Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 15

Capítulo 18: ¡Por Nuestros Poderes Combinados!

Parte 3

◇   Clarissa Toothedge

Dos chicas mágicas salieron corriendo del bosque. La primera, Clantail, la miró con una expresión indescriptible. La segunda, Miss Marguerite, que cabalgaba a lomos de Clantail, debería haberse sorprendido por completo, pero su rostro sólo mostraba una leve sorpresa, lo que seguramente se debía a la profundidad de su experiencia. La forma en que abrazaba a los dos niños contra su pecho mientras blandía un estoque en una mano la hacía parecer una madre luchadora.

No es que Clarissa sintiera enemistad por ninguna de las dos, pero acabó saludándolas bloqueándoles el paso justo delante de ellas. Se le pasó por la cabeza que aquello era una mala idea cuando el movimiento de los ojos de Marguerite le indicó a Clarissa que había alguien persiguiéndolas. Clantail movió los labios para formar “Corre”, y Clarissa les respondió guiñándoles un ojo. “Déjenme a mí el resto.” Dijo en voz alta, saludando amistosamente con la mano a las dos chicas mágicas.

Clarissa no sabía en qué se había transformado Clantail —una cabra o un ciervo o una vaca o qué—, pero evitó que Clarissa girara a la derecha, transformándose en un caballo negruzco al pasar. Entonces Francesca apareció por detrás con un sonido explosivo.

Aquello sorprendió a Clarissa. Si había llegado a utilizar una de sus hachas para detener la hemorragia, entonces era toda una situación. Era fuera de lo común ser capaz de hacer que Francesca llegara a esos extremos. ¿Había sido una magia única, o unas habilidades físicas increíbles? No había sido la habilidad con el bastón de Rareko. Parecía más probable que hubiera luchado contra Chelsea.

“¿La que se te cayó es el hacha de oro?”

Clarissa inhaló por la nariz y exhaló por la boca. No podía distraerse ahora. Lo que Ren-Ren acababa de decir de forma significativa ya lo pensaría después. Sólo había sido una bravata. Sólo Navi sabía que Clarissa estaba trabajando para salvar a su madre, y no había forma de que se lo contara a nadie más.

“¿O es el hacha…”

Las flechas volaban una tras otra desde lo alto del cielo, sólo para ser repelidas por el hacha. Francesca ni siquiera miró las flechas. Sonreía a Clarissa. La sonrisa natural de Clarissa no era menos amplia, y no dejó que flaqueara. Se llevó la mano derecha a la espalda para sacar algo con suavidad. Sonaría genial si lo llamaras una espada recta de un metro de largo, pero como parecía un cuchillo de mantequilla de los que se usan en la mesa, dejaba un poco que desear.

Ren-Ren disparó sus flechas, que Francesca interceptó. Fue un buen juicio situacional y un buen apoyo. Ren-Ren parecía estar apoyándola legítimamente de una forma que no se esperaría de alguien que intentaba poner nerviosa a Clarissa con una bravata en un momento extraño. Clarissa giró la mano hacia Francesca, con la palma hacia arriba mientras colocaba la espada sobre ella, apuntando con su hoja al enemigo. Por el momento, anuló todos los tipos de información posicional que volaban por su cabeza para centrarse en lo que tenía delante. Frunciendo los labios, escupió las astillas de madera que tenía en la boca.

“… de plata?”

Su concentración era máxima. Clavó la espada sin hacer mucho alarde de ello, y Francesca trató de apartarla. Clarissa esbozó una sonrisa en una sola mejilla. La espada afeitó la parte del hacha que había tocado, y el impulso hizo que el trozo saliera volando en la otra dirección, cortando un árbol a su paso. Clarissa hizo un barrido con la espada, y Francesca se agachó para esquivarla, pero no logró esquivarla del todo, y el pecho de su toga fue rebanado.

Navi había conseguido esta espada en un almacén de la Facción Osk. Clarissa había oído que estaba hecha para matar homúnculos. También le habían dicho el nombre, pero no lo recordaba. Eso se debía a que era un nombre completamente insípido de números y símbolos aleatorios. Clarissa había pensado en ponerle un nombre original a la hoja, pero cuando se enteró de que algunos tipos importantes hacían exactamente lo mismo, abandonó la idea. Imitar a gente importante no era divertido.

Al igual que usar magia de agua en un monstruo de fuego o magia de rayo en un monstruo mecánico, usar esta espada en un homúnculo tendría un efecto inmediato. Funcionaría igual en una chica mágica que originalmente había sido un homúnculo. Había cortado la dura hacha, y atravesaría fácilmente a Francesca, que era aún más dura. Mataba todo tipo de energías que creaban homúnculos.

Clarissa asestó estocadas, barrió, esquivó con desgana una patada baja desesperada y, cuando una patada voló hacia ella desde abajo, la recibió con la espada, y la sangre brotó a borbotones. Francesca esquivó las flechas con una voltereta hacia atrás, y el movimiento, inútilmente dramático, hizo que no pudiera evitar la estocada de Clarissa, que la hirió profundamente en la parte superior del brazo. Cuando contraatacó con una estocada con la mano cual lanza, Clarissa la abrió en canal con su tajo de vuelta, y luego entrecerró los ojos.

Francesca se había movido de forma extraña. ¿Había dado un vuelco en su patrón de comportamiento? Quizá había aprendido algo luchando en esta isla. Clarissa tenía que estar atenta. Tras tomar una bocanada de aire con algunas astillas aún masticadas en la boca, Clarissa las roció.

De este modo, podía sintonizar minuciosamente con los movimientos del enemigo. Además, con sus reflejos felinos y su arma invencible, podía dirigir el combate con ventaja y, si a eso le añadías los patrones de movimiento que había aprendido de la documentación del desarrollador, prácticamente no podía cometer errores. Pero eso no cambiaba el hecho de que un descuido con esta cosa la llevaría a la muerte. Clarissa acabaría con ella rápidamente, como siempre, sin dejarse llevar. Utilizaría la espada más que nada como escudo, acabando con las distintas energías del enemigo para finalmente acabar con ella.

Al igual que las flechas de Ren-Ren, Clarissa lanzó una estocada y un barrido, con una finta, que atrajo una patada alta de Francesca que ella esquivó. Normalmente, una patada alta tan increíblemente potente lanzaría a Clarissa lejos sólo por la onda expansiva, pero la espada mágica le restó fuerza, debilitándola hasta convertirla en una patada decepcionantemente floja que ni siquiera provocaría una brisa. Clarissa pasó por debajo de la pierna para entrar en la zona de muerte. Levantó la espada hacia el corazón de Francesca y le asestó una estocada.

Oyó el estridente sonido de metal chocando contra metal. La mano derecha abierta de Clarissa temblaba. No podía moverla, estaba entumecida. La espada mágica salió despedida, dando vueltas entre los arbustos.

Francesca llevaba un bastón en la mano. Clarissa estaba confusa.

¿No era ese bastón de forma y color extraños el que había usado Maiya? No había ninguna razón para que Francesca lo llevara. Francesca no debería ser capaz de usar armas aparte de hachas. Pero lo llevaba. No provenía de un homúnculo. La espada mágica no la afectaría.

El bastón hizo ruido al girarlo. Luego lo detuvo en la palma de la mano y lo colocó de lado frente a su cara. Era la destreza con el bastón de una artista marcial de alto nivel. Clarissa estaba confusa. No entendía lo que estaba pasando. Dio un paso atrás para poner distancia entre ellas, y entonces recibió un golpe.

Un sonido aplastado salió de su garganta. Francesca llevó la mano izquierda hacia dentro mientras barría hacia fuera, y al mismo tiempo que deslizaba el bastón entre las palmas, aprovechó la fuerza centrífuga para golpear, cambiando a una postura lateral y llevando el bastón hacia el otro lado mientras empujaba. La fluida combinación procedía claramente de una mano experimentada. Y cada golpe tenía fuerza suficiente para matar. El primer golpe hizo volar todo lo que había debajo del tobillo derecho de Clarissa, el segundo acabó con todo desde el brazo derecho hasta la costilla y probablemente le aplastó uno de los pulmones. El tercer golpe destrozó todos los órganos de Clarissa y le rompió la columna vertebral. La sangre brotó por todos los agujeros mientras su pequeño cuerpo saltaba por los aires.

Esto era imposible. Esto era una técnica magistral, más allá de sólo un puñado de habilidades. Francesca no debería ser capaz de hacer esto. Ni siquiera había sido hecha para manejar el arma de otra persona en primer lugar. Rompiendo ramas, esparciendo hojas, Clarissa cayó a tierra de espaldas y luego rodó. Seguía confusa. No entendía qué había pasado. Había ocurrido lo que no podía ocurrir.

Tenía que decírselo a Navi, pero no podía mover un dedo. Pensó en Navi, en ellos dos riendo, dándose palmadas en los hombros, de vez en cuando sintiéndose desanimada, y cuando se dio cuenta de que: Tal vez es mi vida la que está pasando ante mis ojos, al final alargó la mano hacia su madre y murmuró “mamá” en su mente, y entonces su conciencia se volvió negra.