Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 17

Capítulo 3: Las Mujeres de Cada País

Parte 2

La guerra entre el Imperio y el Reino del Gran Tigre en el año 1552 del Calendario Continental cambió el mundo.

Se había producido una competición a tres bandas entre el Reino del Gran Tigre de Fuuga, la Declaración de la Humanidad del Imperio y la Alianza Marítima. Sin embargo, con la caída del Imperio y su salida de la

Declaración de la Humanidad, sólo quedaban dos facciones. El Reino del Gran Tigre se convirtió en el país más poderoso del mundo, con la tierra, la población y el personal de la mitad norte del continente, mientras que la

Alianza Marítima acogió al Reino de Euphoria, fundado a partir de los restos del Imperio, como nuevo aliado, aumentando también su fuerza.

Además, cuando Souma, el líder de la Alianza Marítima, se casó con María, y Hakuya, el primer ministro de la Túnica Negra, se casó con la reina Jeanne de Euphoria, la coordinación entre los dos estados se profundizó, lo que les permitió gobernar efectivamente como si fueran una sola nación. Los habitantes de estos dos países llamaron a la nueva nación el “Imperio de la Gran Friedonia”, y Souma pasó a llamarse Emperador Friedonia.

Para competir, Fuuga siguió la sugerencia de Hashim de rebautizar el Reino del Gran Tigre de Haan como “Imperio del Gran Tigre de Haan”, y comenzó a llamarse Emperador Gran Tigre Fuuga Haan.

Era una época en la que dos emperadores del norte y del sur se disputaban el poder. Aunque, Souma sólo era llamado emperador por el pueblo, y Fuuga

sólo asumió el título porque su vasallo se lo sugirió, así que ninguno de los dos emperadores estaba tan apegado a ser llamado así. Todos los países tenían que adaptarse a este nuevo mundo bipolar.

En un esfuerzo por estabilizar su territorio expandido, el Imperio del Gran Tigre desarrolló una nueva burocracia en torno a su burócrata principal, Lumiere. Utilizando la habilidad para las obras públicas que había desarrollado en el Imperio, aprovechó la movilidad de la caballería de

Malmkhitan para trazar una red de transporte. Se desplegó a un ritmo mucho mayor que la red de carreteras que Souma había construido durante el primer año después de ser convocado.

“Sir Kasen. El siguiente documento, por favor.” “¡S-Si, señora!”

Lumiere se encontraba en la oficina de asuntos gubernamentales del castillo de Haan, rodeada de montones de documentos con su pluma.

Fuuga tenía el carisma necesario para influir en los demás y su destreza marcial era absoluta, pero no tenía ningún don especial para gobernar. (No es que no supiera gobernar, sino que estaba desmotivado y era ineficiente). Por eso Hashim y Lumiere dirigían ahora la administración del Imperio del Gran Tigre. Sin embargo, Hashim también tenía que encargarse de la diplomacia y la estrategia política, por lo que los asuntos internos recaían directamente sobre los hombros de Lumiere.

Lumiere utilizaba a Kasen Shuri, el Ballestero del Tigre — que había sido elegido como su asistente debido a su juventud y habilidad — como una extensión de sí misma en la batalla contra todo este papeleo.

Suspiro… Ahora entiendo por qué Madame María siempre guardaba una

cama en la oficina de asuntos gubernamentales. Cuando hay tanto trabajo, es difícil volver a tu propia habitación. Lumiere dejó escapar un suspiro mientras sus manos seguían moviéndose . Y ella manejó la diplomacia, la estrategia política, e incluso las solicitudes de la gente como la realización

de un lorelei en la parte superior de este. Siempre supe que era grande, pero era aún más grande de lo que imaginaba… Puedo ver por qué quería abandonar todo este trabajo. Si ella tuviera la oportunidad…

Y Fuuga y Lumiere fueron los que le dieron esa oportunidad a María. Ahora que había terminado, podía ver que todas las facciones habían estado trabajando para que María abandonara su país. Lumiere se había indignado cuando se dio cuenta de que su emperatriz había sido la que la había

abandonado, pero en ese momento, lo había superado y trabajaba para conseguir sus propios objetivos.

Quiero controlar una gran nación desde la burocracia, y ganar gloria

cumpliendo el sueño de la humanidad de liberar completamente el Dominio del Señor Demonio. Mi objetivo no ha cambiado. Por eso me separé de Madame Maria y de mi amiga Jeanne. Ahora debo hacerlo realidad para poder mantener la cabeza alta frente a ellas.

“Sir Kasen. Por favor, lleve este documento a Sir Hashim.”

“¡S-Si, señora!” Kasen estaba abrumado por Lumiere.

Había estado al lado de feroces y valientes generales como Fuuga y Shuukin que brillaban como estrellas, por lo que pensó que estaba acostumbrado a ver a grandes personas. Creía que incluso si se enfrentaba a generales famosos de otros países, no se asustaría ni flaquearía.

Ahora que se dejaba amedrentar por una administradora, le confundía.

Madame Lumiere es increíble, pensó Kasen.

Y por alguna razón… Ver a Lumiere volcada en su trabajo le recordó lo bien que se veían Fuuga y Shuukin, liderando la carga en el frente de batalla. Si tuviéramos que poner esto en términos del viejo mundo de Souma, Kasen podría haber sido como un nuevo empleado en una empresa, encaprichado

con una mujer de carrera.

“¿Qué estás haciendo? Por favor, vete inmediatamente.” “¡¿Eh?! ¡P-Perdón!”

Una vez que Lumiere le llamó la atención por su holgazanería, Kasen salió disparado de la habitación con un brazo lleno de papeles. Era otra de las

cosas que le hacían parecer un recién contratado.

Gracias a los esfuerzos de Lumiere, el Imperio del Gran Tigre pudo superar rápidamente los cuellos de botella que le imponía la inestabilidad que

conllevaba la adquisición de nuevos territorios.

***

Mientras tanto, había otra mujer que luchaba por administrar su estado… Era la recién coronada reina del Reino de Euphoria, Jeanne.

Jeanne estaba en su propia oficina de asuntos gubernamentales, rodeada de papeleo, y harta de él.

“Sir Hakuya… ¿Podríamos por favor tomar un descanso ya?”

Jeanne era una fuerza irresistible en el campo de batalla, pero su aptitud para el papeleo no era muy alta. Sus gemidos hicieron que Hakuya, que estaba

con ella más como instructor que como ayudante, sintiera pena por Jeanne, pero eso no le impidió darle un nuevo documento en el que trabajar.

“Por favor. Al menos revisa estos papeles y fírmalos. Se refieren a la reorganización de la flota del Imperio del Gran Caos y al estacionamiento regular de la flota de la Alianza Marítima en este país.”

“Las flotas son nuestro ‘escudo’ ahora, después de todo…” Dijo Jeanne mientras aceptaba el papeleo.

“Efectivamente.” Hakuya asintió. “Son un regalo que nos dejó tu hermana. Uno increíblemente valioso.”

En la caída del Imperio, el Reino de Euphoria había perdido sus tierras del norte, a Lumiere y sus burócratas, y la mitad de su fuerza aérea. Sin

embargo, como María había tomado medidas para que sus fuerzas navales se concentraran en el sur, su flota estaba casi intacta, salvo algunos barcos que habían sido propiedad de los lores de la costa norte. Aunque esas fuerzas navales no eran, obviamente, comparables a las del Reino de Friedonia, debido a que ese país utilizaba portaaviones insulares, eran al menos iguales a la flota del Reino del Dragón de Nueve Cabezas.

Teniendo en cuenta su reducida nación, la cantidad de poder marítimo a su disposición era un poco excesiva. Gracias a esta flota, si Fuuga volviera a atacarles, podrían utilizar sus barcos para retirarse, o lanzar poderosos

ataques contra sus mal protegidas costas. La Flota Euphoria era un escudo que disuadía a su enemigo de atacar, y también una espada.

De repente, una nueva voz dijo: “¡He hee! Para eso me llamaron, ¿no?”

Jeanne se volvió hacia la dirección de la voz, y allí estaba una belleza pechugona con el pelo azul y un pequeño par de cuernos en la cabeza. Era la comandante en jefe de la Fuerza de Defensa Nacional del Reino de Friedonia, Excel Walter.

“Siento haberte hecho venir hasta aquí”, dijo Jeanne. Se levantó para poder inclinar la cabeza, pero Excel le hizo un gesto para que se detuviera con su abanico.

“Ahora eres la reina de una nación. No debes inclinarte ante un general de otro país.”

“C-Cierto… Pero…”

“La duquesa Walter tiene razón. No hay necesidad de que te inclines”, dijo Hakuya con despreocupación mientras Jeanne intentaba averiguar cómo responder. Entonces dirigió sus fríos ojos hacia Excel. “Tenías ‘tiempo libre’, ¿no? Me han dicho que has hecho que Sir Ludwin asuma tus funciones como comandante en jefe de la Fuerza de Defensa Nacional y que has dejado que Sir Castor comande la marina.”

“Je, je, es importante formar a tus sucesores, ¿sabes?” dijo Excel con una carcajada, tapándose la boca con su abanico.

“Sí”, asintió Hakuya con una sonrisa falsa que parecía haber sido pegada a su rostro. “Por eso te han invitado a venir a comandar la Flota Euforia.”

“Tú y tu lord están empeñados en no dejarme tener una jubilación tranquila, por lo que veo.”

“Lo tomaré como un cumplido”, respondió Hakuya.

Aunque ambos sonreían, ninguno de los dos pensaba que fuera sincero.

Dicho esto, esta conversación era posible porque cada uno sabía lo que el otro era inteligente, y las razones de lo que hacían. Sin embargo, Jeanne, que no entendía nada de esto y observaba cómo los dos intrigantes se sonreían, no quería otra cosa que agarrarse la cabeza.

Hermana… Ser reina es una carga demasiado grande para mí… pensó Jeanne.

Excel golpeó su abanico. “Será mejor que arregles todo esto rápidamente. Tienes otros deberes importantes que atender, ¿no?”

“¿Otros… deberes… importantes?” Jeanne estaba confusa. Excel miró a Hakuya con una risita.

“Me refiero a tu boda, por supuesto.”

En el momento en que dijo eso, Jeanne se puso de un rojo intenso y Hakuya hizo una mueca. Sus reacciones sólo hicieron que Excel sonriera con mayor alegría.