Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 10

Epílogo: El Día Más Terrible Para Un Comienzo

 

 

Abrió los ojos.

Alice estaba tumbada en su cama.

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―…

―¡¿Estás despierta, Alice?!

―¿Madre?

La reina, que estaba sentada junto a la cama, se volteó hacia ella. Se alegró de ver a Alice capaz de incorporarse. Dejó escapar un suspiro de alivio.

―Oh, menos mal. Cuando me enteré por mi gente de que estabas inconsciente en el nivel subterráneo, me volví loca. Por favor, no hagas que tu madre se preocupe tanto.

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―Estaba… ¡Ay!

Alice hizo un gesto de dolor mientras se sujetaba la cabeza con la mano. Su niebla cerebral empezaba a despejarse, y lo último que vio volvía a su mente.

“Fundadora.

Tiene la intención de quemar el Imperio, ¿no es así?”

Así es.

La Fundadora Nebulis había despertado bajo el palacio. Había intentado detenerla, pero…

Al intentar escapar de la prisión de poder astral, llegó a su límite y agotó todas sus fuerzas.

―¡Su Majestad!

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Saltó de la cama.

Estaba bien. Mientras soportara el dolor de cabeza y el letargo, podría moverse sin problemas.

―¡Es un asunto grave! ¡La Venerable Fundadora despertó de su ataúd…!

―Sí, parece que se cumplió.

La reina miraba por la ventana de Alice.

―Un gran número de nuestros patrulleros y ministros la vieron. Llevaba una capa desgastada y flotó en el cielo durante algún tiempo.

―¿Y luego qué pasó…?

―Se desvaneció en el aire. Pero los eruditos nos dijeron que ella no tiene un poder astral de tipo teletransporte…

―¡Lo sabía!

Apretó los dientes.

La Fundadora se dirigió al Imperio, sin duda. Probablemente se dirigiría a su centro y lo incendiaría hasta que no quedara ni un ápice de la capital.

…Esta es una situación grave.

…¡Rin está encarcelada en la capital imperial, e Iska también está allí!

Y también otros de la Soberanía. Tenían muchos espías dentro del Imperio recopilando información. La Fundadora no tendría piedad con ellos mientras arrasaba todo el lugar.

Pero ella aún podría lograrlo.

Antes de que la pesadilla se hiciera realidad.

―Sí, todo lo que podemos hacer es intentarlo, Alice…

Alice apretó los puños.

Estaba decidida. Tarde o temprano, sabía que llegaría el momento en que tendría que ir ella misma al Imperio. Y el momento simplemente había llegado.

―Me he decidido ―dijo.

―¿Alice? ¿Qué te pasa?

―Su Majestad, he dejado atrás todas mis reservas. O mejor dicho, ¡ya no tolero la espera!

Se giró para mirar a la reina, que se había levantado.

Sus miradas se encontraron y Alice asintió profundamente.

―¡No puedo soportar seguir siendo el juguete de esa arrogante niñita!

―¿Niñita?

―Quiero decir la Venerable Fundadora.

―¡¿Eh?! Alice, ¿qué te pasa? ¿Cómo has podido llamar así a la Venerable Fundadora…?

―Pero es cierto. ¡Ella ha causado una gran cantidad de problemas para nosotros!

Alice liberó toda su frustración contenida.

Su voz resonó en toda la sala mientras declaraba:

―Iré al Imperio. Detendré a la Fundadora. Y luego salvaré a Rin.

***

 

 

Capital imperial.

Dividida en tres sectores, esta ciudad es conocida por ser la más densamente poblada del mundo.

El sector uno es donde se concentra el gobierno y las instalaciones de investigación. Aquí, la asamblea se reúne y utiliza su plena autoridad para decidir todos los asuntos políticos del Imperio.

El sector dos es la zona residencial, donde vive el 70% de la población de la capital imperial. Al lado está el distrito comercial, líder en el mundo, que visitan los turistas de todo el orbe.

Luego está el Sector Tres, la base de operaciones para los asuntos militares. Se trata de la residencia permanente de las fuerzas imperiales y cuenta con numerosas instalaciones de entrenamiento.

―Así que finalmente llegamos a la capital…

Frente a una gran zona vacía del Sector Dos, Sisbell miró al cielo tras bajarse del coche. Ya era plena noche. El sol se había puesto más allá del horizonte, y la tenue penumbra del cielo se expandía.

A pesar de ser tan tarde, el cielo de la capital imperial no estaba completamente negro, sino que seguía siendo brillante.

―El cielo nocturno… Me hace sentir incómoda ―Sisbell parecía algo exasperada mientras suspiraba―. ¿El Segundo Sector, no? La luz de los edificios del distrito comercial es tan brillante que ni siquiera puedo ver las estrellas. Esto sería impensable en la Soberanía.

―Shh, nos van a oír, Sisbell ―susurró asustada la Comandante Mismis.

La capital es la ciudad más vigilada del mundo. Todo el lugar está equipado con cámaras de vigilancia y sensores de energía astral.

―Oye, Jhin, finalmente llegamos a casa, ¿no es así?

―Claro que sí. El hogar es el hogar, tanto si ha pasado un tiempo como si no.

―Pero no estoy segura de estar contenta por ello… ―dijo Nene―. Creo que

estoy más nerviosa.

―Tenemos un gran trabajo que hacer, eso es seguro.

Jhin y Nene miraban al frente, al puesto de control.

Estaba situado en la entrada del Sector Tres. Pero la base de operaciones y los campos de maniobras, el emplazamiento militar y muchos otros lugares que allí se encontraban no eran su objetivo.

El Asiento de la Torre del Castillo.

Se dirigían al edificio en el que esperaba Lord Yunmelngen, la estructura sin ventanas en la que también estaba presa Rin.


―Una audiencia con el Señor. No quiero ni pensar en lo que nos espera.

Iska, has estado en la torre antes, ¿verdad?

―Sólo una vez… ―Iska asintió recatadamente junto a Jhin.

Fue cuando ascendió con éxito a la posición de Discípulo Santo. Sin embargo, cuando le concedieron la audiencia, el doble del Señor se presentó ante Iska.

Esta vez sería diferente.

El verdadero Señor Yunmelngen estaría esperando allí.

Además, también había quienes no querían ni permitirían el contacto con el Señor.

…Risya dijo que el cibercerebro de Luclezeus desapareció.

… Ya que lo derrotamos, van a venir por nosotros.

Habían convertido a los Ocho Grandes Apóstoles en sus enemigos.

No podían bajar la guardia, ni siquiera en la capital. Existía el peligro de que eventualmente fueran atacados por asesinos bajo el patrocinio de estos ocho líderes de la asamblea imperial.

―¡Todo bien! Disculpen la espera, chicos.

Risya, que había estado en el coche, se apeó tras ellos. Su cara estaba cubierta de vendas, al igual que su muslo.

No hace falta decir que eran el resultado de su pelea con uno de los Ocho Grandes Apóstoles. A pesar de ello, no mostraba ningún signo de dolor, y su tono era tan distante como siempre.

―Nos pusimos en contacto con Su Excelencia. Tenemos que dirigirnos a la torre de inmediato para asegurarnos de no hacerles esperar. En una hora, tendremos una audiencia con el Señor.

―Um… ¿Si puedo hacer una pregunta?

―¿Qué pasa, Isk?

―Así que sobre los Ocho Grandes Apóstoles…

―¿Hm? Oh, también informé sobre eso, por supuesto. Que se van a rebelar contra el Señor.

Estaban en un terreno baldío de la capital.


Aunque no podían saber si alguien estaba escuchando, a Risya no parecía importarle lo más mínimo.

―Pero el Señor se lo esperaba. Lo importante no es mi informe es que el Señor lo vea.

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―¿Usando el poder astral de Sisbell?

―Así es. Por eso vinimos hasta aquí. Así que vamos para allá.

Risya señaló el puesto de control y comenzó a caminar hacia él, sintiéndose exultante.

Iska la siguió, pero justo cuando lo hizo…

—….. Hm?

Sintió algo.

Una débil, realmente débil sensación de nostalgia.

¿Eran los pasos? ¿El olor?

Aunque no entendía lo que era, Iska se giró como si le atrajera. Y vio una escena increíble.

―……No puede ser…

―¿No puede ser qué, mi discípulo idiota?

―…¿Por qué está aquí. Maestro?


―¿De verdad te sorprende que haya vuelto a la capital?

Ese tono desganado.

Y ese traje negro de pies a cabeza que no había cambiado desde hace tantos años.

El maestro de Iska, Crossweil Nes Lebeaxgate, estaba de pie ante él.

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Todavía llevaba un largo abrigo sobre su figura, tan delgada que no tenía ni un poco de exceso de grasa corporal.

El antiguo Discípulo Santo del primer asiento. El antiguo maestro de las espadas astrales. Y el hombre que fue maestro de Iska y Jhin.

Sucedió hace años. Le dio a Iska sus propias espadas astrales y a Jhin un rifle de francotirador, y luego abandonó la capital sin dejar rastro.

Iska no podía creer que se hubieran reunido en un momento y lugar como éste.

―¡¿Eh, es el Maestro Cross?!

―Espera… ¿Maestro Cross? ¡¿Quieres decir que es tu maestro, Iska y Jhin?!

Nene y la Comandante Mismis abrieron mucho los ojos. Junto a ellas, Sisbell se limitó a inclinar la cabeza hacia un lado de forma incrédula, sin tener ni idea de lo que estaba pasando.

―¡¿Qué está pasando aquí?! ¿Por qué están todos tan alterados…? ¿Jhin?

¿Quién demonios se supone que es este hombre?

―Nos enseñó a Iska y a mí.

—….. ¿Perdón?

―Estoy tan sorprendido como tú. No entiendo lo que está pasando. Es todo demasiado repentino.

En el rostro de Jhin se dibujó una rara y tensa sonrisa al responder. Para el francotirador, cuyo trabajo era anticiparse a cualquier cosa, esta llegada imprevista era seguramente angustiosa.

―Oiga, maestro, ¿qué lo trajo hasta aquí?

―¿Qué?

―Me cuesta creer que nos encontremos con usted en un lugar como éste, precisamente ahora. Así que sólo puedo suponer que nos estaba esperando. ¿O esto es obra suya, Oficial de Estado Mayor?

―¿Quién, yo?

Cuando Jhin la fulminó con la mirada, Risya se encogió de hombros.

―A mí también me gustaría saberlo. Es un placer conocerlo, ex primer asiento Crossweil. He oído hablar mucho de usted por el Señor.

―Sobre eso.

El maestro de Iska no miraba a Risya, sino directamente a él.

―Si vas a ver a Yunmelngen, deberías darte prisa.

Crossweil no dijo “el Señor”, sino que utilizó el nombre real de Yunmelngen: el nombre de la máxima autoridad del Imperio

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―Sólo estoy aquí para eso.

―¡¿Qué?! Espere… ¡¿Maestro?!

Iska no fue capaz de detenerlo a tiempo. Antes de que ninguno de ellos se diera cuenta, el antiguo maestro les había dado la espalda y comenzó a caminar hacia el distrito comercial.

―¡¿Qué le pasa?! Tengo un montón de cosas que quiero preguntarle…

―Estoy ocupado.

―¡Pero espere!

―Tengo que ir a consolar a la amenaza más feroz del mundo antes de que haga un berrinche. Probablemente esté a punto de llegar a la frontera imperial.

―¿….. ?

―Pregúntale a Yunmelngen sobre el resto. Puede que no sea bonito de ver, pero como mínimo no es un canalla.

Iska no podía entenderlo.

Después de que por fin se reunieran todos estos años después, ¿qué estaba tratando de decirle su maestro? Crossweil fingió no haber visto la cara de desconcierto de Iska.

El antiguo dueño de las espadas astrales desapareció entre la multitud.

***

 

 

Casi al mismo tiempo…

El Asiento de la Torre del Castillo.

En lo más profundo de la gigantesca estructura sin ventanas.

―El planeta tiene memoria de todos los fenómenos que ocurren en su superficie.

Era como una canción. Como un poema recitado. La persona bestia de pelaje plateado -el señor Yunmelngen- miró al techo bermellón y tarareó.

―Lo estoy deseando. Se me acelera la sangre. Date prisa, bruja del Illumination.

―Llama a Lady Sisbell por su nombre ―dijo alguien que sonaba bastante molesta.

Detrás del Señor de pie, Rin hizo un mohín donde estaba sentada en el tatami.





―Entonces, ¿veremos pronto a Lady Sisbell? Que sepas que será mejor que no la llames bruja a la cara.

―Sí, sí.

―¿De verdad lo entiendes?

―No lo haré.

―¿Hm? ―Rin levantó una ceja.

Las palabras ligeramente sarcásticas de la bestia daban a entender que el Señor no la llamaría bruja, pero sí otra persona.

―Pequeño…

―Yo también tengo algo que decirte. Deberías prepararte. La Tercera Princesa Sisbell viene. Y finalmente veremos quién estaba detrás de todo.

Lord Yunmelngen seguía mirando al techo.

―La tragedia que ocurrió hace un siglo.

―¿Qué dijiste?

―El nacimiento de la Fundadora Nebulis. De mí. Del Gladiador Black Steel, Crossweil. También la razón por la que se hicieron las espadas astrales. Y lo que duerme en el núcleo del planeta.

A saber…

Por primera vez, Rin vio la rabia en su expresión mientras hablaba.

―Pronto seremos testigos del peor día de este planeta.

Lord Yunmelngen buscaba la verdad.

La fundadora Nebulis había jurado vengarse. Su hermano menor se apresuraba a detenerla.

Y los Ocho Grandes Apóstoles estaban preparando y llevando adelante sus planes.

Rin, Risya, Unidad 907. El sucesor de Black Steel Iska y la segunda princesa, Alice, que decidió dirigirse al Imperio. Luego las familias reales de los Zoa y de los Hydra, que habían partido hacia el Imperio con otros motivos.

Y luego…

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… La bruja que los desprecia a todos.

Sólo quedaban diecisiete horas para que todas las fuerzas del planeta chocaran.

 

-FIN DEL VOLUMEN 10-

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