Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 10

Capítulo 3: El Día Del Renacimiento

Parte 2

 

 

Territorio imperial.

Vigésima primera Glasnacht.


Estaban a menos de 100 kilómetros de la capital imperial, la última parada del tren expreso limitado.

―Ahh, estoy tan cansada…

Mismis, que estaba tumbada en una banca de la estación, soltó un largo suspiro y se dio la vuelta.

―Hasta un bonito vagón privado cansa cuando te mece toda la noche un tren… La capital está tan lejos…

―Está justo delante de nosotros ―dijo Jhin, poniéndose al lado de la banca en la que Mismis estaba tumbada. Miró el tren detenido en el andén―. Después de que salgamos de esta estación, vamos directamente a la capital.

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―…¿Eh?

Mientras observaba la conversación con el rabillo del ojo, Iska miró alrededor de la terminal. Sólo la Comandante Mismis, Jhin y él estaban en la zona de la estación. Nene y Sisbell, que habían estado con ellos, no estaban presentes. Y Risya tampoco estaba.

―No veo a las demás, Comandante.

―Oh, Risya dijo que tenía algo que hacer, así que dejó la estación. Dijo que volvería antes de que saliera el tren.

―Entonces, ¿qué pasa con Sisbell y Nene?

―…Estoy…por aquí…





Sisbell, que estaba bastante pálida, se bajó del tren.

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Estaba apoyada en el hombro de Nene y parecía tan enferma como un empleado que sufre una terrible resaca después de una noche de fiesta. Se tambaleó y se trastabilló en su camino hacia una banca.

―…Es el mareo… Oh, Nene, siento mucho la imposición.

Entonces se desplomó en la banca – casualmente, cayendo encima de la Comandante Mismis, que seguía sentada allí también.

―¡¿Gah?!

―Oh… Comandante Mismis. ¿Qué haces aquí tumbada? Alguien podría sentarse sobre ti. Debes tener cuidado.

―¡Ya te sentaste sobre mí! Tu trasero quedó justo en mi cara.

La comandante Mismis se levantó de un salto. Justo en ese momento, el comunicador de su mochila sonó suavemente.

―…¿Eh? ¿Quién es?

Podría haber sido el cuartel general. O tal vez Risya, que estaba fuera de la estación. Aunque eso fue lo que pensó Mismis, cuando acercó su rostro a la pantalla…

―Sí, soy Mismis-

―Llegas tarde. ¿Todavía no estás en la capital?

―¡¿Sí?! ―La voz de Mismis se quebró mientras saltaba hacia atrás.

Con la fuerza de su salto, casi hace volar el comunicador por los aires. No era de extrañar que lo hiciera, porque la persona que estaba al otro lado no era realmente un humano.

Era una bestia de pelaje plateado.

Por supuesto, la Comandante Mismis se sorprendería al ver eso.

―Uh…ngh…um, uh…¡bien!

―Jajajaja. ¿Te asusté? ¿Realmente tengo un aspecto tan aterrador?

Lord Yunmelngen.

A pesar de su extraña apariencia, Lord Yunmelngen parecía estar de un humor travieso y encontró su reacción bastante entretenida.

―Y la princesa Sisbell viene, ¿verdad?

―¡Yo estoy aquí!

Sisbell, que había estado sentada, abrió mucho los ojos de repente.

Acercó su cara a la pantalla, casi como si estuviera recibiendo al Señor a través de sus ojos.

―¡No voy a correr ni a esconderme! Pronto llegaremos a la capital… sí, claro. Actualmente estamos en el vigésimo segundo Glasmach.

―Quieres decir el vigésimo primer Glasnacht. Te equivocaste en todo.

―Ca-cállate, Jhin… ¿Más importante, Su Excelencia?

―¿Qué pasa?

―¿Rin está bien? ―Sisbell rechinó los dientes―. Escuché que deseas mis poderes. Para este intercambio, tengo una condición. Debes garantizar la seguridad de Rin…

―Te la mostraré ahora mismo.

―¿Sí?

La pantalla cambió a una chica de pelo castaño sentada al lado del Señor.

―¡¿Rin?!

―¡Lady Sisbell!

―¡¿Rin, estás a salvo?!

―No estoy siendo maltratada aquí. Me quitaron las esposas mientras me quede en esta habitación… pero…

Rin apretó la mandíbula mientras se enfrentaba a Sisbell.

―No me agrada que me conviertan en un juguete. Lady Sisbell, no debe preocuparse por mí. Por favor, priorice su bienestar antes de…

―Ya está, jaque mate.

―¡¿Qué?! ¡Por qué, pequeño…!

En el otro lado de la cámara, hubo algún tipo de conmoción, y la pantalla volvió al Señor.

―Son treinta y una victorias para mí. De verdad, eres pura palabrería.

―¡Por qué, pequeño…! ¡Cobarde! ¿Cómo te atreves a mover las piezas mientras estoy hablando con Lady Sisbell? ¿Cómo es que eres el líder del Imperio?

―Ahh… Realmente no sabes cómo insultar a la gente, ¿verdad?

―¡¿Qué dijiste?! ¡Otra vez! Voy a borrar esa sonrisa de tu cara esta vez-

―¿Rin?

Mientras miraba a la prisionera más allá de la pantalla, Sisbell suspiró con fuerza. Parecía absolutamente agotada.

―Pareces muy relajada para ser una cautiva. El tren está a punto de salir, así que voy a colgar ahora. Espero que sigas así de animada.

―Ves, ¿qué te dije? No necesitas preocuparte para nada, Princesa Sisbell.

Con una lata de refresco en la mano, Risya se acercó lentamente.

―Oh, ya puedes colgar. Estoy segura de que has notado que la cautiva está bastante bien en el otro lado.

—….. Sí. Lo está haciendo tan bien que ha sido una especie de decepción.

Le devolvió el comunicador a Mismis y suspiró.

―Casi tengo ganas de dejar a Rin y volver a la Soberanía.

―Eso sí que sería un problema. Ven aquí.

Risya le hizo un gesto para que se acercara. Señalaba el tren detenido en el andén… o más bien, la puerta de venta de boletos más allá.

―Alquilé un coche. Así que pongámonos en marcha.

―¿Perdón? ¿Qué quieres decir?

Sisbell ignoró las quejas de Mismis y dirigió una mirada aguda a Risya.

―¿No nos dirigimos a la capital? Sólo deberíamos estar a unas horas de distancia en tren.

―Sí, así es.

―¿Entonces a dónde piensas llevarme en ese coche?

―Jajajaja, ¿por qué actúas como si yo fuera una villana? ―Risya agitó despectivamente la mano―. Nos dirigimos a la capital, por supuesto. Sólo tengo que hacer una pequeña parada en el camino.

―¿Dónde?

―…

Risya soltó una risita. La oficial del Estado Mayor no pudo contener su sonrisa maliciosa.

―¿Te acuerdas de Kelvina, esa científica loca que te tenía cautiva?

―¿Cómo podría olvidarlo?

―¿Qué dirías si te dijera que tiene otro laboratorio?

―¡¿Qué?!

―Hablaremos en el coche. Oh, vamos, Isk, no pongas esa cara. O tú, Jhin- Jhin, Nene y Mismis.

Después de decir eso, Risya salió de la puerta de entrada con mucho ánimo.

―¿Qué debemos hacer?

―No hay nada que debatir ―respondió Jhin a Sisbell en tono cansino―. Tenemos que hacer un encargo antes de dirigirnos a la capital. Estoy seguro de que es una de las condiciones del Señor, así que no le importará la excursión.

―No estoy muy interesada en hacer nada más que salvar a Rin ―Sisbell se cruzó de brazos―. Es espeluznante que todavía tenga instalaciones de investigación por ahí. Su investigación es un sacrilegio para los poderes astrales. No puedo hacer la vista gorda como princesa de la Soberanía, así que debo aplastarlos hasta hacerlos añicos. Y por “debo”, me refiero a que Iska lo haga, por supuesto.

―¡¿Yo?!

―Yo no soy buena en la batalla. Así que debo contar contigo.

―Qué bueno tener una excusa, ya veo.

―¡Muy bien, nos vamos! ―Sisbell se adelantó galantemente. Siguiendo su pelo rubio fresa, que ondeaba ligeramente detrás de ella, Iska atravesó la puerta de acceso a la estación.

Una hora más tarde.

Estaban en el asiento trasero del coche rentado.

―Risya, o como sea tu nombre…

―¿Qué pasa, princesa Sisbell?

―¿Dónde está este escondite? Después de ser zarandeada en el coche durante más de una hora, todo lo que veo a nuestro alrededor son rascacielos.

―Entonces supongo que debe estar disimulado. Probablemente esté escondido en un edificio.

―¿Probablemente…?

―Yo también me enteré hace poco, por un mensaje. Nens, gira a la derecha en el cruce que hay a unos cien metros.

Risya estaba sentada en el asiento de copiloto, dando instrucciones a Nene, quien conducía.

―Mira, Mismis, ¿te acuerdas? Había todo tipo de computadoras sospechosas en el área subterránea de la instalación de investigación que ustedes encontraron.

―¡Ah, sí! Pero no tuvimos tiempo de mirarlas ya que estábamos buscando a Sisbell.

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―Hicieron bien en evitar tocarlas. Si se hubieran equivocado con la contraseña, todo el lugar habría explotado.

―¡¿Eep?!

―Así que movilizamos al Servicio de Inteligencia de las fuerzas imperiales.

Ellos recuperaron con mucho cuidado los datos de las computadoras-

―Y descubrieron que había otro escondite. Y ahí es donde nos dirigimos.

Jhin miraba por la ventanilla del coche. Su pelo plateado, alisado hacia atrás, se agitaba cuando el viento entraba por la ventanilla entreabierta.

―¿Pero qué pasa con el resto, Discípula Santa? Debes tener una idea de lo peligroso que es el centro de investigación, ¿verdad?

―…

―¿Y?

―Creo que será malo.

—….. Hm ―Jhin levantó las cejas.

Aunque hablaba de forma casual como siempre, había una pesadez inusual en sus palabras.

―¿Qué significa eso?

―Oh, eres un salvavidas, Isk.

Lo miró a través del espejo retrovisor del coche.

―Dalo todo cuando luches. No estoy muy bien equipada para la batalla, aunque sea parte de los Discípulos Santos.

―Realmente preferiría no…

―¿Oh? ¿Y eso por qué?

―…

La pregunta no requería respuesta. Necesitarían las habilidades de un Discípulo Santo en el combate. Eso implicaba que un enemigo que Risya no podía manejar sola estaba al acecho.

Esto era lo que ella quería decir con “malo”.

Mismis y Nene, e incluso Sisbell, que no era un soldado imperial, se quedaron mudas por la tensión.

…¿Pero qué nos espera?

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…¿Estaba Kelvina investigando algo más?

Investigaciones que podrían convertir a los humanos en brujas. Experimentos que podrían convertir a los humanos en ángeles caídos. Y el poder astral artificial llamado las Bestias de Katalisk.

¿Había algo más? ¿Había algo que incluso ponía en vilo a Risya, la propia oficial del Estado Mayor?

―…Es inútil hablar de esto ―dijo Jhin, sonando molesto―. Entonces,

¿Discípula Santa? ¿Dónde se supone que está esta instalación exactamente?

―Justo delante de ti. Nens, gira en esa intersección y sigue recto. Sigue recto unos cien metros.

―Claro… ¿Eh? ¡¿Qué está pasando?!

Nene pisó los frenos tan pronto como giró a la izquierda. Apenas lo hizo a tiempo. Si lo hubiera hecho unos segundos más tarde, el coche habría atravesado una barricada de las fuerzas imperiales.

―¿Las fuerzas imperiales? ―gritó Sisbell cuando vio el imponente enrejado de alambre de la barricada.

Una unidad armada de soldados se encontraba allí con escudos antidisturbios de poder astral preparados. Había docenas de ellos, y estaban rodeando el lugar.

―Está bien, está bien, princesa Sisbell, no te preocupes por ellos. Sólo están aquí para disuadir a la gente de entrar. Después de todo, no podemos tener intrusos, y tampoco reporteros o camarógrafos molestos.

Risya bajó del coche con gallardía. Les hizo un gesto para que la siguieran, y los demás salieron en tropel.

―Eh… ¿De verdad vamos a dejar el coche?

―Estará bien, Sisbell… creo ―Incluso Mismis, que sostenía la mano de Sisbell mientras la princesa se encogía, tenía un tic en su sonrisa.

Aunque los soldados imperiales eran sus colegas, Mismis era actualmente una bruja. Si lo captaban con los sensores de energía astral que tenían…

―Bien, ya los hicimos esperar lo suficiente.

Risya se acercó a los guardias imperiales con suficiente ánimo para despejar el estado mental en el que se encontraban Iska y los demás.

―Capitán Rondle, ¿se sabe algo del cuartel general?

―Sí. Ya colocamos las cámaras de vigilancia alrededor de la planta y sus alrededores. No dejaremos que se nos escape ni un bicho ―El capitán saludó―. Abrimos la puerta de la parte trasera de la primera planta a las diez y veinte. Tengo a mis hombres en espera para que puedan asaltar el lugar en cualquier momento.


―Muchas gracias. Así que, sobre eso ―miró a todas las fuerzas de la zona, y luego guiñó un ojo a la unidad de Iska―. Esta es la brigada de investigación que tengo conmigo. Son la Unidad 907, afiliada a la Tercera División de Defensa Especial. La misma unidad que luchó y se defendió de la Bruja de la Calamidad Helada en el bosque de Nelka. Podemos confiar en ellos.

―Sí, señora.

Las decenas de ojos de las unidades armadas se giraron para concentrarse en ellos. Iska, Jhin, Nene y la Comandante Mismis. Aunque todos iban vestidos de paisano, la presentación había revelado sus identidades.

―¿Quién es la chica, señora?

―¡Eep!

La princesa bruja encorvó los hombros cuando el capitán la miró.

―No parece que esté afiliada a las fuerzas.

―Jejeje. ¿Le venció la curiosidad, capitán? ―Risya puso una mano amistosa en el hombro de Sisbell. Luego dijo, con un tono muy travieso―: Esto es alto secreto, pero esta chica es Lady Sisbell, nieta del Señor.

―¡¿Qué?!

―¡¿Eh?!

Los ojos del capitán se abrieron de par en par. La cara de Sisbell se puso roja como la lava.

―¡Cretina! ¡¿Quién dices que es la nieta de ese inhu- Mgh peludo?!

―Cálmate, pequeña. No puedo permitir que grites ―Risya había puesto una mano sobre la boca de Sisbell y le susurró al oído―: Es la nieta del Señor. Será remitida a la sede imperial dentro de cinco años. Así que la hicimos venir como parte de su educación in situ. Y yo vine aquí en misión especial como oficial del Estado Mayor del Señor, así que soy su instructora.

―…

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―Qué buena chica. Ahora quédate callada como has estado, si eres tan amable.

Risya guiñó un ojo pero mantuvo su mano sobre la boca de Sisbell.

―Así que, capitán, Su Excelencia la recomendó al cuartel general imperial, y me ordenaron que me asegurara de que reciba experiencia en el lugar.

―¡Ya veo! Extiendo mis disculpas.

El capitán y sus subordinados se retiraron a toda prisa. Como si el mar se separara, la barricada de miembros de la fuerza se abrió.

―Bueno, parece que nos vamos de aventura, amigos.

―No has visto el final de esto… ―Sisbell siguió a Risya, murmurando en voz baja. Entonces la Unidad 907 las siguió. Se dirigieron por el camino originalmente bloqueado por los soldados.

―Entonces, ¿qué tal si les cuento una historia? ―Risya, al frente, dijo como si de repente hubiera recordado algo―. La capital imperial fue quemada hasta los cimientos por la rebelión de la Fundadora Nebulis hace un siglo. Las ciudades de los alrededores también fueron terriblemente dañadas.

―¿Por qué nos cuentas esto ahora…? ―El tono de Sisbell era cortante―.

¿Intentas decir que el Imperio fue la víctima hace un siglo? En ese caso, quiero que sepas que los magos astrales fuimos discriminados por el Imperio fir-

―Todavía está aquí. Ahora, ¿qué crees que quiero decir con eso?

―¿Hm?

―Lo que quiero decir es que las fábricas de aquí fueron abandonadas tras ser arrasadas por las llamas de la guerra. La capital imperial se ha limpiado bien, seguro, pero una vez que la abandones, empezarás a encontrar fábricas del pasado que han permanecido intactas.

Su vista se abrió. Delante de ellos había un área abierta grande y extensa.

―Um… ¿Risya?

Una fábrica abandonada.

La Comandante Mismis frunció el ceño de forma dubitativa y señaló los carteles de demolición colocados en las paredes de hormigón.

―Este edificio parece que ya está preparado para la demolición. Si realmente fuera un centro de investigación importante, no lo derribarían.

―Las computadoras de Kelvina identificaron este lugar como uno de sus laboratorios.

Risya se adentró en la maleza del campo y se dirigió a la puerta trasera. Las puertas dobles habían sido arrancadas y aplastadas en el proceso.

El leve olor a pólvora quizá provenía del intento de la unidad armada de romper la cerradura de la robusta entrada.

―Por cierto, después de que el cuartel general investigara algunas cosas, descubrieron que este lugar fue marcado para su demolición hace una década.

―…¿Qué?

―Dejar una fábrica abandonada como está sería un buen disfraz, ¿no?

Entraron en el silencioso edificio.

A diferencia de las instalaciones que Kelvina utilizaba como base, el interior era sorprendentemente luminoso gracias a los rayos de luz que se filtraban desde el techo abovedado.

Y no había nada en él.

No era realmente una fábrica, sino un gran almacén vacío.

―Um… ¿pero no hay nada aquí? ―Sisbell miró el suelo, que estaba densamente tapizado de polvo―. El lugar donde estuve prisionera estaba equipado con muchas computadoras y extraños hornos que emitían energía astral.

―Veamos qué puedes hacer, princesa Sisbell ―Risya sacó un comunicador.

Revisó los mensajes que parecían venir del cuartel general.

―Hace 43 días, a las dos de la mañana. Las cámaras de vigilancia de la calle por la que pasamos antes captaron la imagen de una mujer que parecía ser Kelvina entrando en la fábrica.

―…

―Tenemos una hora exacta. Deberías ser capaz de reproducirlo con eso, ¿no?

―Así que eso es lo que querías… ―La princesa bruja puso una mano en su pecho. Desabrochó los tres primeros botones de su blusa y despegó el adhesivo que se había colocado bajo su clavícula. Una tenue luz astral se extendió por la fábrica―. Oh, planeta.

La luz como un proyector se reunió en el espacio vacío y recreó la figura de cierta persona, aparentemente la mujer que presenció la llegada a esta fábrica.

―Por favor, muéstrame tu pasado.


“Te estaba esperando”.

La investigadora Kelvina.

Al igual que cuando la habían conocido en la jurisdicción oriental de Altoria, su pelo rojizo parecía no haber sido peinado en años, y llevaba una bata blanca sobre los hombros.

Tomando prestadas las palabras de Risya, ésta era la Kelvina de hace cuarenta y tres días.

―Para ser sincera, esperaba no volver a ver su cara ―Sisbell se mordió el

labio.

El Illumination del poder astral continuó la proyección. A continuación, aparecieron hombres que parecían estar involucrados en el transporte. Dos hombres llevaban contenedores gigantescos, uno tras otro, al interior del almacén, según las instrucciones de Kelvina.

” Tengan mucho cuidado con esto. Son materiales muy valiosos. Si se les cae uno y lo rompen, como compensación los utilizaré como sujetos para mis experimentos… Oh, solo estaba mascullando para mis adentros.

“Aquí atrás”. Thunk.

Cuando Kelvina señaló la pared de la fábrica, apareció una abolladura. Un pasillo oculto. El espacio entre las dos paredes contenía una escalera que llevaba al sótano.

―Bueno, esto sí que es un poder útil ―La voz de Risya delataba su asombro. Miró la proyección que tenía delante y luego a Sisbell―. Bueno, eso es aterrador, en realidad. Con un poder tan útil como este, apuesto a que la Soberanía Nebulis y los consejeros tenían miedo de la información que podrías reunir.

―…

―Oh, dije demasiado ―Risya sacó la lengua―. Pero gracias, princesa Sisbell. A continuación, Isk, si pudieras encargarte de la pared-

No necesitó que se lo dijeran. Iska utilizó tranquilamente su espada negra desenvainada para cortar el muro interior. Se hizo pedazos. Al otro lado de los restos desmoronados encontraron las escaleras que llevaban al subsuelo. Igual que en la proyección.

―Ahora, ¿qué tal si nos ponemos en marcha? ―Risya bajó las escaleras a un paso rítmico. Sisbell la siguió, y luego todos los demás.

El pasillo estaba lleno de monitores.

Iska y los demás entraron en una gran sala repleta de monitores pequeños y grandes a lo largo de todas las paredes. Había cientos, no, miles de ellos. El techo y las paredes laterales ya no eran visibles debido a la gran cantidad de pantallas adheridas a sus superficies.

Todas estaban encendidas. Un flujo interminable de texto verde fluía de arriba a abajo en cada uno de los monitores.

―Esto es extraño. No se parece en nada al laboratorio de Altoria.

—   Cierto ―Iska asintió ligeramente ante el comentario de Jhin.

¿Qué es este lugar?

…¿No es una instalación de investigación de poder astral?

…Es completamente diferente de la otra instalación de investigación de Kelvina. “Un horno gigante fue instalado.”

“Esa débil luz verde-azulada salía del horno.”

El anterior laboratorio de Kelvina había estado extrayendo el poder y la energía astral de un vórtice subterráneo y haciéndolo proliferar a través de enormes hornos.

¿Pero qué ocurría aquí? No veían ningún horno, ni conductos para transportar nada. Los innumerables monitores enterraban las paredes, y los cables que se extendían desde ellos estaban tan enredados como las raíces de los árboles mientras se extendían por el suelo.

―No crees que esto sea una instalación de observación, ¿verdad?

Se le había escapado. Nene miró un gran monitor en la pared y susurró en voz baja:

―Risya, ¿puedo probar a usar este teclado?

―Por mí está bien, Nens.

―Muy bien, entonces…

Los dedos de Nene parecían bailar sobre el teclado mientras escribía algo. Estaba juntando cadenas de fórmulas y letras que Iska no podía entender. Después de introducir decenas de líneas…

“Registro del septuagésimo noveno informe.

Por encima de sus cabezas, en una pantalla tan grande como la de un cine, apareció un informe…

A los Ocho Grandes Apóstoles.

Transmitiendo muestras de reaparición del Astral          .

Fue un día alegre. A través de la transformación en bruja del Sujeto Vi y los resultados mejores de lo esperado del Sujeto E, mis hipótesis fueron confirmadas en un noventa por ciento.

Mis hipótesis sobre la fusión de humanos y poderes astrales. Llamamos brujas y hechiceros a los poseídos por el poder astral.

Conocemos este fenómeno desde hace un siglo. Sin embargo, he identificado que la energía astral que recolectamos hace cuarenta y siete años en la región contaminada de Katalisk contiene una curiosa impureza.” 

“Algo parecido a la energía astral, pero no exactamente lo mismo.

Parece estar en la naturaleza de la sustancia existir en personas que ya poseen el poder astral. En otras palabras, la persona es poseída por dos entidades. Desgraciadamente, como es selectiva con su huésped, hay pocos que sean compatibles.

Aquellos que lo son, al parecer, pueden obtener poderes muy superiores a los de cualquier bruja o hechicero normal.

A cambio de este poder, sin embargo, el individuo debe someterse a una transformación física.

Estos son mis supuestos sujetos. Esto es profundamente intrigante.” 

―Esto es… ―El ceño de Jhin se frunció mientras miraba el texto en el monitor―. ¿Se refieren a ese monstruo Vichyssoise de la familia Hydra? ¿Así que no acabó así por estar poseída por el poder astral, sino porque algo más la poseyó?

―Creo que es así como debemos interpretarlo ―dijo Nene con voz ronca mientras asentía.

La Comandante Mismis, que estaba a su lado, e incluso Sisbell estaban inmóviles, sin pestañear, mientras miraban la pantalla. Sólo una persona estaba serena.

―Risya.

―¿Hm? ¿Qué pasa, Isk? ¿Por qué me miras así? ―Ella se volteó hacia él―. ¿Tienes una pregunta para mí?

―¿Cuánto sabías ya de lo que se muestra en esta pantalla?

―Todo esto lo sabía. El Señor también lo sabe.

Iska pensó que iba a esquivar la pregunta, pero en lugar de eso contestó de inmediato.

―Lo que quiero saber es todo lo que viene después de esto.

―¿Después de esto…? Entonces, Nens, ¡vamos, sigue!

Cuando Risya la empujó para que siguiera, Nene se puso nerviosa, pero volvió al teclado y dijo:

―De acuerdo.

Como antes, tecleó algo.

“Así es como entiendo este fenómeno.

Los humanos y los poderes astrales crean lo que llamamos magos astrales.

Cuando un individuo se combina con el poder astral y un tercer factor diferente, un mago astral se transformará en un nuevo ser.

La bruja Vichyssoise es un ejemplo de esto… Sin embargo.

En nuestra etapa actual de investigación, sólo hemos podido llegar a tres casos de compatibilidad completa.”

“El Señor Yunmelngen es una amalgama de poder astral y los deseos defensivos del planeta.

La Fundadora Nebulis es una amalgama de poder astral y los deseos de intercepción del planeta.

Y el Sujeto Elletear es una unión de poder astral y        (lo que los astrales temían y llamaban la Gran Calamidad Planetaria)”. 

“Continuemos nuestra investigación.

Debemos alcanzar a esos tres. La fusión de Elletear está particularmente avanzada. Se está transformando en la bruja definitiva de este planeta.

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Debemos continuar nuestra investigación sobre Katalisk.

V, E, L, A, P, N, O y W han dado su consentimiento. Hemos detectado varias coordenadas de la ciudad de diez mil millones de estrellas:

Reinenhabe, donde dormita.

Debemos acelerar nuestros planes de transición para cinco años en el futuro…”  

La transmisión se cortó.

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