Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 10

Capítulo 3: El Día Del Renacimiento

Parte 3

El informe que se había mostrado desapareció, y el monitor volvió a inundarse de texto críptico.

―Así que eso era todo, entonces… ―dijo vacilante la Comandante Mismis.

―Se mencionó a Vichyssoise, así que sabía que los Hydra estaban involucrados, pero sigue siendo inquietante. Y también se mencionó al Señor y a la Fundadora. Pero no estoy segura de qué eran esas letras al final. Risya, ¿es esto lo que querías saber…?―Lo descubrí.

―¡¿Qué?!

―Vittgenshla, Etienne, Luclezeus, Alleten, Promestius, Novalashlan, Ovan y Wizeman ―anunció con la misma suavidad que una canción. Risya dijo los nombres que había aprendido de memoria mientras se enfrentaba a la comandante―. Eso es lo que son esas letras, Mismis.

―¿Qué son?

―Son las iniciales de los nombres de los Ocho Grandes Apóstoles. V, E, L, A, P, N, O y W. Coinciden, ¿verdad?

—….. ¿Huh?

―Esa era una de las cosas que el Señor y yo queríamos saber. Venir hasta aquí ha valido la pena.

Risya se dio la vuelta en el acto. Como si quisiera decir que no tenía nada que hacer allí, le dio la espalda a la gigantesca pantalla.

―Es tal y como dice el informe. Hay una razón por la que el Señor terminó en esa forma. Pero Su Excelencia nunca lo pidió. Para evitar que otra tragedia como esa vuelva a ocurrir, el Señor prohibió a todos los ciudadanos comunes experimentar con el poder astral dentro del Imperio.

―¡¿Qué?!

―No esperabas eso, ¿verdad, princesa Sisbell? ―Risya la miró con desprecio. La investigación del poder astral está prohibida en el Imperio porque el poder astral es algo perverso; estoy segura de que eso es lo que te ha dicho la Soberanía.

―¡¿Estás diciendo que no es así?!

―El Señor nunca ha dicho tal cosa ―Risya se encogió de hombros como si estuviera bromeando―. El Imperio sólo restringe la investigación civil del poder astral. La razón por la que la investigación del poder astral se limitó a Omen, que está bajo el control del Señor, y por la que está restringida a ciertas áreas, es para evitar que estas cosas vuelvan a ocurrir.

―¡¿Entonces qué era la investigación de Kelvina?!

―Ella iba en contra de la moral del Señor.

—….. Tsk.

Sisbell inspiró.

Así de fría era la rabia impregnada en lo que Risya había dicho.

―Y por fin descubrimos quién estaba detrás de todo esto. A través de esas iniciales. Los ocho ocultaron sus verdaderas intenciones. Pero finalmente descubrimos la prueba de su traición. Ahora sólo tenemos que extraer estos datos y volver a la capital…

―Este es el final del asunto.

Oyeron el eco de la voz estática de alguien en la sala. Procedía del monitor gigante que todos habían estado mirando. El texto que fluía por la pantalla desapareció y una silueta humanoide ocupó su lugar. Parecía surgir del interior de la pantalla.

―Risya, bruja de la Soberanía Sisbell. Y el sucesor de Black Steel, Iska.

Nunca llegarán a la capital. Este frío sótano es el final de su viaje.

―¡¿Qué?!

―Oh, vamos, ya viste esto antes, Isk. Lo has visto en los monitores de la asamblea imperial.

—….. ¿Huh?

―Este es uno de los Ocho Grandes Apóstoles. Aunque también es la primera vez que lo veo fuera de esa pantalla.

Risya entrecerró los ojos tras sus gafas.

Un holograma nebuloso, casi como un fantasma, surgió del suelo. No había ni una pizca de buena voluntad en sus ojos al mirarlo.

―Por tu voz, debes ser Luclezeus. Me sorprende que hayas hecho un viaje hasta aquí desde la asamblea imperial. ¿Es tan peligroso el registro que descubrí?

―En efecto.

―Seguro que te apresuraste a confirmarlo.

―Es inútil tratar de ocultártelo. Se pueden deducir muchas cosas con sólo conocer un dato, y estoy seguro de que has sacado muchos más de ese informe.

―¿Así que viniste corriendo a destruir las pruebas, supongo?

―No estoy aquí para destruir las pruebas. Estoy aquí para destruir a los testigos.

Ante las palabras de Luclezeus, Iska sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Los Ocho Grandes Apóstoles. Son la autoridad suprema que ha dirigido el gobierno y el ejército en todos los aspectos.

…Acabo de darme cuenta de algo.

…El Señor y los Ocho Grandes Apóstoles están enfrentados en secreto. ¡Y lo han estado desde el principio!

Los Ocho Grandes Apóstoles habían estado conspirando a espaldas del Señor, y Risya vino hasta aquí para encontrar pruebas.

―Bueno, siento decirte, Apóstol… ―comenzó Risya, fingiendo decepción. Se encogió de hombros, pero sus ojos eran tan agudos como antes―. No me importa que te hayas puesto tan nervioso y hayas venido hasta aquí, pero en cuanto a esa forma holográfica que adoptaste… Tu cuerpo ya se pudrió en los cien años transcurridos desde entonces, así que estoy segura de que lo abandonaste.

―Nuestras almas volverán a caminar por este plano mortal.

¡Roar!

Desde detrás del holograma, los monitores de la pared cayeron uno tras otro al suelo como una ventisca. Luego, la pared en blanco que quedaba se desgarró y se separó en dos. En medio de los restos se encontraba un gigantesco horno que expulsaba vapor.

―¡Iska! ¡Es el mismo que el de las instalaciones subterráneas de Kelvina!

—….. Cierto.

Junto a Sisbell, en guardia, Iska desenvainó sus espadas astrales. El vapor que contenía la luz divina de la energía astral brotó del horno.

Había algo dentro.

―Es el sucesor de Objeto.

El horno se rompió. Desde atrás del vapor que había volado la gruesa pared de metal, pudieron escuchar el suelo gimiendo bajo pesadas pisadas.

―¡¿Una bestia?! No… ¡¿Es un soldado mecánico?!

―En palabras de Kelvina, es parte poder astral, parte máquina: un soldado astralnómico. En lugar del hardware de la máquina, hemos unido partes del cuerpo astral en toda su forma.

Era un robot pseudoviviente que caminaba sobre dos piernas. Aunque seguía siendo un autómata, estaba cubierto de escamas viscosas como serpientes y sus patas eran tan fuertes y musculosas como las de un león.

Y respiraba. Todo su cuerpo se alzaba y bajaba al respirar como una criatura real, y la forma en la que emitía vapores cargados de energía astral era exactamente igual a la de un ser vivo.

―Nosotros, los Ocho Grandes Apóstoles, abandonamos nuestros cuerpos hace un siglo. Y ahora buscamos un recipiente para nuestros cibercerebros.

El holograma desapareció. Casi inmediatamente, una luz brillante iluminó los ojos del soldado mecánico.

―Y este es nuestro recipiente. El soldado astralnómico albergará mi alma.

En una palabra, el robot era un Objeto argénteo. El gigante, que expulsaba vapor de entre sus partes mecánicas, extendió los brazos como una persona.

―Sólo queda encontrar una fuente de energía adecuada.

―Eso sí que no me lo esperaba. ¿Quieres algo más, incluso después de conseguir un cuerpo tan ridículo?

―La energía astral no es suficiente para mantenerlo.

Sonó la voz temblorosa del Apóstol, que emanaba del alma que controlaba al soldado.

―Así fue hace un siglo. Buscamos una fuente de energía que fuera más allá del vapor o la electricidad para hacer funcionar a estos soldados. En otras palabras, antes buscábamos la energía astral… y ahora, por fin, la encontramos… ¡algo que supera incluso eso!

―…Huh ―Risya ni siquiera levantó una ceja―. Supongo que el Señor mencionó algo así. Pero esa sustancia no puede ser controlada por cualquiera.

―Depende de cómo se utilice. Lo que duerme en el núcleo del planeta es la energía definitiva que buscamos. Después de todo, captó el interés de la científica loca.

―¿Y ahora qué? ¿Planean rebelarse contra el Señor con ese poder?

―La era del poder astral terminará.

Sus pasos hicieron temblar el suelo. La parte superior del cuerpo de Luclezeus se movió mientras su mitad inferior aplastaba los monitores sin dejar vestigios bajo sus pies.

―Les hablaré de una de las cosas que Kelvina estaba investigando aquí. Experimentaba con la contención del poder astral. ¿Lo entiendes, bruja?

―¿Eh? ―Sisbell se puso en guardia cuando se dirigió a ella―. ¿Qué estás tratando de decir?

―El poder astral habita en los humanos. No puede poseer acero inorgánico. Pero nunca tendríamos suficiente energía para poner en marcha a los soldados astralnómicos si no lo hiciéramos. Así que, si no posee el acero, lo único que tenemos que hacer es atraparlo en su interior. Sellamos el poder astral en la maquinaria.

―No querrás decir que Objeto es…

―Eso es completamente cierto. Es el resultado de nuestros experimentos iniciales. Buscamos convertir el poder astral en una fuente de energía.

Por naturaleza, el poder astral atravesaba los metales. Así que simplemente necesitaban atrapar el poder astral en una jaula que lo mantuviera en su lugar.

―Cuando el poder astral intenta escapar, libera energía. La utilizamos para alimentar al soldado astralnómico. Y en cuanto a por qué te estoy contando esto…

El suelo se partió. Las cuatro esquinas de la habitación se resquebrajaron, y torres torcidas de color marrón negruzco brotaron del suelo como plantas vivas.

―… eso también se aplica en este caso.

Falsa barrera-núcleo del planeta.

La sala comenzó a transformarse. En lugar de elevarse hasta el techo, el vapor de los hornos comenzó a girar y arremolinarse.

―Una barrera que la Fundadora utilizó una vez para ocultar su poder astral mientras huía del Imperio. Pueden pensar que es una zona aislada donde el poder astral está sellado. Pero al envolver esta sala, la energía astral no puede entrar ni escapar.

―Ya veo… Así que tuviste cuidado de prepararte con antelación.

Risya miró a su alrededor.

Cuatro torres se alzaban en las cuatro esquinas de la sala. La luz que descargaban desde sus puntas rodeaba el lugar. Debía ser la barrera que contenía el poder astral.

―Entonces, ninguna energía astral podrá salir de estas paredes ―dijo Risya―. ¿Significa que el Señor no podrá percibir que hay algo mal?

―Sí, el Señor puede olfatear la agitación del poder astral, ¿no es así?

Esta barrera sellaba el “olor” del poder astral. Si el poder astral no podía escapar en forma de “olor”, el Señor no se enteraría de la lucha que estaba ocurriendo bajo tierra.

En otras palabras, los Ocho Grandes Apóstoles podrían actuar delante de sus narices.

―Sucesor de Black Steel, Iska, hiciste bien en mantener a raya a la Bruja de la Calamidad Helada en el bosque de Nelka.

―Tsk.

―Sin embargo, sin querer, te acercaste demasiado a desenterrar lo que hay en el centro del mundo. Ese es tu crimen ―declaró Luclezeus―. Y hemos escuchado de Talisman sobre ti, bruja de la Soberanía, Sisbell. Que tu poder sería de gran ayuda.

―¿Qué acabas de decir…?

―Pero estás trabajando con el Señor para descubrir los eventos de hace cien años. Ese es tu pecado. Y Risya, oficial del Estado Mayor del Señor.

Miró a los humanos a sus pies, que eran demasiado pequeños en comparación con el soldado astralnómico.

―Has sido increíblemente útil hasta ahora.

―Sí, sí. ¿Y qué? ¿Cuál es tu acusación contra mí?

―Que elegiste al Señor en vez de a nosotros. Los Ocho Grandes Apóstoles estaban esperando con ansias que traicionaras al Señor y vinieras a nosotros.

―¡Ja! ―Se rio―. Desgraciadamente, permaneceré fiel al Señor hasta el final. Una vez que te enamoras de esa cola esponjosa y llegas a saber lo suave que es, tampoco serás capaz de traicionarlo.

―Qué loable de tu parte.

El pronunciamiento de Luclezeus sobre sus muertes hizo que el mismo suelo gimiera.

―Esta es su última parada. Ahora regresen a las entrañas del planeta.