Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 15

Capítulo 18: ¡Por Nuestros Poderes Combinados!

Parte 1

◇   Miss Marguerite

Había visto tantas desde que llegó a esta isla que estaba harta de ellas, pero la sujetó con la mano derecha y la mordió sin vacilar. La fruta gris estaba tan jugosa como siempre. Los dulces jugos se desbordaron con un solo mordisco, se le metieron por toda la boca y, si no tenía cuidado, le chorrearían por la barbilla hasta la garganta.

Miss Marguerite puso la mano derecha en la empuñadura de su estoque y se limpió la boca con la izquierda, dirigiendo sólo una mirada al que le había lanzado la fruta gris —Touta— para volver inmediatamente la vista al edificio principal.

Se transformó en una chica mágica. La amplitud de su visión y su oído, el análisis de los olores, el contacto del aire con su piel, incluso los jugos persistentes en su lengua, eran completamente diferentes de cuando era humana. Nunca se había sentido tan agradecida de ser una chica mágica, ni siquiera cuando era una novata.

Las vibraciones se transmitían a través de la suela de sus zapatos, que sacudían el suelo con mayor intensidad. Marguerite desenvainó su estoque y se preparó. Vio cómo los árboles de troncos anchos saltaban por los aires a la vez. La suciedad bailaba en el aire. Su pluma decorativa se aplastó contra su sombrero. Los árboles que tenía delante salieron disparados y la diosa apareció, apartándose de ellos. Se retorció, giró, saltó, volvió a girar y aterrizó. Se enfrentaron. Había poco más de diez metros entre ellas. Ella ya estaba al alcance de las hachas de la diosa.

Estaba claro que a la diosa le había pasado algo. Tenía el hacha en la mano izquierda y la derecha estaba vacía. Cuando Marguerite miró dónde había ido a parar el hacha faltante, vio que sólo quedaba el mango, pegado a su cuello. Aquel terrón endurecido en el extremo del mango tenía que ser el hacha, transformada. Por las marcas de sangre de color rojo oscuro que parecían las suyas esparcidas a su alrededor, se podía deducir que había sido utilizada para detener una hemorragia.

Había una gran afectación en su forma de moverse. Sus gestos eran elegantes, como si se tratara de una demostración de artes marciales al estilo de una chica mágica. Aunque Marguerite sólo había visto brevemente a Dreamy✰Chelsea, podía imaginar que si se ponía seria, se movería así. ¿Era sólo su imaginación que ahora parecía que estaba montando un espectáculo aún mayor que en el río? Marguerite se mordió ligeramente el labio y se lamió el interior de la boca. Aunque acababa de transformarse en una chica mágica, ya estaba seca y áspera.

Dreamy✰Chelsea era una maestra experimentada. Marguerite podía creer que era ella quien había forzado a la diosa a sangrar tanto que necesitaría detener el flujo. Y también podía imaginarse el final de Chelsea. La sangre en la toga blanca de la diosa no era sólo suya; había más salpicaduras de otra.

“¿La que se te cayó es el hacha de oro?”

La diosa dijo exactamente lo mismo que Marguerite recordaba. ¿Lo hacía siempre? ¿Era su rutina antes de entrar en combate? ¿Era para ponerse en marcha? ¿O era un protocolo sin sentido, basado en la fe o en el engaño, sin significado para nadie más que para ella misma?

El tiempo sentido, la conciencia aguda y el miedo disminuido de una chica mágica se combinaron para formar “la tranquila chica mágica Miss Marguerite”, mientras exploraba más ese pensamiento. Esa pregunta sólo dejaría una abertura para su oponente, y la diosa la hizo tan mecánicamente, sin ninguna emoción. Pero Marguerite tampoco tuvo la sensación de que intentara calmarse y evitar ponerse nerviosa.

“¿O es…”

Marguerite pensó que la diosa parecía un poco distraída mientras hablaba. Detrás de ella, algo grande se alzaba. Clantail se había transformado. La aparición de Clantail tuvo que distraer la atención de la diosa. La diosa no debió darse cuenta de su presencia hasta que se transformó.

“… el hacha…”

¿Acaso la diosa no percibía a las chicas mágicas que habían deshecho sus transformaciones? ¿O era que no podía percibirlas si habían perdido por completo su poder mágico y no podían transformarse? Fuera como fuera, no podían dejarla pasar sin comer fruta gris. Eso se debía a la razón por la que la diosa se había fijado en ellos: Yol. Ella era una maga. No podía deshacerse libremente de su poder mágico, en otras palabras, no podía huir. Cuando Touta le había dado a Marguerite aquella fruta gris, Marguerite le había mirado. Sólo le había visto durante un breve instante con el rabillo del ojo, pero le había visto agarrando firmemente la mano de Yol. Parecía que Marguerite le guardaría rencor si sugería que sacrificaran a Yol y huyeran. A Clantail tampoco le parecería bien. Marguerite ni siquiera podía plantearse si a alguno de los Hijos de Cranberry le parecería bien.

Y, por supuesto, a Marguerite tampoco le parecería bien. Las chicas mágicas existían para proteger a los que necesitaban protección. Justo cuando había decidido su plan, envainó su espada con un solo movimiento, sin pestañear siquiera.

“… de plata?”

Basándose únicamente en la estimación de que se encontraban en general en esa zona, sin mirar atrás, Marguerite enganchó la capucha de Touta con el meñique y arrancó la de Yol con la misma mano. Agarrando a Touta con el meñique y el anular derechos y a Yol entre el pulgar y el índice derechos, los levantó con una sola mano, se dio la vuelta y saltó; su mirada se cruzó con la de Clantail, que le hizo una pequeña inclinación de cabeza, y luego volvió la cara hacia la diosa.

Marguerite gritó: “¡Adelante!”

No había ni rastro de vacilación o titubeo en los movimientos de Clantail. Estaba decidida, como el ideal de chica mágica encarnado. Ese pensamiento hizo que la comisura derecha de los labios de Marguerite se torciera, y luego pensar en cómo sonreía en medio de una crisis hizo que la comisura izquierda también se torciera. Clantail saltó con una sincronización perfecta y Marguerite saltó sobre su espalda, rodeando con el brazo izquierdo la base del cuello de caballo, alrededor de la cintura de Clantail.

Clantail corrió. No hizo las preguntas que uno pensaría que habría hecho, como: “¿No estamos corriendo en la dirección equivocada?”

o “¿No significa esto que estamos corriendo hacia la diosa?”

Aunque Clantail nunca había visto a la diosa en una pelea, había oído a Marguerite hablar de ella. Además, las salpicaduras de sangre en su toga blanca anunciaban lo peligrosa que era. Y por último y más desesperante, Touta y Yol estaban allí. Marguerite se sentiría mal al decir esto de ellos, pero estos dos eran una carga, y no podían luchar contra este oponente mientras también cargaban con los dos y evitaban que se hicieran daño.

Con todos estos elementos amontonados, Clantail no discutió.

Simplemente corrió hacia adelante.

Su cuerpo de caballo gigante fluyó hacia la derecha, corriendo hacia el lado izquierdo de la diosa, el que no sostenía un hacha. La diosa abrió su postura, levantando el hacha de su mano derecha por encima de su cabeza y luego girando sobre sí misma, mostrándoles que estaba a punto de atacar.

Marguerite ya había experimentado que no había tiempo para evadir una vez que se había visto el ataque. Miró fijamente a la diosa, preparándose para leer la trayectoria del ataque antes de que llegara, sacrificando su estoque en el mejor de los casos, su brazo en el peor, para esquivar el corte, pero un impacto inesperado la hizo sobresaltarse. No tuvo tiempo de sorprenderse. Su brazo alrededor del torso de Clantail se tensó y empujó a los dos niños que tenía detrás y a ella misma hacia la piel del caballo. Casi en el mismo momento, un corte le hizo volar el sombrero y, por reflejo, resopló por la nariz. No había dolor ni olor a sangre. Su cabeza estaba entera. Parecía que había evitado daños más allá de su sombrero.

Inmediatamente se dio cuenta de lo que había hecho Clantail. Justo antes de que la diosa blandiera su hacha, se había transformado de un gran caballo en un animal más bajo, aprovechando la diferencia de altura para evadir. De algún modo, pasó por el flanco de la diosa y consiguió avanzar siguiendo sus instrucciones. Ahora, si pudiera evadir sólo un ataque más, justo antes de pasar al siguiente pensamiento, vio en qué se había transformado Clantail y comprendió lo que iba a hacer. En cuanto Marguerite vio el largo pelaje negro con una raya blanca, la larga cola esponjosa y la forma parecida a la de una comadreja, actuó.

Tensó las piernas y levantó a los niños, estrechándolos contra su pecho para apretar sus caras contra ella.

La diosa, que había estado a punto de atacar cuando Clantail pasó corriendo junto a ella, había desaparecido. Estaba oculta por la larga cola que se interponía en su camino. Marguerite contuvo la respiración, Clantail agitó ligeramente la cola de un lado a otro y un líquido amarillento salió disparado en dirección a la diosa.

¡Una mofeta…!

Marguerite no había sido rociada directamente. Había estado conteniendo la respiración. Pero seguía sintiendo el olor intensamente irritante. Marguerite parpadeó dos o tres veces. Incluso sintió que se le metía en los ojos. Hasta una chica mágica se desmayaría inevitablemente por la tortura de ser golpeada por eso. Para las chicas no mágicas, incluso podría ser fatal.

Aun conteniendo la respiración, Marguerite miró detrás de ellos. La diosa estaba saltando. Sin poder huir por ningún lado, había subido para ponerse a salvo. No había escapado sin más. El hacha, la mano que sujetaba su mango y el brazo conectado a ella se doblaban como una única arma unificada. Aquel salto había sido tanto una evasión como una preparación para atacar.

Marguerite sintió una fuerza repentina que la aplastaba contra la espalda de Clantail mientras la diosa retrocedía aterradoramente rápido en la distancia, lo que le indicó que Clantail había acelerado en seco. La espalda de Clantail era de color marrón pálido y su vientre blanco.

Al no ser especialista en la materia, a Marguerite le resultaba difícil saber en qué tipo de criatura se había convertido, algún tipo de vaca, ciervo o cabra, y corrió a una velocidad increíble. Afortunadamente, no había ningún aroma persistente a mofeta.

Las hachas cortaron el aire, y la tierra y los árboles de alrededor fueron lanzados hacia arriba. La diosa aterrizó de su salto hacia arriba para perseguirlos, pero no los alcanzó. Clantail era ligeramente más rápida, ya que corría sobre cuatro pezuñas. Ahora podía ver el sentido de su carrera en línea recta. La diosa había estado talando árboles o arrancándolos de raíz en su camino hacia ellos. Eso dejaba destrucción a su paso, es decir, se abría camino. Por muy excepcionales que fueran las habilidades físicas de la diosa, yendo en línea recta, una bestia que fuera buena corriendo sería más rápida. Incluso si el suelo era algo pobre, Marguerite sabía que había animales que correrían sobre él como si nada.Es mejor asegurarse aún más.

Marguerite blandió su estoque desde su posición montada, cortando y preparando los árboles que caían para que quedaran rectos. Luego los doblaba inmediatamente. Los árboles caídos doblados en ángulos de noventa grados bloqueaban el paso y la vista de la diosa como personas que pasan de estar tumbadas a sentadas, y aunque la diosa los apartaba rápidamente, repetir el proceso tres veces les permitía alejarse visiblemente de ella. Clantail era tan terriblemente rápida que ni siquiera esa ligera obstrucción era insignificante.

Y aunque la diosa tuviera su hacha, era de una sola mano. Si la lanzaba, perdería su arma. Ella tampoco sería capaz de causar explosiones para acercarse. No podía usar un hacha como encendedor y la otra como propulsor si sólo le quedaba una. Y Clantail era demasiado rápida para que la diosa le lanzara tierra. Sólo ganaban más y más distancia.

Marguerite dudaba de lo lejos que podrían llegar en esta pequeña isla, pero al menos, si tenían algo más de tiempo, podrían esconder a Touta y a Yol. Hacer mucho ruido mientras corrían también llamaría la atención de otras chicas mágicas y haría posible que se encontraran.

De repente, Marguerite tuvo la vaga sensación de que algo no iba bien. Dejó escapar un suspiro y volvió a inspirar. Conocía esa sensación. Metió una mano en el bolsillo de Touta, sacó dos frutas grises, se comió la mitad de una y sostuvo la otro ante la cara de Clantail.

Sí, había cosas que la inquietaban. Por supuesto que no las había olvidado, pero esto era peor de lo que Marguerite había pensado. El ritmo de consumo se aceleraba. A este ritmo, escapar sería imposible. Cuando Touta la miró con preocupación, ella lo sujetó suavemente y miró a la diosa que los perseguía con una sonrisa.

***

◇   Nephilia

Entrecortadamente, Nephilia le dijo a Ren-Ren que sus heridas eran esencialmente menores para una chica mágica, que no se sentía tan mal como cuando había estado en su peor momento, y que ella era la mejor corriendo y escondiéndose, con mucha expresión de su gratitud y expectativas para Ren-Ren, persuadiéndola, diciéndole que absolutamente tenían que hacer esto ahora, y de alguna manera fue capaz de convencerla de separarse.

A Nephilia le habría gustado evitarlo. Con una de ellas herida y la otra enferma, ambas necesitaban cuidados. Pero en una emergencia como ésta, no podías ir rogando egoístamente como una niña y diciendo que querías estar juntas. Era bastante común en las actividades de las chicas mágicas que lo único que podías hacer era rezar para que no murieran. Nephilia dio dos golpecitos con la yema del dedo en la punta de flecha que le había dado Ren-Ren, rezando para no tener que usarla, y se la metió en el bolsillo oculto.

Ahora bien… Oh, las cosas que una termina viendo.

El edificio principal había sido destruido. ¿Había entrado a la fuerza una masa de gente convertida en turba, habían sufrido algún cataclismo meteorológico como un terremoto o un tifón, o había sido atacado por una diosa con hachas? Básicamente podía suponer que había sido lo tercero, pero dado que los ruidos de destrucción se habían desplazado hacia el bosque, aquí era más seguro… eso se dijo a sí misma, arrastrando de algún modo los pies cuando sentía que el suelo debajo de ellos se iba a desmoronar, dando vueltas hacia la parte trasera del edificio principal.

Puso su antena al máximo de sensibilidad, alerta a su alrededor, manteniéndose en una postura baja en todo momento, deteniéndose de vez en cuando para mirar a su alrededor, sin olvidarse nunca de repostar fruta gris mientras se movía de una sombra de árbol a otra a lo largo de la linde del bosque. Aunque se había mostrado confiada ante Ren-Ren sobre su estado, se quedaba sin aliento sólo de caminar con la guadaña como bastón. Su paso era tan gradual como el desgaste de su estado mental, y justo cuando había rodeado la parte trasera del edificio principal, tragó saliva. En cuclillas y apoyada en el tronco de un árbol, echó un vistazo con cautela y mesura más allá de los árboles, al edificio principal.

El suelo de los alrededores estaba excavado, las rocas destrozadas y los árboles caídos. Dos zonas de destrucción podrían describirse como pequeños cráteres, y había dos grietas como fisuras en el suelo. Hablaban claramente de un uso de la violencia que superaba la capacidad humana. El edificio principal tampoco había quedado indemne. La entrada trasera estaba destruida. Y luego, a cinco metros de allí, en dirección al bosque, había alguien tendido en el suelo.

Los ojos de Nephilia se entrecerraron. El cuerpo tenía un aspecto horrible. La luz que se filtraba entre los árboles habría dado a la zona un aspecto bucólico, lo que lo hacía aún peor.

Soportando el dolor, Nephilia se arrastró y luego se levantó en silencio, con la cara torcida. La destrucción de la tierra y la finca eran bastante graves, pero el cadáver era aún peor: un espectáculo excepcionalmente espantoso. Como no tenía cara, ni siquiera se podía decir con seguridad quién era. Pero por la ropa, tenía que ser Rareko.

La destrucción a su alrededor hablaba de lo temible que era el atacante, pero también indicaba los esfuerzos por parte de la víctima. Si las estimaciones de Nephilia eran correctas, entonces Rareko no habría sido capaz de oponer tanta resistencia. ¿Era más fuerte de lo que Nephilia había pensado, o alguien más había estado luchando duro aquí?

Nephilia recogió un bastón de metal de un metro de largo —era de los que se sacuden tres secciones para extenderlo, como una porra— y lo blandió. La sangre y la tierra pegadas a él volaron y, bajo el sol, pudo ver que no tenía ni un rasguño. Su fabricación era funcional y básica para algo que usaría una chica mágica, pero eso también hacía que pareciera fácil de usar. Parecía que sería un bastón mejor que su propia guadaña.

Artes del bastón, ¿eh?

Las artes del bastón, necesarias para las chicas mágicas que utilizaban bastones y varitas, se habían desarrollado a partir del jodo utilizado por los humanos, sistematizado a través de muchos perfeccionamientos hasta convertirse en una de las llamadas artes marciales estilo chicas mágicas. Dado que el arma utilizada encajaba con cierto tipo de imagen estándar de chica mágica, y el argumento de venta no era contrario a la visión típica de las chicas mágicas —que el objetivo no era la violencia, sino la protección—, había bastante gente que llamaba a sus puertas —en particular, los que hacían hincapié en la defensa—. Pero, ¿hasta qué punto serían útiles los bloqueos, las paradas y demás contra la violencia de la diosa? Si uno entrenaba y entrenaba hasta alcanzar la posición de maestro entre maestros, entonces tal vez podría realizar bloqueos y paradas que ni siquiera Nephilia podía imaginar, pero dudaba que Rareko fuera tan buena. A fin de cuentas su maestra, Maiya, había sido asesinada indefensa por la diosa.

Con un suspiro, tocó el pie del lamentable cadáver. Por muchos muertos que tocara, no conseguía acostumbrarse a su temperatura corporal. Su frialdad se filtraba a través de su piel para recorrer su columna vertebral. La hacía temblar.

Se tranquilizó diciéndose a sí misma que, aunque fuera una muerte espantosa, el cuerpo aún estaba fresco, así que era mucho mejor que los cadáveres putrefactos en verano, y mientras rezaba con una mano, suplicaba: “No me maldigas”, mientras se frotaba el pie.

Se oyó una voz. Era la de Rareko. Sus últimas palabras parecían de resentimiento. Parecía estar maldiciendo a alguien, pero murmuraba en voz baja, por lo que Nephilia no pudo captar lo que decía. Si estaba maldiciendo a alguien que no estaba allí, eso era muy desagradable. Si su resentimiento era injustificado, entonces fantástico. Nephilia deseaba haber tenido la oportunidad de hablar más con ella cuando aún estaba viva. A pesar de sus remordimientos, no se detuvo en su tarea. La mayoría de las palabras que salieron después fueron gritos o chillidos: estaba claro que tenía miedo. Su voz sonaba cobarde, con mucha preocupación por su oponente, y comunicaba algo sobre su posición y su carácter.

“Oh, sí, gracias.”

Finalmente, salieron palabras con sentido. Le estaba dando las gracias a alguien. Nephilia siguió frotando. A eso le siguieron algunos comentarios intrascendentes como “Oh, no, en absoluto”, “No, no”, “Sí” y “Mm-hmm”. Suponiendo que no la hubieran presionado hasta tal punto que murmuraba para sí misma, eso significaba que estaba hablando con alguien.

“¿Te refieres a este engranaje?”

¿Engranaje?

Nephilia rebuscó en toda su memoria, pero no recordaba ningún engranaje. ¿Qué pasa con el engranaje? A eso le siguió un “Oh, la alfombra” en un tono de voz tan bajo que casi se le escapó. Por la parte de la alfombra, Nephilia pudo adivinar. Si eso no significaba una alfombra en el interior, era natural suponer que se trataba de la alfombra voladora de Navi Ru. Ah, sí, se acordó. Cuando ella había hablado con el mago calvo de mediana edad antes, él no había estado montando su alfombra.