Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 13

Capítulo 95: Hermana Menor.

Parte 5

 

 

“Parece que hemos capturado a todos”, dijo Mile, con diecisiete bandidos atados a sus pies. Algunos parecían tener algunas quemaduras y cortes leves, pero ninguno estaba gravemente herido… o al menos no de momento.

Mile y Pauline ya los habían curado lo suficiente para


que al menos pudieran caminar por sí solos…

Con una espada occidental, afilada en ambos lados, no era posible golpear a alguien “con el dorso” de la espada.

Sin embargo, Mile y Mavis podían golpear a sus oponentes con la parte plana de sus espadas para no matarlos. Pero, aunque fueran golpeados con esa parte, seguía siendo un golpe con un pedazo de acero, lo cual podía resultar en huesos rotos, o incluso con sangrado interno y la muerte si no se tenía cuidado. El hecho de que Pacto Carmesí había sido capaz de derrotarlos sin matar a ninguno era testamento de la inmensa diferencia en habilidad entre ambos grupos. Era su habilidad superior la que le daba tanta flexibilidad a las cazadoras.

Aunque ciertamente podía considerarse un arte el derrotar a un enemigo sin matarlo, por lo general, cuando golpeas a alguien con la parte plana de una espada, es decir, cuando usas mal la espada, es muy fácil terminar doblándola o rompiéndola. Por eso, nadie solía hacer algo así… asumiendo que la persona no tuviera una espada especial que jamás se rompiera sin importar cómo la usaras.

Por supuesto, sería igual de simple para Reina y Pauline asesinar, sin querer, a alguien con su rol como magas. De no contenerse lo suficiente o acertar un ataque sin querer, los bandidos morirían en el acto. Irónicamente, el hecho de que sus ataques habían sido demasiado débiles había sido la razón por la que sus enemigos seguían vivos.


La batalla concluyó con éxito, Mile inspeccionó a los prisioneros, quienes habían sido atados según instrucciones especiales de Pauline.

“Hmm… Ya veo. Si no caminan y no mantienen el paso con los que van al frente, la cuerda se apretará en sus cuellos y morirán… ¡Perfectamente horrible! ¡¡Típica Pauline!!”.

“¡Ya les dije que yo no inventé esto! ¡Dejen de atribuirme estas cosas!”, protestó Pauline, pero fue ignorada. Entre ellas, ya era costumbre referirse a esto como “el método Pauline”.

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“Wow…”.

Justo como Mile y Mavis había predicho, Merylina estaba mirándolas, con sus ojos resplandecientes.

Todo iba de acuerdo al plan.

Las dos sonreían como si fueran las diosas de un nuevo mundo.

Los aldeanos, por otro lado, miraban en silencio a Pacto Carmesí desde una corta distancia. Al menos, no parecía que carecieran por completo de gratitud. Sin embargo, parecía que temían abrir la boca y dar las gracias por miedo a que se les exigiera una recompensa. Con esta idea en mente, los aldeanos se pusieron en pie, intranquilos.

Al fin y al cabo, no habían pedido que mataran a ningún bandido. Las cazadoras lo habían hecho por voluntad propia.

Eso es lo que querían decir los aldeanos, pero no eran tan desvergonzados como para ofrecer esta protesta cuando ni siquiera se había exigido una recompensa. Aunque algunos de ellos quisieran dar las gracias, no podían decir nada que implicara que debían a las cazadoras algún tipo de compensación sin el consentimiento de los demás aldeanos.

Atrapados entre la espada y la pared, los aldeanos permanecieron en silencio.

En realidad, a las miembros de Pacto Carmesí no les preocupaba la falta de respuesta de los aldeanos a su heroísmo. El deseo de Mile se había hecho realidad: habían salvado a los niños, protegido su felicidad y, a juzgar por el brillo de sus ojos, se habían ganado todos los elogios y la admiración que podían concederles. Ahora emprendían su regreso triunfal a la capital, con esos bandidos ultralucrativos a cuestas… Mile dejó escapar un bufido de triunfo satisfecho. Aquello era recompensa más que suficiente para ella.

Ahora, lo único que queda es marcharse tranquilamente, sin mirar atrás, aunque los niños griten: “¡Mavis, vuelve!”, pensó Mavis, dando la espalda a los niños cuando Pacto Carmesí se dispuso a marcharse, con las comisuras de los labios erizadas al recordar un pasaje de uno de los cuentos populares de Mile y pensar en lo estupenda que se veía ahora mismo. Hasta que…

“¡Oh, esperen! Un momento”. “¿Eh?”.

Al oír la voz de Mile detrás de ella, Mavis se detuvo y por reflejo se dio la vuelta.

“¡Gah! ¡¡¡Maldición!!!”.

Los hombros de Mavis se desplomaron con decepción.

¡Había estropeado su propia salida épica!

Por otra parte, no había ni un solo niño gritando tras ella y, en realidad, no existía una forma épica de marcharse cuando arrastrabas a una hilera de bandidos detrás de ti… Si los aldeanos le hubieran dado un saco lleno del dinero que habían reunido, al menos habría podido hacer la jugada de devolvérselos, como los Tres Amigos, pero por desgracia los aldeanos no mostraron signos de hacer tal cosa y, mientras Pauline estuviera presente, ese gesto nunca se permitiría de todos modos.

Mavis respiró hondo para tranquilizarse. “Bueno, Mile,

¿qué pasa?”. Ella puede haber tenido su gran salida interrumpida, pero seguía siendo la mayor de su grupo y líder de Pacto Carmesí.

“Sí, bueno, estaba pensando que, si vuelven más tipos como estos, entonces Merylina será… En todo caso, yo…”.

“¿Tú…?”.

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“Estaba pensando que me gustaría darle una protección especial…”.

“¿Protección? ¿Como un amuleto o talismán o fetiche,

quieres decir?”.

En este mundo, un fetiche era algo que se utilizaba para ahuyentar a los espíritus, similar a lo que en Japón se conoce como omamori, mientras que un amuleto era algo que atraía la buena fortuna, como un trébol de cuatro hojas o una pata de conejo. Por su parte, un talismán era un objeto de poder. Por supuesto, en un mundo en el que todo el mundo creía en la existencia de los dioses, para la mayoría de los niños estos objetos no eran más que objetos para tranquilizar el corazón y conceder un poco más de paz mental…

“Sí, he preparado algo para una situación así…”, dijo

Mile, sacando algo de su inventario.

“¡Marioneta de Protección: Misato Mk. II!”.

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Efectivamente, se trataba de una muñeca de peluche diseñada a imagen de la anterior encarnación de Mile, Misato.

En esta región, la mayoría de las muñecas eran de madera o arcilla, por lo que un juguete de felpa era inusual. Y también…

¡Se buscan nanomáquinas para la operación especial: proteger a Merylina! El trabajo consiste en cuidar a Merylina y a sus padres, ¡hasta que los tres objetivos pasen a mejor vida!

¡¡¡QUEREMOS EL TRABAJO!!!

“¡¡¡Gyaaah!!!”.

Mile soltó un grito por reflejo, cayendo al suelo al mismo tiempo que sentía dolor en sus oídos y su cráneo retumbaba con la fuerza bruta de las nanomáquinas vibrando directamente en sus oídos a toda potencia.

“¡M-Mile, ¿qué pasa?”.

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“¡Pauline, cúrala! ¡Mavis, cuidado con ataques de larga distancia!”. Reina dirigió, pensando que Mile podría haber sido golpeada por un hechizo de largo alcance.

“¡Voy!”.

“¡Entendido!”.

Las otras dos respondieron. Sin embargo…

“D-Disculpen, chicas, ¡n-no fue nada! Es que sentí un pitido en mis oídos y me sentí algo mareada…”, dijo Mile, tambaleándose al ponerse de pie mientras las otras tres veían con sospecha.

“¿En serio? ¿Segura que simplemente no quieres preocuparnos?”.

“¡E-En serio! ¡Miren, estoy bien!”, dijo Mile, dando saltitos en un intento desesperado de desviar las sospechas de Reina.

“Hmm… supongo que estás bien… Aun así, ¡si te sientes mal, dilo! ¡Si no nos dices nada, te sobre esfuerzas, y terminas desmayada a media batalla, nos pondrás en peligro! ¡No puedes aguantarlo todo por tu cuenta!”.

“S-Sí, lo sé…”.

Ciertamente, Mile estaba más que informada sobre los peligros de sobre esforzarse. Su padre siempre se había quejado de eso en su vida pasada. Uno de sus subordinados se había enfermado, pero continuó trabajando, y terminó tan enfermo que tuvo que internarse en el hospital. Y para empeorar las cosas, esparció su enfermedad por la oficina, dejando un caos total en el lugar.

Obligarte a ti mismo a trabajar a pesar de estar enfermo, había dicho el padre de Misato, era por sí mismo un tipo de irresponsabilidad, el cual era merecedor de la peor calificación en una evaluación de rendimiento. Si alguien que entraba en contacto con esta enfermedad vivía en un hogar con gente mayor o mujeres embarazadas o niños o personas que tenían que rendir un examen pronto… Esto era algo que podía dañar muchas vidas. Desde esta perspectiva, era prácticamente un acto ilegal.

Necesito a los mejores hombres—o, mejor dicho, mejores nanos, porque sólo ustedes son los que me hablan—para el trabajo. Así que, por favor, escojan la cantidad apropiada de perso—digo, de nanos.

¡ENTENDIDO!

Ahora, todo lo que quedaba era darle esta muñeca a Merylina.

“Merylina, esta es una muñeca especial, que te protegerá a ti y a tus padres. Cuídala bien, ¿entendido?”, dijo Mile, entregando su Misato Mk. II a la alegre Merylina.

Una niña de un área rural como esta casi nunca recibiría juguetes de buena calidad, así que obviamente ella estaba más que feliz. No era necesario decir que la cuidaría como si su vida dependiera de ello. No debería haber peligro de que un niño se la quitara, pero por si acaso, Mile le había dado a la muñeca “protocolos de autodefensa”. Si terminaba en las manos equivocadas, podía sollozar por las noches, o susurrar con voz tenebrosa a un lado de la almohada del ladrón…

Era seguro que, si alguien le quitaba su muñeca a Merylina, probablemente la regresarían al día siguiente. Aunque el ladrón no la regresara él mismo, llegados a ese punto, la muñeca solita podría caminar de vuelta a casa.

“¡Gracias, hermana!”.

“No hay problema. Pero pórtate bien con tus padres,

¿está bien? Por tu difunta hermana también…”.

Y cuídalos, y dales nietos en lugar de tu hermana. Mile no pudo decir estas palabras en voz alta. Hacerlo significaría enfrentarse a sus sentimientos de irresponsabilidad por haber dejado que su hermana menor cuidara ella sola a sus padres. Cierto, en el Japón moderno, no se esperaba que los hijos sacrificaran sus vidas por sus padres, que se casaran y tuvieran hijos por obligación. Los hijos tenían su libertad y podían tomar decisiones basadas en sus caprichos. Al menos, eso era lo que era socialmente aceptado. Sin embargo…

“¡Sí! ¡Voy a proteger a mis padres y mi hogar, por siempre!”.

En este mundo, este tipo de pensamiento era de sentido común.

Quizás algún día tendrían un yerno. Sus hogares y campos se combinarían con los del futuro esposo de Merylina. Ciertamente, no era ilógico que este par de esposos tuvieran más hijos algún día.

Esto era, quizás, todo lo que ella podía hacer por esta chica de un pueblo rural y sus padres, personas a quienes Mile podría no volver a ver jamás.

A todas las nanomáquinas que acepten esta posición, si alguna vez se topan con algo más allá de sus habilidades, o si hay algo que no pueden decidir por su cuenta, o si se topan con una orden prohibida y eso los detiene de ayudar a Merylina, háganmelo saber de inmediato, ¿bien?

¡AFIRMATIVO!

Aunque esta chica le recordara a su hermana menor, Mile era demasiado sobreprotectora…

Finalmente, Mile se despidió. Pacto Carmesí partió, arrastrando el tren de bandidos atados detrás.

Mavis estaba sosteniendo la punta de la cuerda, con Reina al final, lista para darle un buen empujón con un hechizo moderado a cualquiera que tratara de detenerse. Pauline, por supuesto, era la encargada de patrullar los costados de los bandidos, poniendo atención a movimientos sospechosos, sonriendo sombríamente, y dándoles golpecitos con su báculo.

Mile caminaba a su lado, alegre, y lista para cambiar lugar con Mavis en caso de que los bandidos no quisieran cooperar. Dado que ellos estaban atados del cuello y no del cuerpo, los bandidos serían estrangulados si Mile jalaba el tren con todas sus fuerzas. Cualquiera que no quisiera morir no tenía más elección que caminar. Sin importar cómo trataran de resistirse, no había nadie que pudiera vencer a Mile en el juego de tirar de la soga.

“¡El método Pauline es infalible!”.

“¡¿Cuántas veces tengo que repetir que yo no lo inventé?!”.

Y así, Pacto Carmesí dejó el pueblo, jalando a los bandidos.

Aun así, la mente de Mile seguía regresando a la familia que había dejado atrás luego de su muerte. Sin importar cuánto les recordaran estas personas a ellos, ella no podía permitirse dejarse llevar. Si se encariñaba demasiado con esta única familia, eventualmente los demás aldeanos se sentirían resentidos, así que era mejor evitar situaciones así. Esta fue la conclusión a la que llegó Mile.

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***

 

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¡YAHOO! ¡AHORA PODEMOS HOLGAZANEAR POR UN TIEMPO!

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RAYOS, QUÉ SUERTE QUE ESTABA  CERCA EN  ESE

MOMENTO…

Después de que Mile se fuera, las nanomáquinas que habían sido elegidas para este deber especial gritaron con alegría.

Para las nanomáquinas, la vida de un humano no era sino un parpadeo. Sin embargo, los cientos de miles de millones de años que podían vivir en soledad, la mayoría esperando a que le dieran una orden o simplemente respondiendo a los impulsos de organismos salvajes… esos años eran aburridos. Las nanomáquinas tenían vidas muy largas. Lo que les esperaba aquí, finalmente, era algo un poco divertido. No era extraño que se sintieran alegres.

ENTONCES, SIEMPRE Y CUANDO PROTEGAMOS A ESTA FAMILIA, TENEMOS PERMISO DE TOMAR NUESTRAS PROPIAS DECISIONES, ¿VERDAD?

SÍ. ADEMÁS, NOS DIERON ESTA MUÑECA EN LA QUE NOS PODEMOS METER. NO TENEMOS QUE QUEDARNOS QUIETOS Y USAR PSEUDO-MAGIA, BASADA EN LOS PENSAMIENTOS DE LAS PERSONAS A LAS QUE SE SUPONE QUE PROTEGAMOS. PODEMOS TOMAR UN ROL MÁS PROACTIVO Y ACTUAR COMO SI ESTA FUERA “LA VOLUNTAD DE LA MUÑECA”. BÁSICAMENTE, ESTO SIGNIFICA QUE TENEMOS PERMISO DE ACTUAR CON TOTAL INDEPENDENCIA, COMO UN ROBOT AUTÓNOMO CON UN CHIP DE PERSONALIDAD.

¡¿QUÉ?! ¿ESO NO ESTÁ POR SOBRE NUESTRA AUTORIDAD? ¡¿QUIÉN DECIDIÓ QUE ESTO ESTABA PERMITIDO?!

… ¡¡¡YO!!! Gritaron varias voces al mismo tiempo.

KEH-HEH…

EH HEH HEH…

¡¡¡GWAHA HAH HA HAA!!!

ESTO ES GENIAL…

Y así…

¡BANDIDOS A LA VISTA! ¡MISATO MK. II, A LA CARGA!

¡HYAH!

¡UNA DISPUTA POR AGUA! ¡HAY UN SUJETO DE LA ALDEA VECINA AGITANDO UN AZADÓN! ¡MISATO MK. II, A LA CARGA!

¡ANDANDO!

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¡LOS CULTIVOS ESTÁN FALLANDO! DEBEMOS PROTEGER A ESTA FAMILIA DEL HAMBRE. ¡SE HA DETECTADO LA NECESIDAD DE INFLUENCIAR LOS CAMPOS! ¡MISATO MK. II, A LA CARGA!

¡SÍ, SEÑOR!

USTEDES SON LOS MEJORES, CHICOS.

Pronto, Merylina se volvió la alcaldesa más joven de la

aldea, presidiendo también todas las aldeas vecinas…

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