Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 4: Chicas Mágicas Con Ropa Normal

Parte 3

 

 

◇   Kotori Nanaya

Había cometido un gran error. Últimamente, permanecer en forma de chica mágica le había traído problemas tanto en su trabajo como en su vida privada. Si no se des transformaba nunca, su vestimenta antes de la transformación se volvía naturalmente más descuidada, y dejaba de maquillarse y de peinarse, y ni siquiera se ponía zapatos, y con la excusa de que no lo necesitaba si era una chica mágica, Kotori se había vuelto cada vez más descuidada. Y todo eso la había llevado hasta ahora. No había planeado des transformarse, así que no había traído ropa. Había traído un traje de baño porque había oído que iban a una isla, pero ¿cómo iba a ponérselo ahora? Además, era de la talla de 7753, así que le quedaría pequeño.

Todas las demás llevaban uniformes escolares y ropa formal. Estaban muy bien arregladas. Algunas llevaban ropa informal, pero era todavía ropa con la que podían salir a la calle. La que llevaba el traje de sirvienta no podía llevarlo por diversión; tenía que ser su uniforme de trabajo. En otras palabras, tenía un aire digno.

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La única en pijama y sin maquillaje era 7753—Kotori Nanaya. Todas las demás seguramente la habían registrado como “la divertidísima mujer del pijama” o “la chica mágica del pijama”. Pero esta situación era lo suficientemente grave como para que la desgracia de Kotori fuera trivial en comparación.

Algo poco claro había sucedido que había provocado el colapso de los magos y las des transformaciones de las chicas mágicas. Este suceso poco claro sólo podía expresarse como algo, y a pesar de contar con una alineación de chicas mágicas veteranas que parecían ser mucho más fiables que Kotori, todas ellas no tenían ni idea. Incluso si quisieran intentar preguntar a los magos, Ragi, que parecía que sería el más informado, seguido de Navi, estaban ambos completamente inconscientes. Yol se esforzaba por mantener los ojos abiertos, mientras que Agri y Mana podían, de alguna manera, pronunciar palabras. Pero a pesar de las diferencias en sus síntomas, todos estaban incapacitados. Sólo Touta caminaba sin ninguna dificultad especial, pero era básicamente un niño normal, y no tenía ninguna ayuda o conocimiento que ofrecer.

Todos los magos —aunque esto no pareciera una amenaza inmediata para sus vidas— se encontraban en un estado bastante grave. Y aunque las chicas mágicas se movían, también se encontraban en una situación grave. Habían dado por sentadas sus habilidades físicas y su magia, pero ahora no podían utilizarlas. Eran unas mujeres indefensas atrapadas en una isla aislada en medio del océano donde también había animales salvajes sueltos.

Aunque se habían reunido con las dos chicas mágicas que trabajaban en la finca, básicamente estaban igual de despistadas. Tampoco sabían nada de la isla. Dijeron que su jefe debería saberlo, pero aún estaba dormido y no se despertaba. Así que decidieron comer para reponer fuerzas primero, pero Kotori ni siquiera pudo procesar el sabor como bueno o malo y se limitó a forzarlo.

El tiempo pasó inútilmente mientras deambulaban confundidas hasta que cayó la noche, y como no podían estar caminando en la oscuridad, decidieron tomar un descanso por ahora. Pero la llegada del amanecer no resolvió nada, y los magos seguían profundamente dormidos. Tepsekemei tampoco había vuelto.

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Kotori estaba preocupada por Mana, pero también por Tepsekemei. Todas las demás chicas mágicas habían sido humanas en un principio, por lo que habían podido reunirse; Tepsekemei era originalmente una tortuga y tendría dificultades para acudir a ellas. Pero esta isla era tan grande que sería difícil buscar una sola tortuga. Si su transformación se había deshecho mientras volaba por el aire, en el peor de los casos, cuando llegó allí dejo de pensar, Kotori sacudió la cabeza.

Estará bien, estará bien, estará bien; Mei es fuerte. Y también tiene suerte. Ella no va a…

Nephilia, Love Me Ren-Ren, Rareko y Maiya se armaron con un atizador, un hacha, una pala y una palanca y se dirigieron a la puerta a primera hora de la mañana. La utilizarían para volver al mundo exterior y buscar ayuda. Dreamy✰Chelsea y Pastel Mary investigarían la finca, mientras que Kotori vigilaba a los magos en el anexo y montaba guardia allí. Aunque Clantail y Clarissa Toothedge también se quedaron atrás, ambas eran demasiado pequeñas para defender nada. Las únicas en las que podía confiar eran Miss Marguerite y ella misma.

La mirada de Kotori se dirigió al objeto que tenía en las manos. El martillo brillaba débilmente bajo la luz del sol que entraba por la ventana, y parecía más pesado de lo que realmente pesaba. Su mano izquierda sostenía una tapa de olla. Sujetaba ambos objetos por los mangos de madera, pero no sentía el calor de ninguno de ellos. Se los habían dado para protegerse de las bestias, pero ¿hasta qué punto serían útiles? Incluso en su forma de chica mágica, no era buena para las cosas difíciles. ¿Podría usarlas para algo más que para la carpintería o la cocina? Sólo pensar en ello le hacía sentir el corazón y el estómago más pesados. Al menos se habría sentido mejor si hubiera podido transformarse, pero ni siquiera podía hacerlo.

Desde el incidente en Ciudad B, pasaba más tiempo como chica mágica, incluso fuera del horario de trabajo. Había perdido sus viejos hábitos de des transformarse para ir de compras o para ir a la peluquería. Cada vez que recordaba las caras de las chicas mágicas que había conocido durante aquel incidente, le dolía como si la hubieran abierto en canal. Mientras estuviera en forma de chica mágica, se aliviaría el dolor.

Tal vez eso era sólo huir. Kotori no podía negarlo. Vivir con Tepsekemei, una chica mágica de Ciudad B, la obligaba a recordar todo el tiempo. No, estaba segura de que eso también era una excusa. El incidente habría permanecido en su mente tanto si Tepsekemei estaba allí como si no.

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No había escapatoria en esta isla. Kotori seguía asustada y humana, preocupada por las desaparecida Tepsekemei y Mana, que no podían levantarse, y lo único que podía hacer era permanecer pacientemente en la entrada del anexo.

“Um.”

Kotori se giró para ver a la chica con gafas y coletas trenzadas que estaba allí. No pudo saber si la chica tenía expresión o no. Tenía la estatura de una estudiante de escuela media o más joven, y su cara parecía de escuela media o de primer año de escuela secundaria como mucho, pero superficialmente parecía mucho más tranquila que Kotori.

“Um… eres Clantail, ¿verdad?” Kotori sintió que era raro llamar a una humana por un nombre de chica mágica, pero no sabía su nombre como humana, y sería raro preguntarlo ahora, así que no había más remedio que llamarla así. “¿Ha pasado algo?”

“Una llamada.” “¿Eh…? Ahhh.”

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No se trataba de una chica de pocas palabras: aquí no había suficientes palabras. No había sujeto ni verbo. Pero Kotori se lo imaginó. No había mucha gente aquí que llamara a Kotori específicamente.

“Lo siento, ¿puedo pedirte que te encargues de las cosas aquí por un tiempo?” Kotori se inclinó ante Clantail, que asintió. Luego, Kotori recorrió el pasillo para abrir la puerta del gran salón. Allí había un montón de sofás donde los magos yacían sin fuerzas. Tal vez hubiera sido mejor que descansaran en las camas de sus habitaciones separadas, pero como no tenían suficiente gente para vigilar a cuatro magos por separado, se vieron obligadas a tumbarlos en los sofás del salón y ponerles mantas encima.

La chica de la falda con tirantes la miró y levantó el pulgar derecho para indicar que estaba detrás de ella. Era un gesto totalmente incongruente para una niña de primaria, pero al imaginar su forma original, le pareció correcto. La mujer de la camiseta larga con letras impresas en inglés la miró y volvió inmediatamente a su tarea de abanicar al anciano. Aunque no podía ser mucho mayor que Kotori, parecía mucho más digna.

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Kotori pasó al lado de Touta, que se estaba limpiando el sudor que caía a borbotones por la frente de Navi (aunque era difícil saber cuánto de eso era la frente), y se dirigió a la chica que estaba tumbada en el sofá del fondo. “¿Mana?”

“Tengo una petición…” Dijo Mana, como si luchase para decir aquello. El solo mirarla era doloroso, y Kotori quería decirle: “Por favor, tómatelo con calma y descansa”, pero la firme luz de la voluntad brillaba en los ojos de Mana. No había llamado a Kotori porque le doliera o porque sufriera. Era la mirada de alguien con un objetivo.

“Llévame… a mi habitación.” Jadeó Mana. Incluso el hecho de que salieran unas cuantas palabras roncas y entrecortadas era lo máximo que podía conseguir. Kotori acercó su oído a los labios de Mana.

“Llévame… a mi habitación.” Repitió Mana.

“¿Estarás bien?” Le preguntó Kotori.

“Mi especialidad… es la… farmacéutica. En mis maletas…” “Oh, entonces podría traer tus maletas aquí…”

“No.” Un claro rechazo. También lo dijo un poco más alto.

Kotori apartó la oreja de los labios de Mana y la miró. La expresión de Mana era firme, diciendo que no cambiaría su decisión.

Kotori se aclaró la garganta, tomó el brazo de Mana y lo llevó detrás de su propia cabeza. Colocando un brazo alrededor de los hombros de Mana, Kotori consiguió de algún modo que se levantara, pero Mana apenas se sostenía. Pasando el otro brazo por detrás de su muslo, Kotori la levantó de un tirón. Kotori no era tan fuerte, pero Mana era tan ligera como parecía, y parecía que apenas podía llevarla a su habitación.

“Espera, ¿a dónde vas?” Dijo una voz desde atrás.

Sin volverse, Kotori respondió: “Mana dice que quiere comprobar si hay algo útil en sus maletas.”

Sintió movimiento en la dirección de Marguerite. “¿No sería mejor traerle las maletas, en lugar de obligarla a moverse?”

“Dijo que no quería que otros movieran sus cosas… Estoy segura de que hay drogas que serían peligrosas si se mezclan y cosas así.”

Ella sintió una presencia de pie donde antes había visto a Touta.

“Um, ayudaré… si no te importa.”

Y ahora Touta. Kotori estaba agradecida por su amabilidad, pero ahora mismo no quería que le siguiera. “Está bien, está bien. Soy más fuerte de lo que parece.” Kotori avanzó con pesades para enfatizar aún más su fuerza.

Pero una presencia detrás de ella se puso en pie y se acercó. Kotori oyó los pasos alfombrados de un niño y se estremeció. “Además, a Mana no le gusta que la toquen otras personas.” Dijo. Luego siguió con: “Pasó mucho tiempo antes de que me dejara tocarla.”

La presencia detrás de ella se detuvo, luego volvió a su posición original y se sentó. Kotori se disculpó en silencio ante la presencia vagamente abatida. Se había convertido en una mejor mentirosa de lo que solía ser. Cuando Tepsekemei le hacía preguntas difíciles de responder, las esquivaba con respuestas hechas al paso, y a pesar de saber que Mana estaba investigando el incidente de Ciudad B, Kotori mantenía la boca cerrada sobre haber estado en contacto con Pythie Frederica para una misión de Recursos de Chicas Mágicas. Todo era miserable y turbio.

Kotori había hecho ver que estaba tranquila mientras estaba en el gran salón, pero una vez que salió del patio, estaba jadeando mientras cargaba a Mana. Aunque no fuera pesada, Kotori apenas hacía ejercicio mientras era humana, así que era literalmente una carga insoportable. Jadeando con fuerza, abrió la puerta de la habitación de Mana, pero aun así no la tiró al suelo, colocando a Mana con cautela en la cama. El equipaje de Mana no era nada femenino, un bolso negro de Boston y una maleta blanca como la leche, pero no se podía negar que eran muy propio de ella.

“¿Es este? ¿Este?” Señalando la bolsa, Kotori siguió la dirección de Mana —su asentimiento— y la abrió. Kotori revisó uno a uno los objetos que contenía hasta que sacó un estuche de plástico marrón oscuro de la bolsa de Boston. Clavó las uñas en el cierre del maletín para abrirlo. No estaba acostumbrada a manejar este tipo de herramientas, por lo que se sentía extrañamente nerviosa, y se secaba con el pulgar el sudor que le caía por las mejillas. El minúsculo maletín medía apenas diez por diez centímetros, con una hilera de delgadas ampollas en su interior. Mana aún tenía más instrucciones. Además de las ampollas, también había traído agujas y un fino tubo de goma negro. Mana intentó apoyarse en los brazos y Kotori se apresuró a ayudarla.

Kotori levantó a Mana y siguió sus instrucciones —su voz era tan silenciosa como el zumbido de un mosquito—, subiendo la manga de la bata de Mana hasta el hombro y luego envolviendo fuertemente su bíceps izquierdo con tubos de goma. Kotori no pudo hacer el resto, ni siquiera con las instrucciones. Respirando con dificultad, Mana rompió una ampolla, introdujo la aguja y extrajo el contenido. Se llevó la aguja al brazo con manos temblorosas y, aunque dudó un par de veces, la clavó justo en una vena que había surgido de la restricción del tubo de goma. El émbolo empujó el líquido translúcido, disminuyendo su volumen hasta agotarlo. Kotori observaba, sin poder detenerla. Ni siquiera sabía si esto era algo bueno o malo. Una vez, Mana se había fortalecido con drogas para luchar contra una chica mágica increíblemente poderosa. Después se había desmayado y había ido directamente al hospital. Por supuesto, no iba a usar lo mismo que aquella vez. Al menos, Kotori no lo creía, pero no podía asegurarlo.

Mana levantó lentamente la barbilla y miró al techo. Apretó los labios y exhaló una bocanada de aire que acabó convirtiéndose en un largo suspiro mientras Kotori la observaba, sudando a mares. Mana exhaló de forma especialmente profunda, y cuando se volvió hacia Kotori, parecía un poco refrescada y vigorizada, y tenía las mejillas rosadas.





Kotori también dejó escapar un largo suspiro y agarró a Mana por los hombros. “¿Estás bien? No pasa nada raro, ¿verdad? ¿No estás consumiendo ninguna droga rara?”

La expresión de ojos brillantes de Mana se convirtió inmediatamente en un ceño fruncido mientras apartaba las manos de Kotori. “¡Deja de preocuparte por tonterías!”

“Quiero decir, por supuesto que me voy a preocupar. Terminaste en el hospital por hacer eso antes, ¿no?”

“Este es un tipo diferente de medicamento. El que he usado esta vez es sólo un suplemento nutricional.”

“Sólo un suplemento nutricional… ¿No es eso lo que dicen todos los que usan drogas peligrosas?”

“¿Qué sentido tendría mentir sobre algo así? Realmente es sólo un suplemento nutricional. Pero no para el cuerpo. Ha repuesto mi poder mágico.”

“¿Tu poder mágico?”

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“Esto debe significar que la razón por la que todos los magos colapsaron y las transformaciones de las chicas mágicas se deshicieron fue que el poder mágico de sus cuerpos se secó. Voy a probar un poco más.” Mana sacó una segunda aguja. Sacando la droga líquida de una ampolla, intentó sujetar el brazo de Kotori, pero ésta se asustó y apartó la mano.

“¿Qué estás haciendo? ¡No lo hagas!”

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“¡No es veneno! Relájate. Si esto hace que vuelvas a ser una chica mágica, entonces sabremos la causa.” Mana le sujetó la muñeca con tanta fuerza que le dolió y la acercó.

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Desde que Kotori podía recordar, nunca le habían gustado las agujas, pero no podía negarse a ello. Recordaba con cariño cuando era una niña y podía decir directamente que odiaba las agujas.

“¿Qué pasa con el desinfectante?” Preguntó Kotori.

“No es necesario con estas jeringas.”

“¿Qué tal si usas un tubo de goma, como hiciste antes?” “Tienes venas gruesas, y son fáciles de ver.”

Kotori se dio por vencida, arrugando la cara y cerrando los ojos. Sintió un dolor literalmente punzante y la sensación de un objeto extraño entrando en su brazo, frío, asco, malestar y varios otros sentimientos negativos, y cuando sintió que la aguja salía, finalmente abrió los ojos. Aunque el brazo izquierdo todavía le dolía un poco, eso era todo. Cuando miró su brazo, había un pequeño punto rojo. Tal vez Mana fuera mejor administrando inyecciones que el médico al que Kotori solía acudir.

Kotori agitó el brazo. No se sentía peor, pero tampoco mejor. Si era como decía Mana, debería haber recuperado un poco de poder mágico, pero no era como si hubiera sentido una sensación de pérdida o fatiga cuando se había quedado sin poder transformarse en primer lugar: la transformación se había deshecho espontáneamente, y luego no había podido volver a transformarse. Kotori intentó transformarse para poder decir: “No parece que puedas resolver esto con una sola aguja”, pero funcionó. Al igual que cuando su transformación se había deshecho, Kotori pudo transformarse con total naturalidad en la chica mágica 7753.

Se quedó boquiabierta durante unos segundos. Entonces, al ver sus brazos y piernas, su traje, su voluminosa cabellera y sus gafas, que podría llamarse su salvavidas, gritó, y Mana saltó sobre ella y le tapó la boca.

“No grites. Silencio.” “No, pero, quiero decir…”

“Está permitido que te asombres o te sorprendas, pero baja la voz.

¿Entendido?” Tras esa advertencia, Mana retiró la mano. 7753 se dio la vuelta, pero cuando extendió la mano hacia el pomo de la puerta, esta vez, Mana capturó su muñeca. “Escúchame. No hagas un escándalo. Quédate aquí.”

“Pero tenemos que decírselo a todo el mundo.”

“Sólo cuando averigüemos a quién está bien decírselo.”

7753 empezó a protestar: “¿Es este el momento de hacer algo así?”, pero luego cerró la boca. Mana parecía muy seria, y no iba a escuchar ninguna discusión. Mana, que se diría que era la más débil, la acercó y 7753 se sentó a su lado en las sábanas.

Mana se acercó y bajó la voz. “Voy a hacer que los revises.”

“¿Revisarlos?” 7753 no entendió lo que intentaba decir. Los magos estaban fuera en los sofás gimiendo, y tenían que salvarlos cuanto antes. Y las chicas mágicas habían salido de la mansión y podían estar en peligro ahí fuera, así que por supuesto sería bueno que pudieran transformarse. Lo más seguro sería que 7753 saliera a ayudar. También tenía que salvar a Tepsekemei—

Mana se golpeó el muslo, interrumpiendo el hilo de pensamiento de 7753. “No te apresures. Prioriza la comprobación con tus gafas sobre todo lo demás.”

“Como he dicho, ¿comprobar qué?”

“Comprueba si alguien ha causado este desastre. Podemos informar a la gente sobre la causa y cómo arreglarlo después de que sepamos con seguridad que ellos no lo hicieron. También deberíamos fingir que, hasta entonces, somos impotentes.”

7753 masticó el significado de las palabras de Mana y tardó unos segundos en digerirlas. Sus ojos se abrieron de par en par. “¡Espera,

¿quieres decir que alguien ha provocado esto?!” “No grites.”

“Oh, lo siento.”

“Tal vez alguien hizo esto, y tal vez no. Por eso vamos a comprobarlo. Si alguien causó esto, no voy a dejar que se salgan con la suya.”

La chica maga que había quedado tendida y gimiendo había desaparecido. Ahora, había un investigadora que, como miembro del Departamento de Inspección, no iba a dejar que un villano hiciera lo que quisiera. 7753 se mordió el labio asintiendo un poco. Había arrugas en las sábanas blancas.

7753 también debía ser una de las chicas mágicas que habían luchado en Ciudad B. Aunque hubiera sido por poco tiempo, había abandonado las consideraciones sobre su seguridad personal para enfrentarse a temibles enemigos con el fin de proteger la ciudad, para apoyar a las chicas que habían protegido la ciudad. Había estado huyendo de esos recuerdos porque eran dolorosos y difíciles, y esta vez se había puesto a pensar en esto como si fueran unas vacaciones o un viaje divertido, y como una de las compañeras de Mana, estaba toda confundida.

Mana era diferente. Ella no huía, y no trataba de olvidar. Intentaba ser una investigadora más fuerte—seguramente, una lo suficientemente importante como para que Hana Gekokujou no se hubiera avergonzado de ella.

“Entendido. Lo haré. Me voy.” 7753 estaba a punto de levantarse, y esta vez, Mana agarró el dobladillo de su traje.

“¿Cómo vas a explicarlo si vas como una chica mágica?” “Oh, por supuesto… ¿Pero qué debo hacer?”

“Quítate las gafas y deshaz tu transformación. Deja las gafas por separado, como un objeto.”

“Ya veo… Um… así que en otras palabras… ¿ajusto la configuración de las gafas de antemano, y luego reviso a la gente a través de las gafas cuando no están mirando?”

“Bien, ya vas captando la idea.”

“¿Qué parámetros debo configurar en las gafas?”

“¿Puedes hacer que comprueben el nivel de comprensión de este incidente?”

“Creo que eso se puede comprobar a través del número de corazones que se muestran.”

“Entonces que sea eso. Si son los culpables, entonces por supuesto su nivel de comprensión será alto. E incluso si no son los culpables… si esta situación fue causada por algún tipo de coincidencia y ellos lo saben y no están diciendo nada, puedes llamarlo se culpable por omisión.”

En primer lugar, 7753 miraría a las personas que seguían en el anexo. Si nadie era culpable, Mana compartiría toda la droga que pudiera. A continuación, 7753 saldría a buscar al grupo que se había dirigido a las puertas y comprobaría si estaban limpios o no.

“Pero a pesar de todo, sé rápida.” Dijo Mana. “No es bueno dejar las cosas así.”

“Sí, por supuesto.”

“Dejando de lado a los demás, el viejo morirá.”

“Pero…” 7753 no podía decir que había escuchado que él era mucho más vivaz en su vejez que un mago que nunca hacía ejercicio y sólo tenía la juventud de su lado. Tras dudar un poco, decidió expresarlo de forma ligeramente diferente. “… Sin embargo, he oído que es un anciano vivaz y con buena salud.”

“Aparentemente, hay algunas preocupaciones sobre su salud.” “¿Ah, sí?”

“Hace unos años nos hicieron un chequeo médico y, cuando le dieron los resultados, despotricó sobre que ‘esto debe ser un error; no me den esta tontería’…”

Uno pensaría que no sería así con respecto a su propia salud, pero ahí también estaba siendo escandaloso.

“Entonces actuaré rápido.” Dijo 7753. “Um, ¿cuánto tiempo durará esta droga?”

“No sé. No esperaba algo así. Ni siquiera entiendo qué está pasando en primer lugar. Sería mejor no desperdiciarla, si es posible… Pero deberíamos decirles a los de nuestro bando que estamos de su lado. No llamaría desperdicio a compartirlo con ese propósito.”

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7753 cambió los ajustes de sus gafas, se las quitó y las colocó en la cama, y luego deshizo su transformación. Lo único que quedaba entonces eran las gafas.

Con las gafas en la mano, Kotori se puso en pie y Mana le agarró la manga del pijama. “No tendrás dónde esconder las gafas con un atuendo así.”

Kotori acabó tomando prestada la bata de Mana. No era de su talla, pero al ser un diseño holgado, no era como si le quedase apretada.

Kotori se puso la bata y salió de la habitación. Cuando contó la historia que le había sugerido Mana —“Mana me prestó esto cuando me quejé de que no quería seguir llevando ropa vergonzosa”—, Clantail y Clarissa quedaron completamente convencidas, y Touta asintió un montón de veces.

Aunque ella misma había sido consciente de ello, que los demás reconocieran que su atuendo había sido vergonzoso era humillante. Pero no dejó que eso la desanimara e hizo su trabajo. Ragi, Navi, Agri, Yol, Touta. Y luego Clarissa, Clantail y Miss Marguerite. Ninguno de ellos sabía qué había provocado la situación, y Kotori se sintió aliviada.

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