Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 15

Capítulo 14: Ahora Como Humanos

Parte 2

◇   Pastel Mary

Ragi había estado hablando de algo que parecía increíblemente importante, y entonces, justo cuando ella había estado pensando, realmente no lo entiendo, así que por favor explica las cosas, él se había desmayado. Mary realmente necesitaba un giro argumental, pero no de esta manera. Quería llorar, pero no era el momento de hacerlo.

Antes de desmayarse, había tenido más energía que cualquier anciano que conociera Mary. Había sido como un viejo maestro de una película de kung fu, ese tipo de figura mentora. Ella había sentido que podía contar con él.

Ahora mismo, Ragi estaba tumbado sin fuerzas sobre su costado. Le hizo pensar en su abuelo materno, que había fallecido el año anterior. El simple hecho de darse la vuelta le había parecido doloroso, lo que se había convertido en no poder ni darse la vuelta, y luego había adelgazado tanto que se podía ver la forma de su cráneo, y al poco tiempo, había fallecido.

“¿Qué hacemos?” Preguntó Mary. “Esto es probablemente debido a esa cosa, ¿verdad? La fruta gris se acabó, ¿verdad? Si podemos hacer que coma fruta gris, creo que despertará de nuevo.”

“De acuerdo, entonces hagámosle comer.” Respondió Chelsea.

Chelsea tomó una fruta gris en la mano y lo hizo de la forma más brusca: poniendo las manos en las mandíbulas superior e inferior de Ragi y abriéndolas a la fuerza. Aplastó una fruta en su puño para que soltara el zumo, y luego le hizo comer restos aplastados de la fruta de una forma aún más brusca: se la metió en la boca.

“¿Estará bien?” Tartamudeó Mary. “¿No se le atascará en la garganta como el mochi en Año Nuevo?”

“Está bien, está bien. Mira, ya se tragó la fruta.”

Parecía doloroso, pero la fruta que tenía en la boca desapareció más o menos por su garganta, pero Ragi seguía sin levantarse.

Mary ladeó la cabeza. “Tal vez… no es suficiente.” “Entonces intentemos darle más.”

“Espera, Chelsea. ¿Cuántas debemos darle de comer?” “No sé…”

“Sería malo si le diéramos toda nuestra fruta gris, ¿verdad?”

“Sí, es verdad. Si hacemos que el abuelo coma más frutas grises cuando ni siquiera sabemos cuántas necesita, podríamos quedarnos sin ellas y, en el peor de los casos, podría no despertarse ni siquiera después de haberlas consumido todas. Y entonces, si eso ocurre, las transformaciones de Chelmary se desharán.”

Aparte de ese extraño nombre para referirse a ellas dos, Mary pudo entender lo que intentaba decir. Ragi estaba desmayado, pero por ahora respiraba. Si sus síntomas eran los mismos que antes, entonces deberían tener tiempo suficiente para dejarlo en por el momento, y si algo había ocurrido para que su poder mágico se agotara como alguien había dicho, aunque pareciera que iba a morir en cualquier momento, no debería ser una cuestión de vida o muerte. Pero si las transformaciones de Chelsea y Mary se deshacían, eso sí sería cuestión de vida o muerte.

“Chelsea, ¿cuántas frutas grises te quedan? Tengo cuatro.” Dijo Mary.

“Tengo… dos.” “Entonces… ¿no es malo?” “Sí… esto es malo, ¿eh?”

Ragi se había desmayado diciendo algo sobre cómo salir de esta situación. Chelsea lo había sujetado y lo había tumbado en el lomo de una oveja, donde dormía y no se despertaba. Si agotaban la fruta gris para ayudar a Ragi a recobrar el conocimiento, entonces las transformaciones de Mary y Chelsea estarían en problemas. Chelsea se cruzó de brazos con expresión preocupada, pero como tenía ambas manos posadas con los dedos meñique e índice extendidos como la Reina Estelar, no parecía muy grave.

“Bueno, de todas formas…” Empezó Chelsea. “El abuelo decía que deberíamos ir al edificio principal, ¿no?”

“Sí, eso creo.”

“Decía que excaváramos alrededor del edificio principal… um, donde el muro fue destruido, ¿verdad?”

Ragi había estado entusiasmado como en un discurso electoral. Mary estaba tan abrumada por su vigor que no había entendido lo que decía. Ella sólo había estado pensando: Bueno, tan sólo debo hacerle caso, y ahora estaban en problemas. Pastel Mary mordió una fruta gris. Ahora los dulces jugos no la hacían feliz. El número de frutas que llevaba había disminuido en una más.

Chelsea mantuvo la pose de Reina Estelar mientras miraba a la fruta gris con expresión severa. Incluso Mary podía predecir que lo que estuviera pensando probablemente no era nada útil. Y eso era porque Mary no estaba pensando en nada útil.

Mary suspiró y dio una palmada en el hombro de Chelsea. Chelsea dio un respingo y miró sorprendida a Mary, con las mejillas enrojecidas mientras daba saltitos hacia atrás. “¡¿Qué estás haciendo?!”

“¿No íbamos al edificio principal?” “Oh… sí.”

“Entonces démonos prisa.”

Ragi se había ganado a Chelsea. Probablemente había habido un montón de cosas que había querido decir, pero cuando Ragi le había sermoneado sobre cómo debía ser una chica mágica, se había convencido. Y entonces Ragi se había desmayado. Chelsea ya no podía replicar. No tuvo más remedio que hacer lo que le habían dicho, a pesar de que seguía sintiendo que en realidad quería hacer otra cosa. Aunque quisiera devolverle el golpe a la diosa, aunque quisiera vengarse de Shepherdspie, no tenía más remedio que aguantarse. Desde donde estaba Mary, la diosa chica mágica y Chelsea eran ambas tan fuertes, estaban diez niveles más allá de su alcance, con una velocidad y un poder tan increíbles que Mary diría que nunca había visto a nadie tan fuerte. Para ella, ni siquiera se trataba de quién era más fuerte: las dos eran fuertes. Quién ganaría o perdería parecía depender sólo de la suerte del momento.

Pero Ragi había dicho que el Chelsea nunca iba a ganar. Y Chelsea, que siempre estaba llena de confianza infundada, no lo había negado. Así que tenía que ser cierto. Mary había experimentado por sí misma el fenómeno por el cual alguien sin práctica en algo veía como iguales a un aficionado de primera clase y a un profesional de primera clase. Pero una vez que uno mismo probaba esa actividad, sabía que había un muro infranqueable. Tanto los que disfrutan con el arte y dibujan siempre que tienen tiempo libre como los estudiantes de escuelas de arte habrían encontrado ese muro en mayor o menor medida.

Mary quería que Chelsea luchara. Mary no estaba acostumbrada a maldecir, pero quería gritarle cuatro o cinco palabras diferentes a la diosa chica mágica, y quería que Chelsea le diera una paliza. No había ninguna razón para que Shepherdspie acabara así: Mary sabía mejor que nadie cómo había ideado su menú y cómo había trabajado para que los invitados se lo pasaran bien. Y aunque Mary había metido mucho la pata, había entregado las invitaciones, limpiado el edificio principal y encargado la comida. Ahora todo eso se había echado a perder. Todo había quedado en nada. Shepherdspie ya no podía suspirar, ni llevarse una mano a la frente, ni mirar al cielo, ni secarse el sudor con un pañuelo.

La cabeza de Mary se arremolinaba con dudas. Pero… Aun así…

No le pareció tan mal que Chelsea luchara por ella porque ella misma no sabía luchar. Es lo obvio, pedir un especialista para algo que no se te da bien en lugar de forzarte a ti mismo. Pero, aun así, era obviamente mejor no hacer que Chelsea luchara contra un enemigo al que no podía vencer. Ragi había dicho lo mismo. Chelsea sabría mejor quién era la chica mágica más fuerte, y Ragi lo sabría mejor que Chelsea, así que eso de que era lo obvio pedir un especialista también era cierto aquí.

Al darse cuenta de que sus ovejas balaban, Mary miró al cielo y vio humo entre los árboles. Estaba lejos. Pero la franja de humo era oscura y espesa. En su mente surgieron una tras otra palabras que le producían malos sentimientos, como violencia, destrucción e injusticia.

Mary pinchó a Chelsea en la parte superior del brazo, y Chelsea chilló y se puso en pie de un salto. “¡¿Qué estás haciendo?!”

“Chelsea, mira.”

Cuando Chelsea vio dónde señalaba, su expresión se volvió rápidamente de preocupación. “¡Es ella! ¡Otra vez está haciendo algo malo!”

“Hey, démonos prisa al edificio principal… Ya que, um, si no llegamos a tiempo… será malo.” A Mary no se le ocurrió nada específico sobre cómo sería malo. No es que no se le ocurriera nada. Simplemente no quería confirmarlo con palabras.