Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 12

Capítulo 3: Husaria

Parte 1

Una vez que Freya hubo dado su aviso al Señor de la ciudad, regresó al Árbol anciano. Como si de un intercambio de lugares se tratara, el sacerdote y sus acompañantes fueron requeridos en la finca del hombre.

Mientras tanto, Zenjirou había convocado al vicecapitán del barco y le había informado de que la Hoja de Glasir podría abandonar Pomorskie a toda prisa. Sin embargo, incluso un día después, no todos los marineros habían regresado.

No fue ninguna sorpresa. Les habían dado dinero y tiempo para pasar en la ciudad globalmente conectada. Era prácticamente inevitable que los marineros se hicieran más difíciles de localizar a medida que extendían sus alas.

La ciudad era bastante tranquila, por lo que había un acuerdo tácito entre los marineros y sus superiores para que los primeros pudieran relajarse. Ahora, sin embargo, fueran cuales fueran las circunstancias que lo explicaban, Freya y Zenjirou -realeza tanto de su país como de otro- estaban varados en un lugar que pronto se convertiría en un campo de batalla debido a esos problemas.

El vicecapitán tenía un rostro temible en los mejores momentos, pero ahora mostraba los dientes con rabia, lo que le hacía aún más intenso. Todo eso junto significaba que Zenjirou estaba lejos de poder saborear su comida mientras almorzaban en su habitación.

Oyó un alboroto en el exterior por encima del ruido de la comida.

“Parece que está pasando algo”, comentó.

“Sí que he oído algo”, respondió Freya.

Ella y Lucrecia también estaban en la habitación de Zenjirou para poder empezar a moverse en cuanto fuera necesario. La suite había sido creada suponiendo que le serviría a la realeza y la nobleza, por lo que era prácticamente de un piso entero. Zenjirou, Freya, Lucrecia, y sus diversas sirvientas y guardias estaban todos reunidos alrededor. A pesar de eso, no había sensación de claustrofobia.

“No puede haber empezado, ¿Verdad?”.

Lucrecia se estremeció visiblemente ante el comentario de Zenjirou. Ninguno de los presentes preguntó qué era “eso”. Sólo podía haber una respuesta. Sólo había una cosa que esperaban con cautela.

Los caballeros. El grupo pretendía atacar por sorpresa la ciudad para “reclamar su legítimo territorio”. Sus movimientos no estaban claros y podrían llegar a los muros del castillo en cualquier momento. Por lo tanto, ni las preocupaciones de Zenjirou ni la reacción de Lucrecia fueron excesivas.

Sin embargo, Inés sacudió la cabeza y refutó con calma sus preocupaciones. “No, Maestro Zenjirou. No hay en las voces el miedo que representaría un ataque. La mayoría suenan conmocionados, y los demás suenan acogedores”.

“Ve a confirmar”, ordenó Natalio a uno de sus subordinados mientras Inés le explicaba.

“¡Sí, señor!”.

El soldado salió rápidamente de la habitación y no tardó en regresar. No pudo ocultar su conmoción al entregar su informe. “¡Maestro Zenjirou! Mire al cielo. ¡Sobre la finca del Señor!”.

“¿Natalio?”, Zenjirou dijo.

“Espere un momento”. Natalio comprobó si había peligro antes de que Zenjirou se acercara a la ventana. “Está despejado”.

Zenjirou se asomó al cristal abierto, mirando al exterior. Miraba en dirección al cielo sobre la finca del Señor de Pomorskie.

Tres figuras surcaban el cielo. No tenían forma de pájaro, eran demasiado grandes. Había una distancia considerable entre su alojamiento y la finca. A los ojos de Zenjirou era bastante obvio que no eran pájaros.

“¿Son… caballos alados 14?”, preguntó, entrecerrando los ojos para distinguirlos mejor. “Parece que también hay gente encima de ellos”.

La princesa de cabello plateado reaccionó dramáticamente.

“¿¡Qué!? ¡Disculpa!”.

Se deslizó delante de Zenjirou con una rapidez casi indecente, con la espalda pegada a su pecho mientras miraba en la misma dirección.

Capitana o no, seguía capitaneando una nave. Sus ojos azul hielo eran significativamente mejores que los de Zenjirou, y rápidamente vieron la verdad de lo que tenían delante.

“¿¡Es!? ¡La Husaria 15!”.

Parecía que esperaban permiso para aterrizar. Con el permiso aparentemente concedido, las tres figuras -caballos alados o similares, con caballeros a horcajadas- descendieron a tierra.

Fue entonces cuando la figura del caballo a la cabeza se lanzó desde el caballo. Ya fueran paracaidistas de las fuerzas aéreas rigurosamente entrenados o equipos de rescate del cuerpo de bomberos a gran altitud, la altura habría bastado para matar instantáneamente a cualquiera de la Tierra que intentara la maniobra.

Sin embargo, es evidente que el caballero -aunque caía más rápido que los caballos en espiral- no estaba en caída libre.

¹⁴ Un caballo alado es un caballo que posee un par de alas, generalmente de plumas, e inspirados de aquellas de las aves, mucho más raramente de cuero, como las de los murciélagos. Esta forma fantástica de caballo está presente en el arte y los relatos de mitos, leyendas y tradiciones de folclor de numerosos pueblos, el caballo alado está presente tanto en China, como en Grecia, Italia, África o incluso América del Norte, antes de la colonización por los europeos (Imagen).

¹⁵ Los húsares alados polacos fueron un cuerpo de caballería pesada de la Mancomunidad de Polonia-Lituania en el siglo XVII (también parte de los siglos XVI y XVIII). Sus rasgos más representativos eran unas “alas” sujetas al espaldar de la coraza, por lo que son conocidos como los húsares “alados”. Hay que tener en cuenta que, a pesar de formar un solo Estado, la Mancomunidad de Polonia-Lituania tuvo dos parlamentos independientes y dos ejércitos: uno polaco y otro lituano. Por lo tanto, existieron también los húsares alados lituanos, quienes lograron algunas de las más sonadas victorias bélicas en los siglos XVI y XVII (Imagen).

“¿Eso es magia de viento?”. Preguntó Zenjirou, tratando de explicar lo que estaba viendo con sus limitados conocimientos. Freya estaba pálida, incluso sus labios habían perdido el color.

“No. Es magia de vuelo, la magia lineal de la Familia Real Krakow

de Złota Wolność”.

En cuanto las palabras “magia lineal” salieron de sus pálidos labios, no hubo necesidad de preguntar de quién se trataba. Queriendo mantenerse al margen del conflicto entre el país y los caballeros, habían rechazado el alojamiento ofrecido por el Señor y se habían quedado en sus propios aposentos. Sin embargo, si la realeza se involucraba, tendrían que enviar a alguien a la finca.

“Princesa Freya”, dijo Zenjirou, “me gustaría enviar a alguien para entender mejor la situación”.

“Estoy totalmente de acuerdo”, respondió ella.

Ambos tenían miradas severas. Sin embargo, la conversación no tenía sentido. Cuando terminaron el breve intercambio y decidieron enviar a Skathi como su representante, ya había llegado un enviado de la finca.

“Les ruego me disculpen, pero me han pedido que les pida a ambos que vengan a la finca del Señor, Maestro Zenjirou, Princesa Freya”, dijo.

Se omitió el origen de la petición, aunque era obvio, aunque no se dijera. Debía de ser el caballero de la Husaria, que había saltado antes.

Zenjirou no tenía motivos para negarse.