Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 11

Capítulo 5: Nacimiento, viaje y partida

Parte 2

Cuatro días después, Zenjirou se encontraba en el Palacio del Huevo Púrpura del Reino Gemelo de Sharou y Gillbelle. Estaba utilizando el mismo anexo que la última vez: en ese momento desempeñaba la función de embajada de Capua ante el Reino Gemelo.

Ni que decir tiene que había utilizado el teletransporte para llegar. “Bienvenido, Maestro Zenjirou”.

“Ah, Lucrecia. Será por poco tiempo, pero volveré a estar a tu cuidado”, dijo, levantando la mano para saludar a la rubia.

Isabella ya había sido enviada de vuelta por Aura tras comprobar que no había mayores problemas ni con la reina ni con la nueva princesa. Habían aprovechado la ocasión para que informara al Reino Gemelo de que Zenjirou llegaría al día siguiente. Por lo tanto, ya se habían hecho los preparativos para su llegada.

“Como mencionaba la carta que envié con la Princesa Isabella, dispongo de poco tiempo en esta ocasión, por lo que prefiero ofrecer mis saludos por escrito al Papa Benedicto y al Rey Bruno. También ofrezco mis disculpas porque esta última esté dirigida al Rey Bruno en lugar de al Rey Giuseppe. Naturalmente, no me importa a cuál de ellos sea entregada”.

Zenjirou sacó dos cartas de su bolsillo mientras hablaba y se las pasó a Lucrecia a través de la sirvienta que tenía a su lado.

Sólo se había enterado a su llegada de que el trono había pasado de padre a hijo al transcurrir el año anterior al siguiente. No había pasado ni medio mes desde el año nuevo, por lo que tanto el rey anterior como el actual estarían muy ocupados durante la transición, y ninguno de los dos tendría tiempo de mantener una audiencia con él.

Ese deber recaería inevitablemente en el Papa.

“Muy bien”, dijo tras comprobar los sellos de las cartas. Zenjirou pasó entonces directamente al tema principal.

“La razón por la que estoy en el Reino Gemelo es para ofrecerte transporte. Para estar seguro, has obtenido el permiso del Reino Gemelo,

¿No es así?”, preguntó, conteniendo la esperanza de que ella no lo hubiera hecho.

Asintió con una amplia sonrisa.

“Lo he hecho. El Rey Bruno me dio permiso oficial para visitar el Continente del Norte”.

“¿Hm? Ya veo. Muy bien”.

Incluso mientras respondía, consideró el matiz de lo que ella había dicho. Lucrecia tenía permiso oficial para ir al Continente del Norte. No estaba siendo enviada oficialmente al continente por los altos mandos del Reino Gemelo.

También había especificado que el permiso procedía del antiguo rey. Ella había regresado al país el año pasado, así que fue cuando Bruno aún estaba en el trono, aunque a duras penas.

Sin embargo, el acontecimiento en sí se celebraba este año, por lo que normalmente se habría permitido en nombre del Rey Giuseppe.

Dejarlo a nombre del anterior rey dejaba una vía de escape en caso de que ocurriera lo peor.

La cautela parecía casi carecer de nervio. Parecía que la estimación de Aura era correcta. Dejó una nota en el fondo de su mente para informar de ello a su mujer más tarde mientras continuaba.

“Como ya he dicho, dispongo de poco tiempo. El tiempo puede cambiar las cosas, pero la Hoja de Glasir tiene previsto partir dentro de diez días. Quiero estar en Valentia cinco días antes. Naturalmente, tendrás que irte antes”.

Zenjirou era el único que podía teletransportarse, así que, si quería usar el hechizo para llegar a Valentia, tendría que ser enviada antes que él. Había una fuerte luz de convicción en sus grandes ojos azules. Ella era muy consciente de este hecho.

“Eso es aceptable. A partir de mañana, no habrá problemas”.

“Se le han asignado dos plazas en la Hoja de Glasir. Sólo para confirmar, pero supongo que las dos que enviaré son usted y su sirvienta”.

“En efecto. Flora y yo seríamos mi petición”.

Flora era la sirvienta asignada a Lucrecia por la familia Broglie. Era una confidente muy cercana a Lucrecia y actualmente esperaba en Valentia mientras su ama se encontraba temporalmente en su tierra natal.

Después de todo, el teletransporte urgente a casa no había llegado tan lejos.

“Muy bien. Entonces te enviaré mañana al mediodía. ¿Sería aceptable enviarte directamente a Valentia?”.

El propio Zenjirou regresaría a la capital para despedirse de su mujer, su hijo y su hija. Después se dirigiría también a Valentia. Enviar a Lucrecia a la capital y luego a Valentia aumentaría el coste. Sin embargo, Lucrecia parecía tener algo de holgura en su presupuesto, ya que su respuesta fue la contraria.

“También me gustaría viajar a la capital. Tengo varias cosas de las que ocuparme allí. Si es posible, también me gustaría una audiencia con Su Majestad”.

Zenjirou pensó en su sugerencia antes de asentir. “Muy bien. Su Majestad es una persona ocupada, así que la posibilidad es bastante remota, pero se lo transmitiré. ¿Sigue siendo aceptable?”.

Normalmente, un encuentro tan repentino sería imposible, pero Aura disponía de cierto margen de maniobra.

Se estaba recuperando tras el parto, por lo que gran parte del gobierno corría a cargo del Primer Ministro Fidel y del Mariscal Pujol. Sin embargo, se había recuperado más rápido de lo esperado, por lo que había algo de espacio en su agenda. Una breve reunión sería factible.

Dicho esto, si resulta que no es posible, el coste bastante significativo de un teletransporte adicional se echaría a perder.

Lucrecia asintió con firmeza en respuesta a la advertencia. “Está bien. Gracias por preocuparse”.

“Muy bien; así es como procederemos, entonces”.

El mero hecho de que la conversación se interrumpiera una vez concluidos sus asuntos demostraba que la relación entre ambos no era especialmente sólida. Tras una larga pausa, Lucrecia se apresuró a intentar romper el silencio al mismo tiempo que él se dirigía a ella.

“Ah… Ah-”.

“Por cierto, Lucrecia…”.

“¿Ah, sí? ¿Qué pasa, Majestad?”. “Puedes ir tú primero”, decidió Zenjirou. “No podría. No es nada tan urgente”. “Tampoco es lo que tenía que decir”. “Por favor, no podía retrasarle más”.

Fuera lo que fuese, estaba claro que iba a pedirle algo, y ella no iba a dejar pasar la oportunidad.

Zenjirou dejó escapar un suspiro lo suficientemente bajo como para que ella no lo oyera antes de continuar. “Muy bien. Quería preguntarle por qué has solicitado viajar en la Hoja de Glasir. Aunque puede que desconozcas los peligros exactos de un viaje intercontinental, debes ser consciente del riesgo que corre tu vida durante los próximos cien días aproximadamente. Me gustaría saber por qué estás dispuesta a correr ese riesgo”, dijo. Luego, como una ocurrencia tardía: “Por supuesto, no es necesario que respondas”.

Al oírlo, pareció perder su energía anterior y sus ojos se llenaron de una fuerte sensación de indecisión. Luego se recompuso y le miró significativamente a la muñeca derecha.

“Bueno. Supongo que habrá oído hablar un poco de mí a la Princesa Margarita”.

Zenjirou trazó el Martillo de Viento con la otra mano mientras asentía. “Conozco sus circunstancias generales, sí”.

La Princesa Margarita -una de las más hábiles entre la joven generación de encantadores de la Familia Sharou- era la hermana mayor de Lucrecia por consanguinidad. Margarita le había dado el Martillo de Viento a cambio de “estar ahí para mi hermana”. Más concretamente, por no rechazarla en tres ocasiones.

Al haber hecho ella tal petición, era poco probable que ambas estuvieran en malos términos. Al menos, Margarita veía a Lucrecia como de la familia.

Lucrecia continuó con una expresión afectada. “Para empezar, las circunstancias de mi nacimiento nunca fueron un secreto, y mucho menos un secreto a voces. Sin embargo, no es el tipo de cosas de las que se habla, así que la mayoría fuera del país probablemente lo desconozcan”.

La absoluta falta de emoción en su voz mientras se burlaba de sus circunstancias era aún más difícil de escuchar de lo que habría sido de otro modo.

“Nací del Príncipe Filiberto y su esposa legítima, Lady Yolanda, pero perdí ese derecho debido a mi falta de habilidad en su magia lineal. Por lo tanto, fui criada como parte de la familia Broglie desde que tengo uso de razón. El lado positivo es que tanto mi familia de sangre como mi familia adoptiva son personas de buen corazón. Sin embargo, la nube es que todos ellos son casi torpemente serios. Tanto que no tratan a un niño como a un niño”.

Mientras hablaba, su rostro inexpresivo se transformó en una sonrisa amarga. Sin embargo, Zenjirou no pasó por alto las lágrimas que brotaban de sus ojos. Aunque su voz seguía siendo uniforme, él podía oír la tristeza en ella.

“Así que fui criada sin ningún engaño. Sin oír una sola falsedad. Aunque la Familia Broglie me trató como a una de los suyos, tampoco olvidaron nunca el respeto de mi linaje. A la inversa, mientras que el Príncipe Filiberto y Lady Yolanda me trataban como nada más que una miembro de una familia vasalla en público, me colmaban del amor y el afecto de una familia en privado”.

“Que…”. Empezó Zenjirou, con la cara torcida como si se hubiera tragado algo agrio al comprender la situación en la que la habían puesto.

La más mínima imaginación hacía evidente lo tenso que habría sido el ambiente. Ni la Familia Broglie ni la familia del Príncipe Filiberto se equivocaron al mostrarle un afecto sincero. Sin embargo, darle al mismo tiempo pleno conocimiento de su situación tensaba las cosas sin remedio.

La Familia Broglie la educaba con cariño y afecto al tiempo que le recordaba que no formaba parte de su familia. Al mismo tiempo, la parte de Filiberto de la Familia Sharou mantenía el fingimiento en público mientras también la quería como parte de su familia. Era obvio que, en tal ambiente, ella terminaría con un arraigado deseo de regresar a la Familia Real.

Dado que ambas familias la trataron con amor y afecto mientras la criaban, al tiempo que ambas hacían hincapié en que en realidad pertenecía a la segunda familia, una niña que amaba a su familia inevitablemente intentaría estar a la altura de esas “expectativas” y corregir la situación. El deseo de corregir la situación fue el reto predominante y la razón por la que Lucrecia vivió.

A pesar de su aspecto juvenil, era adulta. Corregir esa perspectiva sería casi imposible.

Entiendo el razonamiento, y puedo simpatizar, pero ¿Por qué tengo que verme arrastrado a ello? Zenjirou suspiró mentalmente ante la información, que era más molesta de lo que había esperado.

Decidida a pasar a la ofensiva o simplemente a cambiar su forma de hacer las cosas, la sonrisa de la joven se transformó en una de inocencia infantil. “Por eso quiero volver a la Familia Sharou. Necesito logros y cumplir condiciones para hacerlo. Ir al Continente del Norte es un punto de apoyo para conseguir esas cosas. ¿Responde eso a su pregunta?”, preguntó con firmeza.

“Así es. Le agradezco su sinceridad”, respondió él con tono uniforme, sin expresar sus sentimientos encontrados.

En el Reino Gemelo, a alguien en la posición de Lucrecia sólo se le permitiría regresar a su propia familia casándose con la realeza. Eso también se aplicaría a convertirse en concubina de Zenjirou.

Había seguido el consejo de Freya. Para ello, necesitaba demostrar qué beneficio tendría para Capua. Así que ella había hecho su petición con el fin de aumentar su valor. Ella estaba dispuesta a casarse con un hombre que no le gustaba para lograr su objetivo. Apostar su vida en un viaje por mar era casi lo mismo.

Era algo refrescante que sus valores fueran tan directos. Si él no hubiera tenido nada que ver, incluso habría estado tentado de apoyarla. Sin embargo, ser su objetivo hacía que la idea fuera mucho menos tentadora. Aun así, considerarlo un matrimonio de conveniencia en lugar de uno de cualquier emoción podría hacerlo más fácil.

“Te enviaré a la capital mañana, entonces. ¿Te vendrían bien tres días allí y el cuarto en Valentia?”.

Ella asintió. “Lo haría, gracias”.

Zenjirou recordó algo más. “Por cierto, Lucrecia, aunque yo mismo soy un aficionado y no puedo hablar precisamente desde el conocimiento, sé que un barco es un lugar letalmente peligroso durante una travesía intercontinental. En resumen, me gustaría recomendarte que lleves algo más fácil para moverte mientras estés a bordo”.

“Claro”, respondió en voz baja, avergonzada. Se había puesto a propósito un vestido más grande de lo habitual, e incluso ahora tenía las manos ocultas en las mangas.

***

A la noche siguiente, Zenjirou estaba de vuelta en el Palacio Interior de Capua. Aunque la mayoría de los habitantes del continente considerarían absurdo un viaje nocturno entre el lejano oeste y el centro del continente, el teletransporte lo facilitaba. Podía utilizar el hechizo dos veces al día, así que había enviado primero a Lucrecia y luego había seguido él mismo.

Sólo había ido y venido a el Reino Gemelo utilizando el hechizo, por lo que la magnitud del viaje no le resultaba realmente evidente.

Lucrecia, sin embargo, se había pasado el mes tomando la ruta terrestre, así que casi se enfadó por la facilidad del viaje.

En cualquier caso, ahora estaba en la sala hablando con su esposa. Originalmente, sólo había sido un lugar para que la reina intercambiara información con su marido. Sin embargo, ahora que ocupaba el cargo de Duque de Bilbo, era algo así como un consejo supremo 13 informal.

“Buen trabajo, Zenjirou. Enviaré a Lucrecia a Valentia dentro de tres días. Una vez que estés listo, dirígete allí bajo tu propio poder cuando sea conveniente”.

“Bueno, sólo es ir y venir con el teletransporte, así que en realidad no cuenta como ‘trabajo’. Afortunadamente, están muy ocupados con la sucesión, así que no tuve que molestarme con los saludos”.

¹³ 1. Supremo órgano consultivo del Gobierno en los asuntos políticos y administrativos. 2. Órgano superior de gobierno que asistía al rey en la administración del reino y la justicia, y que tomaba el nombre del territorio o la materia de su competencia.

Aura parecía un poco confundida. “Así que la jefatura de la familia Sharou y el trono han pasado del rey Bruno al príncipe Giuseppe. Sabía que sería pronto, pero esto es antes de lo que esperaba. Casi es chocante”.

Aunque la velocidad superó sus previsiones, la sucesión real fue más o menos como ella había predicho. La sorpresa fue que había tenido lugar mientras el príncipe Francesco no se encontraba en el país.

Dado que tanto el anterior rey como el actual forman parte de la Facción de la Fusión Completa, querrían establecer a Francesco como próximo príncipe heredero porque encarnaba sus ideales. Celebrar la abdicación y la coronación mientras él no estaba presente fue una prueba positiva de un gran cambio de paradigma.

Aunque el próximo príncipe heredero podría ser elegido más tarde, el hecho de que el hijo estuviera completamente ausente de la entronización de su padre lo eliminaría por completo de la carrera en lo que respecta a la mayoría de la nobleza. No había posibilidad de que ninguno de los implicados no se hubiera dado cuenta de ello.

Por lo tanto, significaba que o bien habían renunciado a ponerle en el trono o bien habían dado prioridad al traspaso de poder a pesar de que rebajaba la posibilidad de lo otro.

“Hmm, bueno, el príncipe Francesco renunció a su derecho al trono en lo que respecta al público, por lo que ponerlo en esa posición definitivamente causaría algo de caos. Podrían pensar que no pueden permitírselo por un tiempo”.

Zenjirou veía a ambos hombres como estadistas lógicos. Si la estimación de Aura sobre su pánico era correcta, podía verlos renunciar a sus propios objetivos para enfrentarse a él.

Aura asintió con la cabeza. “Eso es eminentemente posible. Me hace querer saber con mayor urgencia qué los tiene tan asustados”.

“Sí. Si tienes razón y desconfían del Continente del Norte; nosotros también deberíamos tener cuidado”.

“Por favor, hazlo”.

Una vez establecido el rumbo a seguir con los dos Sharou, la pareja pasó al siguiente tema.

“Nueve días hasta que me vaya, entonces. Últimamente parece que el tiempo pasa más rápido. Tal vez sea mi edad”.

Eso le valió una mirada ligeramente preocupada de su mujer. Era mayor que él.

Sintiendo que podría haber agitado un avispero, se apresuró a continuar. “Bien, entonces, sobre el viaje. ¿La gente y las cosas están todas en Valentia ahora? Aparte de Lucrecia y yo”.

Fue un intento dolorosamente descarado de pasar por alto el asunto, pero ella no estaba realmente enfadada, así que se limitó a sonreír y dejarlo pasar.

“En efecto. El pequeño wyvern ha llegado con un pergamino diciendo que todo ha sido cargado en la Hoja de Glasir. En cuanto a los pasajeros, Natalio y sus hombres llegaron hace algún tiempo, y he enviado a las tres sirvientas”.

Tenían asignados dos camarotes. Uno para los hombres y otro para las mujeres. También les habían asignado espacio en la bodega del barco. Presentarse con las manos vacías para preguntar por la princesa de otro país era impensable, prácticamente propio de una epopeya heroica.

Por lo tanto, ese espacio había sido ocupado por las riquezas portadoras de la dignidad del país. También habían seguido el consejo de Freya e incluido piel y huesos de dragón junto con troncos cortados en finos discos. Los últimos artículos podrían haber sido los regalos más valiosos. Con su fuente de madera secándose, Uppsala lo vería como un argumento de venta por la gran cantidad de árboles de ese tipo que podían cultivar.

No había ningún diplomático acompañándolos, así que Zenjirou tendría que llevar a cabo las negociaciones iniciales.

“Dejando a un lado el matrimonio de la Princesa Freya, sólo tengo que sentar las bases del acuerdo comercial y pedir que un diplomático de verdad se ocupe del resto, ¿No?”, preguntó nervioso.

Afortunadamente, ella aceptó. “En efecto. Sólo necesitas obtener permiso para tales negociaciones. De hecho, perdona mi brusquedad, pero si sacan temas concretos, no te involucres”.

Aura le quería y confiaba en él más que en la mayoría de los demás. Sin embargo, esa confianza no se extendía a sus habilidades. Si no era capaz de emitir esos duros juicios, no habría sido apta para ser reina.

“Lo sé. En ese aspecto, fingiré ignorancia”, respondió con pesar, pero sin ofenderse, demasiado consciente de sus defectos.

“Por favor, hazlo”.

“De todas formas, necesito permiso para usar el teletransporte, y necesitaré una habitación para usarla como base”.

La única razón por la que podían discutir tan despreocupadamente el envío de más gente a algún lugar a más de cien días de distancia era porque después de que Zenjirou hubiera estado allí una vez, podía enviar a una o dos personas fácilmente a través del teletransporte.

“Sí. Aunque no debes preocuparte demasiado. Si logras tu objetivo, debería ser prácticamente una asignación inevitable”.

“¿Eh? ¿Qué quieres decir?”.

“No habría nadie que les permitiese casarse a ti y a la Princesa Freya pero que no les permitiese usar el teletransporte. Ni como padre ni como rey”, explicó con franqueza.

“Ah, claro”.

Eso tenía sentido ahora que ella lo explicaba. Si se permitía, entonces Freya se trasladaría inevitablemente a Capua, en el Continente del Sur, y el comercio fluiría entre los dos países. Un padre que permitiera a su hija casarse y trasladarse a cien días de distancia en barco no se opondría a que, en teoría, pudiera visitarla todos los días. Mientras tanto, un rey tendría la previsión de saber que una línea directa con su socio comercial sería enormemente beneficiosa.

“Así que tampoco necesito preparar muchos argumentos para ello”.

“En efecto. Sólo tienes que poner tus esfuerzos en casarte con la Princesa Freya”.

“Eso me hace desear que hubiéramos encontrado alguna razón para rechazar a Lucrecia…”, se quejó decepcionado.

Era completamente comprensible. Visitar un país extranjero para tomar a su princesa como concubina estando acompañado por otra candidata a concubina sería inevitablemente un perjuicio.

“Pido disculpas por la molestia”, dijo ella con culpabilidad. “Quiere una audiencia conmigo antes de que te vayas. Le explicaré las cosas allí. Hasta que la Princesa Freya no se convierta en tu primera concubina, no habrá progreso en una segunda, así que no debe hacer público que aspira a eso”.

“Te lo agradezco, pero esa frase da la sensación de que la segunda estará en camino una vez que la primera esté resuelta”.

Aura no respondió. “Di algo, esposa mía”.

“Estudiaré exhaustivamente la situación e intentaré satisfacer tus peticiones lo mejor posible”.

“Qué transparente, Majestad”.

Aun así, comprendió que su posición no le permitía dar prioridad al egoísmo de su marido sobre el bien del país, y dejó las cosas así también por su propia salud mental.

Los asuntos serios habían terminado, y Zenjirou miró el reloj. “Vaya, ¿Ya es tan tarde? Iré a ver a Zenkichi y Yoshino mientras pueda”.

Su alegría era evidente en su expresión mientras se levantaba. “Yoshino” era el nombre que había puesto a su segundo infante, fruto de varios días de reflexión.

“Efectivamente. Es muy probable que tanto Carlos como Juana se levanten a esta hora. Incluso es posible que podamos retenerlos”.

El primer príncipe de Capua, Carlos Zenkichi Capua, y la primera princesa, Juana Yoshino Capua. Un día llevarían el peso del país sobre sus hombros.

Para sus padres, sin embargo, eran simplemente sus adorables hijos. Y Zenjirou no podría verlos durante meses, así que no podía perder la oportunidad que se le presentaba en los próximos días.

“Vamos. Voy a abrazarlos, sostenerlos e incluso cargarlos”.

“Por favor, abstente de sostenerlas tanto tiempo que empiecen a llorar de nuevo. No quiero enfrentarme a la ira de Cassandra o Esmeralda”, dijo Aura con un exagerado estremecimiento al oír los nombres de las dos nodrizas.