Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 12

Intermedio 1: La Batalla Del Mercenario Tuerto

 

 

Al día siguiente, Yan condujo a sus mil doscientos hombres fuera de Pomorskie y hacia el norte por los caminos. Continuaron durante todo el día antes de acampar y montar guardia al ponerse el sol. Después de descansar, reemprendieron la marcha.

Mercenario era un título muy amplio, pero los que trabajaban para Pomorskie -una de las principales ciudades del país- eran más hábiles que los que no. Aun así, no serían rivales para los caballeros.

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“Lo que significa que pedir demasiada habilidad podría terminar quemándonos en su lugar. Lo mejor sería tenderles una emboscada en un sendero estrecho del bosque, pero tomar el mando de un batallón improvisado con poca visibilidad es una receta para el desastre”.

Yan había estado considerando las cosas durante toda la marcha. La mayoría de sus hombres eran infantería, pero también tenían varios caballos. En particular, tenían tres caballos especialmente veloces que serían su carta de triunfo en caso de necesidad. Los caballos tenían jinetes expertos a los que estaba totalmente prohibido participar en la batalla propiamente dicha. Tenían una única función: si los hombres de Yan no lograban triunfar, regresarían a Pomorskie lo antes posible para informar.

Yan tenía dos predicciones sobre dónde serían llamados. La primera era si perdían contra los caballeros. Francamente, parecía demasiado posible, incluso para él. No tenía ningún deseo de desperdiciar su vida aquí, así que, si estaban en una posición sin salida, cedería el camino a su enemigo.

La cuestión era la segunda posibilidad: que no encontraran a los caballeros. En otras palabras, que sus predicciones fuesen erróneas o acertadas en su mayor parte, pero que fallasen en los detalles concretos y que las dos partes no se encontrasen. En ese caso, las noticias debían llegar a Pomorskie lo antes posible.

“No tenemos suficiente información… ni tiempo de preparación. Tenemos que asumir que estamos haciendo los movimientos correctos.

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¿Nos perdonará la princesa si cometemos un error?”.

El general dejó escapar un enorme suspiro como si tratara de expulsar la melancolía mientras se quejaba para sus adentros de la situación.

Finalmente, atravesaron el bosque y salieron a llanuras cubiertas de hierba, estableciéndose a lo largo del camino. Si los hombres hubiesen estado tan entrenados como él prefería, podrían esconderse en el bosque y emboscar a los caballeros cuando entraran. Pero dado el tamaño de los árboles, los hombres que dirigía y sus niveles de habilidad, dudaba que pudieran ocultarse.

Fracasar en la emboscada y luchar en los árboles era la peor opción para ellos. Aunque los caballeros no podían usar su fanfarroneada velocidad y sus cargas en los árboles, tendrían una habilidad, un equipo y un entrenamiento claramente superiores a nivel individual.

Enfrentarse descuidadamente a ellos podría acabar con aún más bajas.

Uno de los capitanes había sugerido formar en una colina cercana, pero Yan se había negado. Si acechaban fuera del camino, los caballeros podrían ignorarlos y quedarían como tontos. La velocidad de los caballeros era una amenaza. Incluso la vista de Yan no cambiaba el hecho de que, si los caballeros trataban de ignorarlos y pasar de largo, tendrían que esprintar a toda velocidad para conseguir flanquearlos.

Cualquier precisión en el mando sería imposible en esa situación. Si los caballeros estaban haciendo una finta y realmente se giraban para enfrentarse a ellos de frente, los mercenarios serían eliminados de un solo ataque. Por eso, aun consciente de la desventaja, Yan hizo que sus hombres se instalaran en la llanura con los árboles a sus espaldas.

“Muy bien, ustedes, empiecen a cavar. No van a levantar el campamento. No tenemos tiempo ni provisiones. Preparen el suelo para que los caballos no puedan tener una base adecuada. Traigan algunos troncos decentes y átenlos para hacer una cerca. Probablemente no sirva de mucho, pero, aun así”.

No era exactamente la mejor formación defensiva, pero era mejor que nada.

“Oye, Yan, ¿De verdad nos enfrentaremos a los caballeros al aire libre de esta manera?”.

“Es demasiado arriesgado, ¿No?”.

Un par de conocidos suyos se habían acercado y le hablaban en voz baja.

“No se preocupen. Es la mejor manera de cumplir las órdenes de nuestra patrocinadora con el menor número de bajas”.

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“¿En serio?”.

“Aquí confiamos en ti”.

Aunque todavía tenían algunas dudas, los logros anteriores de Yan hicieron que le siguieran a pesar de todo.

“Más les vale”, dijo Yan levantando el pulgar.

“¿Cuál es el plan si falla?”.

“Decir ‘Lo siento’ no será suficiente”.

“Si eso ocurre, los ahogaré en alcohol”, les prometió.

“No hay vuelta atrás, ¿De acuerdo?”. “Demasiado tarde para decir otra cosa ahora”. “Bueno, si sobrevives y consigues volver, claro”. “Nah, mierda”.

“No podremos beber si estamos muertos”.

Yan se aseguró de que las burlas y bromas fueran lo suficientemente fuertes como para que los mercenarios más jóvenes pudieran oírlas y ayudarlos a relajarse. La conversación continuó durante un buen rato.

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Justo después de haber colocado sus defensas, oyeron un estruendo en el horizonte.

“¡Ya vienen! Todos, ¡Preparados!”.

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Todos los soldados se prepararon para la batalla en respuesta a su grito. Finalmente, la fuente del ruido se hizo visible.

Eran los caballeros. Estaban tan lejos que no era posible ver cuántos eran, pero fácilmente superaban el millar. Marchaban más que cargaban, por lo que la velocidad a la que avanzaban era relativamente lenta. Aun así, era mucho más rápida que una marcha de infantería.

Los caballos eran enormes. Tenían que transportar caballeros con armadura completa, por lo que sólo los más grandes eran seleccionados para su uso. Encima de cada enorme caballo había un caballero con una reluciente armadura, y más de mil de ellos se acercaban a la vez. La infantería podía levantar todos los muros de lanzas que quisiera; sería difícil resistir la fuerza de su avance.

Sin embargo, a medida que los caballeros se acercaban, se detuvieron de forma antinatural.

“¿Qué está pasando?”.

“Se detuvieron”.

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Yan sonrió a los mercenarios interrogadores.

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“¡Ja! No esperaban que estuviéramos aquí”. A pesar de la feroz sonrisa en su rostro, rezaba por dentro.

Váyanse a casa. Váyanse.

La reacción actual de los caballeros era parte de la razón por la que había elegido un lugar tan visible para establecerse. Ver a los mercenarios al acecho aquí mostraría a los caballeros que su ataque sorpresa había fracasado. Por lo tanto, también deberían saber que no tenían ninguna posibilidad de tomar la ciudad. Que el enemigo diera media vuelta y se marchara era el mejor resultado que Yan podría esperar.

Por supuesto, la princesa quiere que luchemos y ganemos, pensó. Sin embargo, el hecho de que la princesa quisiera hacerse un nombre no tenía nada que ver con él.

Lo más importante para un mercenario era sobrevivir, seguido del pago. Si tuvieran una ventaja numérica, entonces ganarse su favor podría estar sobre la mesa, pero estaban más o menos igualados con su enemigo. Enfrentarse a los caballeros de élite en campo abierto era más un problema que la paga.

Aunque no lucharan, la afirmación de que Yan había repelido a los invasores seguiría siendo cierta. Por lo tanto, hacía sus oraciones.

Lamentablemente, no recibieron respuesta.

“Maldición, se están formando”.

“Sí, no están ansiosos por irse. ¿Cuál es nuestra jugada, Yan?”.

Contuvo el impulso de fruncir el ceño y maldecir como hacían sus hombres, manteniendo una amplia sonrisa mientras daba sus órdenes.

“Planeé esto. No se preocupen. Arqueros, apunten flechas. flautistas, adelante”.

Mientras daba sus instrucciones, consideraba la situación. Los caballeros los habían visto, se habían detenido y habían empezado a moverse en formación ofensiva. No llevaban mucho tiempo parados. Su comandante no era tonto. Sabría que la emboscada que habían planeado ya no era una sorpresa.

En ese caso, había una gran posibilidad de que este frente ofensivo fuera una finta. El mercenario supuso que empujarían a través de sus tropas si podían, y si no, cederían y se retirarían. Si su bando podía aguantar la primera carga, podrían ganar.

Mientras estos pensamientos pasaban por su mente, los caballeros se habían preparado y se disponían a abalanzarse sobre ellos.

“¡Aquí vienen! Aprieten las nalgas”, ordenó con un bramido.

Incluso ese grito no era más que una suave brisa comparado con los mil caballeros que gritaban al unísono mientras cargaban.

“¡No vamos a acobardarnos! ¡Enséñenles de qué están hechos!”.

En respuesta a la reprimenda de su comandante, los mercenarios soltaron también un rugido. No fue un grito unificado como el de los caballeros, sino más bien una furia desesperada, gritos e incluso alaridos. Soltar tales gritos calmaba a la gente y les permitía relajarse.

Todavía no. Todavía no. Espera… ¡Ahora!

“¡Suelten las flechas!”, ordenó Yan, con la mirada fija en los caballeros que avanzaban. Este era el mejor momento para ordenar a los arqueros. En realidad, era un poco antes del mejor momento para soltar las flechas, pero teniendo en cuenta el nivel actual de entrenamiento de los arqueros, era más adecuado.

“¡Raaah!”.

“¡Tomen eso!”.

“¡Agh!”.

Como esperaba, sólo un tercio de los hombres habían lanzado sus flechas cuando él se los había ordenado. El resto fueron, como él diría, “como gotas de orina en la pierna”, a tropezones.

Los arqueros del Reino del Dragón Carmesí presentarían una protesta oficial si hubiera llamado a su ataque “una andanada”. Aun así, ni siquiera los caballeros con armadura completa salieron ilesos de la lluvia de proyectiles. Las flechas se clavaron en las armaduras metálicas, y los desafortunados recibieron impactos en la espalda o el cuello de sus caballos, cayendo al suelo.





Por supuesto, habían abatido a menos de diez caballeros en total.

Los que habían caído se habían apartado del camino como exigía su entrenamiento, para evitar estorbar a los caballeros que venían detrás. Después de todo, tenían que estar decentemente entrenados para formar parte de esta fuerza.

Se movieron rápidamente, y los arqueros no entrenados no tendrían oportunidad de una segunda ronda.

“¡Caballería, regresen y repórtense!”.

“¡Buena suerte!”.

“¡El resto es su responsabilidad!”.

“¡Déjennos el castillo a nosotros!”.

Los tres soldados montados partieron antes que los demás. Los caballos que montaban eran veloces, proporcionados por el propio marqués. Además, los jinetes eran los más hábiles a caballo y casi no llevaban armadura. Enviarlos ahora significaba que, incluso si los mercenarios fracasaban, los caballeros no podrían atraparlos.

Enviar a los tres mensajeros a la vez era teóricamente insensato, pero el siguiente movimiento de Yan los convertiría en una carga más, así que no tenía elección.

Oyó cómo se alejaban cuando los caballeros llegaron a su línea defensiva, donde el suelo había sido removido con vallas de madera y cuerda. Era sólo una pequeña diferencia, pero los caballeros aminoraron la marcha. Esta sería su única oportunidad.

“¡Flautistas, ahora!”, ordenó a su As, los flautistas.

Sólo eran treinta, muchos menos que los arqueros. Sin embargo, todos habían sido entrenados personalmente por Yan. No se perderían la orden.

Esta vez, fue una descarga en toda regla. Hubo un eco de treinta réplicas agudas, acompañadas del humo blanco característico de la madera fresca quemándose. Varios de los caballeros más destacados, sin causa aparente, cayeron abatidos.

El mayor impacto, sin embargo, fue el del ruido desconocido en los caballos. Se volvieron locos.

“¿¡Qué…!?”.

“¡Whoa, whoa, chico!”.

“¿¡Yaahhh!?”.

El daño real a los caballeros no era muy diferente del ataque de los arqueros, pero las explosiones habían asustado a los caballos, y mantenerlos bajo control era lo mejor que podían conseguir.

El caos fue espoleado por el desplome de varios caballeros sin motivo aparente. Los mercenarios también habían oído las “flautas”, pero habían sido avisados con antelación y se recuperaron más rápido que el enemigo. Sobre todo, el hecho de que no fueran a caballo les facilitaba el movimiento.

“¡Ahora! ¡A la carga!”. Yan rugió.

Risou No Himo Volumen 12 Intermedio 1 Novela Ligera

 

Como para mostrarles cómo se hacía, él mismo se lanzó a través del humo hacia los caballeros.

“¡Sigan al comandante!”.

Inmediatamente después, sus hombres volvieron a colocarse las flautas en la cintura y empuñaron las lanzas. El hecho de que los demás mercenarios les siguieran sólo después era prueba de lo impactante que resultaba presenciar por primera vez el efecto de las flautas.

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“Sí…”.

“¿Qué pasa con este humo? Todavía me pitan los oídos”. Afortunadamente, los caballeros estaban aún más desorganizados,

así que el retraso no importó.

“¡Mira, están luchando aún más!”.

“¡Ahora es nuestra oportunidad!”.


*Tch*, vamos a estar pagando por sus bebidas de nuevo, ¿No?”.

Los mercenarios se recuperaron y cayeron sobre los caballeros mientras éstos se aferraban a sus espantados caballos, intentando evitar una caída. Para bien o para mal, los mercenarios comunes estaban poco dotados de fuerza, pero se volvían mucho más formidables cuando sus oponentes estaban debilitados.

“¡Vamos, entonces!”.

“¡Tomen esto, bastardos!”.

“¡Dejen a los caballos! ¡Recibirán una buena suma!”. En este punto, el resultado ya estaba decidido.

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