Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Yogiri miraba al cielo con un rostro inusualmente sombrío, aún aferrado a ella. Tomochika no podía librarse de una terrible premonición; una sensación instintiva y vaga de que el mundo estaba a punto de acabarse.

Gritó en voz alta, pisoteando esa ansiedad sin forma con una broma. “¿Qué es esto, una película de terror?”

“¿Qué quieres decir?” La expresión de Yogiri volvió a la normalidad.

“Parece que estás soltando frases de alguna leyenda urbana”.

“¿Oh, como esas en las que recibes una misteriosa llamada telefónica?”

“De todos modos”, continuó Tomochika, “sé que me quejo de esto siempre, pero ¿crees que podrías dejarme ir?”. Estaba empezando a sentir pánico, aunque no había mucha gente alrededor. No le molestaba especialmente que la retuviera, pero era un poco embarazoso que lo hiciera durante tanto tiempo.

“No, podrían atacar de nuevo”.

“¿Es eso lo que estabas buscando?” Siguió la mirada de Yogiri hacia arriba. Una pequeña máquina equipada con varias hélices estaba cayendo hacia el suelo, seguramente obra de su compañera.

Parece un dron, observó Mokomoko.

“¡¿Un dron?! ¿Cómo es que hay un dron aquí?”

Seguramente no es tan sorprendente. Al igual que nosotros, algunas otras cosas de nuestro mundo pueden haber llegado hasta aquí.

“Alguien lo estaba usando para espiarnos”, explicó Yogiri.

“Entonces, ¿sentiste la intención de matar que provenía de esa cosa?” Si ese fuera el caso, la habilidad de Yogiri debería haber sido capaz de enfrentarse directamente al culpable del ataque.

“No era realmente una intención asesina, pero puedo decir cuando algo me está observando. Sin embargo, es una sensación bastante vaga, así que no fui capaz de poner los ojos en ella hasta que nos alejamos de todos los edificios”.

Dentro de la ciudad, Yogiri generalmente podía sentir como le observaban las múltiples cámaras de seguridad. Pero aquí, donde la batalla anterior había destruido todas las demás cámaras, pudo notar el dron que lo observaba desde muy arriba.

“¿Y ahora qué? No va a ser muy útil ahora que está roto”.

No sé quién eres, ¡pero parece que me has subestimado! exclamó Mokomoko con una risa orgullosa-. ¡No tienes ninguna posibilidad contra mí cuando se trata de guerra electrónica! No temas, ¡he localizado la fuente de las ondas electromagnéticas!

“Ah… no me extraña que Mokomoko actúe de forma tan extraña, con todas esas ondas entrando en ella…”

No seas tonta. He estado recibiendo esas señales todo el tiempo. Lo hice esta vez a petición del chico, una especie de esfuerzo para cazar al zorro, si se quiere.

“Ya veo… pero en ese caso, no tenía mucho sentido que viniera con vosotros, ¿verdad?” Yogiri había dicho que quería que ella tratara de detectar de dónde venía el ataque, pero encontrar a un francotirador tendido en un tejado lejano no era fácil de hacer.

¿Qué quieres decir? Estamos conectados, así que no puedo alejarme demasiado de ti. Para hacer uso de mis habilidades de detección electromagnética, tu presencia era totalmente necesaria.

“En realidad no pretendía engañarte ni nada parecido”, añadió Yogiri, “pero pensé que podrías sentirte incómoda si te decía que habría cámaras vigilándonos”.

“Sí, lo habría hecho. Sin duda”. Saber que la gente la estaba observando la habría hecho actuar de forma extraña, y existía la posibilidad de que su asaltante se hubiera dado cuenta. Así que no pudo evitar estar de acuerdo con su pensamiento. “Bueno, como sea. ¿Y ahora qué? ¿Vas a eliminar al tipo que nos estaba vigilando?”

“Supongo que podría, pero si lo único que hacía era observar, ya no sé como me siento al matarlo”. Se rascó la cabeza. Probablemente había una conexión entre la persona que los espiaba y el francotirador, pero no tenían ninguna prueba de ello. Y Yogiri no era de los que se arriesgaban a matar a alguien que no había hecho nada malo. “Por eso dije que me dirigía hacia él. Podemos decidir qué hacer una vez que hablemos con él”.

Con eso, los dos se pusieron en marcha, siguiendo las indicaciones de Mokomoko.

◇ ◇ ◇

Ryousuke Miyanaga estaba aterrorizado. Si todo esto hubiera ocurrido antes de los experimentos, la respuesta habría sido fácil. Confiando en que no había nadie que pudiera matarlo, habría hecho su movimiento y habría sido asesinado por Yogiri en un instante. Pero a estas alturas, Ryousuke comprendía demasiado bien su objetivo. No podía afirmar que tuviera un dominio completo de sus poderes, pero sabía que no había forma de luchar contra un monstruo como ese. El simple hecho de enfrentarse al chico significaba la muerte. El hecho de que Yogiri supiera de su existencia lo ponía en peligro mortal.

“¿Pero cómo? ¿Me ha encontrado ya? No, si lo hubiera hecho, hace tiempo que estaría muerto. Así que todavía tengo tiempo. Tiene que ser eso”. O al menos eso quería pensar, pero si su dron había sido destruido, debía ser obra de Yogiri. Y eso significaba que su objetivo probablemente también sabía quién estaba detrás de los ataques.

Por más vueltas que le diera al asunto, no podía averiguar las intenciones que tenía Yogiri con total certeza, así que sus pensamientos seguían corriendo en círculos.

“¡Maldita sea! Cálmate!” Usando su habilidad para buscar entre la información de su cabeza, encontró los materiales que buscaba y creó una pequeña píldora en su mano, un suave tranquilizante. Esto era parte del poder de Ryousuke para reproducir objetos. Podía hacer casi cualquier cosa que existiera en su mundo natal. Había límites de tamaño, pero aparte de eso, podía construir cualquier cosa que no estuviera viva.

Ryousuke se tragó la píldora. No surtiría efecto de inmediato, pero la acción en sí le ayudó a calmarse.

“Dijo que esperara. Así que eso significa que sabe de este lugar y está planeando venir aquí”.

En ese caso, huir de la ciudad sería lo mejor. Como candidato a Sabio, Yogiri tendría que quedarse en la capital por ahora. No estaría dispuesto a perseguirlo más allá de los muros de la ciudad.

Ryousuke tenía muchas raíces que lo ataban a la capital, desde su organización de mercenarios y el talento que había en ella, hasta el equipo y la riqueza que había acumulado a lo largo de los años. Pero ahora no era el momento de ser exigente. Todo lo que necesitaba era sobrevivir; el resto podría construirse con el tiempo.

“¿Dónde están ahora?” Ryousuke miró los monitores. No podía soportar no saber, no podía soportar el miedo a verse acorralado sin saber qué estaba pasando.

Los monitores mostraban a Yogiri y a su acompañante. Habían dejado atrás el campo de batalla en ruinas y se encontraban de nuevo en una zona de la ciudad cubierta por cámaras de vigilancia. Pero una a una, esas cámaras se estaban apagando. La imagen de cada monitor estaba siendo sustituida por el mensaje de “no hay señal”. Cada vez que Ryousuke cambiaba de cámara, les ocurría lo mismo. Era una prueba clara de que Yogiri se estaba acercando.

Luchar estaba descartado. No tenía más remedio que huir, pero la cuestión era cómo. No tenía tiempo para planear una huida adecuada, así que sólo le quedaban dos opciones: escabullirse silenciosa y cuidadosamente, o salir corriendo lo más rápido posible.

Ryousuke se decantó por esta última opción: si se conocía su posición actual, intentar salir con cuidado y en silencio tenía muchas posibilidades de tardar demasiado y ser descubierto. No tenía otra opción que arriesgarse a una salida dramática. Llamar la atención no importaba ahora; sólo tenía que salir de la ciudad tan rápido como pudiera.

Salió al porche con las manos vacías. Dadas las circunstancias, era mejor viajar lo más ligero posible. Subió la escalera y se dirigió al tejado. Se dirigió al almacén y se acercó a la aeronave que le esperaba, una pequeña unidad de despegue y aterrizaje vertical que había preparado para el caso de que tuviera que escapar rápidamente.

Cuando subió al interior y lo encendió, el techo del almacén se abrió. Una vez despejado el camino, el avión se elevó inmediatamente en el aire y dejó atrás el edificio. Todo lo que tenía que hacer ahora era volar en línea recta. Una vez que se pusiera en marcha, estaría fuera del país en poco tiempo.

“¡Corte Circular del Halcón!”

Un momento después de oír la voz, el avión se tambaleó hacia un lado. Una de las alas había sido cortada.

Determinando que el vuelo era imposible, Ryousuke alcanzó el interruptor de eyección de emergencia. Una explosión se desencadenó justo debajo de él, disparándole a él y al asiento fuera de la aeronave. Mientras volaba a través de la cubierta hacia el espacio abierto, miró a su alrededor. Una chica estaba de pie en el techo, vestida con el traje tradicional de los samuráis, con una katana en una mano y un teléfono inteligente en la otra.

Su paracaídas se desplegó para ralentizar su descenso, y Ryousuke empezó a sentir pánico. Volver a flotar hasta el suelo así le haría destacar demasiado. Yogiri se dirigía hacia allí en ese mismo momento. Desesperado por llegar al suelo más rápido, se soltó el arnés y saltó del asiento. Era más fuerte de lo que cualquier humano corriente podría esperar, así que una caída desde tal altura no era nada de lo que preocuparse. Pero…

“Al estilo de Dannoura, ¡Izuna Drop!”

Cuando empezó a caer, sintió que alguien lo agarraba. Antes de que pudiera reaccionar, hubo un impacto en su garganta y entrepierna, llenando su cabeza de un dolor cegador. No entendía cómo. No había escatimado en equipamiento y no podía imaginar que algo pudiera penetrar las numerosas barreras defensivas dispuestas a su alrededor.

Mientras se retorcía de dolor, sintió otro golpe cuando la parte superior de su cabeza se estrelló contra el suelo. Un humano normal habría muerto al instante. La única razón por la que había sobrevivido era su equipo y las numerosas mejoras físicas que había utilizado.

“Vaya… ¿estás segura de que no intentabas matarlo?”.

Mientras yacía allí, aturdido, escuchó de nuevo esa voz. Una voz familiar que no quería oír en absoluto.

“¡Sólo estaba haciendo lo que Mokomoko me dijo!”

“Bueno, parece que sigue vivo, así que supongo que está bien”.

Ryousuke levantó la cabeza, ya lleno de desesperación. Se encontraba allí, frente a él, Yogiri Takatou.