Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 7

Capítulo 11: El Asesino Se Reúne Con La Diosa

Me desperté y me encontré en una habitación blanca.

No, no estaba despierto. Esto era un sueño. Me habían convocado aquí otra vez. Había sucedido tantas veces que ya no me sorprendía.

“Es la diosa otra vez…”

“¡Hey, ha sido un segundo caliente! ¡Es tu chica favorita, la diosa! Tee- hee.”

“…Cambiaste tu personalidad otra vez. Sólo vas a confundirme, así que por favor detente”.

“Boo. Eres tan frío como siempre. Supongo que te llamaron el Asesino Helado por una razón”.

“Ahora, eso me lleva de vuelta.”

“Me encanta ese apodo. ¡Es tan vanguardista! ”

En mi vida pasada me dieron muchos títulos. Sólo los altos cargos de mi organización conocían mi rostro y mi nombre, lo que hizo que los rumores sobre un misterioso y hábil asesino se extendieran por el submundo criminal. Hubo ocasiones en las que se me atribuyeron asesinatos extremadamente difíciles con un autor desconocido. La naturaleza embellecida de los rumores me exasperaba constantemente.

“Deja de hacer el tonto y dame tu petición”.

“No tengo ninguna petición. Sólo quería convocarte”.

“No entiendo… Oh, supongo que la convocatoria en sí es el mensaje”.

“Realmente eres un chico listo. Mis recursos han sido muy escasos últimamente, así que traerte aquí me ha costado todo lo que tenía. No tienes ni idea del dolor de cabeza que me causaría dar aunque fuera un pequeño consejo. Gastar más de lo permitido me obligaría a sacar recursos de otros sitios, ¡lo que podría acabar rompiendo funciones del mundo y causando muchos problemas!”.

Eso sonó aterrador.

“¿Te faltan recursos por lo que sea que estabas tramando con ese demonio?”.

“Oh vamos, sabes que no puedo responder a eso.” “¿Porque consumirá recursos?”

“Exacto. Interferir con el mundo tiene un alto precio… Bueno, supongo que puedo decirte una cosa, porque ya lo has averiguado. Mentí descaradamente cuando dije que eras la única alma reencarnada. Pero todas las demás fallaron. No hay duda de que estás en el centro del mundo, y que tus acciones decidirán su destino. Sólo tú puedes llegar tan lejos. Como resultado, interferir contigo exige una cantidad absurda de recursos. Me dan ganas de arrancarme los pelos”.

“Suena como un sistema afinado”.

“Claro que sí. Puedo meterme con nadie irrelevante todo lo que quiera, pero no tendrá ningún impacto en el mundo. Mientras tanto, entrometerme con un chico que tiene influencia real se come mis recursos en un santiamén. Es decir: ¡Eres la única esperanza del mundo! Cuento contigo”.

La habitación blanca se desmoronó. Realmente me convocó sin que se lo pidiera. De todos modos, recibí su mensaje alto y claro.

***

Esta vez me desperté de verdad. “¿Se encuentra bien, mi señor?”

Tarte, que ya se había puesto el uniforme del colegio, me miró a la cara con preocupación. Aquella ropa le sentaba muy bien.

“Estábamos preocupadas por ti. Anoche volviste todo golpeado y luego te desmayaste sin decir palabra. Pensé que podrías morir”, dijo Dia.

“Epona y yo nos batimos en duelo… El héroe es ridículamente fuerte”, respondí.

“Bueno, duh. Sabes mejor que nadie que Epona es un monstruo sobrehumano”.

“En eso tienes razón”.

Me inspeccioné. Recuperación Rápida había reparado casi todas mis heridas. Mi ritmo de recuperación era cien veces más rápido que el de una persona normal, lo que significaba que medio día de reposo era como tres meses para cualquier otra persona: tiempo de sobra para curar un hueso roto. Los huesos rotos de la caja torácica, la muñeca derecha y ambos brazos ya estaban bien. Mis músculos tensos y mis nervios sobrecargados también habían vuelto a la normalidad.

El problema era…

“Ha costado mucho esfuerzo hacer esto”.

…Miré el chaleco antibalas que llevaba bajo la ropa. Su revestimiento único y resbaladizo desviaba los ataques más débiles, y podía sobrevivir al impacto de un camión de diez toneladas, gracias a un gel elástico tomado de la membrana del demonio dragón de tierra y a un armazón hecho para romperse cuando se sobrecargaba. Estaba completamente arruinado. Podría haber muerto si no la hubiera llevado puesta, pero la idea de tener que reconstruirla seguía siendo deprimente.

“No te asustes, Lugh… Pero eso no es todo lo que se rompió”, dijo Dia.

“Lo he comprobado todo mientras dormíais, mi señor. El cañón de tu arma está torcido, tu ropa interior está estropeada… y el prototipo de amuleto que hiciste en caso de emergencia estaba roto”, dijo Tarte.

“…quiero esconderme bajo las sábanas y no salir nunca.”

Había esquivado la mayoría de los ataques directos de Epona, pero las ondas de choque que crearon me hicieron perder el equilibrio varias veces. Muchas piezas del equipo que escondía bajo la ropa quedaron destruidas.

“¡Ayudaré con las reparaciones!” Tarte declaró.

“Supongo que no tenemos muchas opciones. Yo también ayudaré”, añadió Dia.

“Te lo agradezco. De todas formas, quiero rehacer tu equipo, así que supongo que es un buen momento. Aprovechemos esta oportunidad para hacer mejoras, no sólo arreglos”, respondí.

Había fabricado equipo para las dos chicas, incluidas pistolas, ropa interior a prueba de puñaladas y cuchillos hechos con una aleación especial, utilizando conocimientos de mi vida pasada. Para mejorarlos, necesitaría materiales que superasen las posibilidades tecnológicas.

Afortunadamente, había derrotado a varios demonios. Gran parte de la fuerza de un demonio procedía de su cuerpo, del que se podían extraer materiales tan excelentes que escapaban a toda explicación científica. Los demonios se convertían en partículas azules y desaparecían al morir, pero sus partes más poderosas permanecían. He recogido y almacenado los restos de todos los demonios que he matado.

“Ooh, eso suena divertido”, dijo Dia. “Estoy entusiasmada”, afirma Tarte. Ambas parecían muy interesadas.

“De acuerdo. Vamos a acortar el entrenamiento de hoy y trabajar en la fabricación de equipos “.

Decidí que elaboraría los diseños en clase. No me resultaría difícil hacer varias cosas a la vez.

***

Celebramos una sesión de entrenamiento ligero después de las clases y luego nos trasladamos a mi taller.

“Hey, Lugh. ¿Cómo conseguiste un taller siendo de primer año?” preguntó Dia.

“Es una larga historia. Dije que necesitaba uno y la academia me lo proporcionó”, respondí.

El director de la academia era aliado del clan Tuatha Dé, y me alojó tras negociar.

“Nuestra potencia ofensiva es suficiente… Bueno, no del todo, pero se está acercando. Quiero mejorar nuestra defensa. No importa lo fuertes que lleguemos a ser, un ataque sorpresa podría matarnos al instante”.

“Eso es especialmente cierto para mí. A veces me asusto mucho mientras canto”.

Pocos magos podían usar la magia en plena batalla. La razón era que bajaban la guardia durante el encantamiento. Los magos utilizaban el maná para potenciar sus habilidades físicas, lo que los convertía en rivales de mil soldados ordinarios.

Lanzar un hechizo significaba recitar una fórmula e invertir una cantidad de maná. Un mago no podía potenciarse y hacer magia simultáneamente. Por lo tanto, mientras realizaban un hechizo, no se diferenciaban de la gente corriente. Por lo tanto, la forma más segura de luchar para un mago era confiar sólo en el fortalecimiento físico y no lanzar ningún hechizo. No dejé que Dia luchara así porque era tan experta en magia que no se le aplicaban las reglas estándar. Las ventajas de usar sus hechizos en combate superaban los riesgos.

“Es un problema difícil. Si dedicas más a tu fortalecimiento físico, tus hechizos se vuelven significativamente menos poderosos, pero si dedicas más maná a tu lanzamiento, te vuelves más vulnerable”, dijo Tarte.

“¿Verdad? Me gustaría poder llevar armadura, pero… Sin fortalecimiento físico, sería demasiado lenta”, aceptó Dia.

Un buen equipo defensivo era pesado. Eso es lo que la gente de este mundo creía.

“Lugh, haznos a cada una uno de esos chalecos que se rompen para borrar el impacto”, pidió Dia.

“Claro que es más ligera que una armadura, pero es demasiado pesada para vosotros dos. Por eso voy a hacer ropa interior más dura que una armadura y más ligera que cualquier prenda… Supongo que también podrían ser camisolas. Así podréis llevarlas siempre, que es lo mejor” expliqué.

“Ah, podremos llevarlos todos los días”, dijo Tarte.

Dia asintió. “A mí me parece bien. Como dijiste ayer, hay muchas posibilidades de que alguien intente asesinarnos en cualquier momento”.

Hacer ropa tan ligera como una prenda interior y, al mismo tiempo, a prueba de puñaladas e impactos era todo un reto. A menos que se tuviera acceso a materiales que desafiaran a la ciencia, claro.

“¿De qué los vas a hacer?” preguntó Dia.

“¿Recuerdas al demonio Titiritero contra el que luchamos en la ciudad santa?” Le dije.

“¿Cómo podríamos olvidarlo?” respondió Dia. Tarte se estremeció. “Era un enemigo muy difícil”.

“Utilizaba hilos telepáticos cuando controlaba grandes grupos de personas, pero necesitaba uno físico para poseer objetivos formidables. Los tengo aquí”.

Estos hilos permanecieron después de que el Titiritero se convirtiera en partículas azules y desapareciera. Realicé varias pruebas y descubrí que eran más resistentes y ligeros que los nanotubos de carbono. Tenían sólo unos micrómetros de anchura, pero podían levantar fácilmente cinco toneladas. Era absurdo.

“¿Podemos tocar el hilo?” preguntó Dia. “Claro”, respondí.

“Es tan ligero. Incluso un puñado no pesa absolutamente nada”. “También es suave”.

“El Titiritero” los usaba para transmitir pensamientos a sus objetivos y controlarlos. Resulta que son igual de hábiles para conducir maná. Puedo usarlo para tejer camisolas ligeras, resistentes y compatibles con la magia. Sería difícil encontrar un equipo defensivo mejor”.

“Estoy emocionada”.

Dia tenía una gran sonrisa en la cara, pero Tarte se puso pálida. Se dio cuenta del problema.

“¿Estás haciendo camisolas con este hilo?” “Sí.”

“Es tan fino que es invisible. Es aterrador pensar cuánto tiempo llevaría tejer una camisola… Necesitarías años…”.

“Oh, no voy a tejerlos a mano. Voy a hacer un telar”.

“Es propio de ti hacer uno en vez de comprarlo”, se burló Dia.

“No tengo elección. Este hilo es demasiado fuerte para que lo maneje un telar ordinario”.

Incluso una bufanda tardaba una semana en tejerse con hilo, y cuanto más fino era el hilo, más tiempo requería. Hilando este hilo tardaría diez veces más, y no quería ni pensar en cuántos años podrían pasar hasta que tuviera una camisola.

Tarte suspiró. “Qué alivio. La primera vez que te tejí un jersey, Lord Lugh, tardé un mes”.

“He conservado ese jersey incluso después de que se me quedara pequeño. Es importante para mí”.

“No tienes que hacerlo. Puedes tirarlo”.

“No. Lo hiciste con amor y cuidado. Me gustaría que nuestros hijos lo llevaran algún día”.

“¿N-Niños…? ¿Voy a tener hijos con Lord Lugh…? Heh-heh-heh…”

Era un jersey de calidad a pesar de ser el primer intento de Tarte. Lo hizo tan bien en su primer intento por lo escrupulosa y dedicada que era a la tarea. Ya no podía ponérmelo, pero seguía atesorándolo.

“Ojalá pudiera hacer algo así. Nunca te he hecho nada”, se quejó Dia. “¿De qué estás hablando? Me has hecho muchas cosas”.

“No recuerdo nada”.

“Atesoro todos los hechizos que hemos construido juntos. Nunca podría haberlos hecho sin ti. No puedo agradecértelo lo suficiente”.

Dia se sonrojó y rio. “Sí, tienes suerte de tenerme. Hago hechizos porque me gusta la magia, pero también es por ti”.

“Lo sé. Gracias… Tengo que devolverles el favor haciéndoles a ambos un equipo defensivo que los mantenga a salvo”.

Sonreí y produje un trozo de metal con un hechizo. Hacer el telar de metal fue fácil: sólo tuve que crear cada pieza en mi plano. La magia sólo podía fabricar formas sencillas, pero podía construir cualquier cosa si conjuraba las piezas individualmente.

“¿Este es tu plano para el telar? Es lo que dibujabas en clase”.

“No sé cómo has podido esbozar esto. A veces me asusta, mi señor”.

Mis conocimientos de mi vida anterior fueron una ayuda constante. Actué como muchos tipos de personas para acercarme a los objetivos de asesinato, y absorbí conocimientos sobre muchos temas para garantizar actuaciones convincentes. Dicho esto, nunca aprendí a hacer un telar de esa manera. Simplemente recordé un vídeo. Quizá formaba parte de una película. No estaba seguro. Una persona manejaba un telar en la grabación, y yo hice ingeniería inversa del plano basándome en sus acciones y en las funciones que requeriría la máquina.

“Supongo que vas a juntar todas estas piezas cuando termines de fabricarlas. Vaya, hay más de cien en el plano”, dijo Dia.

“Así de complicado es este aparato”, respondí.

Tarte se maravilló conmigo. “Es asombroso. Estás haciendo camisolas creando las piezas necesarias para que la máquina las teja”.

“No es tan inusual. Fabricar una máquina para fabricar una máquina para fabricar una máquina que fabrique el producto deseado es algo habitual”, expliqué.

Dia gimió. “Estás haciendo que me duela la cabeza”.

Ese era el destino de la industria manufacturera. En cualquier caso, esperaba que los tres termináramos el telar al final del día. Me llevaría otro medio día terminar sus camisolas.

Nunca había visto un hilo tan hermoso, transparente y flexible. Este trabajo era para piezas pragmáticas de equipo defensivo, pero iban a ser camisolas de gran calidad.