Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 23

Capítulo Extra: Geese y Su Aliado Final

Parte 1

 

 

Me encontraba en la Región de Biegoya del Continente Demoniaco, dentro de la mansión de un cierto alcalde. El olor a alcohol llenaba el aire. Los hombres dentro de la habitación, todos completamente borrachos, estaban medio desnudos. Los bastardos no estaban usando ni una sola prenda de la cintura para arriba.

Yo estaba justo en frente del mandamás de este grupo. Conocía la reputación del sujeto, pero él estaba un poco fuera de mi liga. Por supuesto, yo sabía su nombre. Lo había visto desde lejos. Aunque no es como si nunca hubiésemos pasado el rato juntos; tampoco hablamos tanto. Simplemente lo conocía, ¿bien? Sabía que él estaba ahí afuera en el mundo, haciendo algo. Hasta ahí llegaba nuestra relación—si es que podías llamar a eso una relación.

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Últimamente me había estado acercando a este grupo, pero no estaba acostumbrado a estar a su alrededor. Mi cabeza todavía estaba adolorida.

“¡Buajaja! ¡Buajaja! ¡Glup! ¡Glup! ¡Buajajaja!”

El hombre estaba bebiendo enérgicamente de su bebida. Sus seis brazos estaban sosteniendo un barril de cerveza completo; él lo inclinó y bebió, bebió, y bebió, y bebió. La forma en que tragaba sugería que él no le estaba prestando atención al sabor. Si me preguntan a mí, es un desperdicio de un buen trago.

“Estás de buen humor,” dije, acercándome al hombre.

El hombre arrojó el barril hacia la distancia después de beberse la última gota. Sus ojos se posaron sobre mí. “¡Buajajaja! ¡Sí, tienes razón!” Él solo ofreció una breve respuesta antes de apartar su mirada. “¡Tráiganme otro, ya que me gustó mucho su cerveza! Una gran cosecha. ¡Buajaja!”

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Este tipo no estaba interesado en mí. Aunque yo conocía una palabra que llamaría su atención. Estaba seguro de que, tan pronto como la escuchara, él se sentaría derecho y pondría atención.

“Y dime. ¿Has escuchado del Dios Humano?” pregunté.

Su risa se detuvo, y sus ojos me miraron fijamente. “Tú,” dijo él. “¿Dónde escuchaste ese nombre?”

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“En el mismo lugar que tú. En un sueño.”

“¿Oh, no me digas? ¡Dirígete hacia la Universidad de Magia del Reino de Ranoa! ¡Ahí encontrarás a alguien con una profunda conexión con el Dios Humano! ¡Buajaja!”

Asumí que se estaba refiriendo al Jefe. Es cierto, si yo estaba conectado con el Dios Humano y quería una forma de cortarla, ese sería el lugar correcto para ello. Era un consejo razonable.

“Nop,” dije. “Tengo asuntos contigo.” “¿Qué?”

“Soy aliado del Dios Humano. Estamos luchando contra el Dios Dragón. Únete a nosotros.”

“¿Oh?”

Su postura cambió por completo. Su sonrisa jovial se convirtió en una seria. Era un cambio alarmante, considerando que él la clase de sujeto que siempre estaba alegre.

“Si eso es lo que quieres, déjame decirte algo. Considéralo un consejo.” Yo asentí. “Adelante.”

“Si te alías con el Dios Humano, un día vas a destruir con tus propias manos lo más preciado para ti. Huye mientras puedas.”

“Sip, lo sé. Seguí su consejo antes y eso me llevó a destruir mi hogar por completo.”

Él se me quedó mirando de la sorpresa. “¿Tu hogar? ¿Mm? ¿Y todavía sigues a ese sujeto?”

“Supongo, sí.”

Así debe sentirse observar que la opinión tuya de alguien cambie ante tus ojos. Repentinamente sentí que me consideraba una figura interesante. Curiosidad. Creo que me gusta.

“¿Destruiste tu hogar con tus propias manos y no sentiste nada?”

Sacudí rápidamente mi cabeza. “Nah, por supuesto que no. Fue un verdadero shock para mí. ¿Cómo lo digo? Fue solo cuando ya era demasiado tarde, cuando las cosas ya estaban fuera de mi control, que repentinamente lo entendí todo—no odiaba ese lugar. Lo admito, había pensado que mi familia y hermanos no eran más que basura. Pero en ese momento me di cuenta de que nunca quise que murieran. Estaba completamente arrepentido. ¿Qué he hecho? Ni siquiera pude ponerme de pie por días.”

Habían pasado ya varios años desde que comencé a seguir los consejos del Dios Humano y empecé mi viaje antes de que todo se viniera abajo. Ocurrió antes de conocer a Paul y los demás, cuando yo era un aventurero desesperado por dinero. El Dios Humano me había aconsejado ofrecer información a un cierto sujeto. Fue diferente de los consejos de siempre, dicho más bien como una solicitud. Sí sentí que había algo fuera de lugar en ese momento. Aun así, hice exactamente lo que me dijo, ofrecí la información, y conseguí una buena recompensa por mi esfuerzo.

Ni siquiera fue tanto dinero. En ese entonces lo pareció, pero solo fue lo suficiente como para estar un mes sin trabajar antes de que se acabara. A mí no me importó—estaba más feliz que la mierda. Tomé mi dinero, fui hacia una taberna, invité a todos los presentes unos tragos, y me ahogué en licor.

Al día siguiente, todo se fue a la mierda. Ese día, descubrí que la información que había entregado había provocado la ira de un Rey Demonio. Este Rey Demonio generalmente era un sujeto afable, pero todos tienen un secreto que no quieren que se sepa. Bueno, la información que yo había entregado se relacionaba directamente con ese secreto. El Rey Demonio rastreó la filtración hasta un demonio de la Tribu Nuka.

El Rey Demonio fue directamente hacia el asentamiento de nuestro clan y los masacró a todos. No mostró misericordia—a nadie. Hombres y mujeres, viejos y niños—fue una matanza indiscriminada. Ni siquiera el Rey Demonio sobrevivió a su propia masacre. La información que yo había entregado era la llave para matar a este Rey Demonio. El hombre que me había comprado esta información la vendió, y los compradores mataron al Rey Demonio.

Yo fui el único sobreviviente.

Estaba perplejo. Lloré. Pataleé. Me lamenté. ¿Por qué soy tan idiota? ¿Por qué confié en el Dios Humano?

¿Cómo creen que el Dios Humano reaccionó a todo esto? Él se burló de mí y se rio a carcajadas.

“Bastante horrible, ¿cierto? Él me hizo experimentar la peor situación imaginable, para luego patearme en el estómago mientras estaba caído,” dije, recordándolo todo.

“Y confías en el Dios Humano luego de todo eso, ¿eh? ¡Buajaja! ¡Eres un hombre interesante!”

“¿Cierto? Me lo dicen mucho.”

Dudaba que hubiera otro hombre con vida que hubiese caído hasta las profundidades de la desesperación y todavía siguiera confiando en el Dios Humano a pesar de eso. Rudeus no había hecho eso. Tampoco el hombre con el que yo estaba hablando ahora.

“Yo creo que tú también eres muy interesante,” dije. “¿Oh?”

Aunque yo estaba escéptico a partir de todo lo que había escuchado hasta ahora, comencé a sospechar que este sujeto no era como Rudeus. Para ser honesto, él parecía ser de los míos.

“No es como si supiera todos los detalles, pero… hay una chica que te interesa, ¿cierto?” “¡Así es! ¡Estamos comprometidos!”

“Pero no fuiste capaz de decir lo que sentías por ella, ¿cierto?” continué, presionándolo. “Me atrapaste con eso.”

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“Solo lograste decirle gracias al Dios Humano, ¿cierto? Se lo debes. ¿Cierto?” Hubo una pausa.

“Mmm… ¡Ahora que lo mencionas, supongo que no le he pagado!”

“¿Por qué no pagas la deuda que debes prestándonos tu fuerza ahora? No es un mal trato,

¿no crees?”

Eso se sentía bastante arriesgado, considerando que él podría aplastarme a mí y a mis huesos y convertirnos en una bola solo con sus manos. Después de todo, sus intereses estaban más del lado de Rudeus. Apuesto a que él entendía el dolor que provocaba seguir el consejo del Dios Humano solo para observar lo más preciado para ti siendo pisoteado. Al mismo tiempo, apuesto a que él también podía comprender cómo me sentía yo. Sí, me habían robado algo preciado para mí, pero había salido de todo eso sin perder lo más preciado de todo.

Este sujeto tenía que ser como yo. A pesar de que había sido engañado como muchos otros antes, era el único que quedaba, debido a que, al final, él aun así había puesto sus manos sobre lo más preciado para él.

“¡No es un mal trato! ¡Sí tengo una obligación de brindar mi ayuda al Dios Humano!” Me animé. “Sí, la tienes, ¿no?”

“¡Pero me rehúso!”


“¿Eh? ¿¡Por qué!?” grité de la incredulidad.

“¡Tú!” Él apuntó sus dedos hacia mí—los dedos índices de cuatro de sus manos. “¡Buajaja! ¡Dañaría mi reputación como un Rey Demonio si fuera a permitir ser convencido por juegos de palabras y un poco de culpa!”

No pude evitar cerrar mi boca. Ah, ya lo entiendo. Es cierto, este tipo es uno de ellos— uno de los demonios inmortales. Su larga esperanza de vida le daba una extraña preocupación por la reputación, los acuerdos, y ese tipo de cosas. Era testarudo sobre sus propias reglas autoimpuestas.

“¡Yo soy el Rey Demonio Inmortal Badigadi! ¡Si quieres luchar a mi lado, primero necesitas derrotarme!”

Es cierto. Este era el Rey Demonio Inmortal Badigadi. Él era un Rey Demonio que concedía sabiduría. Su hermana, la Reina Demonio Inmortal Atoferatofe, concedía fuerza. Ella solo podía ser forzada a rendirse por alguien más fuerte que ella. En contraste, se decía que Badigadi solo se rendiría frente a alguien que tuviera un poco de ingenio.

“Bien, entiendo. Te enfrentaré.”

“¿Una competición de ingenio? ¡Buajaja! ¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Cuál sería el propósito de tal competición?”

“¿Qué?”

Mierda. Si él estaba buscando una contienda física, entonces yo no tenía oportunidad.

¿Debería traer a alguien para que luche en mi lugar?

“Aunque no hay mucho honor en vencer a un enclenque como yo, ¿no crees? ¿O de verdad crees que eso incrementará tu reputación como Rey Demonio?”

Badigadi sacudió su cabeza. “¡Por supuesto que no! El deber de un Rey Demonio es dar una batalla justa a los héroes potenciales.”

Ladeé mi cabeza. “Bueno, ¿entonces qué clase de competición quieres?”

El hombre levantó otro barril de cerveza. “Esto,” dijo él. “¡Por lo que se ve, apuesto a que eres un bebedor bastante ávido!”

“Disfruto de un buen trago.”

Entonces va a ser un concurso de bebidas. Yo no era muy bueno aguantando el alcohol.

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Sí me gustaba más que a Talhand, pero no lo suficiente como para presumir.

Badigadi tenía cerca de diez barriles vacíos esparcidos a su alrededor. Tomando eso en cuenta, tal vez yo pueda… Nah, no podía esperar tanto. Este hombre era un demonio inmortal. Sin importar lo buena que pueda parecer mi ventaja ahora mismo, apostaría a que el tipo tenía una capacidad ilimitada para beber. Él era como un pozo sin fondo. Yo no iba a ganar.

“¿Y bien?” me instó Badigadi. “¿Te acobardaste? ¿O eres del tipo que solo acepta un desafío si está seguro de que va a ganar?”

“Nah, más bien no me molesto con aceptar desafíos que que no voy a ganar,” dije, corrigiéndolo.

“Rudeus Greyrat era diferente. Él no se inmutó ante la idea de luchar. Él dejó salir una gran risa y disparó repentinamente un hechizo de nivel Imperial hacia mí. ¡Por supuesto, yo aun así lo vencí! ¡Buajajaja!”

“No me gusta que me compares de ninguna forma con el Jefe. A diferencia de él, yo no nací con ningún talento.”

“Hmph. ¿Qué pasa con eso de no aceptar un desafío que no puedes ganar y no tener talento? ¿Crees que Rudeus Greyrat estaba tan confiado en ese momento? ¿Que se lanzaba hacia cada batalla sintiendo que sería protegido por sus propios talentos?”

Recordé nuestro tiempo en el Laberinto de la Teletransportación. Seguro, el Jefe tenía más confianza que yo, pero había chillado de la ansiedad algunas veces. El descuido que cometió al final casi lo destruye completamente. Roxy lo había ayudado a recobrar su espíritu, pero estuvo cerca. Él había mejorado con el paso del tiempo, pero a Rudeus todavía le pasaba la muerte de Paul.

Yo estaba dispuesto a apostar que él tampoco tenía esperanzas de ganar cuando se enfrentó a Orsted. Rudeus apenas pudo enfrentar a esa hidra, pero ese tipo Orsted podría haber vapuleado a ese monstruo con una sola mano.

“También lo sabes, ¿no? Hay algunas batallas que no puedes ganar solo manipulando las cosas desde la seguridad de las sombras. En ocasiones tienes que poner tu vida en juego para aumentar tus probabilidades de victoria.”

No dije nada en respuesta.

“Lo sé,” dijo Badigadi. “Hubo una ocasión en que no lo hice, y esa fue la razón por la que terminé perdiéndolo todo. Eso fue un aprendizaje. ¡He pulido mi cuerpo, tomado toda clase de alcohol, y he hecho montones de amigos! ¡Buajajaja! ¡Desearía mostrarte el enclenque donnadie que yo solía ser!”

Yo solo sabía cómo era este Rey Demonio bueno para hablar basándome en lo poco que me dijo el Dios Humano. Aun así, dejando de lado la falta de información, había una cosa de la que estaba seguro; para un Rey Demonio, un contrato era absoluto. Esta competición no era imposible. Era solo un concurso de bebidas. Si podía obtener una victoria en esto, sabía que él honraría su promesa. Él se convertiría en el lacayo del Dios Humano y mi marioneta. El Rey Demonio Inmortal Badigadi, el sujeto que había enfrentado y derrotado a un Dios Dragón en los tiempos históricos, estaría a mí disposición y me llamaría; Geese Nukadia, el pequeño perro faldero del Dios Humano, un tipo que recoge los huesos de las demás personas para seguir adelante.

“Bien,” dije.

Si esta fuera una lucha cuerpo a cuerpo, yo no tendría oportunidad. Pero siempre y cuando este no fuera un combate físico, entonces no era imposible.

Asentí para mí mismo. “Ya tienes a un retador. Espero que no te moleste ser derrotado patéticamente, Rey Demonio.”

“¡Buajaja! ¡Ese es el espíritu! ¡Entonces vamos, muéstrame de lo que estás hecho!” “Es mejor que no olvides tu promesa,” le advertí.

“¡El resto de ustedes! ¡Tráigannos más cerveza!”

Con los términos de nuestro concurso establecidos, todos a nuestro alrededor estallaron de la emoción.

“¡Muy bien, cara de mono! ¡Muéstranos de los que estás hecho!” “Sí que tienes agallas para un extranjero.”

“¡Este amigo mono podría dar la sorpresa! ¡Tengan cuidado!”

Terminé siendo empujado sobre una silla por los hombres a nuestro alrededor. Escaneé el área y mis ojos se posaron sobre una pila de cuerpos inconscientes—pobres idiotas que habían retado a Badigadi solo para fracasar de manera espectacular. Había cinco de ellos apilados ahí, pero yo sospechaba que había muchos más actualmente inconscientes al lado de ellos. Eso significa que el hombre debe ser bastante resistente, pero… Cielos, ¿de verdad tengo opciones de ganar esto?

“Entonces empieza, toma tu primera jarra.”

Se me entregó una jarra—una de madera del tamaño de un puño enorme, dentro de la cual vertieron una cerveza dorada y translucida, llenando la jarra hasta el borde.

“¡Hasta el fondo!” “¡Sí, vacíenlas!”

Logré acabarme la primera jarra sin ningún problema. Mm, sí, esta cerveza baja muy bien. Podría tomar de esta cosa casi infinitamente. A pesar de que, a juzgar por los cuerpos sobre el suelo, yo no era el único que había estado convencido de eso.

“Kejeje, todos ellos eran idiotas—pensaban que podían retar a un Rey Demonio Inmortal como yo a un concurso de bebidas,” dijo Badigadi.

“¿Acaso alguien te ha vencido alguna vez en esto?”

“¡Sí!”

Alguien me entregó una segunda jarra. Levantamos al mismo tiempo nuestras jarras rebalsándose y las dejamos secas.

“¡Fuah!” exhale una vez que había terminado de bebérmela toda. “¿Me vas a decir el nombre de este amigo?”

“¡Eso debería ser obvio! ¡Fue la Gran Emperatriz del Mundo Demoniaco Kishirika Kishirisu!”

“No me mientas. Ella no cuenta.”

“¡Buajajajaja! ¡Una victoria es una victoria, y una derrota es una derrota!”

Kishirika Kishirisu era la prometida de Badigadi. Durante la Segunda Gran Guerra entre Humanos y Demonios, los dos estaban en una relación de amo-sirviente. Apostaría a que Badigadi había perdido a propósito con ella como una muestra de sumisión.

“¿Tratas de decirme que perdiste en una lucha justa?” pregunté, escéptico.

“Sip. ¡Tú tienes las mismas oportunidades! Sería una buena historia que el último sobreviviente de los Nukadia me venza.”

Entrecerré mis ojos hacia él. “¿Por qué sabes eso?”

“¡Buajaja! Conozco a las personas de mi región. ¡Sé cuáles clanes han sido aniquilados recientemente!”

Terminé mi cuarta jarra. Era una cerveza deliciosa. Bajó suavemente a través de mi garganta.

“Geese Nukadia,” continuó Badigadi, “¿qué es lo que consideras una lucha justa, mm?” “Esa es una pregunta extraña. Diría que es exactamente de la forma como lo dijiste antes.

No perder a propósito, sin contenerse, y seguir hasta que uno de los lados sea el claro

vencedor. ¿Cierto?”

“¡Sí! ¡Exactamente!”

Uno de los hombres me entregó mi quinta jarra. La tomé con mi mano. Todavía puedo seguir. Todo está bien, me dije a mí mismo.

“Pero la victoria es un concepto vago. ¿No estás de acuerdo?”

Asentí pensativamente. “Sí, tienes razón. Ahí afuera hay un montón de perdedores que actúan como si hubiesen ganado algo.”

“¡Buajaja! ¡Veo que sí lo entiendes!”

A continuación, llegó mi sexta jarra. Sentía que los bordes de mi visión estaban comenzando a volverse borrosos, pero todavía estaba en el juego. Podía seguir bebiendo. El alcohol aún no me había embriagado. Todo está bien, todo bien.

“Piensa por un momento. ¿Qué significa la victoria para ti?” preguntó Badigadi. “¿La victoria?”

Esto no es bueno. Esta cerveza es peligrosa. Era lo suficientemente deliciosa como para bebérmela sin pensarlo. Claramente era más potente que el vino de Asura. Estaba a la par del licor fuerte de Ranoa o la cerveza que servían los enanos. Era difícil darse cuenta debido al sabor, pero esta era una bebida para personas que querían emborracharse de inmediato. Esta no era la clase de cosa que querías seguir tomando de esta forma.

Cálmate un poco, me dije a mí mismo. Tienes que bajar el ritmo o vas a perder. No podía permitirme ser derrotado. Sin importar si ganaba o perdía, no podía dejar que las cosas terminaran aquí.

“Sip, así es. Piénsalo detenidamente.”

¿Pensar? Pensarlo… ¿pensar qué? Ah, la victoria. Sí, victoria… Bueno, ¿qué es la victoria? ¿Qué significa para mí? ¿Qué debo hacer para ganar? ¿Emborrachar hasta la inconsciencia a Badigadi? Nah. Eso no es lo que busco. Debe haber algo más—alguna otra razón por la que estoy en esta competición.

“Aquí tienes, la octava.”

Ni siquiera podía recordar la séptima. Estaba llegando a la respuesta—esta para él era una batalla de agallas. Seguro, era un método indirecto, pero él me iba a emborrachar, para exponerme y que le diga algo. Lo importante no era beber más que él. Badigadi quería que yo supiera que lo importante era hacerlo admitir la derrota.

Me di cuenta de que él había estado dando pistas para obtener la victoria a lo largo de nuestra conversación. Esto era un juego. Un juego en el cual yo tenía que seguir las pistas, encontrar las palabras apropiadas, y responder correctamente.

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Pfft, como si pudiese recordar siquiera una palabra que dijo. ¿Estás tratando de jugar conmigo, haciéndome beber esta cerveza fuerte solo para hacerme preguntas que requieren pensar?

“¿Estás tratando de mantenerme bailando para divertirte? ¿Es eso? ¿Hah?” me quejé con él.

“¡Buajaja! ¡Las palmas de mis manos son bastante grandes, así que debería ser fácil bailar sobre ellas!”

“¿Con quién crees que estás hablando, hah? ¡Quien estará bailando antes de que esto termine eres tú! ¡Sobre la palma de mi mano!”

La novena jarra fue colocada ante mí.

“¡Bien dicho! ¡Pero santo cielo, parece que tu cuerpo está empezando a tambalearse antes que el mío!”

“¡Ah, ya cállate!” grité hacia él.

Acepté la décima jarra con una mano que temblaba de forma incontrolable. Sabía que, si me tragaba todo esto, yo definitivamente iba a vomitar inmediatamente después. Eso no me detuvo. No tenía más opción que hacerlo. No era como si tuviera una razón en especial. Solo sabía que, si me rendía, no iba a ser capaz de vencer a Rudeus.

“Urp…”

Mi estómago comenzó a contraerse, incapaz de soportar todo el alcohol. Sentía que mi cabeza estaba girando sin rumbo. Apreté mi quijada, tratando desesperadamente de contenerlo, pero algo agrio subió a través de mi garganta y comenzó a llenar mi boca. Mantuve mis labios firmemente cerrados, pero a causa de eso fluyó hacia mi nariz. Un horrible escalofrió me recorrió.

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“¡Bluuuurg!”

Vomité. Lo que salió de mí no tenía forma—era solo fluido, ácido estomacal mezclado con cerveza, el cual creó un desagradable charco sobre el suelo. Un hedor acre llenó la habitación. Los hombres a nuestro alrededor fruncieron sus rostros del disgusto incluso mientras estallaban en aplausos, adulando al Rey Demonio y su victoria.

“¡Buajaja! ¡Parece que nuestro enfrentamiento terminó!”

Yo estaba en cuatro sobre el suelo, con saliva goteando de mi mentón mientras miraba hacia el desagradable charco debajo de mí. Todo se sentía horrible. Mi cuerpo entero, mi corazón—todo. Había perdido, completamente. Yo era un perdedor.

Forcé mi cuello para levantar mi cabeza, donde pude ver al Rey Demonio de seis brazos. Él estaba de pie ahí, todavía viéndose tan solemne como siempre mientras se acercaba, con su jarra en mano. Él tenía una mirada triunfante en su rostro.

Aparté mis ojos. No podía creer que él me hubiese derrotado. Seguro, en el exterior yo sabía que no había ninguna posibilidad de victoria, pero en el fondo, sabía que tenía que haber alguna forma de ganar. Que, si solo nos estábamos enfrentando en un concurso de bebidas, yo tenía una oportunidad. Pero en realidad, yo…

Repentinamente lo entendí. “¿Mm?”

Regresé a mi asiento y tomé en silencio mi jarra con mi mano, manteniéndola en el aire.

Era la decimoprimera jarra que alguien me había servido.

“¿Quién estableció una regla donde si vomitas pierdes, hah?” dije.

Mushoku Tensei Volumen 23 Capítulo Extra Parte 1 Novela Ligera

 

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El rostro de Badigadi se volvió inexpresivo por un momento. Él fue completamente tomado por sorpresa. Pero pronto sonrió y se volvió a sentar. “¡Nadie lo hizo!” admitió animadamente él.

Oh, sí. Es hora del segundo asalto.

***

 

 

Ya había olvidado cuántas jarras me había tomado y cuántas veces había vomitado toda la cerveza que bebí. A mitad de camino, comencé a vomitar entre cada jarra que bebía. Algunas veces incluso vomité mientras bebía. Mi cuerpo estaba más allá de su límite. Sabía eso. Mi consciencia iba y venía, mi visión era borrosa, y mis recuerdos confusos. Ni siquiera podía hablar, apenas gruñir. Me convertí en una máquina, agarrando robóticamente una jarra recién llenada solo para beberla inmediatamente. Era un verdadero milagro que todavía no me hubiese desmayado.

“Ooh… Urgh…”

“¡Buajaja! ¡Buajaja! ¡Buajaja! ¡Buajajajaja!”

La risa animada de Badigadi iba y venía a través de la neblina de mi embriaguez. Dejé de escuchar a la multitud y sus aclamaciones hace un rato. Sentía que estaba en medio de un sueño.

Esperen un momento. ¿Cuándo fue que Badigadi se cayó de lado? Nah, soy yo el que se cayó, ¿eh? Mierda…

“Mi Señor, si sigue con esto, él va a morir.”


“Mm. No esperaba que él fuera del tipo que llegaría tan lejos,” dijo pensativamente Badigadi.

“¿Qué debemos hacer con él?”

“Usen magia de desintoxicación sobre él y recuéstenlo por allá.” “¿Qué hay sobre su competición?”

“¡Buajaja! ¡Que un cobarde como él pusiera su vida en juego fue muy heroico! ¡No tengo más opción que admitir la derrota! Ser un héroe no necesariamente significa ser físicamente fuerte, ¿o sí? ¡Buajajaja!”

Logré escuchar ese corto intercambio antes de que mi consciencia se hundiera en la profunda oscuridad.

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