Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 10

Capítulo 3: El Día Del Renacimiento

Parte 1

La fundadora, Nebulis.

En el pasado, convirtió la capital imperial en un mar de llamas. Es la maga astral más fuerte y antigua. Aunque el Imperio llamaba brujas a los magos astrales, a ella la llamaban la Gran Bruja.

―La rabia más sanguinaria del mundo. Un sentimiento de resentimiento tan fuerte, suficiente para aniquilar el Imperio.

Lord Mask levantó la vista, sin poder ocultar el temblor de júbilo en su voz.

Todo aquello había sido demasiado. Todo sucedió tan repentinamente. Tras los temblores que pusieron en movimiento el lago subterráneo, una niña despertó ante sus ojos.

―La Venerable Fundadora…

Del ataúd sólo quedaban fragmentos de cristal roto. Los fragmentos revoloteaban continuamente por el aire en la enorme corriente de energía astral, casi como una tormenta de nieve.

―Hermoso…

El color de la energía cambió de rojo a amarillo, luego a verde y después a azul.

Con su luz, una chica bronceada se levantó lentamente del ataúd, con su pelo perlado ondeando.

―Es un honor estar en su presencia, Venerable Fundadora.

Lord Mask se arrodilló y bajó la cabeza ante ella.

Sin duda se trataba de la Fundadora. Aunque la energía astral ya había comenzado a desvanecerse, no era probable que alguien cuestionara quién era después de ver la energía divina que liberó al despertar.

―…………

La chica se puso delante de Lord Mask.

Su esbelta figura bronceada por el sol asomaba entre su desgastada capa. Sólo por las apariencias, parecía tener sólo trece o catorce años.

La fundadora paseó su mirada por el lago subterráneo.

―¿Este es el nivel subterráneo del palacio…?

―Sí, efectivamente.

Lord Mask asintió profundamente.

No pudo contener la sonrisa en forma de luna creciente que floreció bajo su máscara.

¿Por qué ahora? ¿Por qué ella, la maga astral más poderosa que existía, despertó precisamente ahora?

Eso no importaba.

Lo que importaba era la retribución, la venganza contra el Imperio. Para los Zoa, cuyo mayor deseo era rescatar a Growley, comprender los misterios de la Fundadora no importaba.

Todo lo que necesitaban eran sus emociones.

Mientras ambos tuvieran rabia alimentada por su deseo de venganza contra el Imperio, eso era suficiente para satisfacer las necesidades de los Zoa.

―Me disculpo por no haberme presentado antes. Soy On, el consejero de la casa de Zoa.

―¿Zoa?

―Su hermana, y la primera generación de nuestra familia, fue bendecida con tres hijos. En la actualidad, estamos divididos en tres líneas de sangre: los Lou, los Zoa y los Hydra.

―… ―La Fundadora guardó silencio.

En contraste con su apariencia juvenil, la expresión de su rostro era compleja y madura.

―No me importa…

―Comparto plenamente sus sentimientos. Para usted, oh Venerable Fundadora, la monarquía actual es un asunto trivial.

Él se levantó. Lord Mask se inclinó ante la pequeña y chasqueó los dedos.

―Reuniré a la familia rápidamente. Serviremos a todos…

―No es necesario.

―Entonces, ¿qué quiere que haga?

―…

Su cabello perlado se agitó a su alrededor mientras miraba a Lord Mask.

―Lo haré sola. Quemaré la capital hasta el…

―¡Alto ahí!

Una dulce voz resonó en la caverna rocosa. Luego escucharon pasos.

—….. Ugh.

Una chica de pelo dorado corrió hacia ellos, sin aliento, y Lord Mask chasqueó la lengua.

Los temblores fueron enormes. Tenía la sospecha de que alguien aparecería, pero no esperaba que ella fuera la primera en llegar.

―Bueno, me pregunto cuál puede ser el problema. ¿Por qué pareces tan alterada?

Él no mostró ningún indicio de molestia en su rostro, en cambio la recibió con la mejor sonrisa que pudo ofrecer.

―Mi querida Alice.

Hace veinte minutos.

―…Huff…ugh… ¡¿Por qué precisamente ahora?!

Alice bajó corriendo las escaleras del palacio de la reina, jadeando.

Los ascensores ya no funcionaban. El palacio Nebulis era la Fortaleza Planetaria. Aunque los ascensores funcionaban con energía astral y no con electricidad, dejaron de funcionar abruptamente.

…La energía astral de todo el palacio está estropeada.

…¡Pero esto no ocurrió cuando las fuerzas imperiales atacaron!

Todo empezó con el temblor.

El temblor, que parecía que iba a derribar el propio suelo, empezó a perturbar la energía astral que fluía en el palacio.

―¿Está segura de que es la Fundadora…? ¡Su Majestad!

La reina no estaba aquí. Había confiado a su hija las labores de reconocimiento mientras ella se quedaba dando instrucciones y controlando la situación en los salones. Por eso…

Alice tuvo que correr.

―¡Esto no es un asunto de risa! No podemos permitir que se despierte de nuevo.

Ella lo sabía porque lo había visto una vez antes. El Fundador Nebulis no era amigo del Soberano y nunca sería el salvador del Soberano.

La Fundadora era una calamidad, una prisionera de la venganza.

“Aniquilaré el Imperio”.

“Soy una bruja, y ustedes son mis enemigos”.

A la Fundadora no le importaba nada más que destruir el Imperio.

No pestañearía, sin importar cuántos sacrificios hubiera y sin importar quién resultara herido, imperial o no. Así era la Fundadora Nebulis, así era esa bruja.

…Pero eso está mal. ¡Está mal!

…¡Ese no es el futuro que quiero!

Alice necesitaba detenerla.

―Rin…

Si su asistente estuviera a su lado, Alice se sentiría mucho más segura. Se mordió el labio mientras corría por las escaleras hacia el nivel subterráneo.

Bajó por un camino oculto que sólo la familia real podía recorrer. Delante de ella se abría una pared de roca dura y agua que brillaba con un azul intenso.

El lago subterráneo.

La reina lo había designado como el lugar para sellar a la Fundadora de nuevo. En el momento en que puso un pie en él…

…Alice sintió una intensa ráfaga de luz y viento que hizo que su voluminoso cabello dorado se pusiera de punta.

―¡¿Una corriente?!

Basándose en la ferocidad y el gran tamaño de la explosión, debía tratarse de energía astral llena de rabia.

Ella lo entendía, le gustara o no.

¿Qué pasó aquí? ¿Qué terribles acontecimientos llevaron a esto?

―¡Alto ahí! ―gritó, con la voz ronca.

―Me pregunto qué podría ser el problema. ¿Por qué pareces tan alterada?

La voz sonora y melodiosa de un hombre resonó por toda la caverna.

El hombre que llevaba una máscara saludó a Alice con los brazos abiertos mientras ella se esforzaba por recuperar el aliento.

―Mi querida Alice.

―Lord Mask… ―Ella miró fijamente al hombre que tenía delante―. ¿Esto es obra tuya?

―¿”Mía”? Oh, no, estás muy equivocada. La Venerable Fundadora lo ha querido así.

Señaló el ataúd roto. En el centro del cristal fragmentado había una niña cuyo pelo iridiscente ondeaba.

En blanco.

Así habría descrito Alice los ojos vacíos que la miraban.

―La Fundadora… ―Llegó demasiado tarde. Alice se mordió el interior de la mejilla cuando vio que la chica ya estaba levantada―. Ha pasado mucho tiempo,

¿no es así…?

―…

La fundadora guardó silencio.

O eso pensó Alice; en cambio, la chica desvió la mirada como si no hubiera visto a Alice. Comenzó a escalar la pared de roca con sus pies desnudos y delgados.

―¡Uh! ¡Deténgase ahí mismo! ―gritó Alice. Su fuerte grito resonó en toda la caverna del lago subterráneo―. Fundadora Nebulis, ¡no le permitiré salir!

―… ―La chica bronceada se detuvo.

Era casi como si el tiempo mismo se hubiera detenido. O eso fue lo que pareció mientras la chica se tomaba su tiempo lentamente, casi lánguidamente, para voltear a ver a Alice.

―Así que eres tú.

―Es un honor que se acuerde de mí ―respondió Alice―. Y recuerdo los problemas que creó la última vez que estuvo despierta.

Rin fue cortada mientras trataba de proteger a Alice. Una lluvia de brasas cayó sobre la ciudad neutral de Ain, como si de estragos de guerra se tratara. La imagen quedó grabada para siempre en la mente de Alice.

―¿Piensa destruir el Imperio…?

―¿Qué más puedo hacer?

―No tendría una razón para impedirlo si sólo se tratara de eso.

La chica era mucho más pequeña que Alice, y parecía incluso más joven que Sisbell. Sin embargo, la mirada mecánica de la bruja fue suficiente para enviar un escalofrío por su columna vertebral. Su profundidad era infinita. ¿Cuánto poder y cuánto odio podía contener un cuerpo tan pequeño?

―¡Como actual representante de la reina, se lo imploro! Oh Fundadora, su rabia no conducirá al futuro de la Soberanía. ¡Destruye a sus propios aliados para destruir el Imperio!

Cerró la mano formando un puño.

―No necesitamos sus poderes.

Continuó, enfrentándose a la bruja más antigua y poderosa que jamás había existido. Aunque se sentía tan abrumada que apenas podía respirar, a pesar de ello Alice forzó la voz.

―Voy a unificar el mundo entero. De una manera diferente a la suya.

―…

Siguió un largo silencio. La voz de Alice resonó contra la pared de la roca y desapareció como las ondas de las olas. ¿Cuánto tiempo pasó?

Hmph. Un suspiro sin vida escapó de los labios de la chica bronceada.

―Desaparece, niña.

En ese mismo momento, llamas carmesíes envolvieron la visión de Alice.