Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 4: Chicas Mágicas Con Ropa Normal

Parte 2

Shepherdspie lanzó un breve suspiro y luego tardó diez veces más en volver a inhalar. “¿Mary?”

“¿Eh? ¡¿C-Cómo lo has sabido?!” Sorprendida, la mujer se tambaleó y acabó de culo. Shepherdspie pensó en ofrecerle una mano, pero no se sentía lo suficientemente bien como para hacerlo. La mujer se levantó y dio dos golpecitos con la punta de sus zapatos para quitarse el barro que tenía pegado. El barro ya estaba seco; no debió de darse cuenta del barro hasta que se había caído y sus zapatos estaban en su campo de visión.

“Tú eres… Pastel Mary, ¿no?” Dijo Shepherdspie.

“Sí, lo soy… pero ahora no estoy transformado, ¿verdad? ¿Cómo puedes saberlo?”

“Bueno…” En primer lugar, ella tenía la misma energía. Además, por el callo que tenía en el dedo índice y su vestimenta de estudiante de arte, supuso que era artista de profesión o por afición. Además, cuando ella lo llamó Sr. Shepherdspie, él estuvo casi seguro de su identidad.

Pero ahora no era el momento de balbucear sobre eso, y como ya había tenido experiencias anteriores en las que había hablado suficiencia de cosas como ésta y había recibido una reacción desfavorable, fue apropiadamente evasivo y no dijo algo cómo: “Hice una buena suposición.”

“Ohhh.”

“La primera impresión es la más fiable para cosas como ésta.” “¿Ah, sí?”

“Básicamente. Al fin y al cabo, hay que tener ojo con la gente cuando se contrata.”

“Ya veo.”

“Y cuando te caíste, supe que eras tú.”

“¿Ese es mi rasgo más distintivo? No me digas eso.”

“No tienes que culpar a nadie más que a ti misma, teniendo en cuenta que has dicho que te comportas de forma diferente como chica mágica…” Shepherdspie la miró. “No eres muy diferente en absoluto.”

“Soy un poco diferente.”

“Otras chicas mágicas que son más diferentes van sin caerse.”

“Es una diferencia muy sutil. Una que no se puede distinguir sólo por las apariencias.”

La gente que pone excusas debe parecer así ante los demás. Eso también debía aplicársele a él, pensó con un movimiento de cabeza, y se vería como una gran desgracia. Siempre se necesita un ejemplo con el cual contrastar, no importa la edad que se tenga.

Shepherdspie suspiró profundamente. Se sorprendió de tener suficiente energía para hablar. O más bien, no tenía tiempo para sufrir, ya que era un esfuerzo demasiado grande, un esfuerzo desperdiciado. “Eso realmente no importa ahora.”

“¡Ah! ¡Claro! ¡Esto es un desastre!” Gritó la mujer.

“Es bastante obvio a simple vista que ha habido un desastre.” “¡Eso no; hay un desastre aún mayor!”

Shepherdspie casi se desmaya. Había habido un desastre lo suficientemente grande como para destruir la mitad del edificio principal de la finca y, además, un desastre aún mayor… No quería pensar en ello. Pero tenía que preguntar. “¿Qué pasó…?”

“Anoche, todos los magos se derrumbaron y todas las chicas mágicas se des transformaron.”

Ahora que lo mencionaba, la luz del sol brillaba desde el este. Era el sol de la mañana. Era demasiado tiempo para haber dormido, aunque la herida lo hubiera dejado inconsciente. ¿Tenía algo que ver con la forma en que los magos se habían derrumbado? ¿Era una enfermedad, o un gas, o algo más? Shepherdspie había aprendido bastante sobre los sistemas del edificio principal, pero no podía decir que lo supiera todo sobre toda la isla.

“Eso sí que es un desastre.” Dijo Shepherdspie.

“Por eso te dije que era un desastre.” “¿Qué diablos está pasando?”

“Sr. Shepherdspie, ¿no tiene… alguna idea sobre la causa?” “No. No tengo ni idea.”

“Sin embargo, hay una magia extraña que se ha lanzado sobre la finca. ¿No será que se está descontrolando?”

“Cuando el poder mágico se sale de control, es más obvio ver… Oh, como una explosión o un incendio.”

“¿Y si se filtró algo que se estaba investigando?”

“No lo creo…” Ya que se distribuiría como herencia, Shepherdspie había reunido todos los artículos mágicos en el almacén del edificio principal. También había evaluado el catálogo de los mismos, pero al no ser un especialista, no entendía todos los efectos que podía tener cada artículo. Cuanto más especializado era el objeto, más cosas sobre él no estaba seguro.

“¿Esta es la única zona que está colapsada?” Preguntó Shepherdspie.

“Sí, es justo como puede ver.” Respondió la mujer.

En otras palabras, el almacén era seguro. No parecía que tuviera que ver con los objetos mágicos, pero la magia era magia, así que no podía asegurarlo.

“Me gustaría pedir la opinión de un especialista, si es posible.” Dijo Shepherdspie.

“Como he dicho, todo el mundo ha caído.” “¿Qué tan malo es?”

“Aparte de un chico, el resto de los magos están todos gimiendo y quejándose. Y luego están las chicas mágicas que fueron a la puerta a buscar ayuda… En realidad, me impresiona que pueda caminar, Sr. Shepherdspie, aunque sea un mago.”

Se sentía lento, pero no era tan malo como para no poder moverse.

¿Era gracias a su grasa, o era su obsesión por cocinar?

La palabra ‘cocinar’ surgió en su mente, y levantó la vista.

“Cocinar… sí, cocinar.”

“Ninguno de los magos está en condiciones de comer.” Explicó la mujer. “Pero cuando las chicas mágicas no pueden transformarse, les entra hambre, ¿no? Así que decidimos comer antes de investigar la isla, así que tomamos la comida que había en la cocina, pero… Estuvo bien,

¿no?”

Shepherdspie se tambaleó. Estuvo a punto de desplomarse, pero se levantó con gran esfuerzo. Se sintió mareado. La mujer decía que se habían comido la comida que había en la cocina. Y eso significaba, en otras palabras, que Shepherdspie se precipitaba. O más exactamente, sus emociones se aceleraron. Su cuerpo y su corazón no podían seguir el ritmo, así que, funcionalmente, sólo caminaba deprisa, pero de todos modos, se apresuraba.

La voz de la mujer le llegó por detrás. “¡Y todo el mundo se preguntaba! ¡Si tal vez no sabes algo! ¡Y quieren que les digas lo que sabes! ¿Me oyes? ¡Sr. Shepherdsp—aaaaah!” La mujer, que había estado persiguiéndolo, gritó, seguida del sonido de un golpe contra el suelo. Debió de tropezar con algo y caer.

Shepherdspie no se volvió, y por supuesto tampoco extendió una mano para intentar salvarla. Apretó los dientes. Al final, los ingredientes no eran más que ingredientes, no eran cocina. El fondillo y el caldo habían llevado su tiempo, pero no habían sido hechos para ser comidos sin más. Eran los esfuerzos posteriores los que los convertirían en verdadera cocina para servir a los invitados. Y ese plan se estaba desmoronando por culpa de las chicas mágicas.

Shepherdspie amaba la cocina y respetaba a los que la creaban, pero eso no significaba que respetara a todos los humanos no magos. No era un filántropo ni un humanitario, y despreciaba a la gente tonta y sin valor, el tipo de personas que trataban la comida con crudeza y que se burlaban de comer. En ese sentido, no le gustaban las chicas mágicas, ya que tampoco necesitaban comida. Pero no era como si eligieran no necesitar comida ni bebida. Los que las habían diseñado así eran los que debían ser despreciados, y era ladrar al árbol equivocado estar quejándose de las chicas mágicas. Pero perdonarles la blasfemia contra la comida era una cuestión completamente diferente.

Oyó pasos que venían de atrás. De vez en cuando, tropezaban. Shepherdspie siguió avanzando, sin volverse atrás. Abrió la puerta de la cocina, miró la olla que estaba en el fuego, gimió “Ahhh” y cayó de rodillas. Toda la olla de caldo había desaparecido por completo. También había una bolsa llena de restos de verduras. ¿Así que también las habían utilizado? Los platos apilados en la mesa estaban marcados con salsa. Se inclinó para olerlos. Era salsa de tomate en lata. La habían usado sobre sus ingredientes cuidadosamente seleccionados sin siquiera comprobar el sabor, sin ningún ajuste o adición a la salsa comprada en la tienda, sólo porque estaba allí. Otro grito de “¡Ahhh!” salió de él.

“¡Ahhh! ¡No puedo creer que todavía estés aquí!”

Cuando los pasos que le seguían llegaron a la cocina, enseguida llovió una voz acusadora. No había ninguna razón para criticar a Shepherdspie. Cuando levantó la barbilla en señal de indignación, la mujer que se hacía llamar Mary estaba mirando hacia abajo en otro lugar, con aspecto de estar molesta o enfadada. Con la montaña de platos en medio, Shepherdspie no podía ver nada. Apoyó una mano en la mesa y se levantó lentamente. Más allá de los platos había una mujer en bata encorvada, acunando un plato de sopa. Él conocía a esa mujer. Era Dreamy✰Chelsea antes de transformarse.

La mujer del albornoz tenía una cuchara en la mano derecha y un plato de sopa en la izquierda y fruncía el ceño. “Tienes una idea equivocada. Mire. Esto no es culpa mía.”

“No se trata de quien tiene la culpa.” Respondió Mary. “No podemos ser los únicos que holgazanean cuando todos los demás están ocupados haciendo todo tipo de cosas. Pero en cuanto tuviste la oportunidad, volviste a la cocina a tomar sopa. A pesar de que acabamos de terminar la hora del desayuno.”

“Necesitaba suplementos nutricionales.”

“Todas las demás estaban satisfechas con la cena y el desayuno.” “Tengo poca eficiencia de combustible.”

“Eso es una tontería… ¡Ah! ¡La sopa se ha acabado por completo!

¡Te la has comido toda!”

“Eso fue inevitable; quiero decir, esta sopa está realmente buena…

¡Ah, Sr. Pie!” Levantando la vista del plato de sopa que parecía haber sido lamido hasta quedar limpio, el rostro de la mujer en bata brilló. Era una expresión de alegría, como alguien perdido en un desierto que ha encontrado un oasis. “¡Esta sopa es estupenda! ¡La mejor! ¡Nunca había comido algo tan insanamente delicioso! ¡Increíble! Oye, ¡dime tu receta! ¡Le diré a mi madre que la haga cuando llegue a casa!”

“Al menos di que la vas a hacer tú…” Refunfuñó Mary.

“Mi madre es mejor cocinera que yo.”

“Bueno, um, incluso si eso es cierto…”

La mujer del albornoz siguió hablando de lo deliciosa que había sido la sopa. Que no tenía sentido vivir si no podía tomar más de eso. Que si sólo tomaba eso, siempre surgiría más energía en su interior. “Si tienes energía, entonces trabaja.” Murmuró Mary.

Cada vez que la mujer del albornoz elogiaba su sopa, las regordetas mejillas de Shepherdspie se relajaban y, antes de que se diera cuenta, una leve sonrisa se dibujaba en su rostro. Una vigorizante sensación de satisfacción llenó su corazón. Sacó una silla, se sentó y colgó la cabeza, completamente agotado. La expresión de su propia cara, reflejada en la puerta de cristal del armario de la vajilla, parecía más pacífica que cualquier otra que hubiera visto antes en él mismo. Podría estar lo suficientemente satisfecho como para morir en ese momento, pero entonces pensó: “No puedo morir ahora”, y sacudió la cabeza.