Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 3: Saludos, Y Luego Un Incidente

Parte 5

◇   Dreamy✰Chelsea

El pobre Sr. Shepherdspie estaba atrapado en la cama. Dijo que, a diferencia de las chicas mágicas como Mary y Chelsea, los magos no eran más resistentes que los humanos. El doble golpe de caer por un piso e inhalar humo, más el pequeño incendio y los daños en el edificio, lo habían debilitado tanto física como mentalmente. Diciendo que no quería hacer nada más, se había metido en la cama y había dejado de moverse.

Chelsea también se sintió un poco mal. Se había entusiasmado demasiado con su primer trabajo. Así que después de reflexionar sobre sus acciones y con su jefe autoconfinado en la cama, decidió hacer todo lo posible para mejorar su visión de ella, dándole la energía para levantarse, al menos. Así que, para empezar, se llevó a Pastel Mary a arreglar el lugar que se había estropeado.

“No, es imposible, simplemente imposible.” Dijo Mary con pánico. “Es imposible que podamos arreglar esto. Tenemos que conseguir un carpintero.”

“Sí, eh. Un aficionado no podría hacer esto, eh.” Ya habían fracasado.

Después de discutirlo con Mary, decidieron que, al menos, intentarían limpiar las cosas. Mary dibujó unas ovejas y las utilizó para retirar los escombros, mientras que Chelsea ató una cuerda amarilla alrededor de los árboles de la zona y colgó carteles que decían NO ENTRAR. Mientras trabajaban en ello, de vez en cuando aparecían magos que decían venir a visitar la isla, y cada vez, las dos chicas mágicas les decían: “Ahora mismo Shepherdspie está en la cama, ya que no se encuentra bien.” Y tenían que guiar a los invitados a un edificio diferente.

Ya veo, así que esto es trabajo, pensó Chelsea. Esto del trabajo era más monótono de lo que ella esperaba. Pero cuando vio que Mary parecía que iba a caer muerta en cualquier momento, Chelsea realmente no podía dejarlo todo en manos de ella mientras se tomaba un descanso.

Pero tal vez un breve descanso estaría bien mientras ella iba a la cocina a dejar allí un regalo de un invitado. Así que con ese pensamiento, abandonó su lugar de trabajo. El regalo era una bolsa de papel de unos conocidos grandes almacenes. Dentro, envuelta en el papel de una panadería igualmente conocida, había una caja. El instinto de Chelsea le decía que este era un juego de galletas variadas. Si estuviera en casa, simplemente lo abriría y tomaría algunas, y si su madre se quejaba después, Chelsea podría disculparse entonces, pero ni siquiera ella tenía el valor de hacerlo en el trabajo.

Le pareció recordar que las galletas de chocolate blanco de esta tienda eran realmente buenas. Si hubiera podido conectarse a Internet, habría podido comprobar las reseñas o la descripción del producto, pero ahora sólo podía mirar la caja. Qué pena, qué pena, pensó mientras la miraba fijamente. Supongo que no hay nada malo en cortar el sello. Sin embargo, si lo hacía, sabía que automáticamente se comería una, así que miró impotente la caja hasta que pensó que debía volver. Dejó la tentación sola sobre la mesa y se dio la vuelta para encontrar a Mary, asomada desde detrás de un pilar y mirándola fijamente.

“… No voy a comerlas, ¿de acuerdo?” Dijo Chelsea.

“¿De verdad…?” Preguntó Mary con recelo.

“Por supuesto que no me las voy a comer, hay que ver. Más importante, ¿por qué estás aquí?”

“Tardaste mucho en volver, así que pensé que tal vez estabas robando un bocado…”

“¡No lo haré, lo juro! Está todo bien, ¿vale?”

Tal vez Pastel Mary era más aguda de lo que Chelsea había pensado. Revisando mentalmente su evaluación de ella, Chelsea volvió a su trabajo. Pero una vez que terminaron de retirar los escombros y de limpiar donde había estado el fuego, apenas quedaba trabajo.

Una vez que terminó de ensartar las cuerdas y miró hacia arriba, pensando que había terminado el trabajo, vio el agujero en la pared de la finca. Era el lugar donde había pisado el suelo y había caído con él. “Ahhh, me había olvidado de eso.”

“¿No sería mejor cubrirlo con un plástico o algo así?” Señaló Mary.

“¿Oh? ¿Tú crees?” Chelsea tenía dudas.

“Sería malo que la lluvia o algo entrara por ahí, ¿no?” “Pero hace mucho sol. Dudo que llueva pronto.” “Pero el viento soplará.”

“Creo que será agradable y refrescante.”

“Sin embargo, no parece muy bonito visto desde fuera.” “¿No crees que es genial en una especie de vanguardia?” “Chelsea… ¿estás tratando de reducir tu carga de trabajo?”

“¡No, no, en absoluto! Estoy totalmente ansiosa por trabajar…

¿Eh?” Algo cruzó el rabillo del ojo. Una figura humana translúcida que se asemejaba a un genio de la lámpara llevaba una lata de galletas, escogiendo una de ellas para hacerla crujir—

“¡Hey! ¡Tú! Tú, chica mágica o lo que sea, la persona de allí!” Gritó Chelsea.

La chica translúcida con atuendo de genio de la lámpara miró a la derecha, a la izquierda, hacia abajo y luego se señaló a sí misma. “¿Te refieres a Mei?”

“¡No puedes comerte esas galletas! ¿Y cómo las has conseguido?” “Ahora esto es de Mei, así que Mei se las comerá.”

“¡Esas galletas no son tuyas! ¡Son del Sr. Pie!”

“No conozco a ningún piel. Funny Trick se las dio a Mei. Esto es de Mei.” Se apartó bruscamente de Chelsea como si estuviera dispuesta a salir volando. A este paso, la ladrona de galletas se le iba a escapar de las manos a Chelsea. Incluso Chelsea había resistido el impulso, pero una chica mágica cuyo nombre no conocía iba a huir con esas deliciosas galletas de marca.

Chelsea miró una roca a sus pies. ¿Debería patearla? Pero si la chica la esquivaba de forma equivocada, la piedra podría golpear la lata de galletas por error. Si las galletas de dentro se rompían, todo sería en vano. La coloración semitransparente de la chica también era curiosa. Cuando ese tipo de enemigo aparecía en los videojuegos, los ataques físicos no funcionaban con él.

Chelsea cambió de marcha y fue a por la lata de galletas. No había manera de que pudiese resistir los ataques físicos. Y ella no usaría su magia. Básicamente, la mejor idea era robarle la lata a la chica. Ella se acercaría y se la arrebataría.

“¿Qué hacemos, Chelsea?” Preguntó Mary.

“¡No te preocupes! ¡Deja esto en manos de Dreamy✰Chelsea!”

Chelsea confirmó la posición del enemigo. Se estaba alejando: ya estaba a seis metros de altura, a cinco metros del edificio. Usando la pared apenas sería capaz de lograrlo. Con su primer paso, Chelsea saltó del suelo, luego puso un pie contra la pared de la finca para correr por el lado de la misma. Salto, salto, salto, rozando los desniveles de la pared con los dedos de los pies para correr hacia arriba, ascendió hasta llegar a la misma altura que el genio de la lámpara. Al doblar las piernas para prepararse para un último salto horizontal, se oyó un desagradable crujido y su equilibrio se desmoronó. La pared se derrumbó, arrojando a Chelsea al suelo, donde se las arregló para recuperarse rodando.

Mary, sin embargo, escapaba hacia el bosque montada en una oveja. Torcía la cabeza para mirar hacia atrás con una expresión de desesperación mientras gritaba: “¡Arriba, arriba!”

Mirando hacia arriba como se le había ordenado, Chelsea vio que el muro de piedra de la finca se derrumbaba lentamente hacia ella. Chelsea corrió detrás de Mary, luego la alcanzó y el muro se derrumbó; más bien, parte del edificio se derrumbó, derramándose sobre los árboles de la zona con un fuerte estruendo, enviando una nube de polvo que se elevó mientras rodaban las frutas y las nueces, además de aplastar también la cuerda que tanto le había costado colocar.

Mary, Chelsea y las ovejas consiguieron ponerse a salvo. No resultaron heridas. Pero Chelsea no sintió que se había salvado, porque la escala de destrucción era muy grande. El lamentable “Ahhh…” de Mary, como si estuviera digiriendo el suceso, le hizo ver a Chelsea la gravedad de la situación.

Chelsea pensó en cómo podría salirse de esta situación y decidió endosársela a la ladrona de galletas. Eso serviría bastante bien.

***

◇   Love Me Ren-Ren

Los magos eran personas importantes. Sin ellos, las chicas mágicas nunca se habrían creado.

Tener un montón de gente alrededor era muy angustioso. Ninguna de las chicas mágicas estaba de pie. La semibestia Clantail; la pareja que vestía túnica de mago, Maiya y Rareko; y Miss Marguerite —que tenía el estilo de una dama aristocrática— estaban de pie junto a sus patrones.

Pensando que ella también debía hacerlo, Ren-Ren se dispuso a ponerse de pie, pero Agri la agarró de la mano y la detuvo. “¿Adónde vas corriendo?”

“No, um.” Comenzó Ren-Ren.

“Ahora es un buen momento para hablar, así que deberías hablar.

Bien, habla.”

Llevando a Ren-Ren y a Nephilia con ella, Agri se desplazó a un nuevo asiento. Mana y Yol eran muy encantadoras, mientras que Ragi parecía más bien agotado, tal vez por su edad, y Touta parecía no estar acostumbrado a las cosas, como un alumno de primaria cualquiera al que hubieran traído y obligado a vestirse de mago. Todos tenían en común la sensación de que no eran malas personas.

Después de una breve charla, Agri volvió a su lugar frente a Navi.

“Es un poco diferente de lo que he oído.” Dijo.

“Ahhh, el viejo.” Navi asintió.

Los dos susurraban juntos. Su conversación estaba protegida por la magia para que los otros magos y las chicas mágicas no los escucharan.

“Sin embargo, he oído que era un viejo gruñón ardiente.” Dijo Agri.

“¿Quién sabe…? Quizá sea la edad.” Navi se encogió de hombros.

“Aunque los rumores dicen que le queda mucha rabia de sobra.”

“Si va a ser así, entonces no tenemos que molestarnos en ir a hablar con él, ¿verdad?”

“Sí, estoy bien mientras se quede callado.”

Los otros no parecían malas personas, pero era un poco difícil de decir. Al menos, a Ren-Ren le costaba decir con seguridad cualquier cosa.

“¿Y los demás?” Preguntó Agri a Navi.

“Conozco a Yol. Estamos en buenos términos. Pero esa chica mágica que tiene me la tiene jurada. Lo mejor sería evitar que esa ofrezca alguna opinión.”

“¿Por qué te odia?”

“No sé. Ella tiene una repulsión visceral por mí o algo así. Las mujeres son irracionales.”

“No hay que meter a todas las mujeres en el mismo saco.”

“No odio a las mujeres en general. De hecho, estoy agradecido por ellas.”

“Un momento.” Clarissa interrumpió su conversación, levantándose de su asiento. “¿No has oído algo?”

“No, ¿y tú?” Dijo Navi.

“Realmente no escuché nada.” Añadió Agri.

Ren-Ren y Nephilia dijeron que no habían oído nada, y Clarissa cerró los ojos, con sus grandes orejas temblando minuciosamente. Navi la agarró del brazo y murmuró, como si estuviera hablando consigo mismo: “Hay cosas que sólo Clarissa puede oír.” Probablemente tenía un oído excelente, como parecía.

“No estoy segura…” Dijo Clarissa. “Sonó como si algo se derrumbara.”

“¿De dónde?” Preguntó Navi.

“En la finca.”

“Hey, hey, eso no puede ser bueno.”

“Había un lugar había cedido, ¿no? Tiene que ser eso.” Dijo Agri.

“Más vale que nadie haya quedado atrapado en él. Será mejor que vayamos a echar un vistazo.” Navi se golpeó la rodilla con una gran palma y se puso en pie. Con una voz mucho más alta que el susurro con el que había estado discutiendo, gritó: “Oigan, todos.” Y reunió toda la atención sobre sí mismo. “Parece que el edificio principal…”

Se oyó un estruendo en un rincón y se derramó una taza con su contenido. Estaba en diagonal en la habitación, a cierta distancia, pero Ren-Ren juzgó lo que había sucedido con una sola mirada.

Una mesa se había volcado. Ren-Ren y Nephilia se pusieron delante de Agri, y Clarissa extendió los brazos para cubrir a Navi. Marguerite, cerca de la salida, puso una mano en su estoque, mientras Maiya sacaba un vistoso bastón. 7753, que había estado sentada comparativamente más cerca, se puso en pie tambaleándose. Y entonces Clantail recogió a Ragi en sus brazos. Ragi se había caído, volcando la mesa.

“Oye, viejo, ¿estás bie—?” Justo cuando Navi trató de acercarse a él, se lanzó hacia delante y se derrumbó. Clarissa lo atrapó inmediatamente. Agri se desplomó contra Ren-Ren, que se apresuró a tomarla en brazos.

Ren-Ren observó la habitación. Los brazos de 7753 rodeaban los hombros de Mana. Maiya y Marguerite habían salido corriendo por la puerta trasera.

“¿Qué…?” Gimió Agri. Ren-Ren se mantuvo alerta mientras abrazaba a Agri. “Me… me siento tan débil… Cada vez más débil…”

“Por favor, no te obligues a hablar.” Dijo Ren-Ren.

Algo no encaja. ¿De quién era esa voz? Se preguntó, pero sólo era su propia voz. El cuerpo de Agri, desplomado contra ella, se sentía pesado, aunque no era posible que una chica mágica considerara tan pesado el peso de una mujer adulta.

Sujetando a Agri, Ren-Ren comprobó su brazo derecho. No era un blanco transparente con dedos largos y gráciles. Era un brazo humano, con finos pelos en él.

Miró hacia Nephilia. Una chica con un uniforme escolar tipo blazer, de aproximadamente la edad de la escuela secundaria, la miraba sorprendida. Tenía las cejas bien cuidadas y definidas, el cabello teñido de color marrón suave con un corte recto que le llegaba hasta la espalda y los labios brillantes. No había mucho en ella que fuera igual a Nephilia, pero Ren-Ren podía decirlo. Ella era Nephilia. Era la única que parecía divertirse en una situación como ésta.

Una chica menuda con coletas trenzadas, gafas y uniforme de marinero cayó en el sofá junto con Ragi, y la que prestaba su hombro a Mana —una mujer en pijama de unos veinte años— perdió también el equilibrio y se precipitó contra el sofá. Una chica con falda de tirantes estuvo a punto de ser aplastada por Navi. Una vez que se las arregló para salir a rastras, estaba claro que tenía la edad de estar en escuela primaria o media, o tal vez menos.

“¡¿Qué significa esto?! ¡¿Qué está pasando?!” Aquella debía tener más de cuarenta años. Una mujer elegantemente vestida con un fino

traje de negocios gris estaba gritando. Llevaba a una Yol inerte en sus brazos. Así que esa era Maiya. La joven con gafas de montura negra y traje de sirvienta que la seguía parecía temblar y estar nerviosa, mirando con recelo por toda la sala. Esa sería Rareko. Su actitud era la misma que cuando se transformó, y su aspecto era sencillo. Touta, que apareció a continuación, miraba a Yol con preocupación, pero era capaz de caminar por sí mismo. La mujer de unos veinte años que estaba detrás de él y que echaba un vistazo a la habitación, tenía que ser Marguerite. Su atuendo informal de camiseta larga y vaqueros ajustados era completamente diferente de su forma de chica mágica, pero su postura totalmente alerta y su mirada tranquila eran las mismas.

“¡Estoy preguntando qué está pasando!” Repitió Maiya con furia.

Las chicas mágicas —que ya no estaban transformadas en chicas mágicas— se miraron entre sí, vieron que nadie iba a responder y se quedaron visiblemente confundidas. No tenían ni idea de lo que acababa de ocurrir. Lo único que entendían era que estaban en un gran problema.