Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 23

Capítulo 8: Un Dios del Norte, una Aventurera, y Más…

Parte 1

 

 

El Dios del Norte Kalman era uno de los tres héroes que cooperaron para asesinar al Dios Demonio Laplace durante la Guerra de Laplace. Dicho eso, el Dios del Norte Kalman I—llamado así para distinguirlo de sus sucesores—era más bien aburrido cuando era comparado con sus compañeros héroes, el Rey Dragón Acorazado Perugius y el Dios Dragón Urupen. Naturalmente, él no era menos famoso.

No fue hasta que el Dios del Norte Kalman II apareció que el nombre se volvió famoso. El portador de ese título era Alex Rybak. Él viajó a través del mundo, dejando historias de sus hazañas heroicas a su paso. Estas historias más adelante fueron relatadas por trovadores y novelistas que esparcieron la leyenda todavía más. Con tantas personas contándolas, las historias de cierta forma cobraron vida propia. El punto era que el Dios del Norte solo era famoso debido al segundo sujeto que portó el título.

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El Dios del Norte Kalman I hizo una aparición en La Leyenda de Perugius, pero él era más bien un personaje secundario. Dentro de ella, el Dios del Norte Kalman era descrito como un espadachín con técnicas increíbles. ¿Cuán increíbles? Él fue capaz de derrotar a la Reina Demonio Atoferatofe por sí solo. Esas habilidades con la espada salvaron a Perugius en múltiples ocasiones. Él y sus siete compañeros triunfaron en su peligroso viaje y sobrevivieron a la Guerra de Laplace.

Seguro, el Dios del Norte Kalman ciertamente era impresionante, pero él no podía manipular una fortaleza flotante completa como Perugius. Él no avanzó hacia el territorio de Laplace con sus doce subordinados, no enfrentó a Laplace de frente como el Dios Dragón Urupen, ni tampoco tuvo ninguna otra participación para hacerlo memorable. En cambio, su fuerza discreta apoyó a los dos miembros más renombrados del trio desde las sombras.

Sin embargo, había más en su historia que solo eso.

Tras la Guerra de Laplace, las fuerzas restantes del Dios Demonio siguieron resistiéndose a través de las tierras que su amo había conquistado. En ese momento fue cuando el Dios del Norte Kalman fue a enfrentar por sí solo a la Reina Demonio Atofe. Después de una prolongada batalla, él finalmente pudo quedarse con la victoria. Nadie sabía lo que ocurrió justo después. Lo que sí sabíamos era que él terminó casándose con Atofe, forzándola a retirarse de las batallas que ella todavía estaba luchando. La pérdida de una guerrera importante como Atofe dio un gran golpe a las fuerzas de Laplace restantes, y por lo tanto el mundo pronto volvió a la paz.

Kalman fue el verdadero responsable de poner fin a toda la guerra. Es cierto, lo que él hizo era positivamente descabellado. ¿Cómo más podía uno describir ir a luchar contra Atofe, derrotarla, y luego casarse con ella?

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La leyenda de Perugius lo había descrito como del tipo reservado y despreocupado, pero para ser sincero, los hechos sugerían que estaba loco. Aun así, su poder era real. Podía entender por qué él se había ganado tanto del respeto de Perugius, el cual era realmente difícil de obtener.

Este Dios del Norte Kalman había fallecido hace ya mucho tiempo. Él era el hijo de un humano, y los humanos tenían una esperanza de vida comparativamente corta. Por otro lado, Atofe era un demonio inmortal. Ella había vivido significativamente más que Roxy, Sylphie, o yo, y su hijo heredó ese mismo rasgo. Por lo tanto, el hijo de Kalman iba a disfrutar de una vida larga.


El anteriormente mencionado Kalman II todavía estaba con vida. Él estaba recorriendo el mundo, esparciendo las enseñanzas del Estilo del Dios del Norte. El nombre Kalman tampoco terminaba con él, ya que había un Dios del Norte Kalman III. Él era conocido como Alexander Rybak. Era el hijo de la segunda generación y solo recientemente había heredado el nombre, ya que era un espadachín demasiado joven.

A diferencia del Dios de la Espada, no existía una regla en el Estilo del Dios del Norte que dijera que solo una persona podía poseer el título de Dios del Norte. Por lo tanto, actualmente dos personas poseían ese título. Digamos que el cabecilla de la segunda generación en este momento estaba algo así como retirado. Kalman III era el que estaba dentro de los Siete Grandes Poderes, y él era el que estaba estudiando estilos de batalla que usaban otros tipos de armas además de la espada (entre otras cosas).

El Dios del Norte Kalman III parecía ser el candidato más probable a convertirse en otro de los apóstoles del Dios Humano. De acuerdo a Orsted, las probabilidades eran bastante altas, aunque no era seguro, por lo que él era el siguiente en mi lista a localizar. Estaba esperando agregar al hombre a nuestra plantilla de aliados antes de que se uniera a la del Dios Humano. Si ya lo había hecho, entonces mi deber era deshacerme de él.

A juzgar por lo que Orsted me había dicho, Kalman III muy probablemente estaba en la Zona de Conflicto del Continente Central. Él además era, sin lugar a duda, más poderoso que yo. Necesitaría valorar cuidadosamente la situación para confirmar si él era o no un enemigo y encontrar un plan a prueba de fallas para derrotarlo de ser ese el caso.

Voy a tener que prepararme mucho para este.

***

 

 

En fin, así fue como terminé trayendo a Eris conmigo una vez más. Partimos hacia la parte más al sur del Continente Central, donde estaba ubicada la Zona de Conflicto.

El nombre de esta región por sí mismo era inquietante. El lugar estaba lleno de países, asentamientos, y tribus que no podían ser clasificadas como naciones soberanas, y todos ellos estaban atrapados en guerras sin fin con los demás. Era como la versión de este mundo del periodo de conflicto de Japón.

Tomen un libro de historia, den vuelta las páginas hasta llegar cuatrocientos años atrás y descubrirán que este lugar estaba sufriendo todo el peso de la Guerra de Laplace. El Reino de Asura, ubicado en la parte occidental del continente donde el suelo era más fértil, fue el único reino que logró escapar de la destrucción y mantener el control de sus territorios.

Las regiones central y sur, donde el suelo no era tan rico, no habían pertenecido a nadie en ese entonces. Los optimistas que habían sobrevivido a la guerra y ahora querían permanecer en estas áreas sin dueño y comenzar a construir sus propios países, deseaban convertir las áreas en hermosas tierras y quedárselas.

No hubo disputas entre ellos por un tiempo, pero cuando cada reino obtuvo más poder y sus fronteras fueron establecidas, estos chocaron. La situación cambió. Comenzó con pequeñas escaramuzas que crecieron, afectando a cada nación cercana. Este fue el acto de apertura del Periodo de Conflicto.

El Reino del Rey Dragón fue la primera nación en liberarse a sí misma del caos de la guerra en ese periodo. Su capital estaba ubicada en las entrañas de la región más al sur del continente—una ubicación para nada ideal. Dejando de lado el valor del terreno, sus fronteras se cerraban sobre la guarida de los Dragones Rey, de los cuales derivaba su nombre. El Reino del Rey Dragón formó un escuadrón de ejecutores para alejar a los Dragones Rey y reclamar exitosamente la montaña donde ellos habían residido. Esto le permitió al Reino poner sus manos sobre recursos minerales, y en un instante, ellos se convirtieron en el país más poderoso de la región sur.

Como el Oda Nobunaga de las provincias del sur, pensé.

En cualquier caso, el Reino del Rey Dragón esperaba usar ese impulso para reclamar los territorios en el sur y comenzó a invadir a sus vecinos. Ellos ocuparon un gran número de países a lo largo de la costa, aunque sus nombres ya se habían perdido en la historia, y conquistaron el Reino de Sanakia, el Reino de Kikka, y el Reino de Shirone como estados vasallos. Usando Shirone como punto de apoyo, el Reino del Rey Dragón estuvo preparado para avanzar hacia la Zona de Conflicto y conquistar toda la zona para agregarla a sus territorios en expansión.

Sus planes fueron truncados por dos países que intervinieron: el Reino de Asura y el País Sagrado de Millis. Ellos presionaron al Reino del Rey Dragón, advirtiéndoles que, si invadían la Zona de Conflicto, Asura y Millis no se quedarían de brazos cruzados. Los tres firmaron un pacto, accediendo a que no interferirían en la Zona de Conflicto.

Por supuesto, cada uno de estos tres poderes quería desesperadamente la tierra en el centro del Continente Central. Los tres llegaron a la misma idea por separado: ellos jalarían de los hilos de un gobernante en particular dentro de la región. Algún día, uno de los países unificaría la Zona de Conflicto, y si su campeón terminaba en la cima, ellos convertirían a este país en su estado vasallo.

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Lo que eso provocó fue caos y guerra. Cada reino envió a sus propios espías hacia la Zona de Conflicto, los cuales se infiltrarían en las filas de cualquier nación que estuviera ganando poder y harían un movimiento para unificar la región. Sus intentos de provocarse entre ellos inevitablemente catapultarían a la nación prometedora hacia una guerra civil, causando su colapso. El territorio terminaría ya sea fracturado o invadido y destruido por sus vecinos, echando al fuego el sueño de una región unificada.

A ninguna de estas tres naciones involucradas desde el exterior le importaba mucho esto. La Zona de Conflicto proporcionaba una industria de importación y exportación para equipo militar, así que, incluso si no podían unificar la región y tenerla bajo su control, esto no era una gran pérdida. Solo era un lugar más con un futuro potencialmente prometedor para sus espías. La Zona de Conflicto era el lugar de una gran guerra fría, mientras públicamente las tres naciones jalando de los hilos mantenían sus manos limpias.

Durante el Incidente de Desplazamiento, Phillip e Hilda había terminado teletransportados ahí. Ellos fueron confundidos con espías y murieron después de ser torturados. Tenía sentido dentro del contexto de la historia del lugar. Tendría que tener cuidado.

Yo ya había informado antes de tiempo a la Niña Bendita de Millis y recibí un permiso de los Caballeros Misioneros. Con esto, podía atravesar fácilmente las fronteras de cada país. Pocos serían lo suficientemente estúpidos como para buscar pelea con las Fuerzas Expedicionarias de Millis.

Aun así, sería muy estúpido que baje la guardia.

Si alguien aseguraba que mi permiso era una falsificación, las personas le creerían sin importar cuál fuese la verdad. Era bastante común que los forasteros fueran marionetas de los poderes foráneos. Ellos se desharían de mí en un instante si les parecía sospechoso.

El respaldo de un poder como Asura o Millis en la Zona de Conflicto no era un activo infalible como lo era en otras partes. Era por eso que había decidido hacerme pasar por un simple aventurero para este viaje. Eris y yo éramos un grupo de dos personas—una espadachina y un mago. Un dúo de rango A que había venido hasta aquí para aventurarse dentro de algún laberinto. Esa era nuestra fachada. Tenía entendido que el Dios del Norte Kalman III también era un aventurero, así que era la excusa perfecta para entrar en contacto con él.

Con todo eso decidido, Eris y yo emprendimos el viaje hacia la ciudad de Kide en el Reino de Gardenia. Era un lugar hermoso, bendecido con la tierra fértil tan común en el Continente Central. El hermoso Gardenia era solo uno de los muchos países que constituían la Zona de Conflicto.

La arquitectura de aquí era mucho más primitiva que la que encontrarías ya sea en Asura o el Reino del Rey Dragón. La ciudad carecía de un sistema de drenaje, así que el hedor a excremento se sentía con fuerza en las calles. Mientras tanto, los ciudadanos caminando por los alrededores tenían miradas desesperanzadas, y un grupo de hombres usando armaduras inusualmente pesadas mantenían una vigilancia excesiva mientras hacían sus rondas de guardia. No era un lugar en el cual quería permanecer por mucho tiempo.

De acuerdo a Orsted, ahora mismo el Dios del Norte Kalman III tenía un cuartel general cerca de esta zona. ¿Por qué escogería un lugar tan peligroso? me pregunté. El hombre aspiraba a ser un héroe. Tal vez debido a eso disfrutaba quedarse en lugares tan volátiles, donde las cosas probablemente darían un giro repentino y violento.

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Él ya era famoso dentro de los aventureros. Existían pocos en el mundo que alcanzaban el rango SS, y él era uno de ellos. Ese era el pináculo del Gremio de Aventureros. A pesar de todo su éxito, el Dios del Norte Kalman III no tenía la humildad de un maestro. Él presumía e inflaba el pecho donde nadie lo llamaba. ¿Qué era él, el protagonista de una novela ligera o algo así?

Afortunadamente, eso quería decir que debía ser bastante fácil conseguir información sobre él si visitaba el Gremio de Aventureros local.

***

 

 

El Gremio de Aventureros de Kide era un lugar sombrío y desgastado. El propio edificio era viejo, con señales notorias de extensas reparaciones, y estaba sucio. No intentaba ocultar el hecho de que estaba en el centro de la guerra y la muerte. Para mí, se veía como una figura solitaria en un desolado páramo, casi demasiado cansado como para seguir.

“¡Es por eso que estoy diciendo que debemos movernos ahora que podemos!”

Una vez que atravesamos la destartalada puerta vieja para entrar, la voz de una mujer repentinamente resonó a nuestro alrededor. Era misteriosamente familiar. Estaba seguro de haberla olvidado, pero en el momento que llegó a mis oídos, sentí una ola de nostalgia. Sí, es cierto. Ella sonaba así.

Esto era más relajado de lo que recordaba, y a pesar de su grito, había algo más racional sobre la forma en la que hablaba.

“No hay forma. Las líneas frontales están demasiado cerca. Terminaremos atrapadas.”

“Pero entiendes la realidad de la situación, ¿no?”

Cuando seguí el sonido de la voz, descubrí un rostro familiar que encajaba. Su cabello rubio había crecido hasta sus hombros, y además era un poco más alta. Esperen, de hecho,

¿tal vez tiene la misma altura? Su rostro ciertamente se veía más maduro que en mis recuerdos. Ella se había convertido en una mujer adulta. Su atuendo lucía costoso y más práctico, pero su armadura estaba cubierta de rasguños. Un arco y una aljaba—una extraña elección para un aventurero—colgaban de su espalda. Al principio pensé que era el mismo simple que solía usar en el pasado, pero una inspección más detallada reveló que era un impresionante arco compuesto.

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Cuando la conocí, ella solo era una novata que mantenía una actitud brusca para que nadie pudiese despreciarla. Nuestro segundo encuentro fue en la Ciudad Mágica de Sharia, donde ella había aceptado un trabajo como guardaespaldas de Ariel—nosotros dos nos habíamos encontrado de casualidad. Esa vez, a mí me había parecido que ella era la columna vertebral de su grupo.

“Si nos vamos ahora, el ejército definitivamente va a descubrirnos en la frontera. El resultado será el mismo sin importar si es el ejército de Gardenia o el de Nekrina. Ni siquiera debería tener que decirlo. Sabes lo que nos pasará, ¿no?”

“¡Pero si no nos movemos, entonces el ejército de Nekrina podría arrasar esta ciudad!” “O tal vez no.”

“Lo mismo podría decirse si no nos movemos ahora. ¡Podrían no encontrarnos!”

Esta mujer se veía mucho más como una veterana después de todo este tiempo. Ella estaba intercambiando opiniones con una mujer que supongo era la líder del grupo. Seguro, sus palabras sonaban argumentativas, pero su voz era demasiado firme como para ser una pelea de verdad. Las otras personas alrededor de ellas—asumí que eran sus otras integrantes del grupo—no me parecían personas con un exceso de confianza. Ellas tampoco estaban mortalmente pálidas ni llenas de desesperación. Simplemente estaban ahí de pie, esperando que su líder tomara una decisión definitiva. Cada una de ellas estaba escuchando tranquilamente, evaluando las circunstancias y la mejor forma de proceder.

Ya había visto antes un grupo como este. Estoy bastante seguro de que era un grupo de rango S discutiendo cosas sobre explorar un laberinto. Tal vez Colmillos de Lobo Negro había sido igual. Tampoco era como si Paul hubiese sido tan relajado como los miembros de este grupo.

Los grupos que alcanzaban el rango S no se parecían en nada a aquellos que se unían al azar; estas personas tenían opinión, y esta forjaba una sensación de solidaridad.

“Ah.”


Mientras yo estaba soñando despierto, una de las integrantes giró su mirada en esta dirección, haciendo girar un mechón de cabello en sus dedos. Ella era una maga, y usaba coletas. ¿Acaso la conocía? Su nombre era Alisa o algo así, ¿no? Recuerdo que ella estaba realmente apegada a Roxy. Era difícil olvidar a alguien que amaba tanto a Roxy.

Alisa tenía cerca de quince años de edad cuando la conocí. Si recuerdo correctamente, ella se había referido a todas las integrantes de su grupo como Hermana Mayor. Ya no quedaba nada infantil en ella. Ella también tenía un aire de veterana a su alrededor, incluso mientras solo estaba ahí sentada en su silla. Ya no exudaba esa sensación de juventud y lindura. Esta era una maga experimentada. Si nos pusieras a ambos uno al lado del otro y preguntabas cuál de nosotros dos era la opción más confiable, ella sería la apuesta segura.

Tal vez eso es natural. Han pasado cinco años.

“Es el antiguo ligue de Sara,” comentó Alisa.

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Su exclamación abrupta instó a las otras mujeres a mirar en mi dirección. Yo me había acostumbrado a que las mujeres me miren así. ¿Me pregunto por qué? Supongo que mis esposas me miraban así varias veces al día. Esto se aplicaba todavía más a aquella que estaba justo detrás de mí, quien estaba de pie con sus piernas separadas a la altura de sus hombros. Eris, por favor, no me mires así. Ya no soy el mismo hombre que era en ese entonces, y nosotros ni siquiera llegamos al final. De hecho, mi antiguo ligue, si es que tengo uno, eres tú.

“¿¡Rudeus!?” jadeó Sara.

En mis años de juventud—o, para ser más específico, los años cuando estaba sufriendo de disfunción eréctil después de que Eris me abandonó—había habido una arquera en el grupo de aventuras que me había cuidado. Su nombre era Sara.

“Ha pasado tiempo,” dije.

Sí, para esta mujer, yo era un ligue.

***

 

 

Sara y su grupo, las Amazonas, habían venido a esta ciudad después de aceptar un trabajo del tablero de anuncios. Era simple. Todo lo que tenían que hacer era traer una carta. Era una solicitud bastante común dentro del Gremio de Aventureros. El rango asociado con ella cambiaría dependiendo de la distancia y la dificultad del envío, pero en general, la recompensa era miserable.

El grupo de Sara había tenido suerte; esta solicitud de envío tenía una recompensa relativamente impresionante con el pago de la primera mitad por adelantado. Ella y las otras mujeres habían dudado debido a que el destino estaba ubicado dentro de la Zona de Conflicto, pero ellas estaban cortas de dinero, así que decidieron aceptarla.

Resultó ser tan simple como habían esperado. Ellas habían pasado cinco días viajando para llegar a su destino, donde entregaron la carta satisfactoriamente. Probó ser poco problema y un buen descanso de su trabajo de siempre.

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Lo que ocurrió después fue lo que las atrapó con la guardia baja.

Justo cuando Sara y su grupo llegaron a esta ciudad, la guerra entre el Reino de Gardenia y el Reino de Nekrina repentinamente se avivó. Las fronteras rápidamente fueron cerradas para los viajeros, y Sara y sus compañeras terminaron atrapadas.

Un país en guerra no era un buen lugar para quedarse atrapado siendo un aventurero. La seguridad pública se desplomaba, las misiones publicadas eran pocas, y los aventureros en el área eran prácticamente reclutados a la fuerza por el Gremio para actuar como mercenarios. Seguro, el pago no era nada malo, pero la tasa de mortalidad era ridícula. Ningún aventurero sería parte de tal trabajo voluntariamente, excepto por especialistas que se dedicaban a ello.

Las Amazonas eran un grupo veterano, pero no eran asesinas. Ellas estaban ansiosas de salir de Dodge, digamos, tan rápido como fuese posible. Existía un pequeño problema con esto: si trataban de cruzar la frontera a la fuerza, ellas se arriesgaban a que uno de los dos ejércitos las descubriese. Los aventureros eran un cofre de información verdaderamente valioso. El ejército de Gardenia no estaría muy feliz de permitir que la información de su país se filtre, y el ejército de Nekrina estaría babeando ante la posibilidad de poner sus manos sobre cualquier pieza de inteligencia enemiga. Ellas serían atrapadas si cualquiera de los ejércitos las descubría, y las Amazonas eran un grupo solo compuesto de mujeres. Era fácil imaginar lo que les pasaría después de ser capturadas.

“Esa es la situación. Estamos condenadas si nos vamos, y también si no lo hacemos,” dijo Sara mientras se encogía de hombros.

Ella actualmente estaba ejerciendo como la segunda al mando del grupo. Una de sus líderes había sido asesinada desde la última vez que las vi. Sara había sido la integrante más veterana en ese entonces, lo cual explicaba su posición actual. Era desgarrador perder a un miembro de grupo y camarada, pero ser un aventurero significaba caminar sobre la delgada línea entre la vida y la muerte. Esa era la naturaleza del trabajo.

Aquí, en la actualidad, Sara y sus amigas estaban en un serio aprieto. Yo no me oponía a la idea de ayudarlas. ¿Bromean? Si yo fuera a hacer la vista gorda ante unas viejas conocidas cuando me necesitaban simplemente porque estaba ocupado con mi propio trabajo, no estoy seguro de poder seguir viviendo tranquilo después de tomar tal decisión. ¿Qué tal si les ocurría algo horrible debido a eso y todas morían? Si me enteraba más tarde, eso crearía un gran vacío en mi interior.

“Creo que puedo ayudar con eso,” dije. “Mantengan esto en secreto, pero tengo un permiso de tránsito otorgado por Millis. Puede hacerlas pasar a través de la frontera si es lo que necesitan.”

Los rostros de las mujeres se iluminaron ante mi ofrecimiento.

“¿Seguro? En este momento no tenemos mucho dinero, así que no podemos pagarte por ayudarnos.”

“No necesito su dinero. Pueden pagarme de otra forma.” Mostré mi mejor sonrisa pícara hacia ellas, y en ese instante, los rostros de todas las mujeres se endurecieron. Incluso Sara me estaba lanzando una mirada asesina. Sin embargo, después de un momento, su mueca se derrumbó y dio paso a una sonrisa forzada.

“Bien. Pero hay muchas mujeres en nuestro grupo que de verdad odian a los hombres, así que… tienes que conformarte conmigo, ¿bien? Aunque quién sabe si serás capaz de hacer que se levante conmigo.”

“¡No me refería a eso! ¡Solo quiero información, bien! ¿¡Por qué todas me están mirando de esa forma!?”

Supongo que mi sonrisa pícara había sido más bien lasciva. Y yo aquí pensando que había mejorado en ello.

“Ya tengo tres amorosas esposas, ¿bien? ¡No necesito más mujeres!”

“¿Oh? Qué lástima. Estaba pensando que esta vez finalmente las cosas podrían terminar bien, no como ese día,” bromeó Sara. Ella fue la única que pareció entender que yo había estado bromeando. Aunque no había tenido la intención de que fuera una broma.

“No juegues con eso, menos en frente de mi esposa,” dije. “¿Cierto, Eris?” Miré atrás hacia ella para encontrarla en su pose usual.

Eris gruñó. “Ahora mismo Rudeus ni siquiera toca mis pechos. ¡No hay forma de que lo haya dicho con esa intención!”

¡Jaja! ¿Ven? Esta es la clase de confianza que construyes siendo un tipo decente en todos los sentidos. Además, Eris estaba exactamente en lo correcto. Yo no estaba corto de mujeres dispuestas. De ser necesario, podía esperar hasta la hora de dormir, sobar los pechos de Eris todo lo que quisiera, y despertar a la mañana siguiente, tan fresco como una lechuga. Esperen… ¿acaso eso provocaría que ella vuelva a perder la fe en mí?

Las mujeres de las Amazonas se veían muy aliviadas después de escuchar a Eris. Eso solucionó el problema… pero inmediatamente apareció otro.

El rostro de Sara se había oscurecido. “¿Eris?” preguntó ella.

“¿Qué?” le respondió Eris.

“¿Eris, como la mujer que abandonó a Rudeus?”

Oh, cielos.

“No lo abandoné.”

“¿De verdad? Pero Rudeus dijo que sí lo hiciste. Supongo que te perdonó por ello y te permitió casarte con él.”

Esa hostilidad fue lo suficientemente evidente como para que tanto Eris como yo nos diéramos cuenta. Eris frunció el rostro, molesta por la audacia de la otra mujer. Esto es muy, muy malo. Es mejor que dejes el asunto, Sara. Créeme, de verdad no quieres buscar pelea con una persona como ella. Eris no va a dejar pasar esto como una broma.

“Sara, ya déjalo,” dijo Alisa con un tono juguetón. “Discutir con la esposa no es como recuperas a un hombre.”

“¡No! ¡Eso no es lo que busco!”

Esto suscitó una pequeña risa de la multitud. La tensión se rompió, y yo pude dejar salir el aliento que estaba conteniendo.

“Así que, um, Sara, acerca de eso… Hay algunas circunstancias realmente delicadas involucradas,” traté de explicar. “Ambos tuvimos cierta clase de malentendido, o, para ser más preciso, yo entendí mal las cosas…”

“Sí, eso creí. Si no hubiese circunstancias atenuantes, tu otra esposa aterradora, el guardaespaldas, nunca habría regresado contigo.”

¿Mi otra esposa aterradora? Ah, ella debe estar refiriéndose a Sylphie. Sara sí tenía razón en eso. Sí, Sylphie me había perdonado por casarme con otras mujeres, pero ella al mismo tiempo era muy quisquillosa sobre a quién estaba dispuesta a aceptar dentro de nuestra familia. Ella había aceptado a Roxy y Eris, pero sea cual sea el criterio rígido que tenía, este había descartado a Nanahoshi. Yo estaba realmente arrepentido de cómo había manejado las cosas, pero agradecido de su misericordia a través de todo el asunto.

“Bueno, dejaré que me informes los detalles delicados más tarde. Ahora bien, ¿qué tipo de información es la que buscas?” preguntó Sara.

Ella finalmente nos permitió pasar al asunto que vinimos a atender. Toda esta situación me había provocado un nudo en el estómago, y esperaba que el tema no volviera a mencionarse.

“Cierto, verás, en este momento estoy buscando al Dios del Norte Kalman. Escuchamos que él estaba usando esta zona como su base de operaciones.”

“¿¡El Dios del Norte Kalman!?” gritó una chica desconocida mientras se ponía de pie de un salto. Ella parecía tener cerca de dieciocho años, con un cabello castaño avellana y un aire enérgico a su alrededor. Había una espada colgando en su cintura, lo cual sugería que ella era ya sea una espadachina o una guerrera. Ciertamente era una luchadora de vanguardia. Ella no era parte de las Amazonas la última vez que las vi. “¡Oh, oh! ¡Yo sé sobre él! ¡Soy una gran admiradora!”

“¡No me digas!” dije. Así que él tiene admiradores, ¿eh? Supongo que era de esperarse.

Él es un aventurero de rango SS.

“Él estaba en esta zona hace cerca de tres años. ¡He escuchado rumores de que se ha ido a Hammerpolka!”

¿Hace tres años? Una información horriblemente antigua para alguien que se considera una admiradora, pero supongo que así son las cosas. A diferencia de mi antiguo mundo, este no tenía el beneficio del internet para rastrear a tus celebridades favoritas.

“¡Hammerpolka está en el País Mercenario de Markien! Está ubicado directamente hacia el sur desde aquí. ¡Ah! ¿Pueden creerlo? ¡Eso es exactamente en la dirección opuesta del Reino de Nekrina! ¡Y nosotras de casualidad queremos cruzar la frontera y dirigirnos hacia una región en el sur más segura! ¡Esto es prácticamente un mensaje divino, ¿no?! ¿¡No crees lo mismo, Antiguo Ligue de la Sublíder!?”

Ella era terriblemente habladora, pero no me molestaba. De hecho, me recordaba a Aisha. Me preocupaba que ella en realidad no fuese una admiradora del Dios del Norte Kalman y que me estuviera diciendo esto para ayudarlas a salir de su apuro. Como sea. Simplemente estaré atento para encontrar información que verifique lo que me está diciendo.

“Incluso si él estuviera en la dirección completamente opuesta de donde ustedes quieren ir, yo todavía planeo escoltarlas,” dije.

“¿¡De verdad!? ¡Supongo que debí haber esperado tal compasión del antiguo ligue de la sublíder! ¡Eres un verdadero bombón! Desearíamos poder intercambiarte por Sara… ¡lo único que hace últimamente es comer!”

Mis ojos vagaron instintivamente hacia el estómago de Sara, el cual ella rápidamente ocultó con sus brazos.


“¡No estoy gorda!” Su voz fue la más aterradora que había escuchado en todo el día.

Casi me escondo detrás de Eris del miedo.

Bueno, ella estaba un poco robusta, pero yo no estaba en una posición para juzgarla, considerando mi apariencia en mi vida anterior. Eso estaba claro.

“En fin, ¿entonces qué tal si nos vamos hacia Hammerpolka?” ofrecí.

Y así, las Amazonas se unieron a Eris y a mí, y nuestro pequeño grupo partió a cruzar la frontera del país.

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