Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 10

Capítulo 1: Mis Cuatro Guardias Y Yo

Parte 1

Territorio imperial. La jurisdicción más oriental de Altoria.

Una habitación de hotel en una ciudad del extremo oriental del Imperio.

―Soy yo. ¿Puedo entrar?

―¿Iska? ―Nene respondió desde el otro lado de la puerta―. ¡Por supuesto!

Ahora mismo abro.

Entonces Iska oyó el sonido de unos pasos, y la puerta se abrió de golpe frente a él.

―¡Buenos días, Iska!

Una chica con una voluminosa cola de caballo roja lo saludó. Al igual que Iska, Nene forma parte de la Unidad 907. Está a cargo de su equipo de comunicaciones.

―Date prisa, entra. La comandante acaba de empezar a desayunar.

―¿Y cómo está ella? ―Preguntó Iska.

―Durmiendo en el sofá. Todavía no ha conseguido levantarse.

―Supongo que debí esperar eso…

Se dirigió al interior mientras hablaban.

Los rayos de la mañana se filtraron en la habitación. Lo primero que notó Iska fue a la comandante untando con mantequilla el pan recién tostado.

―Buenos días, comandante Mismis ―le dijo.

―Buenos días, Iska ―respondió ella.

―¿Jhin sigue durmiendo?

―Esta despierto. Incluso salió a correr por el hotel. Acabo de verlo regresar y empezar a ducharse, así que seguramente llegará en cualquier momento.

―Entendido. Entonces empezaremos la reunión de la mañana en cuanto llegue ―Mismis asintió, mordiendo la tostada que tenía en la mano.

―¿Tiene hambre? ―preguntó Iska.

―¿Yo? ―preguntó ella―. Oh, lo mismo de siempre. Creo que podría desayunar dos tostadas, fácil.

―Oh… um. Me refería a ella ―Iska miró a la chica extendida en el sofá detrás de ellos. Su pelo rubio como una fresa brillaba con la luz del sol que la bañaba. Parecía tan encantadora como una muñeca mientras dormía.

Sisbell Lou Nebulis IX.

Es una bruja, enemiga de los soldados imperiales. Por el momento, sin embargo, la Unidad 907 prometió protegerla hasta que pudiera regresar a la Soberanía.

―¿Cómo está Sisbell? ―volvió a preguntar Iska.

―Oh, supongo que no cenó ayer… Nene le consiguió una bebida nutritiva en el restaurante del hotel, y consiguió tomar eso, al menos.

―¿Tiene fiebre?

―Tenía unos 37 o 37.5 cuando le tomamos la temperatura al amanecer.

―Eso es más alto que anoche…

Alguien había colocado una bolsa de hielo en la frente de Sisbell. La noche anterior, se desmayó y tuvo fiebre. Sisbell se negó a ser vista por un médico imperial, por lo que el grupo sólo pudo adivinar lo que podría haber causado el repentino brote de la enfermedad.

―Creo que es por la fatiga… ―ofreció Mismis.

―Estoy de acuerdo ―dijo Iska―. Estuvo atada a esa cama en el centro de investigación del poder astral todo el tiempo, así que eso debe tener algo que ver. Y no tenía nada que comer.

Efectivamente, Sisbell fue tomada prisionera por el gran poder astral que habitaba en su interior, porque es una bruja. Tras ser secuestrada y llevada ante una científica loca llamada Kelvina, Sisbell estuvo alarmantemente cerca de convertirse en un sujeto de experimentación humana.

“Quiero sujetos que sean pura sangre. Me temo que es muy difícil encontrarlos en el Imperio.

No te dejaré escapar”.

Kelvina la encerró en una habitación llena de polvo y moho. Sisbell debió pasar mucho miedo durante ese tiempo, por no hablar de que estaba hambrienta e inmóvil porque su captora la había atado a una cama.

…Además, el Imperio es territorio enemigo para ella. Estuvo sola mientras fue encarcelada.

…La ansiedad debe haber hecho mella en su cuerpo y en su mente.

En realidad… era prácticamente un milagro que hubiera salido tan bien después de haber pasado por todo aquello. Iska se había temido lo peor cuando los mercenarios de los Hydra se llevaron a Sisbell, así que se sorprendió pero agradeció el estado en que la encontraron.

―…Ngh ―Sisbell se movió ligeramente en su sueño.

Sus dulces ojos se abrieron muy lentamente mientras los miembros presentes de la Unidad 907 la observaban.

―…Buenos días, Iska ―dijo tras una larga pausa.

―¿Estás preparada para hablar?

―Me duele la cabeza. Y… veo a cuatro de ustedes, Iska. Estás desenfocado.

— Entonces parece que estás muy mareada.

―Sí. Es terrible.

Una débil sonrisa apareció en el rostro de Sisbell. Sus ojos aún se veían rojos e hinchados, un indicio de que su fiebre aún no había desaparecido. Vaciló al hablarle, casi como si le faltara el aire.

―Me siento fatal… pero ya estoy mucho más tranquila que cuando era prisionera de Kelvina. El centro de investigación era abominable. Me ató los brazos y piernas a la cama, y el olor a moho de la habitación me hacía toser.

―Cierto. El edificio estaba disfrazado para parecer abandonado.

―En realidad estaba abandonado. Las arañas y los ciempiés me recorrían los brazos, las piernas e incluso el cuello mientras yacía allí sin poder moverme. Esperaba que la muerte me reclamara.

―Puaj…

―Y por supuesto, estaba la situación del baño. Ahora, si quieres saber exactamente cómo me las arreglé cuando estuve inmovilizada durante tres días…

―De acuerdo, es suficiente ―Iska levantó una mano y puso fin a la perorata de Sisbell―. Sabemos que fue una experiencia angustiosa. Siento que hayamos tardado tanto. Así que duerme por ahora. Estás gastando tus fuerzas hablando.

―……Tienes razón ―Una sonrisa recatada se dibujó en el rostro de Sisbell mientras se cubría con su manta de felpa―. Pero no tienes que preocuparte por mí. Todo esto forma parte de mi estrategia.

―¿Tu estrategia?

―Bueno, si me gano la simpatía de todos en este momento, serán amables conmigo, ¿no?

―…

―Y me refiero a ti también, por supuesto, Iska.

―…Bueno, con fiebre o sin ella, me alegro de que hayas podido reunir la fuerza suficiente para idear un plan así.

Iska lo decía en serio. Se sentía realmente aliviado de que ella no hubiera quedado mentalmente marcada por el terror de ser secuestrada. Mejor que sea demasiado habladora que muda por el trauma.

…Ni siquiera está llorando o quejándose en lo más mínimo.

…Sisbell es realmente la hermana de Alice.

Aunque tenía un aspecto delicado y casi etéreo, pudo comprobar que era resistente, una cualidad propia de una princesa de la Soberanía.

―Pero… ―Sisbell dudó―. Rin fue capturada por mi culpa. Y por el Señor, de entre todas las personas.

De repente, el ambiente de la sala cambió. Cuando Sisbell mencionó al Señor, Nene y la Comandante Mismis abrieron los ojos de golpe.

“Tercera Princesa Sisbell. Vamos a tener una conversación en la capital imperial. Esto también te concierne.

Estaré esperando, Sucesor de Black Steel”.

Ocurrió inmediatamente después de su batalla con el ángel malévolo Kelvina. Tan abruptamente como llegó, Lord Yunmelngen se llevó a Rin como su rehén. Eso fue lo que la bestia les dijo a Iska y a Sisbell en ese momento: Vamos a tener una conversación en la capital imperial.

La vida de Rin estaba en juego.

Aunque podrían haber ido directamente a la capital, la Unidad 907 estaba en conflicto. La invitación apenas garantizaba que fuera seguro ir.

Independientemente de las circunstancias, proteger a una princesa bruja era tan bueno como traicionar al Imperio.

―Nosotros tampoco lo entendemos… ―dijo Iska, sacudiendo la cabeza cuando la inquietud empezó a notarse en la voz de Sisbell―. Al final sólo somos una unidad imperial. Nadie nos va a revelar información secreta sobre el Imperio. No tenemos ese prestigio. Por eso ninguno de nosotros esperaba que el Señor tuviera ese aspecto.

Una persona bestia con pelaje de zorro. Si el Señor se paseara por la capital con ese aspecto, las patrullas imperiales llegarían corriendo inmediatamente y harían un escándalo.

―En la televisión, el Señor aparece como un hombre de mediana edad con barba. Nadie en el Imperio creería que no es él. Incluso cuando me ascendieron a Discípulo Santo, Su Excelencia permaneció todo el tiempo detrás de una pantalla gigante de bambú, por lo que no pude verlo. Sólo escuché su voz.

―¿Sonaban igual?

―No, su voz era completamente diferente. Sonaba como un hombre rudo.

Pero ahora que lo pienso, puede que usaran un modificador de voz.

Iska ni siquiera sabía cómo era el señor. No había manera de que adivinara lo que el verdadero Señor estaba haciendo.

―Cada vez resulta más curioso… No puedo creer que soldados imperiales como tú no sepan quién es el Señor ―murmuró Sisbell.

―Bueno, ya sabemos lo que tenemos que hacer para averiguar quién es. Ir a la capital imperial ―respondió Jhin, a pesar de saber que Sisbell había estado hablando sola―. Pero lo que quiero saber es: ¿Quién eres tú?

—….. ¿Huh?

―Esta es la oportunidad perfecta. Aclaremos esto ahora mismo ―continuó Jhin con naturalidad desde donde estaba―. ¿Quién eres tú, de verdad?

―¿Otra vez? ―Los ojos de Sisbell se abrieron de par en par, y sus párpados se agitaron.

Jhin miró a la encantadora niña, sin inmutarse.

―¿Recuerdas lo de ayer? Kelvina te llamó princesa Sisbell. Justo delante de nosotros.

―¡¿Eh?! Eso fue…

―Y el Señor también lo hizo. Te llamaron la Tercera Princesa Sisbell. ¿Me equivoco?

―…

La chica rubia fresa se quedó callada.

Sisbell se había hecho pasar por sirvienta de la familia real desde que se cruzaron por primera vez con ella en el estado independiente de Alsamira. Pero todo eso fue una mentira. Ya no podía ocultar el hecho de que era una princesa de la Soberanía Nebulis. Su identidad quedó al descubierto.

—….. Uh.

Sisbell, la tercera princesa de la Soberanía, se mordió el labio. Había fingido ser alguien que no era. La Unidad 907 creyó que estaba protegiendo a una embajadora cuando resultó que había estado protegiendo a una princesa todo el tiempo. Esto era un incumplimiento monumental de su acuerdo.

―¡Iska! ¿Qué debemos hacer…? ―susurró la Comandante Mismis―.

…Nunca hubiera imaginado que las cosas acabarían así.

―…Yo tampoco ―dijo Iska.

Por suerte, Nene y Jhin se habían centrado sólo en Sisbell. Iska asintió tan débilmente que ninguno de ellos se dio cuenta.

… La Comandante y yo decidimos no decirles quién es Sisbell.

…Porque revelarlo sólo los habría involucrado en este lío.

No se lo contó a Nene y a Jhin porque tenía miedo de esta misma situación.

Él y la Comandante serían sometidos a medidas disciplinarias una vez que saliera a la luz el hecho de que habían estado custodiando a una princesa bruja. Jhin y Nene, en cambio, podrían haberse librado con una condena más leve simplemente alegando su ignorancia ante el cuartel general. Por eso, Iska y Mismis decidieron que era mejor que los otros dos no se enteraran.

…Habría resultado mejor.

…Sólo hasta que pudiéramos recuperar a Sisbell. Si sólo Jhin y Nene no hubieran descubierto quién es ella.

Nunca podría haber imaginado que el propio Señor les informaría de la verdad. Ni siquiera en sus sueños más salvajes Sisbell podía imaginar que la situación se desarrollaría como lo hizo.

―Elegimos ser tus guardaespaldas. Pero custodiar a una princesa es totalmente diferente a proteger a una sirviente de la familia real de Nebulis. Protegerte a ti tiene una implicación diferente ahora ―Jhin miró fijamente a la silenciosa Sisbell―. Por lo menos, no fue justo para nosotros. ¿No estás de acuerdo?

―…… ¿Y si… fuera cierto…?

Sisbell apretó los puños sobre su regazo. Su rostro estaba enrojecido por la fiebre. Miró fijamente a Jhin con sus grandes y temblorosos ojos.

―…Entonces, ¿qué les gustaría hacer…? Ocultarles esto fue mi error.

Entonces, ¿les gustaría dejar de protegerme?

―…

―¿Van a… despreciarme porque soy una de las repugnantes princesas brujas? ―Su voz salió en una estrangulada carraspera y resonó en toda la sala de estar―. Por favor, dime. ¿Qué van a hacer conmigo ahora que saben que soy una bruja?

―Está bien, pero en serio ―dijo Jhin mientras miraba a Sisbell, que estaba mortalmente seria. En cambio, Jhin parecía casi exasperado, como si todo aquello hubiera sido una decepción―. ¿De verdad pensabas que no habíamos descubierto tu identidad?

―…

―Era obvio.

—…….. ¿Qué? ―Sisbell se quedó con la boca abierta―. ¿Eh?

―No conozco a ningún sirviente que hable con tanta prepotencia como tú.

―Y Shuvalts te llamó ‘señora’ aunque es mayor que tú ―añadió Nene―. Estaba hablando con Jhin sobre ello. Nos parecía bien fingir ignorancia hasta que termináramos de vigilarte. Pero entonces Su Excelencia te llamó princesa Sisbell, así que hubiera sido mucho más extraño que fingiéramos no habernos dado cuenta, ¿no?

―…Yo… ―tartamudeó Sisbell―. Supongo que cuando lo pones así…

―Así que ahí lo tienes. Tu identidad era obvia desde el principio. Sólo que aún no estábamos completamente seguros ―Jhin puso cara seria y se cruzó de brazos.

―No íbamos a sacar el tema, pero entonces el Señor apareció y te llamó princesa, así que no pudimos seguir con la treta. Hubiera sido raro no cuestionarlo.

―¡Ya veo! En ese caso-

Sisbell saltó del sofá. A pesar de su fiebre, se levantó y se puso la mano en el pecho. Posó de la misma manera que su hermana mayor Alice mientras declaraba algo.

―Ya llegamos hasta aquí ―dijo Sisbell―. Nuestros corazones prácticamente laten como uno solo; de hecho, me atrevo a decir que nos unió el destino. Por eso, les diré todo lo que soy como prueba de mi confianza en ustedes. De hecho, yo…

―No, gracias ―respondió Jhin sin piedad.

―¡¿Perdón?! ―Sisbell gritó a todo pulmón―. ¡¿Qué quieres decir?! Soy una princesa de la Soberanía, ¡lo sabes!

―Sí, y lo admitiste, así que ya estoy satisfecho.

―¡¿Qué?! Espera, ¡¿a dónde vas?!

―A mi habitación. Vamos, Iska ―Jhin se alejó de la pared. Le dio la espalda a Sisbell y se fue como si proclamara su indiferencia.

―No me interesa la vida privada de mis clientes.

―¡Al menos dame la oportunidad de decir mi verdadero nombre!