Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 13

Capítulo 95: Hermana Menor.

Parte 2

“Así que eso era lo que pasaba…”.

Según la niña, los hombres que habían intentado llevársela eran un grupo que venía a menudo a extorsionar a los aldeanos. Al principio, no habían hecho nada tan extremo como mutilar o matar a nadie, sólo se habían dedicado a la violencia y a robar y saquear. Sin embargo, una aldea tan pequeña como la suya no tenía reservas para satisfacer el apetito de estos hombres. O, mejor dicho, aunque los tuvieran, no había razón para que los abastecieran. Peor aún, los hombres no se habían limitado precisamente a un poco de comida. Sus exigencias habían ido en aumento: comida, cerveza, dinero… y ahora, mujeres.

Finalmente, los aldeanos, incapaces de aguantar más, empezaron a rechazar las exigencias de los hombres. Y cuando lo hicieron, los hombres intentaron secuestrar a la chica.

Tal vez querían retenerla como rehén para exigir más. O tal vez pretendían venderla a algún traficante del mercado negro cuando acabaran con ella.

“Eso los convierte en bandidos, ¿no? ¿Por qué no los trataron así desde el principio?”, preguntó Reina, apretando los dientes, aunque no tenía sentido preguntarle algo así a una niña. Eso era mejor preguntárselo a los adultos…

Entonces, Mile dio un golpecito con el puño en la palma de su mano en señal de comprensión.

“¡Esta me la sé! Es como la teoría de la rana hervida. Dicen que, si metes una rana en agua caliente, salta enseguida, pero si pones a la rana en agua sobre fuego y aumentas lentamente la temperatura, ¡la rana perderá su oportunidad de escapar y morirá!”. Mile aún no había recuperado del todo el sentido (obviamente, ya que había una buena razón por la que Mile había montado en cólera), pero al parecer estaba lo suficientemente presente como para analizar lo que la chica les había contado, y concluyó: “Por supuesto, eso es sólo una metáfora utilizada en la teoría económica. En la vida real, la rana huiría sin duda…”.

“¡Ya veo! Así que al principio sólo empezaron a merodear por ahí, lo cual no era razón suficiente para ir a llorar al lord de estas tierras o pagar enormes sumas a los gremios para que les ayudaran, pero después de eso, la situación fue empeorando poco a poco…”.

“¿Así que siempre fueron bandidos, pero fingían no ser tan maliciosos al principio?”.

Al parecer, Mavis y Pauline también empezaban a darse cuenta.

Además, dedujeron que, hasta ahora, los hombres no habían puesto la mano encima a ninguno de los niños del pueblo. Tal vez habían decidido por fin que había llegado el momento de la “cosecha”, de llevarse todo lo que pudieran de esta aldea y luego arrancar sus raíces para trasladarse al siguiente lugar. Asaltarían la aldea y recogerían toda la comida, el dinero y cualquier cosa remotamente valiosa que pudieran encontrar, masacrando a todos los aldeanos que se interpusieran en su camino…

Luego, en la siguiente aldea a la que llegaran, probablemente repetirían el ciclo, lo que permitiría a esos aldeanos pensar: “Ah, parece que hay muchos matones merodeando por aquí últimamente, pero al menos no nos atacan esa clase de bandidos malvados que asolaron aquella otra aldea de la nada…”.

Y entonces, volvía a ocurrir lo mismo. En realidad, era una estratagema tristemente común.

Sin embargo, si los aldeanos se limitaban a dejar pasar la situación, sin defenderse ni pedir ayuda a su lord ni solicitarla al Gremio de Cazadores o Mercenarios, en realidad no era asunto de Pacto Carmesí.

Los aldeanos se limitaban a esperar a que alguien viniera a salvarlos, sin defenderse por sí mismos, sin buscar ayuda activamente… Eran el tipo de gente que, podría decirse, ni siquiera podía confiar en “la salvación de la Diosa”.

Así que, por muy bondadosas que fueran las miembros de Pacto Carmesí, ni siquiera Mile podría—

“¡Ayudémosles!” “Lo sabía…”.

Obviamente, Mile nunca rechazaría ayudar a los aldeanos.

La chica había tardado un buen rato en calmarse lo suficiente como para explicar la situación, pero Mile había tardado aún más en recuperar la cordura.

¡¿Qué está haciendo Keiko aquí?!

¿Murió salvando a una niña? 

Si las dos estamos muertas, entonces mamá y papá también deben estarlo…

Mile era un espectáculo para la vista, agarrando los hombros de la niña y pareciendo a punto de desmayarse mientras murmuraba todo tipo de cosas inescrutables. De algún modo, las demás consiguieron apartarla de la niña y determinar qué estaba pasando, concluyendo que la niña era la viva imagen de una conocida de Mile (alguien muy importante para ella) y que Mile había confundido a la niña con esa persona.

Por supuesto, si Keiko hubiera reencarnado, ¿no habría cambiado su aspecto? Mile estaba, de hecho, en un cuerpo diferente al suyo anterior. Entonces, ¿por qué cometería Mile semejante error, cuando la chica era tan claramente de una raza diferente a la de Keiko, aunque su apariencia fuera ligeramente similar?

Una vez que se calmó y miró más de cerca, la apariencia de la chica no le resultaba tan familiar: la disposición de sus marcas de belleza era diferente, al igual que los colores de su piel, cabello y ojos.

Sin embargo, seguía habiendo un parecido inefable, un aura o energía que parecía irradiar de todo su cuerpo.

Era igual que Keiko cuando era más joven. De hecho, compartía exactamente la misma aura que la hermana menor que Misato tanto había apreciado, la que había visto a Misato como hermosa, gentil e inteligente, sin darse cuenta del desastre que era en realidad la hermana mayor a la que tanto admiraba.

“Éramos tan felices entonces… Hasta que me robaron mi condición de hermana mayor…”.

“¡¿Por qué lloras de repente?!”, preguntó Reina,

totalmente perpleja.

En cualquier caso, ahora estaba claro para las otras tres que Mile estaba totalmente interesada en esta chica. Y por eso, ninguna de ellas habría fallado a la hora de predecir su siguiente propuesta.

“Supongo que no tenemos elección… Al menos llevémosla a casa, entonces”.

Aunque se encontraban en el bosque, estaban lo suficientemente cerca de la aldea como para que todos los vegetales silvestres y hierbas medicinales ya hubieran sido cosechados del entorno, y aunque la niña había sido llevada lejos de su hogar, los hombres realmente no habían llegado muy lejos antes de encontrarse con Mile y el resto del grupo. Era una caminata de diez minutos como mucho, pero, aun así, probablemente era mejor que Pacto Carmesí la acompañara de regreso. La posibilidad existía de que los hombres de antes quisieran recuperar a la chica.

En todo caso, estaban atadas por completo por los caprichos de Mile, así que separarse de la chica en este punto ni siquiera era una opción.