Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 7: Nutrientes, Nutrientes, Nutrientes, Nutrientes Insuficientes

Parte 3

◇   John Shepherdspie

Al recuperar la conciencia, lo primero que vio Shepherdspie fue el cielo estrellado a través de la copa de los árboles. La visión del paisaje circundante y la luz vacilante le arrancaron un suspiro. Este debía ser el tipo de belleza que inspiraría sentimientos poéticos. Si hubiera tenido una pluma y un papel a mano, tal vez habría exprimido una línea. Shepherdspie dejó escapar un ohhh y escuchó un murmullo a su alrededor.

Lo bajaron suavemente. Alguien lo había cargado en su espalda.

Algunas chicas le miraban desde arriba. Sus hermosos rostros formaban un círculo alrededor de su campo de visión con la luz de la luna filtrándose a través de las ramas en el fondo, formando una escena evocadora; si sólo se cortaba esa parte, podría pensar que estaba en el cielo o algo así a pesar de sus expresiones igualmente sombrías.

A Shepherdspie le dolía la nuca, le retumbaba el estómago y sentía la espalda fría y asquerosa. “¿Dónde estoy…?” Gimió.

“Hubo una emergencia y dejamos el edificio principal.” Dijo Marguerite con sencillez.

“¿Crees que puedes moverte?” Preguntó Mana con preocupación. 7753 habló a continuación. “Um… ¿estás bien?”

“Mei quiere fruta.” Dijo Tepsekemei.

Sólo por preguntar una cosa, recibió respuestas de cuatro personas diferentes. No sólo Shepherdspie acababa de despertar, sino que un incidente tras otro le había agotado mentalmente, y ya no tenía suficiente espacio mental para considerar y digerir cuidadosamente las respuestas de cuatro personas diferentes. A quien debía dirigirse era probablemente a Mana. Tenía una impresión un poco fría de Marguerite; más bien, que era un poco temible y difícil de abordar. Tepsekemei le resultaba algo incomprensible, y 7753 no parecía alguien con quien se pudiera contar.

Shepherdspie se levantó y se limpió la frente con un pañuelo. “¿Por qué dejaste el edificio principal?”

“Fue atacado.” Respondió Mana.

“¿Eh? ¿Qué? ¿Eh? ¿Fue atacado? ¿Por quién?”

“Por quien mató a Maiya y destruyó las puertas, probablemente.” “Espera; espera sólo un momento… ¿Eh…? No puedo creerlo.

Dame un momento.” Shepherdspie miró de una chica a otra, pero todas estaban igual de serias. Parecía que esto no era una mentira o una broma. Entonces se dio cuenta de que algo iba mal. No había suficientes personas, ni mucho menos. Faltaban Ragi, Navi, Agri, Yol y Touta, y aparte de Marguerite, tampoco estaba ni una sola de las chicas mágicas que esa gente había traído. “¿Eh…? No puede ser. No puede ser… Los otros…”

“No, huyeron.” Mana corrigió su suposición. “Están dispersos por toda la isla, pero no sabemos dónde están.”

“Oh, ya veo. Eso es bueno… Bueno, no es bueno que no sepamos dónde están, pero es bueno que estén a salvo… ¿Es bueno?”

“… Bueno, mejor que ser herido o estar muerto.” “Ohhh, sí. Por supuesto.”

A base de pedir información y explicaciones adicionales, poco a poco, Shepherdspie fue comprendiendo la situación. Habían sido atacados por el malo que había atrapado a Maiya, y Shepherdspie se había desmayado. Los que no estaban con ellos habían huido en diferentes direcciones, y los que se quedaron habían llevado a Shepherdspie inconsciente mientras buscaban frutas grises. Al principio, Shepherdspie se sintió agradecido por su suerte, pensando que era algo bueno que no hubiese muerto, pero sus sentimientos se volvieron sombríos cuando recordó que no se trataba realmente de buena suerte, sino más bien de un resquicio de esperanza. Pero fuera lo que fuera que fueran a hacer, primero tenían que encontrar alguna fruta gris.

Shepherdspie miró al cielo. No era un buen lugar desde el que mirar, ya que las ramas de los árboles y las nubes le ocultaban el cielo estrellado. ¿Estaban a salvo Pastel Mary y Dreamy✰Chelsea?

¿Alguien se había llevado a Mary, o se había escapado con la fruta gris? Con cosas así, lo segundo sería mejor. Si se había escapado con la fruta, entonces se trataba de Mary, así que seguramente lo habría hecho por sentirse indefensa y asustada, entrando en un pánico que la había llevado a cometer el acto. Probablemente también se habría caído un par de veces mientras llevaba la fruta. Shepherdspie habría querido que ella le dijera algo antes de huir, si era posible, pero realmente no podía confiar en que Mary lo viera como un patrón con el que pudiera contar. Todo lo que Shepherdspie podía hacer era, como mínimo, rezar para que Chelsea la hubiera encontrado.

***

Ahora que Shepherdspie estaba despierto, vino inmediatamente a compartir sus problemas.

Miss Marguerite había pensado que sería mejor conseguir primero algunas frutas grises, en lugar de quedarse más tiempo en el edificio principal medio destruido, y Mana había estado de acuerdo. Habían descubierto algo de fruta en el camino de vuelta al escuchar la voz del cadáver de Maiya, así que se habían dirigido a recoger ese puñado de fruta gris que aún quedaba sin cosechar. Habían dudado sobre si trasladar al inconsciente Shepherdspie de forma demasiado irreflexiva, pero habían pensado que dejarlo allí sería aún más peligroso. Por desgracia, su búsqueda había sido infructuosa. Todas las frutas grises que debían seguir en el árbol habían sido arrancadas por otra persona.

Ahora Mana y los demás estaban en problemas. No sabían dónde encontrarlas. Casi todas aquellas alrededor del edificio principal ya había sido cosechadas. Shepherdspie había llegado justo cuando estaban realmente atascados en cuanto a qué hacer, lo que les trajo al presente.

“Um… ¿conoces algún lugar donde pueda haber muchos frutos grises creciendo?” 7753 preguntó tímidamente.

“Bueno… si lo supiera, lo habría dicho cuando estábamos en el edificio principal.” Respondió Shepherdspie.

“Por supuesto… lo siento.”

Aunque sabía algunas cosas sobre la isla, era sólo un poco más que los otros herederos. Su conocimiento no podía compararse con el del dueño original de la isla, su tío Sataborn. Ragi debía saber más sobre los sistemas de la isla, mientras que Rareko sabría más sobre las puertas. La única cosa en la que Shepherdspie tenía confianza era la cocina, y ese tipo de conocimiento no iba a ser útil ahora mismo.

“Pero…” Shepherdspie se quedó sin palabras.

“¿Pero?” 7753 se hizo eco.

“Eché un vistazo casual a la isla, más o menos. Creo que entonces vi algunas frutas grises.”

“¿Oh?”

“No lo recuerdo del todo bien.” “Ahhh, sí. Lo siento.” Dijo 7753.

“Pero.” Siguió Mana. “Incluso un recuerdo vago sigue siendo un recuerdo.”

“Bueno, supongo.” Dijo Shepherdspie.

“Eso tiene que ser más fiable que lo que tenemos, que es nada.”

Hay un dicho que dice que una persona que se está ahogando se aferra incluso a un clavo ardiendo. Eso parecía adecuado para esta situación, pero Shepherdspie no lo diría en voz alta. Se cruzó de brazos, echó la mandíbula hacia atrás y gimió, haciendo oscilar su bigote. “Hmm… Mis recuerdos son extremadamente vagos, ya sabes. Bueno, um, podemos ir a intentarlo, pero ¿no sería malo que acabara siendo una pérdida de tiempo?”

“Vamos a intentarlo, aunque creamos que es poco probable.” Dijo Mana. “No tenemos otras opciones.”

Shepherdspie asintió y se puso en pie. Tenían que conseguir algunas frutas grises, o realmente se quedarían sin opciones. Como dijo Mana, aunque les pareciera poco probable, ir era mejor que no intentarlo.

“Entonces vamos.” Shepherdspie cantó y agitó las manos, pero en el proceso se golpeó los dedos con un árbol y gimió, interrumpiendo su canto. Se aclaró la garganta en silencio y esta vez comprobó que no había nada alrededor antes de cantar algo en una lengua antigua y trazar un cuadrado mágico con los dedos. Tras acumular poder, se tocó el dedo índice derecho entre los ojos. No estaba haciendo gran cosa. Era un hechizo para energizar la mente. Le ayudaría a recordar un poco.

Su mente se despejó. O se sentía como si lo hiciera.

“Por aquí… probablemente.” Dijo Shepherdspie.

En un principio, el recuerdo había sido tenue y vago, como si lo arrastraran vacilantemente en múltiples direcciones, pero aun así era mejor que nada.

Por primera vez en mucho tiempo, Shepherdspie puso todo su empeño en algo que no fuera cocinar. Le vinieron a la mente recuerdos que normalmente ni siquiera recordaba, como la vez que alquiló a unos demonios guardianes para que echaran un vistazo a la isla, retorciéndose de ansiedad todo el tiempo, o cuando trató de leer los viejos registros de su tío, sólo para rendirse después de unas pocas páginas sobre la flora de la isla.

“Me alegro de que esté con nosotros, Sr. Shepherdspie.” Dijo 7753. Sus palabras añadieron aún más presión. Sintió que el estómago se le revolvía.

Siguiendo su tenue recuerdo de: Creo que fue por aquí; debería ser por aquí, movió sus pies hacia adelante. Las expresiones de las chicas mágicas estaban tensas y alerta.

Entonces Tepsekemei giró en el aire, pegó su nariz al cielo y olfateó. “Este olor.” Salió delante de Shepherdspie, tomando la delantera en lugar de él.

Cualquier mago sabría que las chicas mágicas tienen sentidos agudos. También había oído que la primera que había recogido fruta gris y se había comido una había sido Tepsekemei. Shepherdspie apretó mentalmente el puño, pensando: Esto suena bastante esperanzador.

Pero las esperanzas de Shepherdspie se desvanecieron rápidamente.

“¿Estás segura de que es esto?” Preguntó.

“Sí.” Respondió Tepsekemei.

“Ah… parece que estas acaban de ser recogidas. Puedes ver las señales.” Dijo Mana.

“Aquí queda un trozo de fruta.” Añadió Marguerite.

“Se llevaron todo.” Gimió Shepherdspie.

Tuvieron que pasar por la absoluta desgracia de recoger las sobras y lamer los jugos restantes de los lugares donde se había arrancado la fruta, pero se repusieron mínimamente, y Shepherdspie volvió a partir al frente de la comitiva.

Después de avanzar un rato, Tepsekemei giró en el aire, pegó su nariz al cielo y olfateó. “Este olor.”

En privado, Shepherdspie estaba agradecido por esta rara fortuna. Ya era bastante afortunado haber encontrado algo una vez basándose en sus vagos recuerdos, y ahora habían descubierto fruta gris dos veces en un corto espacio de tiempo esa noche. Esto tenía que ser en parte porque Tepsekemei tenía un buen olfato, pero seguía siendo una suerte.

Cuando se apresuraron a llegar al lugar con mucho ánimo, encontraron que, una vez más, todo había sido arrancado del árbol y llevado.

“¿Otra vez…?” Mana gimió.

“La manera de cosechar parece más dura que la última vez.” Comentó Marguerite.

“Oh, una cayó aquí…” Dijo 7753. “¡Hey, Mei! ¡Esa la vamos a compartir! ¡No comas sin preguntar!”

¿Por qué estaba ocurriendo algo así? ¿Cómo se había llegado a esto? Shepherdspie no lo sabía. Miró al cielo y esperó que el zumbido de los insectos ocultara el sonido de su suspiro.