Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 12

Capítulo 3: Husaria

Parte 3

 

 

Era difícil decidir si retirarse aquí o no. Si Złota Wolność era apartado por los caballeros y las libertades religiosas daban paso a un territorio acérrimo seguidor de la garra, se limitaría el alcance del sacerdote en el Continente del Norte. El mercenario sabía que debía hacer lo posible por la victoria de la Mancomunidad. Merecía la pena considerar la sugerencia de la princesa.

“Sacerdote”, empezó.

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“La decisión es suya, comandante. Los asuntos militares están fuera de mi área”.

Según el punto de vista de cada uno, esas palabras podían interpretarse como una confianza incondicional o como un lavado de manos. El mercenario cerró los ojos y reflexionó unos instantes antes de tomar una decisión.

“Muy bien. Entonces romperé temporalmente el contrato entre nosotros dos. Princesa Anna, ¿Los detalles?”.

“Por supuesto. La primera cláusula sería servir como consejero militar como acaba de hacer. Además, me gustaría nombrarle comandante para la incursión contra los caballeros. En todos los demás momentos, no tengo ningún problema en que sirva como protección del sacerdote Yan como lo ha estado haciendo”.

Las condiciones que dio acabaron inclinándose hacia la consideración de las propias preferencias del hombre.

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“Entonces no preveo problemas. Sin embargo…”.

“Lo sé. Me comprometo a que no se le restringirá después de la finalización de este contrato, reacia como soy a dejar escapar a un hombre de su talento”.

“Es un honor escucharlo. Si no fuera por el sacerdote Yan aquí presente, tal vez incluso le juraría lealtad”.

“Oh, ¿Así que simplemente nos conocimos al revés?”.

“No, no es una cuestión de orden, sino de existencia. Incluso suponiendo que nos hubiéramos conocido primero, probablemente me habría ido con el sacerdote aquí”.

La princesa dejó escapar un ruido de reflexión.

“Comandante, le agradecería que dejara las cosas ahí”, intervino el sacerdote Yan con una sonrisa incómoda, mientras la situación se desviaba un poco.

La princesa también pareció darse cuenta de que seguir con el asunto sólo agriaría las relaciones. “No importa. Hablemos de asuntos más prácticos. En opinión de Lord Pomorskie, el ejército no puede abandonar la ciudad y seguir protegiéndola. Eso significa que, si atacáramos de forma proactiva, sería con mercenarios contratados por él y cualquier soldado de ese tipo que se encontrara por casualidad en la ciudad. Deberíamos ser capaces de reunir entre mil cien y mil doscientos. Los emplearé temporalmente y los pondré bajo su mando.

La mayoría será infantería y estarán uno o dos niveles menos entrenados que los caballeros. Le pido su sincera opinión, comandante. En esas condiciones, ¿Podemos lanzar un ataque preventivo?”.

Si las suposiciones del mercenario tuerto eran correctas, se enfrentarían a mil soldados de caballería. Los defensores tenían una ligera ventaja numérica, pero se centrarían principalmente en la infantería mercenaria y no en la caballería. No serían una fuerza unificada, y su entrenamiento sería relativamente inferior.

Ni que decir tiene cuánto pedía. Sin embargo, tras pensárselo un poco, el hombre respondió afirmativamente, aunque con algunas salvedades.

“En efecto. Suponiendo que nuestro objetivo no sea el exterminio de sus fuerzas, sino asegurarnos de que abandonan su invasión. Aunque la victoria la decidirán sus aliados. No tenemos garantías de que no tengan algún comandante famoso más allá de nuestro conocimiento. No podemos saber si esconden a alguien como ese mocoso de Janos”.

El tono del hombre se volvió más áspero a medida que hablaba, tal vez recordando batallas anteriores. Prácticamente estaba furioso al final de la declaración.

“Ya veo. Entonces le diré que empiece inmediatamente. Si puede asegurar su moral y conducta con un pago diferido, entonces puede prometer lo que quiera. Me ocuparé del pago después del hecho”.

“Muy bien. Hay poco tiempo que perder, así que me excusaré aquí. Lord de Pomorskie, me gustaría que reuniera a sus fuerzas empleadas”.

“Por supuesto. Lo haré inmediatamente. Yo también me excusaré, Su Alteza”.

Los dos hombres se marcharon a toda prisa.

“Eso es todo por mi parte, entonces”, añadió el sacerdote. “Yan, tenemos poco tiempo, pero puedo enseñarte a leer, como deseabas”.

“Gracias, sacerdote”, dijo el chico mientras los dos salían también.

Las princesas y Zenjirou eran los únicos que se encontraban ahora en la sala. Dejándose llevar por la corriente de la situación, Zenjirou sintió una incomodidad indescriptible. Tal vez se debía a que no podía contribuir a la situación de ninguna manera, a pesar de que podría afectar a su propia seguridad en el peor de los casos.

Consideró la posibilidad, pero no le pareció del todo correcto. Más bien parecía que había una disparidad entre la información disponible y la situación. Si lo dejaba pasar, estaría en desventaja. Era parecido a cuando había trabajado en los negocios y su interlocutor no había mentido, pero sí había dado una impresión distinta de la verdad.

“¿Ocurre algo, Majestad?”, preguntó la princesa, con los labios rojos curvados en una sonrisa.

“No, nada”, respondió, cada vez más nervioso. “Puede que ya se haya dado cuenta, pero soy algo cobarde, totalmente inadecuado para el combate. Supongo que estoy un poco preocupado por la situación”.

La admisión de su déficit en esa área le permitió ocultar sus otras preocupaciones. Los ojos azules de la mujer se abrieron sorprendidos por un momento antes de volver a su expresión anterior.

“Ya veo. Personalmente, considero que ser capaz de decir algo así con tanta honestidad es bastante valiente. Por desgracia, es mucho más común que la gente no esté dispuesta a admitir su cobardía. Tenga la seguridad de que, si no la toman por sorpresa, Pomorskie está bien defendida. En el momento en el que conocimos de su ataque por sorpresa -aunque no dejara de ser un ataque con mil soldados de caballería-, su fracaso estaba asegurado. Yo personalmente garantizo su seguridad”.

La explicación que siguió era demasiado fácil de aceptar: la ciudad estaba rodeada de robustas murallas, además de su armada, y abrir una brecha no sería nada fácil, sobre todo cuando la composición de las fuerzas atacantes estaba tan centrada en la velocidad y las tácticas de emboscada. Probablemente tenían poco que fuera adecuado para asediar la ciudad. Su objetivo era la confabulación desde dentro. A menos que se les invitara activamente a entrar, no tendrían forma de traspasar las murallas.

Si el marqués era incapaz de suprimir tal apoyo interno después de haber sido advertido de ello, entonces era totalmente incompetente como Señor de la ciudad en primer lugar. Por lo tanto, sus afirmaciones de que ahora era imposible un fracaso decisivo al haber dejado de ser el ataque una sorpresa, no carecían de fundamento.

Sin embargo, la princesa y el marqués seguían preocupados, porque el fracaso de los caballeros no significaba necesariamente el éxito de la ciudad. Pomorskie era un puerto internacional y un hervidero de comercio. Incluso si lograban repeler a los invasores, el hecho de que el enemigo alcanzara las murallas de la ciudad seguía siendo desmesurado. Aunque las enormes murallas protegían tanto el interior como el puerto, su posición como centro de comercio significaba que había muchas puertas -generalmente abiertas de forma total- para dar prioridad a la facilidad tanto de entrada como de salida.

Si la ciudad se acobardaba y cerraba el puerto y las puertas, también estaría cerrando gran parte de su economía. Por encima de todo, el hecho de que las murallas hubieran sido atacadas sería una herida abierta. Aunque la ubicación, las conexiones de transporte y las instalaciones eran importantes para los centros comerciales, lo más importante era la seguridad. Esto acabaría con ella. Por muy fácil que fuera llegar a la ciudad, si no era una región segura, los mercaderes la evitarían. Por lo tanto, si era posible evitar un ataque de este tipo – aunque fuera de corta duración-, la ciudad saldría ganando.

Teniendo esto en cuenta, tenía sentido que el Señor reforzara sus defensas para el peor de los casos mientras el mercenario llevaba una fuerza expedicionaria para atacar preventivamente. Si su plan salía bien y defendían la ciudad a distancia, se minimizarían los daños en general.

La guerra no era como los deportes; las condiciones de victoria y derrota no eran necesariamente equivalentes en ambos bandos. Al ser diferentes las condiciones de cada bando, era posible -aunque raro- que ambos perdieran. Más raro aún es que ambos bandos ganen. La victoria y la derrota eran totalmente diferentes para cada facción.

“Ah, ya veo”, murmuró Zenjirou para sí mismo cuando ella repitió que la victoria de un bando no era necesariamente la derrota del otro.

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“Oh, ¿Pasa algo?”, preguntó la princesa con interés.

A pesar de lamentar su lapsus linguae 18, Zenjirou se dio cuenta de que esto podría ser una oportunidad. “No, sólo me di cuenta de que había estado malinterpretando algo”.

“¿Oh? Qué intrigante. Me encantaría saber a qué se refiere”.

Mientras ella se centraba en lo que él esperaba, Zenjirou ofreció una negación tan casual como pudo. “No fue nada importante. Además, ahora no puedo estar seguro de estar en lo cierto”.

“Eso me hace sentir aún más curiosidad. Que lo mencione significa que debe estar relacionado con este incidente con los caballeros, ¿No? En ese caso, realmente me gustaría escuchar sus pensamientos. Después de todo, estamos en la misma situación hasta que esto se resuelva”.

18 Locución latina, literalmente significa “error de la lengua”. En palabras más adecuadas significa: “Error involuntario que se comete al hablar”.

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Era un comentario un tanto insensible teniendo en cuenta que le habían metido a la fuerza en aquella situación, pero era una frase útil para él en estos momentos.

“Hm, la misma situación. Bueno, si insistes, entonces hablaré claro.

Sin embargo, hay una cosa que debo pedirte que también respondas claramente primero. Después de todo… estamos en la misma situación”.

“Hmph”.

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Antes de que Anna pudiera adaptarse al repentino cambio, Zenjirou tomó la iniciativa. “Me gustaría que me dijera su objetivo. ¿Por qué voló a propósito a la ciudad?”.

Se había preparado, pero la pregunta la sorprendió. Por un momento su rostro mostró sorpresa, aunque pronto quedó enmascarada por la expresión de seguridad que había mantenido durante toda la reunión.

Hizo movimientos exagerados al responder. “Mi objetivo es, por supuesto, evitar que Pomorskie caiga en las garras de los caballeros. Me había parecido obvio…”.

Zenjirou refutó sus palabras. “Esa era mi suposición, sí. De hecho, el Lord de Pomorskie está trabajando en ello. Sin embargo, las cosas son diferentes con usted. Después de todo, por su propia afirmación, Pomorskie ya está protegida”.

Su sonrisa se acentuó ante su afirmación y permaneció en silencio.

Si ella no iba a decir nada, él tendría que darle más explicaciones.

“Usted misma dijo que si el ataque se conocía, no tenían ninguna posibilidad de éxito, lo que significa que cuando llegó la noticia al palacio, ya era así. ¿Por qué, entonces, está aquí?”.

Freya, que hasta entonces había estado sentada y escuchando a su lado, hizo un pequeño ruido de sorpresa. Sus comentarios le habían revelado la incoherencia.

“Ciertamente, se podría decir que el mínimo de éxito -es decir, proteger la ciudad- ya se había logrado una vez que el ataque salió a la luz. Sin embargo, como puede ver por nuestra decisión de atacar, eso no es suficiente para proteger las funciones de la ciudad como centro de comercio”-

“Ese es el caso del Marqués de Pomorskie, sí. Sin embargo, ¿Qué hay de usted? Pomorskie puede ser la mayor ciudad comercial del país, pero la Mancomunidad es poderosa y vasta. No es insustituible. En ese caso, desde una perspectiva nacional, simplemente proteger la ciudad de caer en manos de los caballeros es suficiente. Como mínimo, parece poco probable que justifique el riesgo de que la realeza llegue con sólo dos asistentes”.

“Ahí está el malentendido. Pomorskie ciertamente no es la única opción que tenemos para el comercio, pero sigue siendo significativa. No es impensable que la realeza venga personalmente a defenderla.

Además, la realeza en nuestras tierras no tiene una posición tan central como cree. Aunque es probable que a otras naciones les resulte algo difícil entenderlo”.

“Reinar, pero no gobernar, sí. Incluso con la reducción de los poderes del monarca, no veo exclusividad mutua con la protección de la poderosa familia real. Aun así, dejemos eso a un lado. En ese caso, el mero envío de tres miembros de la Husaria es extraño. Un estado de emergencia 19 -para este país- sería declarado por el Sejm. Con una declaración oficial, enviarían más fuerzas. Tiene sentido que un destacamento marchara hasta aquí demasiado tarde, pero los miembros de la Husaria no tendrían ese problema”.

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Había oído que sus caballos alados eran valiosos para el país, pero había mucho más que un número de un solo dígito. Si lo que le había dicho el sacerdote era cierto, había al menos cien y posiblemente entre tres y cinco veces más.

19 Situación oficialmente declarada de grave peligro por conflictos sociales, catástrofes naturales u otras razones.

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“Las monturas son preciosas, y quienes pueden montarlas aún más. No se pueden enviar aquí y allá de un momento a otro”.

“Eso es contradictorio. Los miembros de la Husaria son combatientes. Luchadores con una movilidad extremadamente alta. Si no pueden responder inmediatamente en caso de emergencia, serían poco más que decorativos. Sería como no usar nunca tu carta de triunfo”.

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La mujer guardó silencio, al parecer se le habían acabado las excusas.

“Quiero saber cuál es tu objetivo aquí”, insistió. “No me cabe duda de que también aspiras a una victoria más completa contra los caballeros que atacan esta ciudad. Sin embargo, aunque ese sea el resultado que quieres conseguir, no es tu verdadero objetivo, ¿Verdad? ¿Para qué te sirven los elogios de defender Pomorskie o, más concretamente, de vencer a los caballeros?”.

Pensándolo en retrospectiva, Anna había sido bastante enérgica a la hora de conseguir el empleo del mercenario del sacerdote. Incluso volvió a contratar a otros que el marqués ya tenía.

Si ella se esforzaba tanto, tendría más sentido que el marqués empleara a Yan y que él tomara el mando desde allí antes de llevar a cabo el ataque. A pesar de ello, Yan -y los mercenarios que servirían a sus órdenes- estarían todos bajo el auspicio de Anna.

El mercenario que llevaría la lucha a los caballeros estaba bajo el mando de Anna. Si el plan salía bien, ella sería vista como la encargada de proteger Pomorskie de los caballeros. Ese era su objetivo.

La princesa de cabello azul pareció resignarse finalmente. “Vaya, qué interrogatorio tan minucioso. Creo que las mujeres deberían tener más libertad de acción, incluso en una batalla de palabras”.

“¿Deberían aplicarse a usted tales generalizaciones? ¿O simplemente sirven a tus propósitos?”.

Hubo una pausa. “¿Es necesario continuar con este interrogatorio si me ha descubierto tan a fondo?”, dijo, con un tono cortante en la voz.

Zenjirou no bajó la guardia y respondió. “De ahí que dijera que no era nada importante. Llegados a este punto, estamos en la misma situación, ¿No? Por cierto, tengo la impresión de que puede haber alguna conexión con que estemos detenidos aquí”.

Esta vez hubo una pausa mucho más larga hasta que la princesa dejó escapar un suspiro resignado. “Magnífico. Como ha discernido, Majestad, mi objetivo aquí es ser la próxima persona en el trono”.

“¿Durante las próximas elecciones libres?”.

“Efectivamente”, asintió ella con una leve inclinación de cabeza. Las elecciones libres para el cargo de monarca eran un sistema que,

según sabía Zenjirou, sólo existía en Złota Wolność. El Sejm organizaba una votación entre todos los nobles del país, cada uno de los cuales tenía un voto, para elegir al próximo monarca. Aunque se llamaba elección, el único candidato real era lo que en otros países se llamaría príncipe heredero -en otras palabras, el siguiente en la línea de sucesión al trono-, así que no era más que una aprobación del próximo rey. Parecía que la princesa iba a causar un gran alboroto en ese sentido.

Eso significaba que Zenjirou podía ver por qué se había dado el paso un tanto antinatural de restringirlos. Su título era “Esposo de la Reina Aura I del Reino de Capua”. Era la prueba viviente de que existía un país extranjero dirigido por una reina con poder legítimo. Złota

Wolność se enorgullecía de haber construido un país grande y poderoso promoviendo la libertad y la igualdad. Por eso, oficialmente hablando, cualquier miembro de la realeza -incluso una mujer- tenía derecho a presentar su candidatura al trono.

En la práctica, sin embargo, el peso de la tradición y las costumbres se mantenía firme. Su serena opinión era que, aunque fuera candidata, no se la tomaría en serio, y mucho menos obtendría votos.

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“Así que mis primeros objetivos son los que se lamentan constantemente de que sea mujer. Superar las objeciones de mi madre para unirme a la Husaria fue parte de ello. Afortunadamente, soy una experta en magia de vuelo, así que los requisitos eran relativamente sencillos”.

Ni que decir tiene que ser capaz de volar con tu propia fuerza, en caso de necesidad, era extremadamente conveniente para unirse a la Husaria. Mientras que otros tendrían que entrenarse para no caerse del lomo de sus monturas bajo ninguna circunstancia, los Krakow entrenaban su magia para poder lanzarla en cualquier momento.

Aunque ser capaz de lanzar un hechizo de inmediato, incluso estando tenso, ya era difícil de por sí, los Krakow tuvieron que aprender a controlar la caída -la magia de vuelo más sencilla- cuando pasaron a formar parte de la Husaria. Concretamente, había un balcón sin balaustrada en el último piso del palacio. Les vendaban los ojos y los empujaban al vacío sin previo aviso. Debajo había una gran piscina artificial, por lo que caer sin control no los mataría, pero lanzar el hechizo antes de que cayeran al agua era el aprobado.

Por cierto, Anna no sólo podía controlar las caídas. Podía flotar, moverse e incluso elevarse. El deseo inmediato de Zenjirou de crear una herramienta mágica para ella fue probablemente influencia de Francesco.

“Así que utilizarás estos eventos para hacerte un nombre y presentarte a las próximas elecciones. Además, mi presencia dará a conocer que hay reinas con verdadero poder en otras naciones. Esa combinación mejorará al menos algo la disposición del país hacia una reina como monarca aquí. ¿Era esa la razón por la que querías que estuviera presente hasta la celebración oficial de tu victoria?”.

Los ojos de Anna se abrieron completamente antes de aplaudir. “Maravilloso. Viste a través de mis acciones por completo. Estoy impresionada por tu aguda perspicacia”.

Aunque la forma bromista con la que lo estaba reconociendo pretendía ocultarlo, en realidad podría haberse sorprendido. La sonrisa de la princesa de cabello azul se crispó por un momento mientras fijaba sus ojos en los de él.

“¿Qué le parece, Majestad? Tomará algo de su tiempo, pero con gusto lo veré presente en la celebración de nuestra victoria”.

“Hm. Mentiría si afirmara que no siento curiosidad por saber

cómo celebra Złota Wolność una victoria. Sin embargo, estoy aquí por mis propios motivos”.

“¿Tal vez nuestro país podría ofrecer su bendición a su relación con la Princesa Freya?”.

Ahora era el turno de Zenjirou de sorprenderse. No había dicho ni una palabra de ninguna relación entre ellos desde su llegada al continente. Pero, pensándolo bien, no era de extrañar que unos individuos especialmente avispados fueran capaces de presumirlo. Eran un hombre y una mujer de la realeza, de familias diferentes, que viajaban en el mismo barco a través del océano hacia la patria de la mujer. Además, ambos estaban en edad de contraer matrimonio.

Observar cómo actuaban juntos sería suficiente para determinar qué tipo de relación tenían.

Las bendiciones de un país con la fuerza de Złota Wolność presionarían al rey de Uppsala, pero sería un tercer país interfiriendo en la diplomacia entre ambos.

“Tal vez no. Tales cosas serían más adecuadas después de los resultados”.

Los labios carmesí de Anna se separaron en una carcajada. “Ya veo. Entonces no forzaré la situación. Aunque eso me pone en un aprieto. Realmente apreciaría su participación. Me pregunto cómo se lo agradecería”.

“Aún no he dicho si lo haré. Además, ¿No le parece indecentemente precipitado preocuparse por una fiesta de victoria antes de que la victoria haya tenido lugar?”.

“Difícilmente. Poco puedo hacer ahora para cambiar los acontecimientos. Todo lo que puedo hacer es esperar buenas noticias de mi comandante. Prepararme con eso en mente simplemente demuestra mi fe en él”. Se rio entre dientes, dejando caer hacia atrás sus mechones azules.

Zenjirou se sintió un poco desconcertado cuando ella afirmó que no podía hacer nada. “¿Qué hay de los otros dos miembros de la Husaria que te acompañan? Es poco probable que dos de ellos cambien las tornas de la batalla, pero serían valiosos como exploradores. Después de todo, necesitamos saber dónde está nuestro enemigo, y parece que hay muchas formas de utilizarlos”.

“En el peor de los casos, tendré que hacerlo. Pero es el último recurso. Si el comandante lo solicita, hablaré con ellos, pero preferiría no hacerlo”.

Repetía que era el último recurso para el peor de los casos. La pregunta salió de los labios de Zenjirou, si es que tenía que dar una razón, por pura curiosidad.

“¿Por qué?”.

“No es complejo, Majestad. Actualmente, una de nuestras ventajas sobre los caballeros es que sabemos que planean un ataque sorpresa. Sin embargo, ellos no saben que nosotros somos conscientes. En efecto, los húsares se cuentan entre las fuerzas de exploración más útiles del mundo. Sin embargo, también son los menos útiles cuando necesitan hacerlo sin ser vistos ellos mismos”.

“Ah, ya veo”.

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Desde luego, era una explicación sencilla. Era casi imposible escapar a la vista de los miembros de la Husaria mientras surcaban el cielo lejano. Una o dos personas podrían conseguirlo, pero una formación militar de mil hombres sería completamente incapaz.

Pero lo mismo ocurría en la otra dirección. Era difícil imaginar que toda la división los pasaría por alto volando por el aire. Esto significaba que, mientras que los húsares podrían, con toda probabilidad, localizar la posición de los caballeros, éstos también sabrían que habían sido avistados. En otras palabras, la ciudad intentaba atacar por sorpresa a los caballeros mientras éstos intentaban hacer lo mismo.

“¿Ha considerado que puede estar extralimitándose?”.

“¿Lo estoy? En ese frente, todo lo que puedo hacer es dejárselo al comandante. Lo único que puedo hacer ahora es pagar mi parte en dinero si tenemos éxito o asumir la responsabilidad si fracasamos”.

Mientras hablaba, mostraba una sonrisa despiadada.

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