Eiyuu Ou (NL)

A pesar de que Inglis había renacido de nuevo a través de poderes divinos, un bebé era algo delicado, apenas capaz de moverse y agotado en cuestión de minutos cuando lo hizo. Antes de su —no, su— primer cumpleaños, ella no podía hacer nada más que vivir como una bebé normal.

Inglis había nacido en House Eucus, una familia caballeresca menor. Su padre, Luke Eucus, era el capitán de los caballeros del señor local, y su madre, Serena, había luchado en su compañía antes de retirarse. Incluso de bebé, Inglis comprendió eso. Todavía no podía hablar, pero podía escuchar.

Cualquiera que sea la conmoción inicial que haya sentido al renacer como niña, el inconveniente de ser tan joven fue mucho más intenso. De todos modos, a Inglis nunca le había importado mucho el género. ¿Cuánto tiempo había pasado desde su vida pasada? ¿Qué había sido del amado Reino Silvare del rey héroe, levantado por la propia mano de Inglis? Por muy ardientes que fueran esas preguntas, su incapacidad para hablar o incluso moverse de forma independiente era mucho más frustrante.

Hoy, la madre de Inglis, Serena, la había puesto en una cuna alrededor del mediodía. Inglis fingió dormir mientras su madre, creyendo que el niño estaba descansando, se mantenía ocupada con las tareas del hogar; estos momentos fueron la oportunidad de Inglis para entrenar un poco. Sin duda, pronto se cansaría y se quedaría dormida…

Hasta entonces, pasó ese corto tiempo entrenando.

Es posible que un bebé no pueda agarrar la empuñadura de una espada, pero había cosas que podía hacer. Incluso cuando era recién nacida, mantuvo las bendiciones de Alistia.

Seguía siendo un caballero divino, mitad humano y mitad dios, revestido de la voluntad divina… Sus poderes estaban intactos, incluida su capacidad para sentir no solo el éter sino también todo lo que implicaba.

El éter era la fuente de todas las cosas. Todo en el mundo estaba compuesto de éter, y solo se diferenciaba en la naturaleza. Incluso el maná, la fuente de la magia, era éter cristalizado.

Tejer el flujo del éter, moldear el mundo a la voluntad de uno, controlar el destino mismo, ese era el poder de lo divino. Era una tarea difícil, mucho más exigente que extraer magia del flujo de maná. También era mucho más poderoso. Cuando el rey Inglis recibió el don de la manipulación del éter, en otra vida, ella era una adulta. Su técnica era tosca, básica. Había sido suficiente para reclamar el título de Rey Héroe y construir el Reino de Silvare, pero…

A pesar de que sus poderes habían sido sobrehumanos, apenas podía raspar la puerta de la posibilidad. Los años que se apresuraron habían hecho a un lado las escasas horas que el rey héroe había querido usar para entrenar. Sin embargo, como Inglis Eucus, tuvo todas las posibilidades de perfeccionar sus habilidades con el éter desde la infancia para superar con creces su vida pasada. Podía perfeccionar el camino del caballero divino, pisar donde incluso los dioses temían.

¿Cuál sería la vista desde esa elevada posición? No tenía idea, pero lo averiguaría. Le habían dado una segunda vida para dominar la espada y no perdería ni un momento.

A pesar de su incapacidad para mover sus propias extremidades, podía manipular el éter. Concentrándose, extendió la mano con su mente. Con el más leve toque de éter, su cuerpo flotó en el aire. Nada mal para un recién nacido. Ahora, para practicar cómo mantener el efecto en su lugar…

O eso pensaba ella, pero parecía que eso no estaba en las cartas por hoy.

Las voces aterrorizadas resonaron en las calles de afuera. “¡Bestias mágicas! ¡Todos, evacuen! ¡Ve al castillo! ”

¿Qué era una bestia mágica? Había escuchado a sus padres mencionarlos de vez en cuando, pero en realidad nunca había visto uno. No habían existido en su vida pasada. ¿Eran algún tipo de monstruo temible?

¡Chris! Salgamos de… ¡Eeek! ¡¿Estás… estás volando ?! ” exclamó su madre cuando irrumpió en la guardería.

¡¿Ella me vio ?! Inglis se acomodó rápidamente en su cuna y comenzó a llorar como distracción. “¡Waaah! ¡Waaah! ”

¡Yo… debo haber estado viendo cosas! De todos modos, ¡tenemos que sacarte de aquí! Si algo te sucediera, no podría… No te preocupes, Inglis. Mami está aquí para llevarte a un lugar seguro “. Tomando a Inglis en sus brazos, Serena salió corriendo de la casa.

¿Podré ver qué es una bestia mágica? Soy mucho más fuerte de lo que era en mi vida pasada. ¡Es una pena que no haya podido probar mis poderes en algo, como un monstruo temible!

Así lo esperaba el bebé Inglis, acunado en los brazos de su madre.

◆  ◇  ◆

Mientras Serena huía hacia el castillo con Inglis, se encontró con alguien que la buscaba en las puertas.

¡Serena! ¡Gracias a Dios, estás a salvo! ”

¡Irina! ¡¿Me estabas esperando ?! ”

Irina era la hermana de Serena, en otras palabras, la tía de Inglis. Las dos hermanas eran cercanas, por lo que Inglis había visto a Irina a menudo. Irina se había casado con el duque Bilford, el señor de la ciudadela de Ymir donde había nacido, y por tanto era duquesa, y Serena se había casado con el capitán de los caballeros del duque Bilford.

Esta era la nueva vida de Inglis: era pariente consanguínea del duque e hija del capitán de sus caballeros. Era una diferencia día y noche con respecto al nacimiento de su vida anterior en una humilde aldea agrícola. Independientemente, no estaba tan preocupada por su estatus social como por lo que podía hacer con él.

“¡Claro que yo estaba! ¡Estaba preocupado!”

“¡Pero no puedes dejar a Rafael y Rafinha solos así! Deben estar muy asustados “.

Irina tenía un hijo y una hija, y la hija, Rafinha, también era una bebé. Inglis había conocido a la chica muchas veces. ¿Rafinha estaba tan molesto por la inconveniencia del cuerpo de un bebé como Inglis? Si tenía la mente de un adulto, seguramente. Sin embargo, eso era poco probable. Probablemente Rafinha no entendía lo que estaba pasando.

“¡Está bien, Rafael está cuidando a Rafinha! ¡Vamos!”

“¡Está bien!”

Serena llevó a Inglis al castillo. El tercer piso era el alojamiento privado de la familia ducal, donde se les proporcionaría refugio. La robusta construcción del castillo era mucho más segura que su casa.

Cuando llegaron a su destino, vieron a un niño de siete u ocho años con un bebé esperándolos.

“¡Madre! ¡Estás seguro!” dijo Rafael, el hijo mayor del duque Bilford y presunto heredero. Era un chico de aspecto inteligente con cabello oscuro y ojos oscuros.

“Rafael, ¿Rafinha está a salvo?”

“¡Sí, ella está aquí! Ella está siendo una buena chica “.

“Veo. Bien entonces.” Irina se volvió hacia Serena. “Esperemos aquí hasta que los caballeros ahuyenten a las bestias mágicas”.

—Como dices —asintió Serena mientras ambas madres se saludaban con la cabeza.

Desde los brazos de su madre, Inglis fijó su mirada en la escena exterior. La habitación tenía una buena vista. Desde aquí podía ver la batalla en la parte superior de las murallas que rodeaban la ciudad. Había un monstruo gigantesco parecido a un lagarto varias veces más grande que un humano. Un par de alas duras, en forma de cuchillas, sobresalían de su espalda, y su frente, cuello y espalda estaban tachonados con protuberancias cristalizadas parecidas a gemas de colores mezclados, que iban del rojo al agua y al púrpura. Inglis se preguntó si esas cosas parecidas a gemas en su cuerpo eran la razón por la que se la llamaba bestia mágica. Incluso desde la distancia, la forma en que brillaban esas gemas implicaba que eran maná condensado.