Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 10: Todo Es Un Lodazal

Parte 1

◇   Miss Marguerite

No había tiempo para la indecisión. No tenía tiempo para pararse a pensar. Con la desaparición de Tepsekemei, la amplitud de su estrategia se redujo de repente. Contener al enemigo con un fuego continuo de proyectiles, rodear la zona para un ataque en pinza, enviar un mensaje a los demás sobre el peligro… cualquier otra opción de este tipo estaba perdida, y ahora Marguerite corría sin ningún plan en mente, evitando los ataques. El enemigo la perseguía a diez metros. Y la diosa no sólo la perseguía. Incluso desde esta distancia, atacaba constantemente.

La diosa agitaba sus hachas mientras corría. No eran amenazas ni una expresión de frustración. Sus tajos desgarraban la pared rocosa del suelo, lanzando rocas rotas que salían disparadas como balas hacia Marguerite. Si impactaban, romperían los huesos y aplastarían la carne incluso de una chica mágica.

Marguerite se lanzó al suelo para evitar la metralla de la roca, y siguió corriendo sin aminorar la marcha. Se levantó muy poco a poco de su agachada superbaja, atrayendo los fragmentos de piedra que salían volando una vez más hacia ella —esta vez la metralla venía con una trayectoria baja— y convocó su estoque en la palma de la mano. El estoque formaba parte de su traje, así que podía reutilizarlo. Mientras corría, se giró hacia atrás y blandió su estoque, empuñado en la mano izquierda, en todas las direcciones para redirigir los fragmentos, repeliendo bruscamente algunos de ellos para que volvieran a volar hacia la diosa. La diosa ignoró las rocas que volaban, cargando impávidamente hacia delante, tanto si le daban en los hombros como en la frente. No le dejaron ninguna herida, ni una sola marca.

Incluso corriendo hacia atrás, Marguerite no bajó el ritmo. Le hubiera gustado presumir de que aquello era fruto de su entrenamiento, pero ya comprendía que era peligroso lucirse repetidamente ante aquel enemigo. La diosa estaba clavando sus dos hachas en la roca, haciéndola volar por los aires mientras corría, pero Marguerite no había conseguido poner mucha distancia entre ambas. Acababa de convertir diez metros en trece. Y la forma en que la diosa corría era diferente a sus anteriores y torpes pasos. Corría como Marguerite, cambiando el peso de su cuerpo una y otra vez para evitar que Marguerite se alejara. Marguerite agitó su capa, ocultándose del enemigo por un instante para sacar pinchos metálicos de cinco centímetros de largo del forro interior de su capa. Dobló los pinchos de metal con su magia, transformándolos en ganchos.

El brazo derecho de la diosa se preparó para atacar.

Ya viene.

Su hacha destrozó una roca, haciendo volar fragmentos. Marguerite alternó entre golpearlos con su estoque y evadirlos, y repelió algunos hacia su oponente. Utilizó eso como cobertura para sostener su estoque en la boca y doblarlo lo más posible, enganchando los pinchos de metal doblados sobre la punta para sacudirlos y hacerlos volar. Lo usaba como una catapulta a la antigua. Este movimiento nació del dolor de una chica mágica que no tenía armas de largo alcance; era básicamente un truco de fiesta para alguien que sí tenía proyectiles poderosos. Pero incluso un movimiento como un truco de fiesta podía ser útil. Movió el gancho de metal para que volara justo detrás del último fragmento de roca que había disparado y, al lanzarlo más rápido que el fragmento de roca, hizo que impactaran casi en el mismo instante. El gancho que venía justo detrás de la esquirla dificultaba la visión, y apuntaba justo al globo ocular del enemigo.

La diosa no esquivó los fragmentos de roca. Dejó que la golpearan, recibiendo el impacto sobre la piel y los huesos. Algunas de las rocas se hicieron añicos, la última le golpeó en la frente, y cuando el pincho de metal intentó penetrar en su globo ocular, ni siquiera un instante después, fue apartado por el balanceo de su cabello dorado, cuyo viento alejó el gancho.

Ella lo evitó, eh.

Marguerite no se atrevería a decir que ya lo había tenido en cuenta, pero teniendo en cuenta los monstruosos reflejos de su perseguidor, no era como si hubiera sido imprevisto. Si podía evitarlo, no era como si esa evasión no ofreciera ningún beneficio a Marguerite. Era mejor que la diosa se centrara en las distracciones en lugar de correr directamente tras ella. Esto la ayudaría a alejarse más.

La distancia entre ambas creció hasta los quince metros. Marguerite fue curvando la dirección de su vuelo hacia la derecha. A la izquierda estaba el océano, mientras que a la derecha estaba la extensión del bosque. Su plan de luchar en la zona rocosa abierta había fracasado sin remedio, y se encontraba en un callejón sin salida. Su enemiga era una diosa de la primavera que había salido del agua, así que si luchaban en el océano, esta vez sería un jaque mate seguro. Era preferible huir al bosque. Ahora que había perdido a Tepsekemei, la situación era peor que cuando habían corrido por el bosque antes, pero también estaba el plus de haber experimentado de qué era capaz el oponente y qué hacía. También había aprendido que sería difícil alertar a los demás de su presencia mediante el sonido. Así que adentrarse en el bosque dejaría más evidencia de su lucha, lo que llamaría más la atención sobre ellos.

Esta lógica no era más que poner excusas y mentirse a sí misma, pero en lo que respectaba a las chicas mágicas, Marguerite lo sabía, tenían que ser positivas, o todo se vendría abajo.

El hacha de la diosa brilló en rojo. Intentar acabar con esta batalla antes de que Marguerite pudiera correr hacia el bosque era una de las posibles estrategias que Marguerite había previsto, pero no se alegró de que su predicción fuera correcta.

El hacha hecha combustible y la alta temperatura se combinaron para hacer una explosión. El estallido hizo que la diosa saliera volando en horizontal, lanzando un chorro hacia ella en una sola ráfaga. Marguerite clavó el estoque de su mano izquierda en la roca.

Esquivar el tajo acelerado por la explosión una vez que viera a la diosa balancearse sería en gran medida una apuesta. El alcance de los ataques de la diosa estaba más allá de la capacidad de Marguerite para estimar visualmente, sus movimientos apenas tenían sentido y, sobre todo, era increíblemente rápida. Pero si Marguerite sacaba su espada para intentar bloquearla, sería completamente aplastada, con hoja y todo. Si no iba a esquivar o bloquear, no había nada más que hacer que moverse antes de que llegara el ataque.

Subiendo sobre el estoque que había clavado en el suelo, mientras se doblaba, saltó a un lado. El hacha no cortó nada y se clavó en el suelo, haciendo bailar fragmentos de roca en el aire. La inercia empujó a la diosa diez metros más adelante, donde clavó el hacha en el suelo para detenerse. Marguerite se apartó del camino de la diosa en un ángulo de noventa grados y saltó, poniendo el pie en el borde del bosque. Cuando la diosa se volvió de nuevo hacia ella, tenía la misma sonrisa vacía en el rostro, sin signos de angustia, y tampoco se podía percibir ninguna irritación por no haber conseguido capturar a su presa.

Marguerite huyó directamente al bosque, y en todo momento no perdió de vista a la diosa.

Después de que Marguerite abriera veinte metros entre ellas, la diosa entró en el bosque. Marguerite dio una patada a un árbol especialmente grande que estaba a su lado y saltó, y el árbol que había pateado se balanceó salvajemente, haciendo que gotas de agua se derramaran y salieran por todas partes de sus ramas extendidas. La diosa se detuvo un momento y Marguerite consiguió alejarse.

Marguerite corría y la diosa la seguía. Marguerite saltaba de los árboles y la diosa los acribillaba. Parecía como si fuera a lo loco, pero no tenía ninguna abertura. Marguerite esquivó un grueso tronco que se lanzó hacia ella y enroscó su capa en la rama de un árbol para saltar hacia arriba. Desde allí, rebotó en una rama hasta llegar al suelo. Se sentía suave bajo sus pies. El aire estaba lleno de humedad. Esto era un humedal. Cuanto más se alejaba, más humedad había en la tierra.

¿Puedo usar esto?

Algo como salpicar barro en la cara del enemigo para alejarse se hacía para bloquear la visión. No tenía sentido utilizar ese movimiento con una enemiga que realmente no parecía depender exclusivamente de la vista en una batalla. Marguerite podía dejarla caer en el pantano y luego, cuando se distrajera por el mal paso, volver a luchar contra ella a corta distancia. Pero eso probablemente no saldría bien ni siquiera una de cada diez veces.

Marguerite pisó una gruesa raíz y saltó, teniendo cuidado de no resbalar por el barro mientras saltaba de árbol en árbol, y luego, al poner la mano en otra rama, sus cejas se fruncieron. Se había alejado de la diosa, o mejor dicho, la diosa se había detenido. Había apoyado sus dos hachas de combate contra un árbol y parecía estar descansando.

Aunque Marguerite estaba confundida por el comportamiento del enemigo, sus pies no se detuvieron. La diosa sacó una cajita blanca y sacó algo pequeño y redondo. Estaba demasiado lejos, incluso para la visión de una chica mágica, y Marguerite no podía saber qué era. La diosa se metió en la boca la cosa redonda que tenía en la palma de la mano, y luego se ocultó entre los árboles y se perdió de vista. Marguerite no había apartado la vista de la enemiga ni una sola vez mientras corría, pero desde que se había detenido, Marguerite acabó por alejarla de su alcance visual.

El suelo de la zona se había convertido finalmente en barro, lo que ralentizaría la carrera de una chica mágica. Marguerite continuó manteniendo su velocidad al ir junto a los árboles. Aunque la diosa no estaba a la vista, Marguerite reprodujo aquella escena en su cerebro. Ya había visto un gesto como ese.

¿Una píldora?

Había parecido un humano sacando una medicina y tragándola. Si tuvo que detenerse, incluso cuando nada más la había detenido , para tomar algo, lo más lógico es que fuera una medicina.

La información se dispara en la cabeza de Marguerite. No la organizaba ni la clasificaba. Había sacado lo que parecía una carpeta del vasto almacén de conocimientos acumulados en su larga carrera como chica mágica. Ya había oído hablar de una ‘chica mágica que necesita pastillas’ descrita prácticamente con esas mismas palabras.

Antes de decir que era un rumor, uno de los altos cargos del Departamento de Inspección le había dicho: “He oído que se está investigando para crear un nuevo tipo de chica mágica.” Habían mencionado que necesitarían regularmente píldoras mágicas, pero que eran muy fáciles de producir. Luego habían rematado bromeando: “Si sale bien, nos quedaremos sin trabajo.” Pero esa historia encajaba básicamente.

Al arrancar la rama de un árbol, Marguerite se agarró a una liana para ampliar la distancia de su salto.

Una criatura que tenía que ser una chica mágica, pero se sentía extraña. ¿Era una chica mágica?

¿Una chica mágica creada por Sataborn, haciendo uso de la nueva tecnología?

¿Era un vigilante que había sido destinado a la isla que se descontrolaba? Si no era eso, ¿alguien la había llevado allí? Marguerite puso el pie en la raíz de un árbol y se tensó, luego se deslizó hacia abajo. Estaba confundida. No podía mantener el equilibrio. Se lanzó al aire y se precipitó hacia delante para caer en el pantano. La arena y el agua fangosa se le metieron en la boca y se atragantó. Se llevó la palma de la mano embarrada a la cara. No era la mano de Miss Marguerite, que era como una pieza de arte. Era la mano de una mujer humana, con las líneas propias de su edad.

Su transformación se había deshecho. Los efectos de la fruta gris habían desaparecido. Estaba desconcertada. No debería haberse agotado aún. ¿Correr continuamente había alterado su sentido del tiempo? Se había golpeado todo el cuerpo en la caída. Se sintió débil por el dolor. Sus brazos habían intentado avanzar por reflejo, pero no se habían movido bien. Si no podía correr, la matarían fácilmente.

Las palabras Me van a matar le pesaron mucho. Su corazón se aceleró. Le dolía todo el cuerpo. Sentía la cabeza entumecida. ¿Qué debía hacer? La veterana chica mágica que no perdía la calma, incluso con su muerte en ciernes, había desaparecido. Pensó en lo que debería hacer un humano asustado.

Sólo tengo que salir del barro, pensó, pero sus piernas no se movían. Estaban atrapadas en algo. Cuando se esforzó por levantarlas, se hundió más. El barro era profundo. No podía llegar al fondo. Incluso cuando trató de impulsarse con los brazos, se hundió más. No podía levantarse.

Antes de que pudiera preocuparse por si la diosa venía a por ella, a este ritmo, se hundiría en el barro y moriría. Deslizándose y aplastándose, todo su cuerpo se hundió en el barro. Ahora no había nada. Ni siquiera podía ver su propio cuerpo. Su pecho se fue asfixiando poco a poco. Quería respirar, pero no podía levantar la cabeza.

Algo estaba traqueteando. Sintió intensas vibraciones que pasaban por encima del suelo. El traqueteo se acercó, y luego se desvaneció inmediatamente. No tenía forma ni base para saber si era la diosa o no.

El calor de su cuerpo se escapa. Quería respirar. Tenía miedo. No quería morir. ¿Habría podido tener una muerte más digna si hubiera muerto como chica mágica? Pero realmente no sabía qué sentido tenía una muerte digna. La muerte era la muerte. Era el final. No era como si pudiera ver a la gente elogiándola con sus propios ojos y sentirse satisfecha.

Si iba a morir de todos modos, habría querido morir como una chica mágica. Pensó en Annamarie, que había conseguido morir como chica mágica. Marguerite no sabía si había muerto satisfecha. Morir como chica mágica para su propia satisfacción era una inmensa carga para los demás. Pero seguía pareciendo algo mejor que ser una humana sin más remedio que morir temblando de miedo.

***

◇   Love Me Ren-Ren

Chelsea y Mary no volvieron. Eso en sí mismo no era extraño. Era habitual que la magia de Ren-Ren provocara accidentes imprevisibles. Era posible que Mary hubiera hablado por descuido de su amor por Ren-Ren, y entonces Chelsea la hubiera escuchado y no le hubiera gustado, se hubiera enfadado y hubieran acabado peleándose. Si eso ocurría, probablemente no podrían volver directamente.

Pero esas predicciones optimistas se evaporaron rápidamente. El bosque se vio afectado por un continuo camino de destrucción. Se segaron árboles, se excavó la tierra y se destrozaron las rocas hasta convertirlas en fragmentos dispersos. Se extendía sin cesar. Ren-Ren no sabía hasta dónde llegaba, pero no quería comprobarlo hasta el final. Si llegaba a ese punto, significaría toparse con quienquiera que hubiera realizado tanta devastación.

Ren-Ren giró hacia el otro lado y desplegó sus alas. Pasó entre los árboles a baja altura. Ahora mismo, era una mala idea volar alto sobre la isla.

¿Era la otra chica mágica que había traído Navi Ru? Parecía que no podía ser nadie más. La destrucción que se había mostrado cerca del edificio principal había sido básicamente algo así. Era un comportamiento similar. Pero no tendría sentido que esta fuera la compañera de Navi. Si lo que decía Agri era correcto, no había necesidad de más violencia por parte de la compañera de Navi. Pero había señales continuas de que se había vuelto salvaje. ¿Qué estaba pasando? Todo era muy extraño.

Que Chelsea y Mary no volvieran podría estar relacionado con eso. Si se habían encontrado con la compañera de Navi… Ren-Ren lo consideró, y luego sacudió la cabeza. El viento que soplaba en su cara jugaba con su flequillo, haciéndolo oscilar con más fuerza de la ella batía sus alas.

Chelsea y Mary serían tratadas como aliadas de Agri. Si la compañera de Navi fuera a hacer daño a los aliados de Agri, eso quedaría atrapado por el contrato. Navi no permitiría que eso sucediera. Si la compañera de Navi hacía eso por su propia voluntad, eso significaría que no la estaba controlando. Y Navi había estado tranquila. Eso no había parecido una actuación.

Entonces, ¿había algo más que había impedido que Chelsea y Mary volvieran? ¿A qué se debía esta destrucción? Podía estar destrozando el bosque por su cuenta, pero Ren-Ren no entendía el sentido de eso, y tampoco tenía sentido que estuviera peleando con nadie. Había demasiadas intenciones serias de matar aquí para una pelea repentina.

Ren-Ren hizo una pausa. ¿Se estaba engañando a Agri? ¿Había algún agujero en alguna parte? Algo no estaba bien, pero no podía precisar qué.

Ren-Ren quería que Agri fuera feliz. No quería que Agri muriera. Ya no podía pensar en ella como una simple empleada. Ren-Ren se preocupaba por ella. Agri era tan querida para ella como su propia madre. No quería que muriera como su madre.

El aleteo de las alas de Ren-Ren se debilitó. Poco a poco se fue frenando, bajando en el aire, para finalmente aterrizar.

Ren-Ren miró al cielo. Pudo ver entre las ramas que era brillante. Podía oír los gritos de pequeños pájaros. La brisa matutina soplaba con fuerza. Ren-Ren se agarró la cabeza con las manos.

No. Mamá no está muerta. Ella se fue. Me dejó atrás. No está muerta. ¿Por qué iba a pensar que ha muerto? Nunca la vi morir. Y por supuesto nunca podría haberla matado. Nunca la mataría. Ella es mi madre. Yo nunca…

“¡Nunca lo haría!”

Los pajaritos salieron volando, asustados por sus gritos. Ren-Ren respiró hondo y exhaló, golpeándose dos veces en las mejillas. Se estaba distrayendo. Pero tenía que contarle a Agri cuanto antes la extraña situación que se estaba produciendo. Y eso sin hablar de que Navi estaba cerca de Agri. Eso era peligroso. No había tiempo para que Ren-Ren se distrajera.

Recobrando la compostura, Ren-Ren extendió sus alas.