Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 3: Saludos, Y Luego Un Incidente

Parte 1

◇   Touta Magaoka

Cuando su tía le contó su secreto, pensó que estaba bromeando. Luego, una vez que se transformó delante de él, resultó que no era cosa de risa. Las chicas mágicas eran reales. Eran absolutamente reales.

“¡Whoa!” Exclamó al verlo.

“¡Ja, ja, ja!” Se rió su tía. “¿Qué te parece eso? ¿Ahora crees?” “Como, pensé con seguridad que serías igual, pero con un traje de

chica mágica.”

“Si fuera así, habría dejado de ser una chica mágica en mi adolescencia…” Levantó despreocupadamente toda la cómoda con sólo su mano derecha, tarareando mientras la sostenía para limpiar el tatami que estaba debajo de la cómoda. Luego apagó la aspiradora, dejó la cómoda en el suelo, salió a la terraza y saltó. Antes de que Touta pudiera gritar de horror, volvió a llamar a la puerta principal.

Y sus tetas eran saltarinas y enormes.

Era una chica mágica. Y estaba allí, frente a él. Ahora sus evasivas a las preguntas sobre su trabajo tenían sentido. Siempre era tan imprecisa y no le decía nada: era porque era una chica mágica.

Además, ahora entendía por qué las grietas difíciles de alcanzar entre la pared y la cómoda nunca tenían polvo, a diferencia de las casas de sus amigos.

“¿No hay héroes masculinos?” Le preguntó Touta. “¿Como los que montan motos modificadas o pilotan robots gigantes, o de los que disparan rayos y láseres?”

“Nunca he oído hablar de algo así. Oh, pero si te refieres a chicos que se convierten en chicas mágicas, sí, he oído hablar de algunos.”

“Así que siempre son chicas mágicas… Está bien; es un poco decepcionante, pero lo dejaré pasar.”

“¿Por qué actúas como si te afectara? Es algo que tienes que aceptar de la vida.”

“Bien, lo acepto.”

“Te echas atrás con sorprendente facilidad.”

“Quiero decir, como, usted dijo que soy un mago, ¿verdad?” “Eres el nieto del primo de un mago. En pocas palabras, tu…

pariente era un mago. Pero aunque tengas sangre de mago, si no aprendes a usarla, no podrás hacer nada. Oh, una cosa más. Creo que entiendes esto, pero si dejas que alguien se entere o le cuentes a alguien sobre la magia, los magos o las chicas mágicas, te harán olvidar todo, como si te lo arrancaran del cerebro.”

“¿De verdad?”

“Oh… no estoy segura. Esto pasa mucho con las chicas mágicas, pero me da la sensación de que no ha pasado con los magos.”

“¿Eh? ¿Entonces qué pasa? Da un poco de miedo si no lo sé.”

“Bueno, sólo tienes que recordar que algo aterrador va a pasar.

Tampoco puedes decírselo a tus amigos.” “Okaaay.”

Touta nunca había experimentado nada sobrenatural. Aunque en los libros o en la televisión aparecía una montaña de cosas así, en su vida no había habido nada misterioso.

Sus padres habían tenido un accidente de tráfico cuando él era demasiado joven para recordarlo, una vez se había peleado con un niño que había dicho que no existía Santa Claus y Touta había llorado, y una noche se había escapado con un amigo para ir a un lugar embrujado, pero no había pasado nada, y luego los habían descubierto y les habían echado la bronca por ello… todas esas cosas habían ocurrido por falta de algo sobrenatural. No había sucedido ningún milagro, no había habido fantasmas, nada de eso. No era divertido. Era aburrido. A Touta no le ocurría nada increíble, y odiaba eso. Había cosas extrañas que ocurrían en algún lugar, y estaba seguro de que eran muy mágicas, pero a él no le ocurrirían.

Pero ahora eso había terminado. Ese día, su tía le había traído algo mágico. Su tía haría esto por él. Lo único que sabía de su tía era que era la hermana pequeña de su madre, en realidad era su tía abuela.

Tampoco sabía a qué se dedicaba. Por el hecho de que iba a trabajar con una ropa que no se parecía a la de un trabajo normal —una camiseta y unas sandalias—, le resultaba muy desconcertante. Era el tipo de persona que, cuando se enteró de que era una chica mágica, pensó: “Oh, ya veo”, cuando todas las piezas del rompecabezas encajaron.

“¿Eh? ¿No vas a venir conmigo, tía?” Le preguntó Touta. “¿Por qué no?”

“Tengo un trabajo del que no puedo escapar.”

En momentos como éste, no podía decir: “Así que el trabajo es más importante que yo, ¿eh?”, ni siquiera en broma. No quería ver la mirada que ella ponía cuando escuchaba bromas como esa nunca, nunca más.

“¿Así que voy a ir solo?” Preguntó.

“Haré que una amiga mía te acompañe. No te preocupes; es alguien con quien puedes contar. Pero puede ser un poco difícil. Bueno, hay muchas chicas mágicas así.”

“¿Es una chica mágica?”

“Sí. Solía trabajar más que nadie, pero últimamente se ha vuelto perezosa, por un montón de razones. No acabará siendo buena si evita trabajar demasiado, así que a veces se me ocurren trabajos como este para darle algo que hacer.” Luego siguió con: “Deberías pedirle más información sobre las chicas mágicas, los magos y el Reino Mágico.”

Touta sintió que ella había captado que estaba lleno de preguntas, y asintió en silencio. Cuando su tía dijo: “Cuando la conozcas, come con buen apetito.” Volvió a asentir.

Se encontró con esa chica mágica otro día en un local de sukiyaki. Miss Marguerite era, como había dicho su tía, una persona muy exigente. Con un sombrero y una falda de dama de la nobleza y portando una esbelta espada como una esgrimista occidental, sus palillos ni siquiera tocaban el sukiyaki de aspecto delicioso que tenía delante. A pesar del nerviosismo de Touta por estar cerca de la primera chica mágica que conocía, aparte de su tía, comió con ganas el sukiyaki tal y como le habían dicho, y mientras se cuidaba de que no se dieran cuenta, también comparó para ver si la forma de chica mágica de su tía tenía las tetas de un tamaño diferente al de Miss Marguerite. Sus tetas eran normales. Al parecer, no era el caso de que la transformación en chica mágica le diera a cualquiera unas tetas enormes.

Marguerite parecía estar de mal humor. Su tía parecía alegrarse de ello. Supuso que había manejado la conversación tal y como ella le había dicho. A la vuelta del restaurante sukiyaki, su tía lo elogió: “La forma en que miraste nuestras tetas para compararlas fue bastante buena.”

Aunque a Touta le daba pánico saber cómo había podido darse cuenta, fingió que lo había hecho deliberadamente e hinchó el pecho con orgullo. Pero también tenía la sensación de que ella podía darse cuenta de que no había sido deliberado.

***

Dos días después de haber comido sukiyaki, Marguerite, a la que le habían dicho que ayudara a Touta a prepararse, se acercó al edificio de apartamentos al anochecer. Sonó el timbre, y cuando Touta encendió la pantalla del intercomunicador del apartamento, pensó: ¡Está aquí! Miss Marguerite, con ese mismo traje de dama aristocrática, aparecía en la pantalla. ¿Podría ser que ella hubiera llegado al edificio de apartamentos con ese traje?

Touta desbloqueó inmediatamente la puerta automática de la entrada para dejarla entrar. Su tía no había vuelto del trabajo, así que estaban los dos solos. Uno a uno. Touta se frotó las palmas sudorosas de las manos en los pantalones. Se enfrentaron con la larga mesa de la cocina entre ellos. Había mucha distancia entre ellos, pero sintió una presión que le empujaba y que le hizo cambiar la silla de sitio.

Marguerite sujetó una taza y bebió de un trago su té de cebada, luego dejó la taza en su platillo. Touta se levantó de su silla, sacó una botella de té de cebada de la nevera y le sirvió a Marguerite otra ración.

“Gracias.” Dijo ella.

“De nada.”

En los experimentos de la clase de ciencias, Touta había sido agrupado con un chico al que se le daba mal la conversación. Cada vez que las cosas se sentían incómodas, sentían que ambos necesitaban un trago para pasar el tiempo. Marguerite no parecía que en general le gustara charlar. Probablemente era tal y como pensaba Touta. Su tía era muy desagradable.

“O tal vez lo sean las dos…” Murmuró Touta.

“¿Pasa algo?” “No, no es nada.”

Puede que Marguerite también estuviera nerviosa. Pensando en ello, su tensión se alivió un poco. Hablaba como una profesora, y era realmente bonita, pero todo parecía muy forzado… y eso era bonito.

“¿Estás seguro de que no pasa nada?” Preguntó Marguerite.

“Realmente no es nada.”

“Ya veo. Bueno, entonces, vamos a prepararnos.” “Bien.”

Touta había oído que el viaje duraría una semana como máximo. Recogiendo todas las cosas que supuso que necesitaría para ese periodo de tiempo, las alineó en la sala del tatami.

Marguerite recorrió con la mirada todo lo que él había expuesto y negó con la cabeza. “Es demasiado.”

“Pero ya he elegido algunas cosas para dejar atrás.” Protestó Touta.

“No necesitas juegos. Tampoco necesitas videojuegos de mano ni juegos de cartas.”

“¿Qué…? Pero…”

“No los necesitas.”

“Entonces dejaré las consolas de videojuegos. Ya que son pesadas y voluminosas. Pero puedo llevar mi baraja, ¿no? El estuche de la baraja no estorbará.”

“Tu profesor te regaña cuando llevas juguetes al colegio. ¿Me equivoco?”

“No, pero…”

“No vas a ir a un parque infantil. Así que no necesitarás juguetes para jugar.”

“Sin embargo, puede haber gente contra la que jugar allí.”

“Allí todos serán magos y chicas mágicas. No habrá ningún amigo con el que puedas jugar.”

“¿Estás segura…? ¿No tendré nada que hacer por las tardes?”

“Si no tienes nada que hacer, debes irte a la cama. Reponer fuerzas para preparar el día siguiente es parte del trabajo.”

“Bieeeeen…”

“Y entonces estos múltiples tanques… ¿Son estos… cangrejos de río? ¿Por qué algo así?”

“Tengo que cuidar de ellos.”

“Haz que un amigo se ocupe de ellos.”

“Mira, por fin conseguí que estos tipos mudaran después de meter la pata un montón de veces, y son los cangrejos de río más grandes y valiosos que he conseguido. Mis amigos se olvidaban de alimentarlos y hacían que se comieran unos a otros y se saltaban la limpieza de los tanques. Son muy descuidados a la hora de cuidarlos.”

“Entonces haz que tu tía se encargue de ellos.”

“A mi tía no le gustan los cangrejos de río. Dice que apestan a cangrejo de río… ¡Obviamente! No para de darme la lata para que los saque a la terraza.”

Marguerite sonrió. No era una sonrisa agradable o gentil. Era cien por cien una sonrisa burlona. “Insiste en que no puedes ir si ella no se hace cargo de ellos y haz que los cuide. Estoy segura de que se ocupará de ellos, aunque se queje.”

“¿Eso crees…? Entonces lo haré.” Parecía que su tía le había endosado algo de trabajo a Marguerite, y ahora Marguerite se alegraba de que su tía se quedara con algo que no le gustaba. Su tía había dicho que Marguerite era una amiga, pero ¿así eran los amigos? Los amigos de Touta… ahora que lo pensaba, todos esos tipos harían alegremente cosas que él odiaba. “Tal vez sea así…”

“¿Qué es?” Preguntó Marguerite.

“Oh, no, nada.”

“Además, te faltan algunas cosas. Una túnica, una capa y un sombrero.”

“¿Qué?”

“Necesitas un atuendo apropiado para una reunión de magos, como una túnica, una capa o un sombrero. Debes tener ropa que te haga parecer un mago.”

“Ohhh, así que llevas cosas fáciles de entender como esa, eh. Pero no tengo nada de eso.”

“Le pediré a tu tía que las consiga. Y también querremos regalos.” “¿También le dirás a mi tía que consiga todo eso?”

“Sí. Los aperitivos ligeros están bien, pero cuanto más caros, mejor.”

“¿Para cuántas personas debemos conseguir?”

“No sabemos cuánta gente habrá. Así que vamos a conseguir una cantidad bastante grande. Diez deberían ser suficientes.”

“Podemos comer las sobras, ¿verdad?” Marguerite sonrió. “No es una mala propuesta.” Touta respondió con una sonrisa.