Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 15

Capítulo 20: Imprevisto, Inesperado

Parte 2

◇   Miss Marguerite

Las patas de elefante con el grueso del tronco de un árbol se balanceaban hacia abajo con tal sed de sangre, que ella quería apartar la mirada. Pisotearon sin piedad de un golpe, dos, poniendo todo el peso del cuerpo en ello. El primer pisotón golpeó el hombro derecho de la diosa, el segundo la parte superior del brazo derecho, y entonces las patas de elefante de Clantail se alzaron una última vez para aplastar al enemigo.

Pero incluso mientras la atacaban, la diosa se preparaba. Recibió el primer golpe con fuerza en un hombro, y con el segundo dejó de usar el brazo como escudo. La fuerza, el peso y el poder mágico encima habrían aplastado a una chica mágica, y sólo una diosa podría haber enfrentado esos pisotones con guardias. No importaba romper huesos, ni siquiera rompieron piel.

Los ataques llenos de rabia de Clantail eran poderosos. A veces, la ira de una chica mágica era poder. Pero Marguerite pensó que la fuerza de Clantail no residía en sus poderosos ataques, sino en su versatilidad y flexibilidad. En ese sentido, la forma en que Clantail estaba poniendo ahora un énfasis desproporcionado en el poder de ataque era extremadamente peligrosa. Probablemente incluso estaba olvidando lo importante que era reponer fuerzas, que necesitaba la fruta gris.

Marguerite apuntó al momento en que el brazo derecho, que sujetaba el hacha, se tensaba, y corrió. Se deslizó suavemente entre las piernas de Clantail para asestarle una estocada ultrabaja, que la diosa esquivó con una voltereta, y, un golpe después, el pisotón de Clantail hizo temblar el suelo.

La diosa retrocedió. Clantail se transformó en león y la persiguió, y Marguerite la siguió, saltando de árbol en árbol mientras mantenía una distancia desde la que podía intervenir en cualquier momento.

Marguerite fue a lo largo de una rama de árbol y saltó de un tronco de árbol. Hizo que pareciera que intentaba ponerse detrás de la diosa para pinzarla con Clantail, haciendo que el enemigo se preocupara por ella para suprimir su movimiento. En realidad iba a por otra cosa. Marguerite se agachó profundamente un momento antes de saltar del tronco de un árbol, volando hacia Clantail en una trayectoria aguda. Le rodeó la cintura con un brazo para detenerse de golpe y, a horcajadas sobre el lomo del león, se encaró con la diosa.

“Toma.” Marguerite empujó una fruta gris delante de la cara de Clantail. Incluso sin el daño, habiéndose transformado a voluntad tantas veces corriendo contra el monstruo, se quedaría sin fuerzas.

Clantail se movió ligeramente del cuello hacia arriba, mirando la fruta gris que le tendían.

El voltaje de su ira disminuyó un poco —no mucho, pero sí un poco— y la pequeña luz de la razón se encendió en sus ojos. Una gota de frío cálculo se unió a su apasionado y fuerte deseo de luchar, de derrotar al enemigo. Le decía que, para ganar, tenía que calmarse y comerse la fruta.

Clantail necesitaba imperiosamente la fruta gris en ese momento, como símbolo de calma y de simple reposición. Por eso Marguerite se la tendió. Pero esto también creó una apertura para el enemigo.

Justo cuando Marguerite se la tendió, la diosa se detuvo. Giró la espalda como si copiara la postura de Marguerite cuando había lanzado la roca y, con un movimiento del brazo, arrojó el bastón de Maiya.

Marguerite pateó la espalda de Clantail para saltar hacia arriba. La fruta que no le había dado Clantail la devoró de un mordisco y tiró el tallo a la hierba. Clantail se transformó de tigre en una serpiente que brillaba en negro, aprovechando la diferencia de altura para evitar el bastón.

La forma de su lanzamiento había hecho que pareciese que acababa de lanzar el bastón con ligereza. Pero el bastón de Maiya atravesó el aire más rápido que la velocidad del sonido, haciendo volar ramas y hojas. El lanzamiento fue potente como un cañonazo automático, rompiendo gruesos troncos de árbol y levantando una intensa nube de polvo donde aterrizó.

La evasión era la única respuesta correcta posible. Pero ahora Marguerite no podía darle la fruta a Clantail, y lo más que podía hacer era escapar hacia los árboles. Clantail no tenía reabastecimiento.

En un movimiento fluido, la diosa pasó del lanzamiento al golpe. Clantail deslizó su cola de serpiente para golpear los pies de la diosa, que dio un pequeño salto para esquivarla. Marguerite le lanzó ramas rotas desde lo alto de los árboles, y la diosa las repelió en el aire. Clantail azotó con su cola de serpiente a la diosa desde atrás, y la diosa llevó su hacha derecha detrás de sí para bloquearla, pero Clantail fue cortada por la hoja del hacha, que aun así logró golpearla por la espalda.

La cola de la serpiente negra se volvió marrón grisácea, y su forma también cambió. Unas grandes aletas se movían como si intentara nadar en el aire. Una vez más, la diosa blandió su hacha, y la sangre voló, abriendo las branquias. Y entonces un escalofrío recorrió el cuerpo de la diosa, que dejó de moverse durante un segundo.

Clantail se había transformado de serpiente en anguila eléctrica, enviando una corriente eléctrica a través de ella.

La diosa aterrizó de un salto. Marguerite saltó tras ella y Clantail volvió a transformarse.

Las pinzas gigantes de un escorpión se dirigieron hacia las piernas de la diosa. La diosa apartó de un puntapié la pinza derecha, haciendo añicos el caparazón, y destrozó de un pisotón la izquierda, recibiendo el aguijón envenenado con un cabezazo que destrozó también su caparazón, haciendo que Clantail se arquease hacia atrás. Cuando la diosa estaba a punto de blandir su hacha contra Clantail, Marguerite la empujó, apuntando el arma hacia su cabeza.

Pero Marguerite no tenía intención de atacar ni de ser atacada. Su estocada era una finta. Antes de que el hacha pudiera blandirse, tiró de una liana con la mano derecha para remontar el vuelo hacia los árboles.

El hacha se balanceó hacia abajo. Aunque sólo cortó el aire, la presión de su viento y la onda expansiva hicieron volar por los aires los árboles, las ramas y a Marguerite. Clantail cambió su transformación y se transformó de escorpión en abeja para lanzar veneno desde el extremo de su aguijón, pero la diosa puso la parte plana de su hacha frente a ella como un escudo para bloquearlo.

Mientras Marguerite se alejaba, se agarró a una rama y se deslizó por el tronco del árbol. Corriendo entre los árboles, utilizando el estilo de caminar del Departamento de Inspección para salvar obstáculos, apuntó a la espalda de la diosa.

Clantail se transformó en tigre, saltó hacia atrás para aterrizar, y luego cayó de rodillas como si todas las fuerzas la hubieran abandonado. Apoyando la mano derecha en el suelo para sostener el cuerpo, consiguió de algún modo evitar caer de bruces en el barro, pero, incapaz de levantarse de inmediato, se miró las palmas de las manos con incredulidad.

Estaba mirando a una chica humana. Su transformación se había deshecho. No había durado.

***

◇   Navi Ru

El engranaje roto que era una reliquia del Primer Mago había sido gestionado por el Reino Mágico, junto con las ruinas donde había sido consagrado, pero se había perdido a manos de los ladrones de tumbas.

Sataborn lo había adquirido a través de una dudosa casa de empeños. Si esto se hubiera hecho público, habría existido la obligación de devolverlo. Sataborn no lo había denunciado, y tampoco se había desprendido del objeto, utilizándolo como material de investigación.

Algunos eruditos llamarían a esto el colmo de la blasfemia, o como mínimo un asunto que denunciar a las autoridades. Pero el que había adquirido la reliquia había sido Sataborn. A la vista de su investigación, cualquier fe o reverencia hacia el Primer Mago era basura.

Navi Ru acababa de enterarse de que Sataborn tenía este equipo. Si no hubiera sido por un cúmulo de pequeños golpes de suerte —el descuido de Sataborn, su ignorancia de los caminos del mundo, su cooperación con el Laboratorio, la posición de Navi Ru, que le permitía visitar la isla con frecuencia—, nunca se habría enterado.

Si la presencia del engranaje se hiciera pública debido a la muerte de Sataborn, el engranaje sería recuperado y todo habría terminado. No habría nada que ganar entonces.

Navi buscaba ganancias. Ésa era su especialidad.

Podía oír los intensos sonidos de la destrucción. Navi Ru detuvo un momento su reflexión para mirar hacia el edificio principal.

Clarissa dominaba las pautas de comportamiento de Francesca, así como aquella espada que había sacado de las bóvedas del tesoro, así que no perdería. Las cosas saldrían mejor si la chica mágica que acompañaba a Navi Ru eliminaba a Francesca, en lugar de que él tuviera que usar comandos para detenerla. Ya que no podía matar a todos en esta isla, haría que los acontecimientos se desarrollaran aquí de la forma más natural posible.

Siguieron sonidos de destrucción. Un temblor en el suelo llegó hasta la suela de sus zapatos.

Las olas se lanzaron hacia él y, tras rociarlo con olor a sal y burbujas blancas, retrocedieron.

Se sentía extrañamente inquieto, como si algo imprevisto estuviera a punto de suceder. En su cabeza, examinó cuidadosamente cada dato y llegó a la conclusión de que no debería haber problemas, pero aquella sensación de inquietud seguía sin desaparecer. Navi Ru frotó una fruta gris con la manga y le dio dos mordiscos. Los jugos empezaron a chorrearle por las comisuras de los labios, y se limpió con una servilleta de papel que tenía a mano antes de hacerla bola y arrojarla al arrecife, pero el viento le devolvió la basura y se golpeó la espinilla y cayó al suelo. Chasqueó la lengua, recogió la basura y se la metió en el bolsillo.

Se volvió hacia el lado sur de la isla. En el cielo colgaban estelas de humo negro.

Había más de un imprevisto. Había empezado con no poder usar más la puerta de repuesto, y el incendio que surgió por alguna razón había sido otra cosa, y la situación en la que tenían que seguir comiendo fruta gris para no desmayarse era otra. Había más supervivientes de los que había previsto. Ese chico, Touta Magaoka, se había hecho amigo de Yol, y Nephilia había venido a negociar con él: los dedos de una mano no bastarían para contarlo todo. Pero seguía manteniendo las cosas bajo control.

Navi oyó un gemido y miró hacia él. Mana, tendida en el suelo, mostraba una expresión de dolor mientras se removía. Su presencia también había sido inesperada.

“Es dura.” Murmuró distraídamente para sí. No era investigadora del Departamento de Inspección sólo para aparentar.

Sus pestañas se agitaron arriba y abajo y, poco a poco, sus párpados se abrieron. Navi se arrodilló junto a ella para darse el aire de “Mira, te he salvado” y, una vez consciente, le acercó una fruta gris a la boca.

Al poco rato, Mana abrió los ojos, movió la cara de un lado a otro y, en cuanto vio la fruta, la mordió. Como un animal.

Terminó de comer la fruta gris, luego puso una mano en la rodilla de Navi para levantarse en una posición sentada. “¿Cómo… qué pasó…?”

El suelo volvió a temblar. Los dos miraron hacia el edificio principal.

***

◇   Nephilia

Por supuesto que había razones emocionales por las que había intentado alimentar a Dreamy✰Chelsea, pero no era sólo eso. Nephilia

—más bien, las chicas mágicas independientes en general— siempre y en todo momento buscaban beneficiarse a sí mismas. Dreamy✰Chelsea era alguien a quien podía utilizar.

Mientras alimentaba a Chelsea con fruta gris como una madre pájaro alimenta a sus polluelos, Nephilia consideró.

La primera vez que Nephilia se había cruzado con Navi Ru en esta isla, el hombre estaba sentado en una alfombra mágica que flotaba en el aire. Desde entonces, solía venir acompañado de la alfombra mágica, pero cuando ella lo había visto antes, caminaba por su propio pie. A pesar de tener la carga añadida del maná, no había utilizado la alfombra. Ni siquiera la llevaba.

Había alguna razón por la que Navi Ru se había desprendido de la alfombra mágica. Nephilia no tenía la sensación de que se hubiera debido a un accidente repentino. No había suciedad en su túnica, y tampoco pudo percibir pánico en él. Y, combinando eso con las últimas palabras de Rareko, Nephilia empezó a entender algo.

Llegando a la conclusión de que había utilizado su alfombra voladora para enviar algún tipo de objeto que necesitaba a lo alto para utilizar el cielo como caja fuerte, Nephilia se dio cuenta de lo que debía hacer. Nephilia no podía volar por el cielo. Ren-Ren podía volar, pero estaba con Clarissa. Sería difícil ponerse en contacto con Ren-Ren ahora mismo y conseguir que le diera el objeto.

Así que aquí tenía a Dreamy✰Chelsea. Esta chica mágica loca podía hacer volar objetos con forma de estrella e incluso podía montarse encima de ellos para volar ella misma. Para que Nephilia pudiera adquirir esa cosa que Navi Ru necesitaba y estar en una posición ventajosa sobre él, necesitaba la habilidad de volar de Dreamy✰Chelsea.

Chelsea se levantó sobre los codos y alcanzó la fruta gris, sujetando una para llevársela a la boca. Su color era mucho mejor que cuando era un cadáver. Estaba en forma de chica mágica y sus ojos también habían recuperado la fuerza. Aun así, se trataba de heridas graves que normalmente la habrían enviado directamente al hospital, pero no eran tiempos normales.

Después de eso, devoró cinco frutas grises más antes de poder sentarse con las piernas a los lados y dejar escapar un uff, y después de que Nephilia le limpiara los jugos de las frutas grises de las manos y la boca, Chelsea miró hacia adelante y gritó sorprendida, señalando a Nephilia. “Tú… ¿Por qué…? ¿Será que me salvaste?”

Nephilia soltó una risita. Si lo entendía, las cosas serían más rápidas, así que le explicó.

Le dijo a Chelsea que se había estado muriendo —en realidad, definitivamente había estado muerta, pero como si empezaba a hablar de eso, las cosas se alargarían demasiado, y no era como si Nephilia lo entendiera del todo por sí misma, simplemente lo hizo ver como si se hubiera estado muriendo— y Clarissa y Ren-Ren se habían dirigido a golpear a la diosa chica mágica.

En ese momento, Chelsea intentó levantarse de un salto, pero Nephilia la rodeó con los brazos por la cintura para detenerla. “Si luchas… necesitas…”

“¿Dónde? ¿Dónde está?” “Probablemente… oculto… cielo…”

“¡Entonces tengo que ir a buscarlo! ¡Tenemos que irnos, ahora!

¡Muéstrame!”

Clarissa acabaría con la diosa. No había ninguna razón por la que Chelsea tuviera que esforzarse tanto. Pero al igual que no había cabellos en la cabeza de Navi, no había razones para decirle eso.