Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 17

Historias Cortas de Bonificación 17: Ver Hablar a la Gente Inteligente es un Auténtico Suplicio

En los jardines del castillo de Valois, en la ciudad de Valois — que acababa de pasar de ser una capital imperial a una capital real — la reina Jeanne y su consorte real, Hakuya, estaban tomando el té con el Excel Walter, que había sido enviada desde el reino de Friedonia para ayudar a instruir a su flota.

Este descanso era algo que Hakuya había sugerido para dar a Jeanne un poco de alivio a su gran carga de trabajo.

“¿Oh? ¿Alguna vez fuiste tan considerado con Su Majestad?” preguntó Excel, riéndose, con la boca oculta tras su abanico.

Hakuya se encogió de hombros. “Su Majestad tenía a muchos a su

alrededor, como la indulgente Lady Juna y la adorable Lady Aisha, para

ayudarle a recuperarse. Lady Liscia siempre estaba allí, vigilando también su bienestar mental, así que nunca sentí la necesidad de decir nada.”

“Je, je, supongo que sí. ¿Y por eso te comportas de forma tan dulce con Madam Jeanne?”

“Creo que es natural que un marido consienta a su mujer.”

“Sí que sabes cómo hacer un argumento…” dijo Excel, dejando escapar un suspiro mitad exasperada, mitad impresionada.

Luego, mirando de la cara de Jeanne a la de Hakuya, cerró su abanico.

“Entiendo. Madame Jeanne ha trabajado fuera como militar, mientras que Sir Hakuya la defendía dentro como funcionario civil. Parece que la casa de Vargas se ha mantenido en paz porque mi hija mantiene a Castor bajo su pulgar, pero veo que ustedes dos tienen el tipo de arreglo opuesto.”

“¿Qué? ¿Sir Hakuya me tiene bajo su control?” Jeanne parpadeó, ganándose una risa de Excel.

“Se trata de distribuir los papeles. Las cosas tienden a funcionar mucho mejor si el socio fiable mantiene las riendas del socio más activo. Lo mismo ocurre con Madam Mio y Sir Colbert de la Casa Carmine, que se casarán pronto. Sir Colbert hace un buen trabajo de apoyo a ella. Sin embargo, si la pareja de confianza no tiene las riendas, acabas con Madam Genia y el pobre Sir Ludwin, que va a desarrollar una úlcera de todo el estrés que ella le causa.”

Por desgracia, así es la vida para ellos en este momento , pensó Excel, con una mirada fría mientras daba un sorbo a su té negro. Luego, sonrió a

Jeanne.

“No es nada de lo que debas preocuparte. Sé tú misma y haz todo lo que puedas. Es el deber del consorte real de la túnica negra gestionar las cosas adecuadamente para ti.”

“Percibo los muchos años de sabiduría que hay detrás de esas palabras”, dijo Hakuya con una sonrisa que parecía dibujada en su rostro.

Excel le devolvió una sonrisa idéntica, diciendo: “Vaya, supongo que era demasiado pronto para hablar de esto con un niño que sólo es un adulto en cuanto a su altura.”

“Ja, ja, ja.”

“Je, je, je.”

Las chispas volaron entre ellos.

Ambos eran agudos, y sólo bromeaban de una manera que esperaban poder salirse con la suya, pero Jeanne estaba fuera de sí de preocupación observándolos.

“¿Cómo van las cosas con nuestra flota, duquesa Walter?”, preguntó, tratando de cambiar de tema.

Dejando su taza de té, Excel respondió: “Bueno… puedo decirle, sin ningún tipo de adulación indebida, que la flota de este país es de primera clase.

Aunque no tenga armas maravillosas como los portaaviones islas, tiene más que suficiente de cada tipo de nave, y están bien atendidas y mantenidas.

Con una flota tan grande, es un misterio para mí por qué el Imperio nunca se expandió hacia el mar.”

“Parece que los emperadores del pasado se centraron en la expansión de nuestras posesiones terrestres. Dominar los mares seguía siendo una

segunda prioridad”, explicó Hakuya con una mirada seria. “Al parecer, la flota se construyó pensando en la entonces Unión del Archipiélago del

Dragón de Nueve Cabezas, pero sólo para reprimir su piratería.”

“Y mi Hermana también tenía las manos llenas con los monstruos en tierra…” Jeanne añadió.

“Sí, supongo que sí”, contestó Excel con un movimiento de cabeza. “Sin embargo, ahora es su momento, y su flota será uno de los motores de esta nueva era.”

“Duquesa Walter… ¡Sí! ¡Creo que tiene razón!” Respondió Jeanne, llena de energía.

Asintiendo con satisfacción, Excel dijo: “Oh, lo sé”, y aplaudió. “Ahora que lo pienso, me he traído un poco de té del Reino. Ya que nos estamos dando un capricho, quizá te apetezca…”

“Espera”, interrumpió Hakuya, deteniendo a Excel antes de que pudiera hacer que los sirvientes lo prepararan.

Luego, con una sonrisa dibujada en su rostro, se dirigió a Excel.

“Por casualidad, este té no tendrá nada , ¿verdad? Sé que has sacado todo tipo de información del rey Souma con el permiso de sus esposas, ¿te das cuenta?”

“Vaya, eres muy perspicaz. Y yo que esperaba preparar algunos materiales educativos para Madam Jeanne.”

“¿Eh? ¡¿Para mí?! ¿De qué estás hablando?” Jeanne parpadeó confundida. Sonriendo, Hakuya dijo: “Guárdalo para Su Majestad.”

“Eres una buena pieza, ofreciendo a Su Majestad de esa manera.”

“Me siento honrado de recibir tal cumplido de la venerable Duquesa Walter.”

“Hee, hee, hee.”

“Ja, ja, ja.”

Cada uno se enfrentó al otro con una sonrisa de nuevo.

Al final del día, Jeanne había pasado todo el tiempo en vilo.