos, pero intentó decirse a sí mismo que cualquier número era mejor que cero. Los condujo lentamente por detrás de Richard.

“Vaya, parece que Fido está asustado”, dijo una voz de mujer desde la dirección del lobo.

David levantó la vista para ver que una mujer de pelo largo había aparecido de repente allí, sentada sobre la cabeza del animal.

“¿Se llama Fido?” contestó Richard tontamente.

“¿No? Es como tratar a tus subordinados como perros de compañía. Es sólo una expresión”.

“¿Le ordenaste hacer esto?” Al parecer, Richard había decidido que esta mujer era la dueña del lobo.

“No estoy muy segura de lo que quieres decir con ‘esto’, pero supongo que entiendo lo que intentas decir. Lo siento, parece que le dio un poco de hambre”.

Dio una palmada en señal de disculpa. Ciertamente era una situación que requería que se disculpara, pero su actitud despreocupada no se correspondía en absoluto con la gravedad del momento.

“De verdad, esto es sólo una excusa, así que siéntete libre de no creerme, pero este pequeño y yo nos separamos después de venir a este mundo. Y cuando no estoy cerca, hace un verdadero desastre, ¿no? Siempre le digo que lo deje, así que seguro que se estresa mucho por ello. Cuando no estoy, debe sentir que por fin es libre de comer todo lo que quiera”.

“Sinceramente, no entiendo lo que estás tratando de decir, pero ¿es seguro asumir que no vas a permitir que continúe con su alboroto?”

El daño ya era inmenso. No había palabras suficientes para describir cómo se sentía, pero Richard se tragó sus quejas. Recuperar el control de las cosas era su máxima prioridad.

“Por supuesto. Dejarle comer todo lo que quiera le estropeará mucho”.

“En ese caso, me gustaría pedirles que se vayan”.

“No me importa mucho, pero hay una razón por la que estamos aquí. En realidad, que yo lo encontrara aquí fue más que nada una coincidencia”.

“¿Y cuál es su razón para venir?”

“Hemos sentido la presencia de un dios. Parece que viene de ese gran montón de carne. Mi pequeño lo notó y vino corriendo. Yo también y decidí venir a echar un vistazo yo misma”.

David recordó la forma que la masa de carne había tomado antes. La figura que había observado desde el despacho del arzobispo había sido lo suficientemente hermosa como para que la clasificación de “diosa” pareciera adecuada.

“Pero esto no parece ser lo que estamos buscando. Ah, supongo que al menos debería preguntar. Estamos buscando una diosa. ¿Has visto alguna por aquí?”

“¿Una diosa? He encontrado una llamada Vahanato, pero…”

“¿Qué? ¡¿Está aquí?! Me preguntaba por qué no me había topado con ella desde hace tiempo. Pero no es a quien busco. Gracias por avisarme, de todos modos”.

La mujer golpeó ligeramente la cabeza del lobo, y en un instante desaparecieron, la bestia salió corriendo a una velocidad aterradora.

“¿Supongo que estamos salvados?”, preguntó David.

“Por ahora. Pero está claro que no podemos permitirnos quedarnos aquí mucho tiempo. Los Agresores están siendo atraídos por ese océano de carne”.

Aunque no tuvieran ya una razón para ponerse en marcha, no podían esperar sin hacer nada, así que decidieron dirigirse a uno de los pueblos cercanos.