Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 11

Capítulo 2: El viejo sabio, la investigadora mágica y el vigilante

Parte 1

Habían pasado diez días y una gran comitiva de invitados había llegado a la capital.

Se trataba de la fuerza de socorro del Reino Gemelo de Sharou y Gillbelle. El número relativamente elevado de carruajes en comparación con el de personas se debía a la proporción relativamente alta de mujeres poco acostumbradas a viajar.

La responsable de la expedición era una mujer, Lucrecia Broglie, de la familia de marqueses del mismo nombre. Naturalmente, su doncella estaba presente, pero también estaban con ellas las de Taraye y Frikiya, cuyas cargas habían sido enviadas antes por teletransporte.

También había sirvientas para reemplazar a la mitad de las sirvientas de la Princesa Bona que habían regresado a casa.

Su presencia había sido notificada a través de un pequeño wyvern 5 cuando llegaron al Fuerte de Montjuïc, en la frontera oriental, por lo que su recepción en la capital fue relativamente tranquila.

En cuanto a la protección general de la ciudad, la guardia cometió algunos errores. Sin embargo, teniendo en cuenta que se trataba de la primera gran operación del hijo del Vizconde Regalado después de que su padre le cediera el testigo, mantener las cosas a ese nivel era más o menos aceptable.

Quizá fue una suerte que el Mariscal Pujol hubiera estado observando -habiendo supuesto que esas cosas ocurrirían- y se hubiera movilizado inmediatamente para ayudar en cualquier problema real, así que el único daño fue para el orgullo del nuevo comandante.

⁵ El guiverno es un tipo de dragón que se distinguía por poseer una cola puntiaguda la cual se decía que era venenosa. El guiverno es importante en heráldica y aparece con frecuencia como mascota de colegios o equipos deportivos, además de estar presente ocasionalmente en la literatura medieval o moderna europea, y británica en particular. Asimismo, está presente en multitud de videojuegos. En la actualidad, se le suele etiquetar como “Guiverno” a los dragones que poseen dos patas en lugar de cuatro y su par de alas, a pesar de que en la antigüedad era más frecuente representar dragones con dos patas que con cuatro. En algunas obras de ficción los wyverns se distinguen por ser más pequeños que los dragones y carecer de aliento de fuego, independientemente del número de patas (Imagen).

El día de llegada era para las formalidades administrativas, mientras que la bienvenida propiamente dicha estaba prevista para dos días después. Aunque las herramientas mágicas del Reino Gemelo facilitaban al máximo el viaje, todo un mes de viaje seguía siendo una pesada carga para el cuerpo.

El día de su llegada -y el día siguiente, como era de esperar- lo pasaron descansando en sus habitaciones del palacio antes de ser invitados a un banquete de bienvenida dos días más tarde.

“Es un honor conocerla, Reina Aura, y también volver a verlo, Su Majestad”, saludó Lucrecia mientras se arrodillaba ante el trono, girándose para mirar a Zenjirou en la última parte de su frase. “Soy una noble del Reino Gemelo de Sharou y Gillbelle, Lucrecia Broglie, de la familia del mismo nombre. Estoy en deuda con ustedes por el abundante banquete que ha preparado para nuestro saludo”.

Al terminar, hizo una profunda inclinación de cabeza. Ya fuera debido a las herramientas mágicas del país o a su propia juventud, no mostraba signos visibles de fatiga por el viaje de un mes.

Los labios de la reina sentada se elevaron en una leve sonrisa mientras hablaba. “Un saludo muy cortés. En nombre de Capua, yo, la reina, Aura I, te doy la bienvenida a nuestro país. Descansa, Lucrecia”.

“Gracias, Majestad”, respondió la joven, haciendo una nueva reverencia que hizo que su cabello botara.

La mirada de Aura se deslizó de la rubia a la mujer de cabello corto plateado que estaba a un lado. “Deberíamos terminar los preparativos mientras estamos aquí. Princesa Freya, acérquese”.

“Por supuesto”.

La princesa se adelantó orgullosa, con su vestido rojo a la vista de todos.

Lucrecia del Reino Gemelo y la Princesa Freya de Uppsala se presentaron para llevar a cabo las formalidades finales de su acuerdo. Lucrecia fue la primera en hablar.

“Princesa Freya, en nombre del Marqués Broglie del Reino Gemelo de Sharou y Gillbelle, he venido a entregarte el Arrullo del Mar”.

“Confirmo mi recepción y ofrezco mi más profundo agradecimiento al Marqués Broglie”, respondió Freya.

En realidad, el cargo de la partida le había sido traspasado ayer. La conversación aquí era una mera cuestión de formalidad.

Una vez concluido el intercambio, la reina habló con voz potente desde su trono. “Parece que todo se ha completado sin incidentes.

Espero que pueda participar de nuestras escasas ofrendas de bienvenida esta noche, Lady Lucrecia. Aunque no te pido que te estreses demasiado, me gustaría que estuvieras presente tanto como puedas”.

Por supuesto, sin ninguna dolencia física clara, una petición directa de asistencia por parte de la reina era casi una orden.

“Será un placer”, contestó Lucrecia, con todo el aspecto de noble que era, mientras se levantaba ligeramente el vestido en una reverencia.

Aunque el banquete se celebraba en honor de Lucrecia, ella no era

-por triste que sea decirlo- una invitada especialmente importante en lo que respectaba tanto a Zenjirou como a Aura. El Arrullo del Mar que había traído consigo era mucho más importante.

Como prueba de ello, el poco tiempo que transcurrió entre la ceremonia oficial y el banquete de esa noche lo pasó hablando con Freya en su lugar.

“Mis disculpas por convocarla mientras está ocupada haciendo sus preparativos para esta noche, Princesa Freya. Tome asiento”, dijo Aura.

“En lo absoluto. Yo también quería hablar con usted”, respondió Freya antes de aceptar el ofrecimiento de la reina con un “Perdón”.

Tenía una expresión neutra en el rostro mientras se sentaba frente a la reina y el príncipe consorte. Su guardia, Skathi, permanecía detrás de ella como siempre.

Aunque aún quedaba mucho tiempo para el banquete, las mujeres tardaron bastante en prepararse. El comentario de Aura sobre lo ocupada que debía estar la princesa no era más que la verdad.

“En aras de ahorrar tiempo, vayamos directamente al grano.

Primero, como disculpa por ocupar este tiempo, les cedo la palabra”.

La princesa de pelo corto asintió ante las contundentes palabras de la reina.

“Aceptaré esa oferta. Deseo dirigirme a Valentia. ¿Sería posible obtener su permiso para hacerlo?”.

Aura y Zenjirou intercambiaron miradas y asintieron. Era tal y como habían esperado y, de hecho, era exactamente el motivo por el que la habían convocado tan rápido. La mujer de cabello plateado miró con recelo su reacción, pero Aura dio una respuesta rápida.

“No me opondría, pero, ¿Cuándo partiría exactamente, Princesa?” “Si me dieran permiso, mañana mismo”, respondió ella al instante. “Ya veo. Supongo que se debe al Arrullo del Mar”.

“Tiene razón”, respondió con una leve inclinación de cabeza.

Las cosas estaban saliendo como la pareja esperaba. Era una acción fácil de predecir para cualquiera que conociera un poco la personalidad y los patrones de pensamiento de Freya.

El Arrullo del Mar era una herramienta mágica que podía minimizar los movimientos del agua y el aire por igual en un área considerable. Era prácticamente una deidad guardiana para un marinero. Sin embargo, sin conocer sus capacidades exactas, sería imposible utilizarlo de la forma más eficaz. Dado que este mundo carecía de un sistema formal de medición del tiempo, sin la división de las veinticuatro horas en minutos y segundos como en la Tierra, los marineros tendrían que probar por sí mismos cuánto tiempo podía utilizarse la herramienta. Necesitaban saber cuánto tiempo permanecería en efecto y cuál era el tiempo de enfriamiento antes de que volviera a funcionar.

Los marineros debían comprenderlo intuitivamente. También estaba el problema de en qué parte de la Hoja de Glasir colocarlo. La herramienta tenía la forma de un enorme globo. Incluso la propia esfera blanca como la nieve tenía fácilmente dos metros de diámetro. Su antigüedad significaba que su composición exacta era un misterio, pero era incluso más pesada de lo que parecía.

Aunque la Hoja de Glasir era un barco enorme hecho para soportar los rigores de los viajes largos, algo del tamaño y el peso del Arrullo del Mar seguiría siendo una carga. Necesitaban planear dónde colocarlo y, potencialmente, añadir refuerzos. De lo contrario, era muy posible que dañaran la cubierta.

Además, el barco estaría en alta mar durante largas travesías, por lo que cabecearía y balancearía de forma natural. Incluso podría escorarse hasta el punto de zozobrar. Algo del tamaño y el peso del Arrullo del Mar podría herir o incluso matar a un marinero si se soltara y cayera al mar.

Por lo tanto, había que sujetar la herramienta al barco, pero eso no podía hacerse en cualquier sitio. Incluso los marineros veteranos podían verse fácilmente sorprendidos por tormentas y vendavales, que era donde el Arrullo del Mar cobraba todo su sentido. Sin embargo, si no se colocaba en algún lugar de acceso inmediato, se convertiría en nada más que un adorno, mientras que ponerlo en algún lugar de libre acceso a todos los marineros -muchos de los cuales eran hombres bastante rudos- también era arriesgado.

Freya quería llevar el objeto a Valentia lo antes posible para que pudiera determinar el mejor lugar para colocarlo y, al mismo tiempo, verificar su funcionalidad.

Sólo faltaban dos meses para su partida hacia el Reino del Norte.

Su deseo de llevar la herramienta a Valentia lo antes posible era fácilmente comprensible. Esa era precisamente la razón por la que Aura y Zenjirou habían elegido ese momento para convocarla.

“Hm. Puedo entender su deseo de dirigirse a Valentia. Quieres el mayor tiempo posible para que tu tripulación se familiarice con el Arrullo del Mar, ¿No? Puede que no esté familiarizada con los viajes en barco, pero sé muy bien que la familiaridad con las herramientas de uno puede ser fácilmente la diferencia entre la vida y la muerte. Por lo tanto, me gustaría acceder a su petición de partir tan pronto como mañana”.

“Gracias”, respondió Freya antes de esperar a escuchar lo que la reina diría a continuación. El tono de Aura había dejado claro que ese no era el final de la conversación.

Tal y como había pensado, la reina continuó al cabo de un momento.

“Precisamente por eso te he convocado aquí con tanta urgencia.

Faltan ya sólo dos meses para que parta la Hoja de Glasir. Desgraciadamente, parece posible que no regrese a la capital antes de su partida, así que ésta era mi única oportunidad. Por lo tanto, iré directamente al meollo de la cuestión. Princesa Freya, cuando usted y su barco partan, ¿Sería posible añadir varios pasajeros de nuestro país?”.

Freya pareció sorprendida por un momento, pero la petición era bastante natural. Para ella, el mayor problema era obtener el permiso para casarse en Capua desde su tierra natal. Sin embargo, desde la posición de Aura, el acuerdo no era más que un medio para un fin. El verdadero objetivo era -mediante la formación de ese matrimonio- formar un vínculo entre las dos naciones y establecer un acuerdo comercial internacional. Si bien estaba en consonancia con los objetivos de Freya, era muy posible que Uppsala no estuviera del todo contenta de permitir que su primera princesa se casara con un príncipe consorte extranjero, aunque fuera por su propia voluntad.

Por lo tanto, era totalmente comprensible que Capua también quisiera a alguien para negociar en su nombre. Al comprenderlo, Freya calculó de inmediato la capacidad del barco, el número de tripulantes, la duración del viaje, etc., para determinar el margen de maniobra de que disponían.

“Bueno, hasta que no hable con mi vicecapitán en Valentia, no puedo asegurarlo, pero estimo que podríamos acomodar a unas diez personas. Naturalmente, no habrá ningún trato especial en cuanto a raciones de comida y agua”.

No queriendo darles demasiadas esperanzas, Freya ofreció una cifra más bien moderada. Si estos pasajeros fueron traídos como “intercambio”, podrían haber empacado diez veces más a bordo. Sin embargo, Aura se acercó personalmente para solicitar su pasaje, por lo que la delegación debía estar formada por embajadores con permiso para actuar en su lugar, en cuyo caso, no podía tratarlos con tanta rudeza.

Aun así, el viaje sería duro, así que su comentario final sobre el agua y la comida no era más que la cruda verdad. Por otra parte, en cuanto al agua, estarían en mejores condiciones que en el viaje a Capua, suponiendo que la herramienta mágica de purificación funcionara como esperaban.

Mientras Freya consideraba todo eso, se sorprendió al ver a Aura girarse para mirar a Zenjirou, que asintió una vez.

Por su mente pasaron la perplejidad, la comprensión y, por último, la sorpresa. La mera posibilidad que acababa de considerar era tan chocante que no podía ocultarlo en su rostro. Las siguientes palabras de Zenjirou le demostraron que esa “posibilidad” era, en realidad, un hecho.

“Gracias por el permiso, Alteza. El posible pasajero soy yo, Zenjirou Capua. Naturalmente, no iría solo, pero los detalles pueden confirmarse una vez que se calcule el número exacto de pasajeros potenciales”.

Mientras hablaba, forzó una sonrisa en su rostro. Aunque se hubiera decidido a hacerlo, pasar cien días en el mar en un barco de madera era aterrador para una persona de la Tierra moderna. Pero ahora que había pronunciado la petición ante Freya, no había vuelta atrás.

Sin poder ocultar su sorpresa, pero comprendiendo su seriedad, Freya le presionó. “¿Estás seguro? Sé que puede ser descortés decirlo, pero ¿Tal vez ustedes dos están mirando con demasiada ligereza este viaje?”.

Zenjirou mantuvo la falsa sonrisa en su rostro mientras se encontraba con los ojos azules como el hielo de ella y le concedía la razón. “Es difícil refutar eso de verdad. De hecho, sé poco más de los viajes por mar de lo que me has contado”.

Aura se encogió de hombros y respondió. “Sí, es probable que eso sea cierto. Aun así, creo que es la mejor decisión. No creo que tenga que hablarte de los beneficios”.

“Tienes razón. De verdad, no tengo ninguna razón para objetar.

Simplemente deseo saber si ambos están seguros”.

Por morboso que fuera, compartir el barco con ella significaba que Zenjirou estaría literalmente en el mismo barco que su tripulación si había algún problema. Desde su punto de vista, si él se hundía bajo las olas, había una alta probabilidad de que ella compartiera su destino. Por lo tanto, se centró en los beneficios de llegar a Uppsala, que era un resultado mucho más agradable para ella.

Sin embargo, como alguien más familiarizado con el océano abierto, no podía dejar pasar sin comentar a alguien que lo veía a la ligera. Era honesto, un buen consejo.

La reina asintió con semblante serio. “Afirmaste que el Arrullo del Mar y las herramientas mágicas de purificación del agua aumentarían enormemente la seguridad de la travesía. Además, aunque me abstendré de compartir detalles específicos, habrá otras múltiples salvaguardas para proteger a Zenjirou”.

Freya notó que la expresión del príncipe consorte vacilaba por un momento cuando Aura hizo su declaración. A menos que se equivocara, parecía culpable. La combinación de su reacción y las palabras de Aura realmente tranquilizaron a Freya, en todo caso.

Ya veo; las salvaguardas que mencionó son para protegerlo sólo a él.

La magia lineal de Capua era la magia espacio-temporal. Ya había experimentado personalmente en varias ocasiones lo que quizá fuera su carta de triunfo: el hechizo de teletransporte. Las ambiguas palabras de la reina y la cara de culpabilidad de Zenjirou le permitieron adivinar fácilmente que él tendría una forma de activar el hechizo por sí mismo.

Entendido esto, las cosas eran mucho más fáciles de hacer. Freya incluso se sentía más alegre al respecto.

“Entiendo. En ese caso, estaría dispuesta a darle la bienvenida a bordo. Sin embargo, debo reiterarle los riesgos de un largo viaje por mar, además de los diversos inconvenientes inherentes a tal travesía. Por favor, tenga bien presentes estas advertencias”.

Sus ojos azul hielo se clavaron en los ojos oscuros de Zenjirou mientras hablaba. Su afirmación le hizo sentir como si realmente hubiera saltado al precipicio, y tragó saliva antes de responder.

“Muy bien. Supongo que será un largo viaje, pero lo dejaré en tus manos, princesa Freya… no, capitana Freya”, dijo, con una sonrisa en la cara, aunque sólo fuera una fachada.