Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 23

Capítulo Extra: Geese y Su Aliado Final

Parte 3

 

 

¿Y ahora quieres que yo, un Rey Demonio de la Estupidez, te eche una mano? demandó él, ahora que estaba de vuelta en ese vacío mundo del sueño.

“Sip. Bueno, verás, a diferencia del resto, eres un demonio inmortal. Tu amada todavía sigue con vida y ahora mismo estás disfrutando tu vida, ¿no? No guardas rencor, ¿o sí?”


Tienes razón en eso. Pero la historia podría ser diferente esta vez. Tal vez nuestro protagonista y su amada solo… desaparecen. Para siempre.

“No, vamos, eso no pasará. Estoy en un aprieto. No te perjudicaría en una situación como esa. Incluso me disculparé… Solo concédeme tu poder, ¿quieres? ¿Ves lo sincero que soy?” El Dios Humano—el ser que no era ni una mujer ni un hombre, que ni siquiera tenía una existencia corpórea suficiente para distinguir sus rasgos—bajó su cabeza.

Mm.

El gesto fue casual, llevando muy poca sinceridad a pesar de toda la insistencia del Dios Humano. Pero definitivamente era una disculpa. El Dios Humano difícilmente parecía ser del tipo que decía lo siento, dado que solo le importaba humillar a las personas. Ciertamente esperaría que presuma sobre sus fechorías, pero ¿disculparse? Es muy extraño. Aun así, aquí estaba él, bajando su cabeza.

¿Qué planeas hacer si no te concedo mi fuerza? preguntó el hombre. “Entonces moriré. No inmediatamente, pero sí en el futuro distante.”


El hombre comenzó a contemplarlo. Sí, el Dios Humano lo había engañado. Seguir el consejo del Dios Humano había causado que su invasión de los humanos procediera a un ritmo más acelerado, despertando al león que dormía entre ellos. Más adelante, la armadura tomó posesión del hombre y causó que matara a la mujer que amaba más que a cualquier otra cosa en el mundo. El Dios Humano había jugado con su devoción, convirtiéndolo en una burla. Él sabía que el Dios Humano debe haber sabido lo que pasaría—debe haber previsto la mirada de desesperación en el rostro del hombre, la escena patética de él llorando mientras lo perdía todo. Se rio como si todo fuese un juego para él.

Él debió haber odiado al Dios Humano hasta el final de sus días.

Pero el orgulloso ejército del Rey Demonio ya no existía. El hombre ya no era un consejero táctico. Él no era más que un solitario Rey Demonio.

“Por si no lo recuerdas, te ayudé con ese hombre.”

Sí, estoy agradecido por eso, admitió nuestro protagonista. “¿Ves?”

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Ese consejo no había sido dado directamente a Badi, sino que llegó a él a través de alguien más. Un extraño le había ofrecido dos fragmentos de información, ambos llevándolo en una dirección prometedora. Fue solo después que el hombre pensó en preguntar al extraño cómo había obtenido la información. Este respondió, “Este dios que vi en un sueño me pidió que te la hiciera llegar.” La expresión del hombre se había vuelto amarga al escuchar eso.

Sin embargo, el hombre estaba agradecido. Ese consejo le había permitido ayudar tanto a una tribu de demonios que alguna vez habían residido en su región como al héroe que idolatraba. Este último se había visto muy feliz cuando se reunió con ellos. El hombre no olvidaría pronto la mirada en su rostro.

“Así que… Vamos, por favor,” suplicó el Dios Humano, bajando su cabeza una vez más.

Mmm.

El hombre siguió considerando el asunto. Incluso aunque el Dios Humano le había dado una pequeña ayuda, no podía eliminar los pecados imperdonables que había cometido. Por otro lado, ¿acaso había algo en el mundo que estaba completamente más allá de la redención? Tal vez para otras personas, pero él era un demonio inmortal. Él no lo había sabido en ese entonces, pero la mujer que amaba tenía un destino lo suficientemente fuerte como para que la muerte no pudiera contenerla. Ambos habían sobrevivido a ese miserable episodio.

Debería ser dicho que, si el hombre hubiese sido más joven, él habría rechazado inmediatamente la petición del Dios Humano. De hecho, él se habría aliado con su enemigo, esperando vengarse de toda la humillación y dolor que había sufrido.

Sin embargo, él había cambiado.

El Rey Demonio de la Sabiduría—el idiota engreído que era—estaba muerto. El hombre había entrenado su cuerpo, reído ruidosamente, dormido con mujeres, emborrachado, y dormido con su cuerpo desplomado en el suelo y ocupando tanto espacio como sea posible sin importar si a alguien le incomodaba. Él se había convertido en algo que realmente merecía a la mujer que amaba.

Él ya no era el Rey Demonio de la Sabiduría. No era tan débil y patético como para necesitar depender del consejo de un dios para proteger a su amada. Él ahora era el Rey Demonio Inmortal Badigadi, señor de Rikarisu—la ciudad donde los restos del Antiguo Castillo Kishirisu se elevaban hasta el cielo—y el rey de la Región de Biegoya. Él no era alguien que guardaba rencor por viejas trifulcas. Ahora era de mente abierta y magnánimo.

Un patético demonio sin ninguna fuerza lo había retado, y él había admitido la derrota. Para colmo, su enemigo jurado además había venido a ofrecerle una disculpa. Él no tenía opción.

¡Buajaja! ¡Muy bien! ¡Si insistes tanto, entonces supongo que te ayudaré!

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“¿Lo dices en serio? ¡Ugh, eso sí que es un alivio!”

Y así, Badigadi se convirtió en uno de los apóstoles del Dios Humano.

***

 

 

¿Y bien? ¿Quién es tu enemigo? preguntó Badigadi. “Nuestro enemigo es el Dios Dragón Orsted.”

Ajá.





El Dios Humano agregó, “Pero a quien realmente debemos derrotar es a su subordinado, Rudeus Greyrat.”

¿El chico con una ridícula reserva de poder mágico?

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Badigadi solo había pasado un corto año con Rudeus. Kishirika le había contado del chico cuya reserva de poder mágico sobrepasaba incluso a la del Dios Demonio Laplace, y eso había captado su interés. Él estaba ansioso de encontrarse con Laplace una vez que su reencarnación apareciera. Al final, el chico no había sido Laplace; él simplemente poseía un poder mágico increíble. Era una rareza, pero aparte de eso era normal.

¡Buajajaja! Así que ese chico se ha convertido en subordinado del Dios Dragón, ¿eh?

¿Qué debe haber sucedido para convertirlo en el chico de los mandados de ese hombre frío?

¡Qué interesante!

El Dios Humano se encogió de hombros. “No me preguntes a mí. No tengo idea.”

Hmph. No te creo. Apuesto a que engañaste al chico y lo convertiste en un demonio vengativo, ¿no?

“Bueno, sería una molestia explicarlo todo, pero… Sí, supongo que no te equivocas.”

¡Buajajaja! ¡Entonces cosechas lo que siembras! El hombre dejó salir una risa de corazón, burlándose del dios de la misma forma que el dios se había burlado de él en el pasado.


El Dios Humano se veía particularmente molesto por ser ridiculizado. Aun así, él no tenía más opción que tragarse su descontento. Badi había accedido a convertirse en su peón, así que él tenía lo que quería.

“No importa,” dijo el Dios Humano. “Geese es quien vendrá con los detalles. Tú solo necesitas cooperar con los otros apóstoles y guiar a Rudeus a una trampa.”

¿Sí? ¿No vas a luchar contra él de manera justa?

“De ser posible, es mejor ganar sin una confrontación frontal. ¿No estás de acuerdo?” Si él hubiese sido el mismo hombre que se había hecho llamar el Rey Demonio de la

Sabiduría, entonces probablemente habría asentido sin dudarlo. Sin embargo, él ahora era el

Rey Demonio de la Estupidez—el Rey Demonio Inmortal Badigadi. Era del tipo que dejaba a su oponente atacar primero, soportaba el golpe, y luego lo regresaba con uno propio para derrotar a su enemigo. Rudeus lo habría comparado con un luchador profesional.

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No me agrada, dijo el hombre.

“Viendo cómo eres ahora, supuse que dirías eso. Aunque lo entiendes mejor que nadie,

¿no? Que, si tratas de enfrentar al Dios Dragón en una lucha justa, no tienes oportunidad de derrotarlo.”

Sip, absolutamente ninguna posibilidad.

El Dios Humano continuó, “Es precisamente por eso que me gustaría que te dirigieras a una cierta ubicación por mí y recuperes algo.”

Asumo que no quieres que atraviese un ejército humano, pase a través de más de diez bosques, cruce más de cinco ríos, escale más de tres montañas, atraviese un valle de profundidades desconocidas, una pradera sumergida en una tormenta de nieve, y escale la montaña más alta del mundo… ¿o sí?

“No, nada así. Solo tienes que cruzar el océano. Eso es todo.” El Dios Humano sonrió después de decir eso. “Por supuesto, lo que te estoy pidiendo recuperar es algo con lo que ya estás bastante familiarizado.”

Badigadi instantáneamente supo lo que descansaba en las profundidades del océano. Algo que debió haber detestado con todo su ser. Pero si iban a vencer al Dios Dragón, sin mencionar tener esperanzas de matarlo, entonces eso sería absolutamente necesario.

Mmm… Bien. ¡Lo haré! Badigadi solo pasó un momento reflexionando sobre el asunto antes de acceder.

Después de todo, él era el Rey Demonio Inmortal Badigadi—el prometido de Kishirika. No era tan mezquino como para preocuparse por los detalles. Él había accedido a servir a Geese si él podía derrotarlo en un concurso de bebidas. Había hecho un pacto y recibido su disculpa, así que estaba bien.

Para un Rey Demonio, un contrato era absoluto. Tal vez eso parecía superficial en vista de que el Dios Humano todavía era un mentiroso, pero el hecho era que él había accedido a esto. Si el Dios Humano quería que él recuperase esa detestable cosa, traerla de regreso, y usarla para derrotar a sus enemigos, entonces no había nada de qué dudar.

¿Y no tienes ningún otro consejo para mí? preguntó el hombre.

“Por desgracia, mi visión cuenta como un ojo demoniaco. No puedo ver tu futuro, ya que bebiste el elixir Anti-Ojo Demoniaco.”

¡Ajá, ya veo! ¡Buenas noticias para mí! ¡Después de todo, la vida sería aburrida si pudieras ver exactamente cómo termina! ¡Buajajaja!

Badigadi estaba realmente feliz. Mientras más sincera fuera su risa, el rostro del Dios Humano más se retorcía del descontento.

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“Puede que no sea capaz de ver tu futuro,” dijo el Dios Humano, “pero puedo ver el futuro de otro hombre. Él tal vez no es tan inteligente como tú, pero lo suficiente, y él puede luchar incluso aunque no es físicamente fuerte. Sigue sus instrucciones.”

Buajajaja, ¿te refieres a ese hombre flacucho con cara de mono? ¡Muy bien! ¡Seré su mano derecha para ti!

“Excelente. Así que, Rey Demonio de la Sabiduría Badigadi—”

No, corrigió el hombre, Yo ya no soy ese hombre. ¡Soy el Rey Demonio de la Estupidez— el Rey Demonio Inmortal Badigadi!

“En ese caso, Rey Demonio Inmortal Badigadi, te confío esto.”

El hombre asintió vigorosamente. ¡Sí, puedes dejarlo en mis manos! ¡Buaja! ¡Buajaja!

¡Buajajajajajajaja!

Su reunión había concluido. La visión de Badigadi se tiñó de blanco, con su propia risa resonando en sus oídos.

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¡Buajajajaja!

Él observó el evidente rostro de desagrado del Dios Humano con gran placer, e incluso mientras su consciencia se desvanecía, su risa no lo hizo.

 

-FIN DEL VOLUMEN 23-

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