Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 12

Capítulo 3: Husaria

Parte 4

Aparentemente satisfecha con su conversación con Zenjirou, la princesa abandonó la habitación de buen humor.

Zenjirou y Freya aún no habían sido conducidos a sus propias habitaciones, así que permanecieron en la habitación de invitados.

Normalmente esto sería el colmo de la descortesía, pero esperar una hospitalidad perfecta dadas las circunstancias no tendría sentido.

El personal de servicio se había visto obligado, sin previo aviso, a hacer frente a la llegada de su princesa a primera hora de la mañana. La princesa había convocado a una princesa extranjera y a un príncipe consorte. Por si fuera poco, el mercenario Yan había necesitado ver a los hombres del Señor para hacer frente al inminente ataque antes de hacerlos marchar.

El personal de servicio estaba sin duda en medio de un período infernal de ajetreo. Teniendo esto en cuenta, sería bastante infantil quejarse de que te hacen esperar.

Cuando Zenjirou exhaló un profundo suspiro, Freya se giró para hablarle preocupada.

“¿Está cansado, Maestro Zenjirou?”, preguntó.

“Estoy bien. Pero gracias por tu consideración”, respondió, poniendo cara de cortesía.

La verdad es que estaba bastante cansado. Por supuesto, no era un cansancio físico, sino mental. Anna podía dar tantas explicaciones lógicas como quisiera de por qué la ciudad no caería. Zenjirou no era lo bastante resistente como para no inmutarse cuando podía estar en la periferia de un campo de batalla. El viaje en la Hoja de Glasir había puesto en riesgo su vida, pero había una clara diferencia entre la naturaleza y una persona asesina.

Francamente, se sentía mal. Había sido consciente de ello desde el principio, pero la guerra y la lucha eran ámbitos en los que él sería más un lastre que otra cosa. La situación actual no hacía más que acentuárselo.

“A juzgar por los comentarios de la Princesa Anna, seremos libres de irnos después de la fiesta de la victoria. ¿Es eso inconveniente para ti?”.

Había una sincera preocupación en la pregunta de la princesa de cabello plateado, así que Zenjirou respondió de la misma manera.

“Honestamente no puedo llamarlo una buena situación. Los permisos diplomáticos que me dio Su Majestad eran para una relación amistosa con Uppsala y nada más. Aun así, la elección de Capua entre los caballeros y la propia Złota Wolność es evidente. Cierta amistad personal no debería ser nada preocupante”.

La Mancomunidad permitía la libertad religiosa, mientras que los caballeros sólo permitían seguir a la Iglesia de la Garra. Capua depositaba su fe en los espíritus, así que sólo había una opción en cuanto a diplomacia.

Dicho esto, había múltiples decisiones que componían tal elección, y la última recaía en Aura, no en él. Eso significaba que la única opción de Zenjirou era recalcar que no podía llegar a acuerdos diplomáticos mientras estuviera allí.

Ciertamente debería estar bien. Después de todo, Anna lo estaba utilizando para dejar claro que al menos había un país con una reina gobernante. Su solemne deferencia a su esposa estaba al servicio de eso.

Freya reflexionó sobre lo que le dijo. “¿Así que tenerme a mí como invitada y a ti como ‘miembro de la realeza de otro país que por casualidad está presente’ te parecería bien?”.

La diferencia sería una presentación -no oficial, pero, aun así- como realeza del Continente del Sur.

“Sí, gracias”, respondió.

Esto suponía que el mercenario tuerto tendría éxito en la batalla. Aunque Zenjirou carecía de la confianza de Anna, pensar en el fracaso no serviría de nada en la práctica.

Suponiendo que las predicciones del militar fueran correctas, no serían bloqueados por mar. Si su asalto fracasaba y los caballeros se abrían paso hasta las murallas, mientras no hubiera bloqueo, probablemente podrían arreglárselas para que la Hoja de Glasir abandonara el puerto inmediatamente después de confirmar que el enemigo no tenía fuerzas navales. Era poco probable que la princesa Anna se negara a su huida en esa situación.

Para Zenjirou, casi sería mejor que el asalto pudiera fracasar.

“Aun así, ¿Crees que su estrategia funcionará?”, reflexionó en voz alta, totalmente perdido en cuestiones militares.

“No lo sé. Los mercenarios tienden a tener un entrenamiento inferior al de un ejército propiamente dicho, pero los más hábiles pueden acabar con ese entendimiento por lo que he oído”.

“¿Y el Comandante Yan es uno de los más hábiles?”.

Freya asintió inmediatamente. “Creo que hay pocas dudas. Su nombre no es conocido hasta Uppsala, así que no puedo asegurarlo, pero la Princesa Anna parecía conocerlo. Además, confiar a una nueva persona los hombres que el Lord de Pomorskie contrató significa que es probable que los otros mercenarios sigan su palabra sólo por su nombre”.

“Ya veo, así que es un hombre famoso”, reflexionó Zenjirou, con una mano en la barbilla. Se quedó pensativo un rato antes de volver a hablar. “¿Princesa Freya?”.

“¿Qué pasa, Maestro Zenjirou?”.

Por su expresión, ella comprendió que sus palabras serían importantes. Ajustó su posición y esperó.

“¿Sería posible que participaran algunos de los combatientes de la

Hoja de Glasir?”.

Con lo alejado que estaba Zenjirou de la lucha, era una petición poco habitual. Se sintió sorprendida, pero se recompuso de inmediato y respondió.

“En efecto. Son mis subordinados, así que no causarán problemas”.

Por cierto, era impensable que alguno de los subordinados de Zenjirou participara. Para empezar, apenas tenía hombres suficientes para actuar como protección, y además sería una cuestión política. Los capuanos no podían interferir en disputas entre otros países.

Por el contrario, para Uppsala ya era un hecho. Ir a la batalla con su propio estandarte ondeando podría estar fuera de lugar, pero que los soldados ocuparan puestos de mercenarios por un poco de dinero adicional para gastar mientras estaban de permiso en tierra era -aunque descarada- una excusa que funcionaría. Además, los caballeros ya eran enemigos de Uppsala y de todos los demás países animistas del continente, por lo que participar no supondría ninguna diferencia a estas alturas. Sin embargo, debían moderar el número de participantes.

Zenjirou parecía algo aliviado por su respuesta, pero seguía teniendo un claro sentimiento de culpa cuando continuó. “Eso está bien. Entonces me gustaría que enviaras a una o dos personas de confianza”.

“¿Sería de forma encubierta, para que el comandante desconozca su origen?”.

“No, eso no importa. Pero me gustaría que informaran de lo que ocurra en la batalla entre los dos grupos”.

“Maestro Zenjirou… ¿Por qué demonios…?”.

Pedía que se enviara gente al campo de batalla. Tampoco era un campo de batalla que necesitara intervención. Era imposible no cuestionarle.

Zenjirou mantuvo un semblante serio mientras respondía a su pregunta.

“Princesa Freya, ¿Estás familiarizada con la pólvora?”.