Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 13

Capítulo 95: Hermana Menor.

Parte 3

“¿Eh? ¿Qué dijeron? ¿Dijeron que salvaron a nuestra

hija del peligro? ¡Muchísimas gracias!”.

Pacto Carmesí fue recibido con inmensa gratitud al escoltar a la niña—cuyo nombre resultó ser Merylina— de vuelta a casa con sus padres. No cabía esperar otra cosa. En el peor de los casos, Merylina habría sido utilizada como juguete de algún extraño y finalmente vendida a algún lugar. Sin embargo, cuanto más inclinaban la cabeza los aldeanos en señal de agradecimiento, más incómodo se volvía el ambiente en la sala.

“Bueno, entonces, nosotras ya nos…”, comenzó Reina, mientras Pacto Carmesí se disponía a partir, tras advertir enérgicamente a los padres de que los matones probablemente aún tenían los ojos puestos en la aldea, por lo que no debían perder de vista a Merylina, y mucho menos dejarla salir sola de casa, por el momento.

Pero entonces…

“¡No, no se vayan! Pronto oscurecerá, por favor, ¡deben quedarse aquí con nosotros a pasar la noche!”, insistió el padre de Merylina.

Como ya se había dicho, los miembros de Pacto Carmesí preferían las comodidades de su campamento habitual a pasar la noche acurrucadas en la estrecha casa de una familia que acababan de conocer.

Además, incluso dejando de lado los baños, no había muchos retretes adecuados en los pueblos rurales como éste. Sus cuerpos se habían acostumbrado tanto al retrete portátil de Mile, fabricado con tanto esmero y comodidad, que hasta los retretes de las posadas les parecían desagradables, así que verse obligadas a usar lo que hubiera allí no les agradaba nada.

Cuando los humanos prueban la comodidad, nunca quieren renunciar a ella. Sobre todo, cuando se trata de lujos como el almacenamiento de Mile, su deliciosa cocina, el retrete portátil y la casa de baños, aunque, por supuesto, sólo eran “portátiles” porque Mile los llevaba consigo…

En cualquier caso, Pacto Carmesí declinó la oferta de quedarse con la familia y recibió permiso para montar su campamento en el patio vacío junto a la casa. Entonces, la tienda, el retrete portátil y la casa de baños fueron rápidamente sacados y erigidos en el espacio… Sí, no una bañera, sino una casa de baños. Contaba con un vestuario anexo y estaba totalmente protegida contra mirones. Obviamente, el retrete también lo estaba.

Llamar “fortificadas” a estas estructuras portátiles no sería una exageración. Uno podía meterse dentro en medio de una batalla contra una horda de orcos y sentirse completamente seguro mientras las usaba.

También había una cosa que había que hacer, antes de bañarse e irse a la cama… y no era ir al baño. (Aunque, por supuesto, eso también había que hacerlo antes de acostarse). Obviamente, era comer. Y como preparación, cocinar.

Cuando estaban agotadas o tenían poco tiempo, recurrían a las comidas precocinadas (aunque incluso esas comidas precocinadas salían igual de calientes y frescas que cuando se preparaban por primera vez). Sin embargo, cuando no tenían tantas limitaciones, siempre se tomaban el tiempo de preparar la comida in situ. Por supuesto, utilizaban carne que ya había sido marinada con antelación para que los sabores se fundieran correctamente, pero eso lo hacían incluso en los programas de cocina, así que no estaba exactamente fuera de lugar.

Pacto Carmesí preparó un hornillo delante de la tienda y empezó a asar la carne cuando…

“Eso huele delicioso”, dijo Merylina, asomándose desde

la casa.

“¡Prueba un poco!”, gritó Mile.

“Sabes, sospechaba que habías colocado ese hornillo a propósito en dirección de la casa… y que estabas usando muchísima salsa…”. Reina suspiró, reconociendo fácilmente el ardid de Mile.

Mavis y Pauline, por su parte, no pudieron hacer otra cosa que encogerse de hombros. Ya estaban acostumbradas. Hacerse las sorprendidas era una pérdida de energía.

“¡Ven y prueba un bocado!”.

“¿Segura?”, Merylina preguntó tímidamente, pero, por supuesto, esa había sido la intención de Mile todo el tiempo, así que estaba perfectamente bien.

“¡Come, come, come! ¡Ven por deliciosa carne!”, cantó

Mile.

Las otras tres se quedaron en silencio. Ella realmente estaba en plena forma esta noche.

Merylina aceptó nerviosa el plato cargado de carne a la parrilla salseada y empezó a comer.

“¡Esto está delicioso!”.

Entonces empezaron a aparecer niños de las otras casas, seguidos de adultos. Al parecer, el delicioso aroma había llamado la atención de los niños de todo el pueblo, que se habían asomado a las puertas de sus casas. Cuando vieron lo feliz que Merylina comía la carne y oyeron sus gritos de placer, no pudieron contenerse y salieron corriendo, seguidos frenéticamente por sus padres.

“¡Coman todos! ¡Es gratis!”, anunció Mile. Todos los

niños lanzando gritos de alegría.

“Por supuesto, sólo los niños comen gratis. Los adultos tendrán que pagar”, añadió Pauline, provocando la clara consternación de los padres.

Era de esperar, obviamente. ¿Por qué debían ofrecer comida gratis a unos aldeanos con los que no tenían ninguna relación? Por supuesto, los niños también deberían estar incluidos, pero Pacto Carmesí conocía a Mile—Mile, que les ayudaba a diario, que rara vez expresaba sus deseos y que sólo quería ayudar. Las otras miembros de Pacto Carmesí podían permitirle un pequeño capricho… sobre todo porque las demás también eran blandas con los niños.

Ni siquiera Mile tenía intención de alimentar gratis a unos adultos cualquiera. De hecho, su intención tampoco había sido alimentar a los niños. Eso no era más que un medio para un fin. De hecho, su verdadero objetivo era pasar una velada divertida rodeada de niños. Básicamente, nunca había experimentado algo así ni en esta vida ni en la anterior, así que ahora iba a beber hasta la última gota de esta atmósfera…

Hay que recordar que Misato había perecido cuando tenía dieciocho años, pero desde que tenía cuatro o cinco, ya era tratada como “especial” por todos los que la rodeaban. Eran esos años de infancia, a partir de esa edad, los que Mile estaba tan desesperada por recuperar y la razón por la que estaba tan obsesionada con pasar tiempo con chicas jóvenes. Por supuesto, deseaba recuperar todo aquello—no quería revivir sus últimos años de adolescencia—pero en esta vida aún no había alcanzado la edad equivalente, así que no había problema.

Sin importar sus razones, Mile estaba desesperada por jugar con otras chicas, de entre cuatro o cinco años hasta doce o trece. Esto era especialmente cierto ya que su oportunidad de confraternizar con las más jóvenes se estaba cerrando rápidamente… Incluso Mile tenía el sentido común de darse cuenta de que había algo un poco desagradable en que una chica de diecisiete o dieciocho años se hiciera amiga de niñas pequeñas.

A esa edad, ella podría ser la cuidadora de dichas jóvenes. Sin embargo, “pasar el rato” juntas en serio estaba fuera de lugar…

“¿Oh? Merylina, ¿tienes una hermana mayor?”.

“Sí, era guapa y trabajadora, pero un poco desastrosa. Era algo despistada, y si yo no la cuidaba, no servía para nada…”.

“¡Guh!”.

Por alguna razón, Mile se agarró el pecho, con la cara crispada por la agonía.

“’¿Era?”, preguntó Mavis, que había oído claramente la palabra clave que Mile, en su agitación, había pasado por alto.

“Sí, murió pisoteada por un caballo de carruaje que se

asustó por algo. Intentaba proteger a un niño…”. “¡Gwah!”.

“¡Oh! ¡Se desmayó!”.

Para sus compañeras cazadoras era evidente que el desplome de Mile no se debía a ningún tipo de enfermedad repentina, así que simplemente la ignoraron.

“Tras la muerte de mi hermana, mi madre y mi padre perdieron todas sus ganas de vivir, así que tuve que mantenerlos. Ha sido una larga, larga, larga y difícil época…”.

(¡Crisparse! ¡Crisparse!)

“¿Por qué te duele tanto esto?”, preguntó Reina, mirando con suspicacia a Mile, que convulsionaba en el suelo.

Todavía tendida en el suelo, Mile empezó a sollozar: “Lo siento, lo siento mucho…”.

“¡Señorita, no hay más carne!”.

Totalmente incapaces de captar el estado de ánimo del momento, los otros niños se abalanzaron sobre Mile exigiendo más comida. Los niños realmente pueden ser criaturas crueles…

Sin poder negarse, Mile se levantó y fue a reponer la comida, mientras Merylina empezaba a atender a los otros niños.

“¡Oh, Lilae! ¡Tienes salsa en la camisa! Déjame… Anseluna, se te ha vuelto a despeinar el pelo…”.

De repente, Mile se puso rígida.

“¡Gaaaaaaah! ¡¡¡Eres exactamente igual que

Keikooooooo!!!”.

***

“¡Deja de hacer el ridículo!”. “Lo siento…”.

Una vez concluida la improvisada cena con los niños, Pacto Carmesí limpió antes de retirarse a su tienda. Entonces, Reina empezó a interrogar a Mile.

“Pero Mile, ¿tu hermana pequeña no fue acogida por el padre de tu padre?”.

“Ah…”.

Cuando Mile utilizaba el término hermana pequeña, todos pensarían, por supuesto, en Prissy, que era, oficialmente, su hermanastra, traída a la familia por la segunda esposa de su padre (aunque, por supuesto, en realidad había nacido de una aventura, lo que significaba que Prissy era, de hecho, hermana de sangre de Mile). Y aunque en realidad nunca les había dicho a las demás el nombre de Prissy, les había explicado lo suficiente para que comprendieran la situación.

“P-Por hermana pequeña me refiero a una chica de mi pueblo. Ya sabes que las chicas que te rodean siempre te llaman ‘hermana mayor’. ¿Verdad, Mavis?”.

“Umm…”.

Mavis no tuvo respuesta a esto.

Por supuesto, era normal que las chicas más jóvenes de la zona llamaran a las mayores algo así como “hermana mayor”, y del mismo modo, a menudo se podía pensar en las chicas más jóvenes de manera similar. No había nada extraño en ello.

Mile había dejado escapar accidentalmente todo tipo de cosas peligrosas, pero al menos no había revelado lo suficiente como para que alguien pudiera suponer que alguna vez había tenido familia fuera de los Ascham. De hecho, nadie adivinaría que una vez había muerto y había reencarnado. Incluso ahora, las demás se limitaban a dejar pasar la extraña explicación de Mile, concluyendo que simplemente se había puesto nerviosa al ver a una niña en peligro que se parecía mucho a una niña pequeña a la que había cuidado cuando ella era más joven—aunque, por supuesto, técnicamente hablando, ¡ella misma era todavía muy joven!

En serio, en este punto, preocuparse por las

excentricidades de Mile no tenía caso…